Authors: John Scalzi
Originalmente, habíamos pensado en preguntar cuántas habían proporcionado los consu a los raey, pero por si habían sido más, dedujimos que sería mejor ser generales.
—Una —dijo el embajador.
—¿Cuántas otras razas que conozcan los humanos tienen capacidad para detectar la impulsión de salto?
Nuestra tercera pregunta importante. Asumíamos que los consu conocían a más razas que nosotros, así que hacer una pregunta más general de cuántas razas tenían la tecnología no nos sería útil; lo mismo respecto a preguntar a quién más le habían dado la tecnología, ya que cualquier otra raza podría haber descubierto la tecnología por su cuenta. No todos los artilugios del universo son un regalo de otra raza más avanzada. Ocasionalmente, hay quien descubre cosas por su cuenta.
—Ninguna —respondió el embajador. Otro golpe de suerte para nosotros. Al menos nos daba tiempo para descubrir cómo funcionaba.
—Todavía tienes una pregunta más —dijo Jane, y señaló al embajador, que esperaba mi última consulta. Así que pensé, qué demonios.
—Los consu podéis aniquilar a la mayoría de las razas de esta zona del espacio —improvisé—. ¿Por qué no lo hacéis?
—Porque os amamos —respondió el embajador.
—¿Cómo? —me salió. Técnicamente, ésta podría haber contado como una quinta pregunta a la que el consu no tendría por qué responder. Pero lo hizo de todas formas.
—Apreciamos toda vida que tiene el potencial del
Ungkat —
esta última parte sonó como un guardabarros rozando una pared de ladrillo—, que es la participación en el gran ciclo del renacer —explicó el embajador—. Cuidamos de todos vosotros, razas inferiores, consagrando vuestros planetas para que todos los que habitan en ellos puedan renacer en el ciclo. Consideramos nuestro deber participar en vuestro crecimiento. Los raey creen que les proporcionamos la tecnología por la que preguntáis porque nos ofrecieron uno de sus planetas, pero no es así. Vimos la oportunidad de acercar vuestras dos razas a la perfección, y lo hemos hecho con alegría.
El embajador abrió sus brazos golpeadores, y vimos sus brazos secundarios, las manos abiertas, casi implorantes.
—El momento en que vuestro pueblo será digno de unirse a nosotros estará mucho más cerca ahora. Hoy sois sucios y debéis ser despreciados incluso aunque sois amados. Pero contentaos con el conocimiento de que la liberación será posible un día. Yo mismo voy ahora a la muerte, mancillado por haberos hablado en vuestra lengua, pero con un nuevo sitio asegurado en el ciclo, porque os he hecho avanzar en la gran rueda. Os desprecio y os amo, a vosotros que sois mi condena y mi salvación. Marchaos ahora, para que podamos destruir este lugar y celebrar vuestro progreso. Marchaos.
* * *
—No me gusta —dijo el teniente Tagore en nuestra siguiente reunión, después de que los otros y yo contáramos nuestra experiencia—. No me gusta nada de nada. Los consu les dieron a los raey la tecnología específicamente para poder jugar con nosotros. El maldito bicho lo dijo. Nos tienen danzando como marionetas en la cuerda. Ahora mismo podrían estar diciéndole a los raey que vamos de camino.
—Eso sería redundante, considerando la tecnología de detección del salto —dijo el capitán Jung.
—Sabe a qué me refiero —replicó Tagore—. Los consu no nos van a hacer ningún favor, ya que claramente quieren que los raey y nosotros luchemos, para hacernos «progresar» a otro nivel cósmico, signifique eso lo que puñetas signifique.
—Los consu no iban a hacernos ningún favor de todas formas, así que ya basta de hablar de ellos —zanjó el mayor Crick—. Puede que estemos actuando según sus planes, pero recuerden que sus planes coinciden con los nuestros hasta cierto punto. Y no creo que a los consu les importe una mierda si vencemos nosotros o los raey. Así que concentrémonos en lo que estamos haciendo nosotros en vez de en lo que están haciendo los consu.
Mi CerebroAmigo se activó; Crick envió una gráfica de Coral y de otro planeta, el mundo natal raey.
—El hecho de que los raey estén usando tecnología prestada significa que tenemos una posibilidad de actuar, de golpearlos rápido y con fuerza, tanto en Coral como en su mundo materno —dijo—. Mientras charlábamos con los consu, las FDC han estado posicionando naves a distancia de salto. Tenemos seiscientas naves, casi un tercio de nuestras fuerzas, situadas y listas para saltar. Después de recibir noticias nuestras, las FDC iniciarán ataques simultáneos sobre Coral y el mundo natal raey. La idea es recuperar Coral e impedir potenciales refuerzos raey. Atacar su mundo incapacitará a las naves que hay allí y obligará a las que estén en otras partes a decidir si es prioritario ayudar a Coral o al mundo natal raey.
»Ambos ataques coinciden en una cosa: eliminar su capacidad para saber que venimos. Eso significa coger su estación de rastreo y desconectarla… pero
no
destruirla. La tecnología de esa estación es tecnología que las FDC pueden utilizar. Tal vez los raey no puedan desentrañarla, pero nosotros estamos mucho más avanzados en la curva tecnológica. Volaremos la estación sólo si no hay más remedio. Vamos a tomarla y conservarla hasta que puedan llegar refuerzos a la superficie.
—¿Cuánto tardará eso? —preguntó Jung.
—Los ataques simultáneos se coordinarán para que comiencen cuatro horas después de que entremos en el espacio de Coral —dijo Crick—. Dependiendo de la intensidad de las batallas navales, podemos esperar que lleguen tropas de refuerzo poco después del primer par de horas.
—¿Cuatro horas después de que
entremos
en el espacio de Coral? —preguntó Jung—. ¿No después de que tomemos la estación?
—Así es —respondió Crick—. Así que será mejor que tomemos esa maldita estación, señores.
—Discúlpenme —intervine yo—. Me preocupa un pequeño detalle.
—Sí, teniente Perry —me cedió la palabra Crick.
—El éxito de la ofensiva depende de que tomemos la estación que localiza la llegada de nuestras naves —dije.
—En efecto.
—La misma estación que nos localizará
a nosotros
cuando saltemos al espacio de Coral.
—En efecto.
—Estuve a bordo de una nave que fue localizada al entrar en el espacio de Coral, si lo recuerdan —dije—. Saltó hecha pedazos y todos los que iban en ella menos yo murieron. ¿No les preocupa un poco que algo muy similar le suceda a
esta
nave?
—Hemos entrado en el espacio de Coral sin ser detectados antes —dijo Tagore.
—Soy consciente de ello, puesto que la
Gavilán
fue la nave que me rescató —contesté—. Y, créame, se lo agradezco. Sin embargo, me parece que es un truco que sólo se consigue una vez. Y aunque saltemos al espacio de Coral lo bastante lejos del planeta como para evitar ser detectados, tardaríamos varias horas en llegar allí. El tiempo corre en contra nuestra. Si esto va a funcionar, la
Gavilán
tiene que saltar cerca del planeta. Así que quiero saber cómo vamos a hacerlo y seguir esperando que la nave aguante de una pieza.
—La respuesta a eso es bien sencilla —dijo el mayor Crick—. No esperamos que la nave aguante de una pieza. Esperemos que sea borrada del cielo. De hecho, contamos con ello.
—¿Perdone? —dije. Miré hacia la mesa, esperando ver expresiones de confusión similar a la mía. En cambio, todos parecían pensativos. Me pareció enormemente preocupante.
—Inserción en órbita alta, entonces, ¿no? —preguntó el teniente Dalton.
—Sí —respondió Crick—. Modificada, obviamente.
Me quedé boquiabierto.
—¿Han hecho esto antes? —dije.
—Esto exactamente no, teniente Perry —explicó Jane, y me volví hacia ella—. Pero sí, en ocasiones hemos insertado fuerzas especiales directamente desde la nave… en general, cuando el uso de lanzaderas no es una opción, como será este caso. Tenemos trajes de salto especiales que nos aíslan del calor de la entrada en la atmósfera; aparte de eso, es como un desembarco aéreo normal.
—Excepto que en este caso, la nave saltará bajo sus pies —dije.
—Ésa es la pequeña pega —admitió Jane.
—Están ustedes completamente locos —dije.
—Eso nos proporciona una táctica excelente —aseguró el mayor Crick—. Si la nave es destruida, se espera que los cuerpos salgan despedidos de entre los escombros. Las FDC acaban de mandarnos una nave robot con información sobre el emplazamiento de la estación de rastreo, así que podremos saltar sobre el planeta en una buena posición para soltar a nuestra gente. Los raey pensarán que han destruido nuestro asalto antes de que tuviera lugar. Ni siquiera sabrán que estamos allí hasta que los golpeemos. Y entonces será demasiado tarde.
—Suponiendo que sobrevivan al ataque inicial —objeté.
Crick miró a Jane y asintió.
—Las FDC nos han conseguido un pequeño hueco —explicó Jane al grupo—. Han empezado a colocar impulsores de salto en grupos de misiles con escudos y los están lanzando al espacio de Coral. Cuando los escudos sean alcanzados, se dispararán los misiles, que serán muy difíciles de alcanzar por los raey. De esta forma, hemos eliminado varias naves raey durante los dos últimos días: ahora esperan unos cuantos segundos antes de disparar, para localizar adecuadamente todo lo que se les lanza. Deberíamos contar con unos treinta segundos antes de que la
Gavilán
sea alcanzada. No es tiempo suficiente para que una nave que no espera los impactos haga algo, pero sí para sacar a nuestra gente de a bordo. También puede que sea tiempo suficiente para que la tripulación del puente lance una ofensiva de distracción.
—¿La tripulación del puente va a quedarse a bordo? —pregunté.
—Saltaremos con los trajes junto a los demás y dirigiremos la nave vía CerebroAmigo —dijo el mayor Crick—. Pero permaneceremos en la nave al menos hasta que lancemos la primera andanada de misiles. No queremos manejar los CerebroAmigos cuando dejemos la nave hasta estar en la atmósfera de Coral: eso revelaría que estamos vivos a cualquier raey que pudiera estar siguiéndonos. Hay algún riesgo implícito, pero todos corremos riesgo a bordo de esta nave. Lo cual, por cierto, le incluye a usted, teniente Perry.
—¿A mí?
—Obviamente, no querrá estar en la nave cuando sea alcanzada —dijo Crick—. Al mismo tiempo, no ha sido entrenado para este tipo de misión, y además le prometimos que estaría aquí en capacidad de asesor. En conciencia, no podemos pedirle que participe. Después de esta reunión, se le proporcionará una lanzadera, y una nave robot será enviada a Fénix con las coordenadas de su lanzadera y una petición para que lo rescaten. Fénix mantiene varias naves de recuperación permanentemente estacionadas a distancia de salto; lo recogerán en cuestión de un día. No obstante, le dejaremos provisiones para un mes. Y además la lanzadera está equipada con sus propios robots de salto por si llega el caso.
—Así que me están dando la patada —dije.
—No es nada personal —respondió Crick—. El general Keegan querrá un informe de la situación y las negociaciones con los consu, y como nuestro contacto con las FDC convencionales, es usted la mejor opción para ambas cosas.
—Señor, con su permiso, me gustaría quedarme.
—En realidad no tenemos sitio para usted, teniente —dijo Crick—. Servirá mejor a esta misión de vuelta en Fénix.
—Señor, con el debido respeto, tiene al menos un agujero en sus filas —objeté—. El sargento Hawking murió durante nuestras negociaciones con los consu; la soldado De Aquino perdió medio brazo. No podrán reforzar sus filas antes de la misión. Sé que no pertenezco a las fuerzas especiales, pero soy un soldado veterano. En el peor de los casos, soy mejor que nada.
—Creo recordar que dijo que estábamos completamente locos —me refrescó la memoria el capitán Jung.
—
Están
absolutamente locos —contesté—. Así que, si van a seguir adelante con esto necesitan toda la ayuda que puedan conseguir. Además, señor —añadí, volviéndome hacia Crick—, recuerde que perdí a los míos en Coral. No me parece justo quedarme a un lado durante esta lucha.
Crick miró a Dalton.
—¿Cómo vamos con De Aquino? —preguntó.
Dalton se encogió de hombros.
—La tenemos en régimen de curación acelerada —dijo—. Duele a rabiar hacerle crecer el brazo tan rápido, pero estará preparada cuando demos el salto. No lo necesito a él.
Crick se volvió hacia Jane, que me estaba mirando.
—Es decisión suya, Sagan —dijo Crick—. Hawking era su segundo. Si lo quiere, puede quedárselo.
—No lo quiero —respondió Jane, mirándome directamente mientras lo decía—. Pero tiene razón. Me falta un hombre.
—Bien —aceptó Crick—. Póngase con él a toda velocidad, entonces. —Se volvió hacia mí—. Si la teniente Sagan cree que no va a lograrlo, se irá en la lanzadera. ¿Me entiende?
—Lo entiendo, mayor —dije, mirando a Jane.
—Bien —dijo—. Bienvenido a las fuerzas especiales, Perry. Es usted el primer realnacido que ha estado en nuestras filas, que yo sepa. Intente no cagarla, porque si lo hace, le prometo que los raey van a ser el menor de sus problemas.
* * *
Jane entró en mi camarote sin pedir permiso: podía hacerlo ahora que era mi oficial superior.
—¿Qué coño crees que estás haciendo? —dijo.
—Os falta un hombre —argumenté yo—. Y yo soy un hombre. Haz los cálculos.
—Te traje a esta nave porque sabía que te meterían en la lanzadera —dijo Jane—. Si te hubieran devuelto a infantería, estarías en una de las naves implicadas en el ataque. Si no tomamos la estación de rastreo, ¿sabes qué le va a pasar a esas naves y a todos los que vayan en ellas? Era la única forma que se me ocurrió de ponerte a salvo, y vas y la arrojas por la borda.
—Podrías haberle dicho a Crick que no me querías —objeté—. Ya lo oíste. No le habría importado meterme en una lanzadera y dejarme flotando en el espacio consu hasta que llegara alguien a recogerme. No lo hiciste porque sabes lo descabellado que es este plan. Sabes que vais a necesitar toda la ayuda posible. No sabía que acabaría bajo tus órdenes, Jane. Si De Aquino no fuera a estar preparada, bien podía haber servido a las órdenes de Dalton en esta misión. Ni siquiera sabía que Hawking era tu segundo hasta que lo dijo Crick. Y sé que si esto va a funcionar, necesitas a todo el mundo que esté a mano.
—¿Por qué te importa? —preguntó ella—. Ésta no es tu misión. No eres uno de nosotros.
—Ahora ya lo soy, ¿no? Estoy en esta nave. Estoy aquí, gracias a ti. Y no tengo otro sitio adonde ir. Toda mi compañía voló por los aires y la mayoría de mis otros amigos están muertos. Y de todas maneras, como uno de los
vuestros
mencionó, todos somos humanos. Mierda, incluso me crearon en un laboratorio, como a ti. Este cuerpo, al menos. Bien podría ser uno de vosotros. Así que ahora lo soy.