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Authors: John Brunner

Tags: #Ciencia ficción

Órbita Inestable (38 page)

BOOK: Órbita Inestable
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—Yo sí, por supuesto —dijo Diablo—. Es un detalle que se me escapó, y no hubiera debido escapárseme. Es el tipo de toque del que siempre me he enorgullecido de añadir a mis propias reconstrucciones en mis programas de propaganda, el pequeño detalle impac-tante que hace que toda la escena parezca real. —Tiró de su barba tan vigorosamente que pareció como si quisiera arrancar los pelos de su raíz—. Siga adelante. ¿Qué otra cosa fue lo que le hizo preguntar a Madison quién era?

—El hecho de que cuando la señorita Clay le preguntó directamente si era él quien había estropeado su acto de profecía en el hospital, él dijo que sí. ¿Correcto, señorita Clay?

—Harry pareció saber lo que yo quería decir sin necesidad de que se lo explicara —dijo Lyla, mirando nerviosamente al nig—. Pero…, oh…, ¿creen que debemos hablar de él de este modo, como si él no estuviera en la habitación?

—Harry parece estar cometiendo el crimen del silencio —dijo Diablo sin ningún humor—. Llevamos toda la tarde intentando arrancarle un sí o un no directos; quizá si lo irritamos lo suficiente hablando de él de este modo consigamos provocarle algunos comentarios útiles. ¿En, Harry?

Madison esbozó una muy débil sonrisa y siguió sin decir nada.

—Si así es como lo quiere… —dijo Conroy—. Bien, aparte del oráculo real que se convirtió en la trampa de eco, y esa confusa teoría acerca de un hombre con siete cerebros…

—¡Ahora lo recuerdo! —Lyla dio un salto y se puso bruscamente en pie—. Dios mío, ¿cómo pude haberlo olvidado de nuevo? Mientras estaba sentada allí en el apartamento de Mikki Baxendale, observándole, no hacía más que decirme a mí misma, una y otra vez: «¡Encontré a un hombre con siete cerebros!».

—Parece que se están recordando un montón de malditas cosas —dijo Reedeth cínicamente—. Las profecías después de los acontecimientos nunca me han impresionado mucho.

—Quizá no —dijo Conroy. ¿Qué hay acerca de las profecías antes de los acontecimientos, sin embargo? Jim, ¿se le permite a un paciente del Ginsberg tener acceso a una Tri-V recibiendo propaganda nigblanc, como por ejemplo uno de los programas de Diablo re-transmitidos por un satélite chino o nigeriano?

—No, por supuesto que no. Cualquier cosa que altere la personalidad, como el jugar con los sentimientos de culpabilidad de uno, puede ser desastroso. Puede ser tolerado en el exterior, donde hay montones de distracciones, pero en el ambiente cerrado del hospital… No, definitivamente, no puede permitirse.

—En otras palabras… —empezó Conroy, para ser interrumpido por una exclamación de Flamen cuando este se volvió de la consola de su ordenador.

—¡Premio! ¡Cristo, esto es…, esto es enorme! Eh, que alguien me pase un cartón de esa cerveza, si es que queda alguno. —El hurgón estaba tan excitado que casi aplaudía—. ¡Esto aclara casi todos los ángulos de nuestra historia! Los Gottschalk están planeando retirarse, del centro de datos de Iron Mountain a favor de unas nuevas instalaciones propias, y parece como si su localización más plausible fuera en Nevada, donde se han mudado los elementos más jóvenes del clan como Anthony y Vyacheslav para mantenerse apartados de los terrenos de caza de Marcantonio aquí en el Este…, lo cual significa que es muy probable que él no apruebe la idea. Y hay toda una nueva línea de armamento prevista para una inmediata producción en masa. Parece como si su diseño fuera algo completamente nuevo, e incluso he rastreado la letra «C» en el código que parece identificar la serie. ¡Cristo, aunque tenga que pasarme todo el resto del fin de semana aquí, aunque tenga que agotar todo el tiempo que me han concedido de los ordenadores federales en este único tema, voy a salir el lunes con la historia más condenadamente grande que jamás haya tenido entre manos! ¡Es algo sensacional, simplemente sensacional! ¡Imaginen ser capaz de revelar al público las luchas intestinas que se están produciendo en el monopolio antes incluso de que cristalicen!

Bruscamente se dio cuenta de que todos los rostros vueltos hacia él exhibían unas ex-presiones uniformemente consternadas, y se interrumpió.

—¿Qué ocurre, profesor? —aguijoneó a Conroy—. Usted me dijo que debería atacar a los Gottschalk, ¿no? ¡Pero ahora no parece alegrarse precisamente!

—¡Diablo! —Conroy mantuvo sus ojos fijos en Flamen, no en el nig—. Su emisión acerca de esas nuevas armas…, ¿es lo único que hay sobre el asunto hasta ahora?

—Por todo lo que sé, sí —confirmó Diablo.

—¿Y la emisión está tan sólo grabada? ¿Aún no ha sido lanzada a las ondas?

—Correcto.

—Y en cualquier caso los pacientes del Ginsberg no tienen acceso a las emisiones de Blackbury o de ningún otro enclave nig. —Conroy inspiró profundamente—. De modo que, ¿cómo pudo Madison no sólo predecir esas armas prototipo, sino incluso identificar la letra código que se refiere a ellas?

—No comprendo —dijo Flamen, mirando desconcertado de uno a otro de sus compañeros.

—Eso —le aseguró Conroy— lo alinea al lado de todos nosotros.

88
De: Robert
A: Anthony Gottschalk

Urgente y secreto

(A)

COMPRAR PARTICIPACIÓN MAYORITARIA EN CADENA

HOLOCOSMIC ANTES DE LAS 11:00 HORA DEL ESTE DEL LUNES Y

SUPRIMIR EMISIÓN DE MATTHEW FLAMEN PAGANDO COMO

MÁXIMO 2.000.000 $ POR RUPTURA DE CONTRATO.

(B)

SI FRACASA (A) SUPRIMIR A MATTHEW FLAMEN.

89
Encontrar a un blanc cuando se busca a un nig

—¿Nada? —inquirió Morton Lenigo.

El hombre que había entrado en la habitación se dejó caer cansadamente en una silla y agitó la cabeza, coronada con una mata de pelo ostentosamente rizada.

—Que los jodan a todos —dijo—. Ese maldito estúpido…, el Mayor Black, quiero decir.

Ninguna respuesta del bloque de apartamentos donde se supone que instalaron a Diablo…, ninguna respuesta de ninguno de mis Patriotas X simpatizantes a los que he pedido que intenten localizarle si se muestra por las calles…, ninguna respuesta de la compañía donde le han encontrado un trabajo porque su comred está conectada a un servicio automático de respuesta durante el fin de semana… ¡Parece como si lo hubieran cogido y lo hubieran echado al océano con pesas en los pies!

—¿Crees que alguien lo hizo? —sugirió Lenigo tras una pausa.

Hubo un silencio lleno con el hedor de la depresión. Finalmente, el hombre dijo:

—He estado intentando no pensar en ello. Pero alguien que es capaz de contratar a ese diablo blanco de Uys…

—Sí —dijo Morton Lenigo.

Confiaba en su reputación para que completara su afirmación por él. Al cabo de poco rato, el otro hombre se levantó de la silla y se fue.

90
Diagnóstico

—Lo lógico —dijo Diablo tras una reflexión— es computar primero lo que parece más alocado, ¿no? Como quizá ver si hay algo en la literatura médica acerca de sufrir visiones proféticas bajo la influencia de una píldora sibilina. Y eso nos permitirá abordar lo demás, como lo que usted afirma que le dijeron esos automatismos del hospital acerca de la señora Flamen. —Se puso en pie—. Flamen, ¿puede enseñarme cómo…?

—¡En, un momento! —Las mejillas de Flamen enrojecieron—. En este preciso instante necesito utilizar yo mis ordenadores. ¿No ha estado escuchando lo que acabo de decir?

—¿Y no se da cuenta usted de cómo ha sido puesto en el camino de lo que acaba de descubrir? —cortó Conroy fuertemente—. Se lo debe usted a Madison…, lo cual significa que se lo debe a Reedeth…, lo cual significa que se lo debe a su colega la doctora Spoelstra por invitar a la señorita Clay a actuar en el hospital, y a ella también por proporcionar los oráculos que hemos estado discutiendo y…

—¡Oh, eso no va a terminar nunca! —exclamó irónicamente Flamen—. ¡Supongo que se lo debo también a mi cuñado, por persuadirme de que dejara a Celia ingresada en el Ginsberg en vez de trasladarla a un sanatorio privado! Pero no me siento inclinado a darle las gracias por hacerle ese favor en particular.

—Estaba preguntándome cuándo recordaría usted que teóricamente me hizo venir a Nueva York este fin de semana para trazar los parámetros de su evaluación —dijo Conroy con deliberada acidez.

El fuego de la incipiente furia de Flamen estalló.

—¡Maldita sea! ¡Si no nos hubiéramos dejado desviar por ese estúpido asunto acerca de Madison, ahora estaríamos en casa de Prior y usted hubiera conocido a Celia y probablemente todo hubiera quedado arreglado en unas pocas horas!

—Y usted no hubiera conseguido lo que esperaba conseguir —restalló Conroy—. Utilizar su caso como una base para atacar a Mogshack hubiera sido algo que hubiera quedado fuera de cuestión como una inquina personal. ¡Ha conseguido usted algo mucho mejor, puedo decírselo en este mismo momento! Deje que Diablo se encargue del alta permanentemente retrasada de Madison, exija una evaluación del propio Mogshack para localizar esa megalomanía que los propios automatismos del Ginsberg han diagnosticado, y lo tendrá atrapado antes de que termine el año. ¡Y eso no es lo único que ha conseguido, ofrecido en bandeja de plata! ¡Ha obtenido también ese dato sobre los Gottschalk!

—¿Así que se supone que debo establecer una lista de todo el mundo que ha hecho algo para ayudarme a conseguir lo que he conseguido, e ir tachando sus nombres a medida que les vaya dando las gracias por hacerme el favor?

—¡Sí, sí y sí! —Bruscamente, el frágil control de Conroy sobre su temperamento falló, y saltó en pie, enfrentándose a Flamen desde el ventajoso punto de su mayor altura—. ¿De qué demonios sirve hacer caer a Mogshack de su pobre y pequeño pedestal si la gente que lo hace ni siquiera se ha dado cuenta de que es él quien tira de los hilos que los hacen bailar? ¿Es usted tan estúpido, tan necio, tan corto de vista, que está dispuesto a alinearse con las peores cosas que afligen a nuestro pobre y enfermo planeta?

—Pero… usted…

—¡Cállese! —Conroy golpeó su puño contra su palma con tanta fuerza que sonó como un disparo—. ¿Por qué infiernos tengo que decirle todo esto a usted, un hurgón que debería haber visto ocurrir esto centenares de veces? Usted nunca ha llegado a alcanzar a la gente que realmente importa, la gente de la que realmente deberíamos librarnos. Únicamente ha alcanzado a la gente que estaba atrapada y asediada por las circunstancias, que han corrido un riesgo una vez y no les ha funcionado, de modo que han tenido que correr otro y luego otro, o se han embolsado un soborno y han descubierto que les gustaba el superior nivel de vida y han seguido, o alguna otra cosa parecida.

»Una cosa conduce a la otra en este mundo, Flamen, y nosotros los seres humanos nos vemos arrastrados como…, como hojas muertas girando en la estela de un deslizador. Diablo estaba diciendo hace un momento cómo ajustamos nuestros principios de modo que una máquina pueda manejarlos, y muy pronto la persona que utiliza la máquina llega a imaginar que así es como ha sido siempre…, que nunca hubo una forma sutil de pensar. Así es como son algunas cosas, pero no todo es así, en absoluto. Tome por ejemplo la hermosa y cara casa en donde vive, con sus defensas automáticas y sus minas plantadas en el jardín como bulbos de narcisos. Se encierra usted detrás de un grueso blindaje, y también encierra su mente. Anuncia usted las trampas Guardian en su emisión, ¿no?… Esas bandas de acero con púas como una Virgen de Hierro. ¿Cuál es la mentalidad de alguien que está preparado a volver a casa después de visitar a los vecinos, y encontrarse a un cadáver colgando ante su puerta? Digo que una persona así está ya loca cuando emprende esa línea de acción, y usted no tiene que esperar a que pierda completamente los sesos mediante una sobredosis de ladromida antes de que deje de pensar como debe hacerlo una persona madura y responsable. ¿Y cuál es la razón por la que se justifica esa forma de actuar?

Se volvió hacia Reedeth.

—¡Usted lo sabe! ¡Usted probablemente la ha visto embutida a martillazos en su cabeza al menos una docena de veces por día en su trabajo! «¡Sea un individuo!» —Conroy consiguió que el eslogan sonara obsceno—. ¿Y a qué se ha visto reducida esta afirmación? ¡A la mayor Gran Mentira de la historia! No sirve de nada el hacer de tu vida algo tan privado que te niegues a aprender de la experiencia de otras personas…, uno simplemente se ve encerrado en una sarta de errores que nunca tendría que haber cometido. Poseemos más conocimiento que nunca antes con sólo mover un interruptor, podemos meter cualquier parte del mundo entero en nuestros propios hogares, ¿y qué hacemos con ello? La mitad del tiempo anunciamos bienes que la gente no puede permitirse, y de todos modos ellos han desajusta-do los controles del color y el contraste porque los hermosos diseños así formados son divertidos de contemplar cuando uno ha encerrado y asegurado su mente con drogas. ¡Escin-de! ¡Divide! ¡Separa! ¡Cierra los ojos y quizá todo se marche!

«Minamos nuestros jardines, cerramos nuestras fronteras, plantamos barricadas en nuestras ciudades con líneas Macnamara para separar a los blancos de los negros, ¡dividimos, dividimos, dividimos! —Un golpe enfatizó cada repetición de la palabra—. ¡Esto llega incluso hasta nuestras familias, maldita sea, llega incluso hasta la forma de hacer el amor! Cristo, ¿sabe que tuve a una estudiante el año pasado que pensaba que tenía una aventura con un chico allá en su casa y todo lo que habían hecho hasta entonces había sido sentarse frente a la comred y masturbarse el uno al otro? ¡A treinta kilómetros de distancia! ¡Ni siquiera se habían besado nunca! Estamos volviéndonos locos, toda nuestra maldita especie… ¡Estamos encaminándonos a una aullante oclofobia! Otro par de generaciones, y los esposos tendrán miedo de quedarse solos en la misma habitación con sus esposas, las madres tendrán miedo de sus hijos, ¡si es que hay hijos!

»¿Y todo ello con qué propósito? ¿Por qué estamos animando la difusión de esta locura? Me refiero a nosotros aquí, en Estados Unidos. No me refiero a los afrikaners sentados en la cima de sus pululantes hormigueros de pobres diablos negros hambrientos, medio desnudos y enfermos, la gente más rica del mundo engordando sobre los más pobres. Eso es simplemente avidez, que es un tipo de vicio comparativamente limpio. Estoy hablando de la perversión, la horrible, asquerosa, sistemática, deliberada perversión del poder de la razón para destruir a la gente sin matarla, para arrancarle su iniciativa, su alegría de vivir, sus esperanzas, por el amor de Dios, su último, definitivo, irreductible recurso humano, la esperanza. Por pura desesperación, millones de personas están abandonando el uso de la razón, arruinándose para comprar ídolos de plástico producidos en masa, en un último y pueril intento de escapar a los bastardos para quienes la "razón" es una palabra obscena.

BOOK: Órbita Inestable
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