Las brujas de Salem (16 page)

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Authors: Arthur Miller

Tags: #Teatro contemporaneo

BOOK: Las brujas de Salem
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Proctor
: ¡Dadme un látigo... yo lo detendré!

Mary
: ¡Están jugando! Ellas...

Muchachas
: ¡Están jugando!

Mary
(volviéndose hacia ellas, histéricamente y pateando)
: ¡Abby, basta!

Muchachas
(pateando)
: ¡Abby, basta!

Mary
: ¡Basta ya!

Muchachas
: ¡Basta ya!

Mary
(gritando con toda la fuerza de sus pulmones y elevando sus puños)
: ¡Basta ya!

Muchachas
(elevando los puños)
: ¡Basta ya!

Mary
(completamente confusa e impresionándose por la total convicción de Abigail y las otras, comienza a sollozar, las manos semilevantadas, sin fuerza, y todas las muchachas comienzan a lloriquear exactamente como ella.)

Danforth
: Hace un rato parecías sufrir tú. Ahora parece que hicieras sufrir a otros; ¿dónde has encontrado este poder?

Mary
(mirando fijamente a Abigail)
: Yo... no tengo poder.

Muchachas
: Yo no tengo poder.

Proctor
: ¡Os están embaucando, señor!

Danforth
: ¿Por qué has cambiado en estas dos semanas? Has visto al Diablo, ¿no es así?

Hale
(indicando a Abigail y a las muchachas)
: ¡No podéis creerles!

Mary
: Yo...

Proctor
(viéndola debilitarse)
: ¡Mary, Dios condena a los mentirosos!

Danforth
(machacándoselo)
: ¿Has visto al Diablo, has pactado con Lucifer, no es cierto?

Proctor
: Dios condena a los mentirosos, Mary,

(Mary dice algo ininteligible mirando a Abigail quien aún mira al "pájaro" arriba.)

Danforth
: No puedo oírte. ¿Qué dices?
(De nuevo Mary dice algo ininteligible.)
¡Confesarás o irás a la horca!
(Violentamente, la obliga a encararse con él)
: ¿Sabes quien soy? Te digo que irás a la horca si no te franqueas conmigo.

Proctor
: Mary, recuerda al ángel Rafael... "Sólo harás el bien y..."

Abigail
(señalando hacia arriba)
: ¡Las alas! ¡Sus alas se abren! ¡Mary, por favor, no, no...!

Hale
: ¡Vuestra Excelencia, yo no veo nada!

Danforth
: ¡Confiesas tener este poder!
(Está a un par de centímetros de su cara.)
¡Habla!

Abigail
: ¡Va a descender! ¡Camina por la viga!

Danforth
: ¡Hablarás!

Mary
(mirando horrorizada)
: ¡No puedo!

Muchachas
: ¡No puedo!

Parris
: ¡Aparta al Diablo! ¡Míralo a la cara! ¡Pisotéalo! ¡Te salvaremos, Mary; sólo mantente firme ante él y...

Abigail
(mirando hacia arriba)
: ¡Cuidado! ¡Se lanza hacia abajo!

(Ella y todas las muchachas corren hacia una pared tapándose los ojos. Y ahora, como arrinconadas, dejan escapar un gigantesco griterío y Mary, como infectada abre la boca y grita con ellas. Poco a poco las muchachas se callan hasta que queda sólo Mary mirando al "pájaro", gritando locamente. Todos la miran horrorizados por este acceso ostensible. Proctor se lanza hacia ella.)

Proctor
: Mary, dile al Gobernador lo que ellas...

(Apenas ha dicho una palabra cuando ella, viéndolo venir, escapa de su alcance, gritando horrorizada.)

Mary
: ¡No me toquéis..., no me toquéis!
(Al oírlo, las muchachas se detienen junto a la puerta.)

Proctor
(sorprendido)
: ¡Mary!

Mary
(señalando a Proctor)
: ¡Tú eres el enviado del Diablo!
(El queda paralizado.)

Parris
: ¡Dios sea loado!

Muchachas
: ¡Dios sea loado!

Proctor
(alelado)
: ¡Mary, cómo...!

Mary
: ¡No me colgarán contigo! ¡Amo a Dios, amo a Dios!

Danforth
(A Mary)
: ¿El te mandó cumplir la obra del Diablo?

Mary
(histérica, indicando a Proctor)
: Viene a mí por la noche y todos los días, para que firme, que firme, que...

Danforth
: ¿Que firmes qué?

Parris
: ¿El libro del Diablo? ¿Vino con un libro?

Mary
(histérica, señalando a Proctor, temerosa de él)
: Mi nombre, quería mi nombre. ¡"Te mataré", dijo, "si mi mujer es ahorcada"! "¡Debemos ir a derrocar el tribunal", me dice!

(La cabeza de Danforth se inclina súbitamente hacia Proctor, el sobresalto y el horror dibujados en su rostro.)

Proctor
(Volviéndose, suplicando a Hale)
: ¡Señor Hale!

Mary
(comienzan sus sollozos)
: Me despierta cada noche, sus ojos como si fueran brasas, y sus dedos me atenazan el cuello, y yo firmo, yo firmo...

Hale
: ¡Excelencia, esta criatura se ha vuelto loca!

Proctor
(mientras los ojos dilatados de Danforth se posan en él)
: ¡Mary, Mary!

Mary
(gritándole)
: ¡No! Yo amo a Dios. No te seguiré más. Yo amo a Dios, yo bendigo a Dios.
(Sollozando, corre hacia Abigail.)
Abby, Abby, nunca más te dañaré.
(Todos
miran
mientras Abigail, con infinita generosidad, extiende sus brazos, atrae hacia sí a la sollozante Mary y luego mira a Danforth.)

Danforth
(a Proctor)
: ¿Qué sois?
(Proctor en su furia está mudo.)
Estáis combinado con el antiCristo, ¿no es cierto? Yo he visto vuestro poder; ¡no lo negaréis! ¿Qué tenéis que decir, señor?

Hale
: Excelencia...

Danforth
: No quiero nada de vos, señor Hale.
(A Proctor.)
¿Confesaréis que estáis emporcado con el Infierno, o es que aún observáis esa negra sumisión? ¿Qué tenéis que decir?

Proctor
(sin aliento, con la mente enloquecida)
: ¡Digo... digo que... Dios ha muerto!

Parris
: ¡Oíd, oídlo!

Proctor
(ríe como un demente y)
: ¡Fuego, arde un fuego! ¡Oigo la bota de Lucifer, veo su asquerosa cara y es mi cara la tuya, Danforth! Para quienes se acobardan de sacar a los hombres de la ignorancia, como
yo
me acobardé y como vosotros os acobardáis ahora, sabiendo como sabéis en lo íntimo de vuestros negros corazones que esto es fraude... Dios maldice especialmente a los que son como nosotros, y arderemos... ¡Arderemos todos juntos!

Danforth
: ¡Alguacil! ¡Llevadlo y a Corey con
él;
a la cárcel!

Hale
(cruzando hacia la puerta)
: ¡Yo denuncio este proceso!

Proctor
: ¡Estáis echando abajo el Cielo y entronando a una ramera!

Hale
: ¡Denuncio este proceso, abandono este tribunal!
(Pega un portazo, yéndose.)

Danforth
(llamándolo, enfurecido)
: ¡Señor Hale, señor Hale!
(Y cae el
TELÓN)

ACTO CUARTO

Un calabozo en la cárcel de Salem, ese Otoño.

En el foro hay una ventana alta con barrotes; cerca de ella, un pesado portón. A lo largo de las paredes, dos bancos.

El sitio está a oscuras, a excepción de la luz de la luna que se filtra por entre los barrotes. Parece vacío. Ahora se oyen pasos a lo largo de un corredor, tras el muro, tintinean llaves, y se abre la puerta. Entra el Alguacil Herrick con un farol. Está casi borracho y camina pesadamente. Va hasta un banco y codea un montón de harapos que hay en él.

Herrick
: ¡Sarah, levántate! ¡Sarah Good!
(Cruza hasta el otro banco.)

Sarah
(levantándose en sus harapos)
: ¡Eh, Majestad! ¡Ya voy, ya voy! ¡Títuba, ya está aquí, Su Majestad ha venido!

Herrick
: Id a la celda del norte; este sitio se necesita ahora.
(Cuelga su farol de la pared. Títuba se sienta.)

Títuba
: Ese no parecer Su Majestad a Títuba; parecer el alguacil.

Herrick
(extrayendo una botella)
: ¡Vamos, vosotras, despejad este sitio!
(Bebe y Sarah Good viene a escudriñar su cara.)

Sara
: Oh, ¿eres tú alguacil? Estaba segura de que eras el Diablo que venía por nosotras. ¿Podría probar un sorbito de sidra ya que me voy?

Herrick
(entregándole la botella)
: ¿Y hacia dónde rumbeas, Sarah?

Títuba
(mientras Sarah bebe)
: Vamos a Barbados, en cuanto llegar el Diablo con las plumas y las alas.

Herrick
: ¿Ahá? Os deseo un buen viaje.

Sarah
: ¡Dos pájaros azules volando al sur, nosotras dos! ¡Oh, será una grandiosa transformación, Alguacil!
(Levanta la botella para beber de nuevo.)

Herrick
(quitándole el frasco de los labios)
: Será mejor que me des eso o no podrás levantar vuelo. Vamos ahora.

Títuba
: Yo hablarle acerca de vos, Alguacil, si queréis venir con nosotros.

Herrick
: No me negaría, Títuba; es la mañana justa para volar al Infierno.

Títuba
: Oh, no Infierno en Barbados. Diablo ser divertido en Barbados, él cantar y bailar en Barbados. Vosotros..., vosotros lo enojáis aquí; ser muy frío por aquí para ese Viejo. El, helársele el alma en Massachusetts, pero en Barbados él ser tan dulce y...
(Se oye el mugido de una vaca y Títuba salta y llama hacia la ventana.)
¡Sí, señor! ¡Es él, Sarah!

Sarah
: ¡Aquí estoy, Majestad!
(Rápidamente recogen sus trapos cuando entra Hopkins, un guardia.)

Hopkins
: El Comisionado del Gobernador ha llegado.

Herrick
(agarrando a Títuba)
: Vamos, vamos...

Títuba
(resistiendo)
: ¡No, él venir por mí! ¡Yo ir a casa!

Herrick
(empujándola hacia la puerta)
: Ese no es Satán, sólo una pobre vaca con todo un balde de leche adentro. ¡Vamos, vamos, fuera de aquí!

Títuba
(llamando hacia la ventana)
: ¡Llévame a casa, Diablo, llévame a casa!

Sarah
(siguiendo a Títuba que grita)
: ¡Dile que yo también voy, Títuba, dile que Sarah Good también va!

(Fuera, en el corredor, Títuba aún grita «¡Llévame a casa, Diablo; Diablo, llévame a casa!" y la voz de Hopkins se oye ordenándole caminar. Herrick regresa y comienza a amontonar la paja y los trapos en un rincón. Al oír pasos se vuelve y entran Danforth y el juez Hathorne. Llevan capas y sombreros para abrigarse del intenso frío. Son seguidos por Cheever, que lleva una cartera de documentos y una caja chata, de madera, que contiene sus implementos de escritura.)

Herrick
: Buen día, Excelencia.

Danforth
: ¿Dónde está el señor Parris?

Herrick
: Voy a buscarlo.
(Se encamina hacia la puerta.)

Danforth
: Alguacil.
(Herrick se detiene.)
¿Cuándo llegó el reverendo Hale?

Herrick
: Hacia la medianoche, me parece.

Danforth
(desconfiado)
: ¿Qué es lo que viene a hacer?

Herrick
: Se mezcla con los que serán ahorcados, señor. Y reza con ellos. Ahora está con la señora Nurse. Y el señor Parris con él.

Danforth
: ¿Ah, sí? Ese hombre no está autorizado a entrar aquí, Alguacil. ¿Cómo es que lo habéis dejado entrar?

Herrick
: Pues porque el señor Parris así me lo ordenó, señor. No puedo contrariarlo.

Danforth
: ¿Estáis borracho, Alguacil?

Herrick
: No, señor; es una noche cruda y aquí no hay fuego.

Danforth
(reprimiendo su enojo)
: Traed al señor Parris.

Herrick
: Sí, señor.

Danforth
: Hay un hedor espantoso en este sitio.

Herrick
: Recién ahora os he sacado la gente de aquí.

Danforth
: Cuidado con la bebida, Alguacil.

Herrick
: Sí, señor.
(Aguarda un instante más órdenes. Pero Danforth disgustado, le da la espalda y Herrick sale. Hay una pausa. Danforth medita.)

Hathorne
: Interrogad a Hale, Excelencia; no me sorprendería que hubiese estado predicando en Andover, últimamente.

Danforth
: Ya llegaremos a eso; no habléis para nada de Andover. Parris reza con él. Es extraño.
(Se sopla las manos, va hacia la ventana, mira afuera.)

Hathorne
: Excelencia, me pregunto si es sensato dejar tan continuamente al señor Parris con los prisioneros.
(Danforth se vuelve hacia él, interesado.)
A veces pienso que ese hombre tiene en estos días aspecto de loco.

Danforth
: ¿Loco?

Hathorne
: Lo encontré ayer saliendo de su casa y le di los buenos días... y él pasó de largo... llorando. Creo que no está bien que el pueblo lo vea tan inseguro.

Danforth
: Tal vez tiene alguna tristeza.

Cheever
(golpeando los pies contra el suelo para combatir el frío)
: Creo que son las vacas, señor.

Danforth
: ¿Vacas?

Cheever
: Hay tantas vacas vagando por los caminos, ahora que sus dueños están en la cárcel... y hay tanto desacuerdo sobre a quien van a pertenecer ahora. Sé que el señor Parris estuvo discutiendo con campesinos todo el día de ayer... Hay una gran disputa ahora, señor, por las vacas. Las disputas lo hacen llorar, señor; siempre fue un hombre que llora por las disputas.
(Se vuelve al igual que Hathorne y Danforth al oír que alguien viene por el corredor. Danforth levanta la cabeza cuando entra Parris. Este está flaco, asustado, sudoroso en su levitón.)

Parris
(a Danforth, instantáneamente)
: Oh, buen día, señor, gracias por haber venido; perdonadme por despertaros tan temprano. Buen día, juez Hathorne.

Danforth
: El reverendo Hale no tiene derecho de entrar en este...

Parris
: Un momento, Excelencia.
(Se vuelve rápidamente y corre a cerrar la puerta.)

Hathorne
: ¿Lo dejáis a solas con los prisioneros?

Danforth
: ¿Qué tiene que hacer aquí?

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