Lo que puede prometerles, al igual que les promete de todo corazón a los chicos caídos de la 8ª Brigada en este mismo instante, es que ella acabará con el virus. Habrá otros virus, otras plagas, pero la cepa del Perro Rabioso no va a regresar para amenazar con la extinción. Cuando haya acabado con el virus, la humanidad podrá volver a ocupar su legítimo sitio en la Tierra.
También honrará a los soldados con su recuerdo. Integridad, valor, lealtad. Hace unas semanas, éstos y los otros valores del ejército le parecían efectistas, incluso melodramáticos, pero en el futuro de América dichas cualidades serán escasas, lo sabe. No les resultará fácil a las próximas generaciones, moldeadas por la plaga, reemplazar a tales hombres del pasado.
Petrova cree, de todo corazón, que la humanidad sobrevivirá a este apocalipsis. Pero con hombres como el capitán Todd Bowman muertos y olvidados, ¿quién heredará la Tierra?
Mucha gente me ha ayudado a hacer posible este libro, pero debo un reconocimiento especial a dos personas: Anthony McCurdy, amigo y veterano de la 101ª división aerotransportada (Asalto aéreo) y a Chris DiLouie, mi hermano, compañero de escritura y editor siempre dispuesto.