Read James Potter y la Encrucijada de los Mayores Online
Authors: George Norman Lippert
—¿Podéis olvidaros del maldito Campeonato de Quidditch durante un minuto? —dijo Ralph girándose para enfrentarlos a ambos al pie de las gradas—. Por si ya lo habéis olvidado, tenemos cosas más importantes en las que pensar.
—Está bien, entonces escúpelo, Ralph —dijo James intentando no mostrarse irritado.
Ralph tomó un profundo aliento.
—Me dijiste que era tu infiltrado ¿verdad? Así que he estado observándolo todo detenidamente buscando indicios y pistas sobre quien puede estar involucrado en toda esta conspiración de Merlín, ¿correcto?
—¿Y crees que este es el momento adecuado para discutir eso? —preguntó Zane, arqueando las cejas.
—No, no, está bien —intervino James—. ¿Qué viste, Ralph? ¿Ha ocurrido algo en la Central Slytherin?
—¡No! —dijo Ralph con impaciencia—. No en la sala común ni nada por el estilo. ¡Justo aquí, hace unos pocos minutos! ¿Recordáis lo que se supone que estamos buscando?
—Sí —dijo Zane, mostrando interés—. El báculo de Merlín.
Ralph asintió significativamente. En las proximidades se oyó un vitoreo. Los tres chicos se giraron en el momento en que los Slytherin abandonaban el campo, rodeados por una multitud de estudiantes que llevaban bufandas verdes. Tabitha caminaba al frente del grupo, sosteniendo la escoba triunfalmente sobre el hombro.
—Metro ochenta o más de madera inusualmente mágica —dijo Ralph en voz baja, aún observando a Tabitha salir del campo de juego—. Orígenes desconocidos.
—¡Es cierto! —respondió James, cuando se le hizo la luz—. ¡Tabitha dijo que su escoba era un modelo por encargo, fabricada por un artista muggle o algo así! ¡La registró como artefacto muggle, dado que no era un modelo estándar!
—Y no cabe ninguna duda de que hay algo decidida e
inusualmente
mágico en ella —añadió Ralph. James asintió.
—¿Estáis diciendo lo que creo que estáis diciendo? —preguntó Zane incrédulo.
Ralph le devolvió la mirada.
—Tiene sentido, ¿no? ¡Es el escondite perfecto! Por eso vine corriendo en cuanto terminó el partido. Quería que ambos lo vierais también, para ver si encajaba.
Zane silbó asombrado.
—¡Hablando de escobas trucadas! Ahí tienes, todo este tiempo Corsica ha estado volando por ahí en el mismísimo báculo de Merlín.
Mientras Tabitha subía la colina encaminándose hacia el castillo James no podía quitarle la vista de encima. El sol invernal brillaba sobre la hirsuta cola de la escoba. Era ciertamente el disfraz perfecto para una madera sumamente mágica de metro ochenta de largo. Y ahora estaban seguros de quien era el tercer conspirador en el complot de Merlín, el Slytherin que respondía al nombre de Austramaddux. A James le palpitaba el corazón con una sensación de excitación y anticipación.
—¿Entonces —dijo mientras los tres comenzaban a seguir a los Slytherins a una distancia prudencial, dirigiéndose de regreso al castillo—, cómo vamos a quitarle el báculo de Merlín a Tabitha Corsica?
—¿Qué? ¿De todos modos, por qué tenemos que robarle la escoba? —exclamó Ralph en el desayuno a la mañana siguiente. Estaba inclinado sobre la mesa, extendiendo la mano en busca de un plato de salchichas—. Eso sería mucho más difícil de lo que fue robar el maletín de Jackson. A los chicos no se les
permite
entrar en el dormitorio de las chicas. ¡Ni siquiera podemos acercarnos! Además, ya tenemos la túnica. No pueden hacer nada sin todas las reliquias.
—Es el báculo de Merlín, por eso tenemos que conseguirlo —replicó James—. Incluso por sí mismo, debe ser uno de los objetos mágicos más poderosos del mundo. Ya viste lo que Tabitha Corsica hizo con él en el partido. ¿Y si no es sólo encerrar la snitch lo que busca? Su equipo entero parece responder al báculo de algún modo, o al menos sus escobas. Saben justo cuando hacer el movimiento correcto. Esa es una magia realmente poderosa. Por ahora, solo lo utiliza para ganar partidos de Quidditch, pero ¿realmente quieres algo así en las manos de alguien como ella y el Elemento Progresivo?
Ralph parecía serio. Zane bajó su taza de café y miró fijamente a la mesa.
—No sé... —dijo.
—¿Qué? —dijo James impacientemente.
Zane levantó la mirada.
—Bueno, en realidad parece demasiado fácil. Quiero decir, primero el maletín porta-rocas del colega de Ralph que apareció justo en el momento oportuno. Después, no importa cómo lo mires, tuvimos una suerte realmente endiablada con el encantamiento
visum-ineptio
. Incluso antes de eso, mira todas las coincidencias que nos condujeron a descubrir el escondite del trono de Merlín, desde captar un vistazo de la reina vudú en el lago esa noche a encontrar ese artículo de
El Profeta
sobre el allanamiento en el Ministerio. Y ahora, resulta que averiguamos que la escoba de Tabitha es el báculo de Merlín. Odio decirlo, pero no puede ser una conspiración muy oscura si un trío de novatos de primero como nosotros lo hemos descubierto todo.
James echaba humo.
—Vale, sí, así que hemos tenido suerte aquí y allí. Hemos trabajado realmente duro y sido extremadamente cuidadosos también. Y por otro lado, todo encaja, ¿no? Solo porque la gente que hay tras el complot Merlín sea demasiado arrogante como para pensar que alguien pueda pillarles eso no significa que el complot no sea auténtico. ¿Y qué ocurrirá cuando Jackson abra el maletín? ¡Y ni siquiera os he contado lo que me pasó la semana pasada!
Ralph saltó, casi derramando su zumo de calabaza, con los ojos salvajes durante un segundo, y luego se controló.
—¿La semana pasada? ¿Cuándo?
—La noche que fuimos a ver a Hagrid, justo después de separarnos —respondió James. Describió cómo las paredes de Hogwarts se habían transformado en bosque a su alrededor, su extraño viaje a la Isla del Santuario Oculto, y la misteriosa figura fantasmal que le había ordenado llevarle la túnica. Zane escuchaba con marcado interés, pero la cara de Ralph estaba blanca y pálida.
Cuando James terminó, Zane preguntó.
—¿Crees que era realmente una dríada?
James se encogió de hombros.
—No sé. Se parecía mucho a la que vimos en el bosque, pero diferente.
Pulsaba
, no sé si sabes lo que quiero decir. Podía sentirlo en mi cabeza.
—Quizás fue un sueño —dijo Zane cuidadosamente—. Suena como un sueño.
—No fue un sueño. Estaba en el pasillo que conduce a la sala común. No soy sonámbulo.
—Yo solo decía —dijo Zane dócilmente, bajando la vista.
—¿Qué? —animó James—. ¿Crees que todo el asunto de Merlín fue un sueño también? ¿Cuando desaparecí de la habitación justo delante de vosotros y el fantasma de Cedric Diggory tuvo que traerme de vuelta?
—Por supuesto que no. Aún así, suena a locura. ¿Estabas en el bosque o en el pasillo? ¿Cuál era el real? ¿O no lo era ninguno de los dos? Quiero decir, has estado pensando un montón en todo esto. Quizás...
Ralph estaba estudiando su plato vacío. Habló sin alzar la cabeza.
—No fue un sueño.
James y Zane miraron a Ralph.
—¿Cómo lo sabes, Ralph? —preguntó Zane.
Ralph suspiró.
—Porque a mí me ocurrió lo mismo.
Los ojos de James se abrieron y la boca se le quedó abierta.
—¿Viste el Santuario Oculto? ¿Y a la dríada también? Ralph, ¿por qué no dijiste nada?
—¡No sabía lo que eran! —dijo Ralph, levantando la mirada—. No estaba con vosotros dos cuando fuisteis al bosque y visteis la isla y conocisteis a la dríada, ¿recordáis? Así que la semana pasada, estaba de camino a través de los sótanos hacia los dormitorios Slytherin y de repente todo se desvaneció y se convirtió en un bosque, como describiste, James. Vi la isla y a la dama del árbol, pero no los reconocí. Pensé que era un fantasma o algo. Me dijo que le llevara la reliquia, pero yo tenía miedo. No acostumbro a tener extrañas experiencias mágicas extracorporales ni nada parecido. Intenté correr, pero entonces, de repente, me encontré de pie frente a la puerta de la sala común Slytherin, directamente. Me preocupaba un poco mi cordura, si os digo la verdad. Pensé que toda esta mierda mágica me estaba reblandeciendo el cerebro. Francamente, me alivia un poco que te haya pasado lo mismo a ti también.
—Puedo entenderlo —dijo Zane, asintiendo.
—¿Pero por qué tú? —preguntó James—. Tú no tienes la reliquia. La tengo yo.
Zane inclinó la cabeza a un lado y se mordió la comisura de la boca con esa rara expresión de cómica concentración que ponían cuando se concentraba.
—Quizás es tan simple como el hecho de que Ralph es un Slytherin. Quiero decir, él
estaba
en el debate oponiéndose a Petra y a mí. Quizás quienquiera que sea cree que Ralph es el eslabón más débil. Quizás cree que puede conseguir que Ralph te traicione y te robe la túnica y después la lleve a la isla. No es que fueras a hacerlo, Ralph —añadió Zane, mirando a Ralph.
—De ningún modo. Nunca tocaría esa cosa —estuvo de acuerdo Ralph.
—Supongo que tiene sentido —admitió James— ¿Pero por qué no tú entonces, Zane?
Zane adoptó una expresión angelical, alzando los ojos hacia el techo.
—Porque yo soy tan puro como la nieve virgen. Y por otro lado, nunca volvería a poner un pie sobre esa isla. Demasiado freaky para mí.
—Pero yo no podría haber robado la túnica ni aunque hubiera querido —dijo Ralph, frunciendo el ceño—. No con el hechizo cerrojo de Zane. James es el único que puede abrir el baúl.
—Podrías simplemente arrastrar el baúl hasta allí, supongo —replicó James—. Querer es poder.
—Afortunadamente no quiero —dijo Ralph gravemente.
Zane apartó su taza de café vacía.
—De todos modos, la dríada, o quienquiera que fuera, no tiene que saber necesariamente lo del hechizo cerrojo extra en el baúl. Pero el hecho de que os haya ocurrido a los dos prueba de seguro que alguien quiere esa túnica, y sabe que nosotros la tenemos. Si no es Jackson ni ninguno de los suyos, ¿entonces quién?
James dijo:
—¿Recuerdas lo que nos dijo la dríada verde? Dijo que los árboles estaban despertando, pero que muchos de ellos... ¿cómo lo dijo?
Zane asintió, recordando.
—Dijo que estaban "pasados" como leche a la que se le ha pasado la fecha de caducidad o algo así. En otras palabras, algunos de los árboles son malos. Están del lado del caos y la guerra. ¿Crees que la dríada azul de Ralph era una de los malos intentando parecer agradable?
—Tiene sentido —dijo Ralph—. Era toda hermosura y sonrisas y todo eso, pero tuve el fuerte presentimiento de que si no le llevaba la túnica, esa sonrisa se convertiría en una mueca hambrienta muy rápidamente. Eso fue lo que me asustó. Eso y sus uñas. —Se estremeció.
—Entonces esto es más grande que simplemente nosotros y los conspiradores Merlín —dijo Zane serio—. Los espíritus de los árboles están involucrados. Y cualquiera sabe quién más también. Por lo que sabemos, todo el mundo mágico podría estar tomando posiciones en uno u otro bando.
—No entiendo por qué no acudimos simplemente a tu padre —intervino Ralph—. Su trabajo es tratar con esta clase de cosas, ¿no?
—Porque ellos tienen reglas que deben seguir —replicó James cansinamente—. Traerían un equipo de aurores para registrar la escuela. No requisarían sin más la escoba de Tabitha solo porque nosotros digamos que es el báculo de Merlín, incluso si devolvemos la túnica. Hay barridos mágicos, que investigan cualquier fuente inusual de poder. Llevaría días. Para cuando volvieran a por la escoba de Tabitha, ella podría haberla sacado de aquí. Jackson y Delacroix olerían los problemas y escaparían también. Podrían incluso hacer que todos los conspiradores se reunieran en esa Encrucijada de los Mayores e intentaran traer de vuelta a Merlín. No funcionaría sin la túnica, por supuesto, pero entonces el trono y el báculo estarían perdidos, ocultos y bajo el control de magos oscuros.
Ralph suspiró.
—Está bien, está bien. Quedo convencido. Así que intentaremos quitarle el báculo de Merlín a Corsica. Es eso, ¿no? Después se lo entregaremos todo a tu padre y a sus profesionales. Ellos arreglarán todo el lío y nosotros seremos héroes. O lo que sea. ¿De acuerdo?
Zane asintió.
—Sí, estoy contigo. Conseguir la escoba y listo. ¿Vale?
James estuvo de acuerdo.
—Pues necesitamos un plan. ¿Alguna idea?
—No será fácil —dijo Ralph firmemente—. Si tuvimos suerte con el maletín de Jackson necesitaremos un acto divino para esto otro. Las habitaciones de los Slytherins están tan cargadas de maldiciones y hechizos anti-espía que casi zumban. Son la panda más recelosa que he conocido jamás.
—Los timadores siempre esperan ser timados —dijo Zane sabiamente—. Pero hay algo que estamos olvidando, y que podría ser incluso más importante que conseguir el báculo de Merlín.
—¿Qué es más importante que eso? —preguntó James.
—Conservar la reliquia que ya tenemos —respondió Zane simplemente, enfrentando la mirada de James—. Algo ahí afuera sabe que tenemos la túnica, y ya ha intentado conseguirla una vez. No sabemos que clase de magia es esa, pero ambos estáis bastante convencidos de que os transportó hasta la isla directamente desde los pasillos de Hogwarts, ¿verdad?
James y Ralph intercambiaron miradas y después asintieron hacia Zane.
—Entonces —continuó Zane—, ya que la Aparición es imposible en los terrenos de Hogwarts, deben haber utilizado otro tipo de magia para llevaros allí. Ese debe ser un mojo poderoso. ¿Qué nos dice que no lo intentará otra vez?