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Authors: John Brunner

Tags: #Ciencia ficción

Órbita Inestable (21 page)

BOOK: Órbita Inestable
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—¡Oiga, no…! —Diablo se tensó instantáneamente; con la misma rapidez, eliminó la reacción ante la tranquila mirada de Flamen.

—¿Aprueba usted que a un blanc sudafricano se le permita sabotear de esa forma los canales propagandísticos de la comunidad nig norteamericana?

—Yo…, esto… —Diablo inspiró profundamente, y al final agitó la cabeza.

—Muy bien entonces. Veremos lo que tenemos disponible sobre Uys. No tengo que preguntar acerca del Mayor Black: es vanidoso, y tenemos sobre él grabaciones suficientes como para alcanzar la luna con ellas.

Flamen se dirigió hacia la computadora de la pared que formaba un ángulo recto con la primera.

—Más o menos lo que pensaba —murmuró, cuando en respuesta a su pregunta aparecieron los datos en la pantalla—. ¡Prácticamente nada! Casi todo material en blanco y negro y en 2-D. Bien, podemos arreglárnoslas con ello. Este es reciente, comparativamente hablando.

La pantalla se enturbió, se aclaró, mostró a Uys descendiendo la escalerilla de un avión, presumiblemente en África del Sur, siendo recibido por su familia y haciendo un gesto a un grupo de periodistas.

—Le daremos un poco de color…, profundidad holográfica… Sí, eso es mejor…, bien…, podemos empezar con esto y luego fundir unas imágenes del Mayor Black y, veamos ahora…, pasamos a América y mostramos unos cuantos macuts… No está mal para un principio, ¿verdad?

Aquella era la parte de su trabajo que era genuinamente creativa, y siempre disfrutaba mucho con ella: la adaptación del material más diverso para crear un bloque a todo color y en tres dimensiones tan convincente que solamente una persona que hubiera estado en el lugar de los hechos pudiera darse cuenta de las inexactitudes.

—Cristo, es como magia —murmuró Diablo, no haciendo ningún intento por parecer indiferente.

La imagen de la pantalla había evolucionado a través de un período de caótica confusión, y ahora mostraba una escena de Uys ante una mesa de laboratorio…, indudablemente en América, no en África, aunque era la impresión total y no algún detalle específico lo que daba esa sensación…, volviéndose para hablarle al Mayor Black mientras este último se acercaba acompañado por un par de macuts armados.

—No hay nada mágico en esto —dijo Flamen casualmente—. Simplemente tenía los datos precisos sobre los cuales trabajar… Un laboratorio genético clásico, con sus correspondientes ordenadores, el material adecuado en bocales y bandejas esparcido por ahí, las etiquetas…, todo ese tipo de cosas. Las escenas son automáticamente ajustadas a las condiciones climáticas, ropas, ángulos de luz, etcétera, y todo lo que tenemos que hacer ahora es añadirle el sonido. —Pulsó unas cuantas teclas en la consola—. Voces…, supongo que tendremos algo grabado, incluso de Uys, y aunque no lo tengamos las máquinas pueden imitar un acento sudafricano. La fraseología característica…, salpicada con algunos eslóganes afrikaners elegidos… Y ya está.

La imagen fija de la pantalla cobró movimiento. Brotaron voces de un altavoz oculto. El mayor Black dijo:

—¿Cómo va la limpieza de la casa para nosotros?

Uys vaciló, enrojeció ligeramente, se controló, y respondió en una voz átona que nadie podía dudar en aplicar a un afrikaner.

—Si se refiere usted al desarrollo de la campaña para purificar la herencia melanista de esta ciudad, he localizado varias líneas impuras que necesitan ser cortadas. En particular hay un mestizo llamado Pedro Diablo que…

Flamen accionó un control y el sonido disminuyó de volumen, aunque las imágenes siguieron.

—¿Qué le parece? —preguntó.

Diablo se pasó una mano por la frente, con aspecto desconcertado.

—Es fantástico —admitió—. El detalle, quiero decir. Como la reacción de Uys ante la sugerencia de que ha sido contratado como un criado bantú, para limpiar la casa para un nigblanc… ¡Eso tiene carácter, maldita sea! ¡Cristo, si se me hubiera permitido disponer de esta clase de equipo en vez de unos estudios y un puñado de actores…!

—¿Permitido?

—Quiero decir si hubiera tenido el presupuesto necesario. —Diablo dominó su excitación con un esfuerzo—. ¿Qué tipo de respuesta piensa proponer usted a la pregunta inicial…, el porqué está Uys en Blackbury?

Flamen regresó a la consola que había utilizado primero.

—Aún se está computando —dijo cuando la pantalla se iluminó—. Esa pequeña flecha, ¿la ve?, indica que el índice aún está subiendo a medida que se van introduciendo nuevos datos. Lo dejaremos que se vaya cocinando un poco más, y vamos a dedicamos al tema especial del que le he hablado antes. Es una grabación que hice ayer en el Hospital Ginsberg; había actuado una pitonisa, y grabé su trance. Hará una excelente entrada para algo que finalmente puede convertirse en un asunto grande.

—¿Uno de los asuntos que aparecieron antes en pantalla? —preguntó Diablo.

—No, algo nuevo que se halla tan sólo en un estadio experimental. Disponemos de ese tiempo gratuito en las computadoras federales, ya sabe, y una de las cosas que quiero hacer con él es… Bien, atrapar a alguien, no importa quién.

Flamen había olvidado casi que Prior se encontraba en la habitación; le lanzó una preocupada mirada.

—Vea, sospecho que el tratamiento de los pacientes en el Ginsberg está haciendo que a veces estos empeoren en vez de mejorar, pero el director es Elías Mogshack, y tiene una tal reputación a nivel planetario que necesito una certeza absolutamente incuestionable antes de poder lanzarle un desafío. Pensemos simplemente en lo que podría ocurrir si mis sospechas fueran fundadas.

Alargó un brazo y pulsó de nuevo un código. La cifra que apareció en la pantalla provocó una exclamación aprobadora.

—¡Noventa, y subiendo! ¡No puedo recordar la última vez que conseguí una cifra tan alta!

—¿A favor de qué? —preguntó Diablo.

—De verlo arrojado sin contemplaciones a la basura. En cuyo caso no vale la pena preparar el terreno… Vamos a darle al trance de esa pitonisa todo el tiempo que podemos dedi-carle a un solo tema según nuestro contrato con la Holocosmic, es decir, cuatro minutos. ¡Ya está! ¿Tenemos preparada alguna otra cosa? ¿Todavía no? Ha elegido usted un buen día, Diablo… Parece que tenemos un buen montón de excelentes temas. No importa, hay otro punto que me gustaría computar antes de empezar a montar la cinta para la emisión, y aún nos quedan diecinueve minutos. Veamos cuáles son nuestras posibilidades de analizar el problema del sabotaje del que le hablé antes, contando con el tiempo ilimitado de las computadoras federales. Por supuesto, esto es algo que hará temblar a toda la Holocosmic, pero siempre he confiado en las dobles comprobaciones.

Se inclinó sobre la consola y compuso cuidadosamente la pregunta. Por encima de su hombro, observando todos sus movimientos, Diablo dijo:

—Eso del sabotaje… ¿Existe la posibilidad de que sus empleados hayan cedido a las presiones de alguien a quien usted haya ofendido?

—Me encantaría que la gente se sintiera lo suficientemente ofendida como para reaccionar de esa manera —murmuró Flamen—. Pero han transcurrido dos años desde que un anunciante intentó sacarme de las ondas porque había dicho algo que a él no le gustó. La gente no parece preocuparse demasiado de esto ahí afuera. Lo más probable es que la propia Holocosmic intente apartarme del programa para conseguir otro bloque exclusivo de tiempo publicitario…

Las palabras murieron en su boca. En la pantalla, en respuesta a su pregunta codificada, apareció un único y gran dígito: un incontrovertible, inexplicable, incomprensible cero.

59
Reproducido del
Guardian
de Manchester del 2 de marzo de 1968

Los Estados Unidos prevén un largo y violento verano.

De nuestro corresponsal Richard Scott, en Washington.

Generalmente se acepta como inevitable el que los disturbios raciales en las ciudades norteamericanas superen este verano en número y violencia a los del año pasado.

Y debido a que sus causas, tal como han sido analizadas en el informe del Comité Asesor Nacional, son tan básicas, y sus raíces tan profundas y tan consecuencia del esquema de vida norteamericano, únicamente podrán ser erradicadas tras un enorme esfuerzo nacional y después de un largo período de tiempo.

Mientras tanto, el gobierno nacional, las fuerzas policiales de las ciudades y del estado, y los ciudadanos normales, tanto negros como blancos, se están preparando ya para lo que puede ser el verano más turbulento en la historia de la nación.

Fuerzas de apoyo

Aunque las tropas federales tan sólo han sido utilizadas en dos ocasiones desde 1923 para reprimir disturbios civiles, se informa que una fuerza de 15.000 hombres ha sido preparada por el Pentágono para ser utilizada en caso de que las fuerzas de la ciudad y del estado se revelen insuficientes. Estas fuerzas han sido divididas en siete grupos operativos y acuarteladas cerca de las ciudades donde con mayor probabilidad pueden presentarse disturbios graves. El gobierno ha estado acumulando igualmente material antidisturbios en emplazamientos clave.

Pero el control de los disturbios incumbe en su totalidad, excepto como último recurso, a los oficiales que deben hacer cumplir las leyes en las ciudades y en los estados. Por ello, hay informes procedentes de todo el país relativos a los considerables esfuerzos que se están haciendo para incrementar y modernizar su equipo antidisturbios.

En algunas ciudades la policía está siendo equipada con un controvertido nuevo rifle de gran alcance, con municiones que poseen algunas de las características de las balas dum-dum. En otras está adquiriendo helicópteros armados o vehículos blindados que pueden disparar alternativamente gases lacrimógenos o ametralladoras…

Comisionados voluntarios

Se están preparando ya planes detallados por parte de las autoridades ciudadanas. En algunas ciudades se informa que la policía está mejorando enormemente sus servicios de información, de modo que puedan obtener datos más rápidos y más precisos de inminentes disturbios. En un condado de Chicago, el sheriff está intentando organizar una fuerza de un millar de comisionados voluntarios a quienes se les proporcionaría sus propias armas y recibirían un entrenamiento especial antidisturbios de 40 a 60 horas. Esto parece acercarse peligrosamente a los grupos de vigilantes de otros tiempos, tristemente recordados.

En el otro lado de la moneda se hallan los preparativos particulares que hacen los ciudadanos norteamericanos para el largo y cálido verano que se les prepara. Tanto blancos como negros están armándose. Hay recientes informes de un brusco aumento en las ventas de armas de fuego…, y es más bien raro que una familia norteamericana no posea una pistola o un rifle en su casa. Se informa que muchas amas de casa están asistiendo a cursos de la policía sobre el empleo y el cuidado de los revólveres.

60
Hipótesis relativa a lo anterior, para los propósitos de esta historia

Se hizo, pero no funcionó.

61
Un acertijo es una especie de cedazo

Con aspecto cansado, e irritada —habían tenido que trabajar durante toda la pausa del mediodía, clasificando los arrestados en los disturbios que eran mentalmente inestables, arreglando las cosas para que aquellos que se hallaban ya bajo tratamiento regular fueran enviados directamente a sus propios terapistas, revisando las listas y abriendo nuevas entradas para aquellos que no habían podido ser alojados en otros sitios—, Ariadna apareció en la pantalla de la comred interior de Reedeth mientras éste estaba hablando por un circuito externo.

—Un segundo —dijo él por encima de su hombro, y terminó su otra conversación con un conciso—: ¡Tiene que hacerse, y es usted quien debe hallar el medio! ¡Y será mejor que se apresure!

Cortando la comunicación, hizo girar su sillón para hacer frente a Ariadna.

—¿Si?

—Creí haberte oído decir algo acerca de que Lyla Clay había sido internada aquí esta mañana. Bien, se supone que todos los datos de las arrestadas femeninas han de pasar por mi oficina, y los suyos no están entre ellos. ¿Qué ha ocurrido?

—Oh. Oh, sí. —Reedeth se pasó una cansada mano por el pelo, luego se reclinó en su sillón y extrajo un paquete de porros del cajón de su robescritorio. Teóricamente estaba prohibido fumar en el hospital, pero en momentos de tensión excepcional todo el mundo se saltaba la regla a la torera. Siguió hablando mientras buscaba algo con lo que encender uno—: Conseguí sacarla de la corriente general de entradas. Fue un presentimiento. Y resultó cierto.

—Cierto, ¿en qué?

—No tenía nada que hacer aquí.

—Pero tengo entendido que dijiste que estaba en muy malas condiciones. Posición fetal, shock…

—Todo eso, y mucho más. ¿Cómo esperarías encontrarte tú si tu amigo acabara de morir ante tus ojos?

Ariadna se llevó una horrorizada mano a la boca.

—¿Fue atrapado en medio de los disturbios?

—Correcto. Alguien le sajó la barriga con un hacha. Consiguió llegar a casa, con la ayuda del Gottschalk del bloque, y… Te doy tres posibilidades de que adivines lo que hizo el bastardo.

Ariadna agitó en silencio la cabeza, negando.

—Intentó venderle un arma por encima del cadáver del mackero, cuando aún estaba caliente —dijo él.

Hubo una pausa. Finalmente, Ariadna dijo:

—Peor que un bastardo. Un devorador de cadáveres. Pero todos lo son, ¿no? De otro modo no se dedicarían a ese negocio.

—Sin embargo, es lo peor que he oído que hiciera uno de ellos. Y aparentemente, cuando la señorita Clay le ordenó que se marchara de allí, amenazándole con la pistola que tenía en el apartamento…, él fue a la comred y presentó una denuncia contra ella por asalto a ma-no armada.

Una búsqueda diligente desenterró un viejo y destartalado encendedor analítico desechable, cuyo débil resplandor le permitió tras varios esfuerzos encender su porro.

—¿Es cierto todo eso, o ella…? —preguntó Ariadna.

—¿Se inventó todo? No, es cierto. Precisamente cuando has llamado estaba hablando con uno de los capitanes del sector, diciéndole lo que pensaba de los tipos que actúan como ése. Entiende, estaban demasiado ocupados como para responder inmediatamente a su llamada, de modo que no fueron al apartamento hasta las seis o así de esta mañana. Reventa-ron la puerta y entraron en tromba. Ella había pasado toda la noche tendida al lado del cuerpo muerto, demasiado asustada como para salir del apartamento ni siquiera hasta la comred debido a que el Gottschalk se le había llevado la pistola.

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