Las brujas de Salem (15 page)

Read Las brujas de Salem Online

Authors: Arthur Miller

Tags: #Teatro contemporaneo

BOOK: Las brujas de Salem
5.17Mb size Format: txt, pdf, ePub

Abigail
: ¡Vamos...! Esto... esto es una pregunta ruin.

Danforth
: Niña, quisiera que la considerases...

Abigail
: He sido herida, señor Danforth; he visto manar mi sangre. Casi he sido asesinada, día a día, por haber cumplido mi deber de señalar a los adictos del Diablo... ¿y ésta es mi recompensa? Ser sospechada, negada, interrogada como una...

Danforth
(debilitándose)
: Hija, yo no desconfío de ti...

Abigail
(en abierta amenaza)
: Cuidaos vos mismo, señor Danforth. ¿Os creéis tan fuerte que el poder del Infierno no puede desarreglar
vuestro
juicio? ¡Cuidado! Allí hay...
(súbitamente, de una actitud acusadora, su cara se vuelve, y mira al aire, hacia arriba; está verdaderamente asustada).

Danforth
(con aprensión)
: ¿Qué es, criatura?

Abigail
(paseando la mirada por el aire, abrazándose a sí misma, como si sufriese un escalofrío)
: Yo... no sé. Una brisa, una brisa helada ha venido.
(Sus ojos van a parar a Mary Warren.)

Mary
(horrorizada, suplicante)
: ¡Abby!

Mercy
(temblando)
: ¡Vuestra Excelencia, me hielo!

Proctor
: ¡Están fingiendo!

Hathorne
(tocando la mano de Abigail)
: ¡Está fría, Vuestra Honorabilidad, tocadla!

Mercy
(a través de sus dientes que castañetean)
: Mary, ¿eres tú quien me envía esta sombra?

Mary
: ¡Señor, sálvame!

Susanna
: ¡Me hielo, me hielo!

Abigail
(temblando visiblemente)
: ¡Una brisa, es una brisa!

Mary
: ¡Abby, no hagas eso!

Danforth
(él mismo envuelto y ganado por Abigail)
: Mary Warren, ¿la embrujas tú? ¡Te pregunto! ¿Tú le pasas tu espíritu?

(Con un grito histérico, Mary Warren comienza a correr, Proctor la agarra.)

Mary
(casi desplomándose)
: Dejadme ir, señor Proctor, no puedo, no puedo...

Abigail
(gritando al cielo)
: ¡Oh, Padre Celestial, quítame esta sombra!

(Sin previo aviso, resueltamente, Proctor salta hacia Abigail, que está encogida, y tomándola de los cabellos la incorpora. Ella grita de dolor. Danforth, asombrado, grita: "¿Qué creéis que estáis haciendo?" y Hathorne y Parris, a su vez, "¡Quitadle las manos de encima!", y de todo esto surge la rugiente voz de Proctor.)

Proctor
: ¡Cómo te atreves a llamar al Cielo! ¡Ramera! ¡Ramera!

(Herrick separa a Proctor de ella.)

Herrick
: ¡John!

Danforth
: ¡Hombre! Hombre, qué es lo que...

Proctor
(sin aliento y agonizante)
: ¡Es una ramera!

Danforth
(alelado)
: ¿Acusáis...?

Abigail
: ¡Señor Danforth, él miente!

Proctor
: ¡Miradla! Ahora buscará un grito para apuñalarme con él, pero...

Danforth
: ¡Probaréis esto! ¡Esto no pasará!

Proctor
(temblando, su vida derrumbándose a su alrededor)
: Yo la he conocido, señor, yo la he conocido.

Danforth
: Vos... ¿Vos sois libertino?

Francis
(horrorizado)
: John, tú no puedes decir tal...

Proctor
: ¡Oh, Francis, quisiera que tuvieses algo de malo en ti, para que me conocieras!
(A Danforth)
: Un hombre no echa a pique su buena reputación. Vos bien lo sabéis.

Danforth
(alelado)
: ¿En... qué época? ¿En dónde?

Proctor
(su voz a punto de quebrarse, grande su vergüenza)
: En el sitio apropiado... donde se acuestan mis animales. En la noche que puso fin a mi alegría, hace unos ocho meses. Ella entonces me servía, señor, en casa.
(Tiene que apretar los dientes para no llorar.)
Un hombre puede creer que Dios duerme, pero Dios lo ve todo, ahora lo sé. Os ruego, señor, os ruego..., vedla tal como es. Mi mujer, mi buena y amada esposa, poco después tomó a esta muchacha y la echó a la calle. Y siendo como es, un terrón de vanidad, señor...
(Está agobiado.)
Perdonadme, Excelencia, perdonadme.
(Enojado consigo mismo, vuelve la espalda al Comisionado por un momento. Luego, como si el grito fuese el único medio de expresión que le quedase.)
¡Pretende brincar conmigo sobre la tumba de mi mujer! Y bien podría, puesto que fluí blando con ella. Dios me ayude, obedecí a la carne y en esos sudores queda hecha una promesa. Pero es la venganza de una ramera, y así tenéis que verlo; me pongo enteramente en vuestras manos. Sé que ahora habréis de verlo.

Danforth
(pálido, horrorizado, volviéndose a Abigail)
: ¿Niegas esto, palabra por palabra, hasta el último ápice?

Abigail
: ¡Si debo contestar a eso, me retiraré y no regresaré!

(Danforth. parece inseguro.)

Proctor
: ¡He hecho de mi honor una campana! He tañido la ruina de mi reputación. ¡Me creeréis a mí, señor Danforth! ¡Mi mujer es inocente, sólo que reconocía a una ramera cuando la veía!

Abigail
(adelantándose a Danforth)
: ¡Qué mirada es la vuestra!
(Danforth no puede hablar.)
¡No permitiré tales miradas!
(Se vuelve y se encamina hacia la puerta.)

Danforth
: ¡Permanecerás en donde estás!
(Herrick le corta el paso. Ella se detiene junto a él, sus ojos despiden fuego.)
Señor Parris, id a la Corte y traed a la señora Proctor.

Parris
(objetando)
: Vuestra Excelencia, todo esto es...

Danforth
(bruscamente, a Parris)
: ¡Traedla! Y no le digáis una palabra de lo que aquí se ha hablado. Y golpead antes de entrar.
(Parris sale.)
Ahora tocaremos fondo en este pantano.
(A Proctor.)
Vuestra mujer, decís, es mujer honesta.

Proctor
: En su vida jamás ha mentido, señor. Hay quienes no pueden cantar, y quienes no pueden llorar...; mi mujer no puede mentir. Mucho he pagado para aprenderlo, señor.

Danforth
: Y cuando ella echó a esta muchacha de vuestra casa, ¿la echó por ramera?

Proctor
: Sí, señor.

Danforth
: ¿Y sabía que era una ramera?

Proctor
: Sí, señor, sabía que era una ramera.

Danforth
: Bien, pues.
(A Abigail)
: ¡Y si también ella me dice que fue por eso, criatura, quiera Dios apiadarse de ti!
(Alguien golpea. Hacia la puerta)
: ¡Un momento!
(A Abigail)
: De espaldas, de espaldas.
(A Proctor)
: Haced lo mismo.
(Ambos se vuelven de espaldas. Abigail con indignada lentitud.)
Ahora, ninguno de vosotros miréis a la señora Proctor. Nadie en esta habitación dirá una palabra, ni hará un gesto de sí o de no.
(Se vuelve hacia la puerta y llama)
: ¡Entrad!
(Se abre la puerta. Entra Elizabeth con Parris, Parris la deja. Queda ella sola, sus ojos buscando los de Proctor.)
Señor Cheever, tomad nota de esta declaración con toda exactitud. ¿Estáis listo?

Cheever
: Listo, señor.

Danforth
: Aproxímate, mujer.
(Elizabeth se le acerca echando una mirada hacia Proctor, que está de espaldas.)
Mírame sólo a mí, no a tu marido. Sólo a mis ojos.

Elizabeth
(débilmente)
: Bien, señor.

Danforth
: Se nos ha hecho presente que en cierta ocasión, despediste a tu sirvienta Abigail Williams.

Elizabeth
: Es verdad, señor.

Danforth
: ¿Por qué causa la echaste?
(Breve pausa. Luego Elizabeth trata de mirar a Proctor.)
Mirarás sólo a mis ojos y no a tu marido. La respuesta está en tu memoria y no necesitas ayuda para dármela. ¿Por qué echaste a Abigail Williams?

Elizabeth
(sin saber qué decir, presintiendo algo, se humedece los labios para ganar tiempo)
: Ella... no me satisfacía.
(Pausa.)
Ni a mi marido.

Danforth
: ¿Por qué no te satisfacía a ti?

Elizabeth
: Ella era...
(Mira a Proctor en busca de una clave.)

Danforth
: ¡Mujer, mírame a mí!
(Elizabeth lo hace.)
¿Era despilfarradora? ¿Haragana? ¿Qué inconvenientes causó?

Elizabeth
: Vuestra Excelencia, yo... para esa época estaba enferma. Y yo... Mi marido es un hombre bueno y recto. Nunca se emborracha como otros, ni pierde su tiempo jugando al tejo, sino que siempre trabaja. Pero durante mi enfermedad..., comprendéis, señor, yo estuve enferma largo tiempo después de tener mi último niño y creí ver que mi marido se alejaba algo de mí. Y esta muchacha...
(se vuelve a Abigail.)

Danforth
: Mírame a mí.

Elizabeth
: Sí, señor. Abigail Williams... (No
puede continuar.)

Danforth
: ¿Qué hay con Abigail Williams?

Elizabeth
: Llegué a creer que ella le gustaba. Y así una noche perdí el juicio, creo, y la puse en la calle.

Danforth
: Tu marido... ¿se alejó realmente de ti?

Elizabeth
(torturada)
: Mi marido... es un hombre de bien, señor.

Danforth
: Entonces, ¿no se apartó de ti?

Elizabeth
(comenzando a mirar a Proctor)
: El...

Danforth
(extiende un brazo y tomándole la cara)
: ¡Mírame a mí! ¿Sabes tú si John Proctor cometió alguna vez el crimen de libertinaje?
(En una crisis de indecisión, ella no puede hablar.)
¡Contéstame! ¿Es tu marido un libertino?

Elizabeth
(débilmente)
: No, señor.

Danforth
: Llevadla, alguacil.

Proctor
: ¡Elizabeth, di la verdad!

Danforth
: Ha declarado. ¡Llevadla!

Proctor
(gritando)
: ¡Elizabeth, lo he confesado!

Elizabeth
: ¡Oh, Dios!
(La puerta se cierra tras ella.)

Proctor
: ¡Ella sólo pensaba en salvar mi nombre!

Hale
: Excelencia, es una mentira comprensible; os ruego, deteneos ahora antes de que otro sea condenado. Ya no puedo acallar a mi conciencia... ¡La venganza personal se infiltra en este proceso! Desde el principio este hombre me impresionó como sincero. Por mi voto al Cielo, le creo ahora, y os ruego que volváis a llamar a su mujer antes de que nosotros...

Danforth
: Nada dijo de libertinaje y este hombre ha mentido.

Hale
: ¡Yo le creo!
(Señalando a Abigail)
: ¡Esta muchacha siempre me impresionó como falsa! Ella ha...

Abigail
(con un grito extraño, salvaje, escalofriante, chilla hacia el techo)
: ¡No! ¡No lo harás! ¡Fuera! ¡Fuera te digo!

Danforth
: ¿Qué es, criatura?
(Pero Abigail, señalando asustada, levanta sus ojos, su cara despavorida hacia el techo
-
las muchachas hacen lo mismo
-
y ahora Hathorne, Hale, Putnam, Cheever, Herrick y Danforth hacen lo mismo.)
¿Qué es lo que hay allí?
(El aparta la mirada del techo y ahora está asustado; hay verdadera tensión en su voz)
: ¡Criatura!
(Ella está transfigurada; lloriquea con todas las muchachas, la boca abierta, fija en el techo la mirada.)
¡Chicas! ¿Por qué hacéis...?

Mercy
(señalando)
: ¡En la viga! ¡Detrás del travesaño!

Danforth
(mirando hacia arriba)
: ¡Dónde!

Abigail
: ¿Por qué...?
(Traga saliva.)
¿Por qué vienes, pájaro amarillo?

Proctor
: ¿Dónde está el pájaro? ¡Yo no veo ningún pájaro!

Abigail
(hacia el techo)
: ¿Mi cara? ¿Mi cara?

Proctor
: Señor Hale...

Danforth
: ¡Callaos!

Proctor
(A Hale)
: ¿Veis algún pájaro?

Danforth
: ¡¡Callaos!!

Abigail
(al techo, en auténtica conversación con el "pájaro", como tratando de convencerlo de que no la ataque)
: Pero es que Dios hizo mi cara; tú no puedes desear arrancarme la cara. La envidia es un pecado capital, Mary.

Mary
(de pie, como por un resorte, y horrorizada, suplicando)
: ¡Abby!

Abigail
(imperturbable, sigue con el "pájaro")
: Oh, Mary, es magia negra eso de que cambies de aspecto. No, no puedo, no puedo impedir que mi boca hable; es la obra de Dios que estoy cumpliendo.

Mary
: ¡Abby, estoy aquí!

Proctor
(frenéticamente)
: ¡Están fingiendo, señor Danforth!

Abigail
(ahora da un paso atrás como temiendo que el pájaro se lance hacia abajo en cualquier momento)
: ¡Oh, por favor, Mary! No bajes.

Susanna
: ¡Sus garras! ¡Está estirando sus garras!

Proctor
: ¡Mentiras, mentiras!

Abigail
(retrocediendo más, los ojos aún fijos hacia arriba)
: ¡Mary, por favor, no me dañes!

Mary
(A Danforth)
: ¡Yo no la estoy dañando!

Danforth
(A Mary)
: ¿Por qué ve esta visión?

Mary
: ¡Ella no ve nada!

Abigail
(ahora petrificada, como hipnotizada, imitando el tono exacto del grito de Mary Warren)
: ¡Ella no ve nada!

Mary
(suplicando)
: ¡Abby, no debieras!

Abigail y todas las muchachas
(todas transfiguradas)
: ¡Abby, no debieras!

Mary
(a todas ellas)
: ¡Estoy aquí, estoy aquí!

Muchachas
: ¡Estoy aquí, estoy aquí!

Danforth
(horrorizado)
: ¡Mary Warren! ¡Haz que tu espíritu las deje!

Mary
: ¡Señor Danforth!

Muchachas
(interrumpiéndola)
: ¡Señor Danforth!

Danforth
: ¿Has pactado con el Diablo? ¿Has pactado?

Mary
: ¡Nunca, nunca!

Muchachas
: ¡Nunca, nunca!

Danforth
(poniéndose histérico)
: ¿Por qué sólo pueden repetir lo que tú dices?

Other books

Don't Lose Her by Jonathon King
Madrigals And Mistletoe by Hayley A. Solomon
When Heaven Fell by Carolyn Marsden
The Virgin Mistress by Linda Turner
Magicalamity by Kate Saunders
A Veil of Secrets by Hailey Edwards
The Sword by Jean Johnson