Por Dawnie Morningside, 11 1/4 Años
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L
o que hice el dia de los fundadores, que era fiesta, fue, mi papá dijo que ibamos a ir de picnic, y, mi mamá dijo donde y yo dije que queria ir al Valle de los Ponis y montar en los ponis, pero mi papá dijo que ibamos al fin del mundo y mi mamá dijo Dios santo y mi papá dijo vamos, Tanya, ya es hora de que la niña se entere de que van las cosas y mi mamá dijo no, no, solo queria decir que pensaba que el Singular Jardín de las Luces de Johnson estaba bonito en esta epoca del año.
A mi mamá le encanta el Singular Jardín de las Luces de Johnson, que está en Lux, entre la doceava calle y el rio, y a mi también me gusta, sobre todo cuando te dan palitos de patata y se los das de comer a las ardillas blancas que vienen hasta la mesa de la comida.
Esta es la palabra para las ardillas blancas: albinas.
Dolorita Hunsickle dice que las ardillas te dicen la buenaventura si las atrapas pero yo nunca conseguí coger una. Dice que una ardilla le dijo que llegaria a ser una bailarina famosa y que se moriria de tisis sin nadie que la quisiera en una pensión de Praga.
Asi que mi papá preparó la ensalada de patata.
Aquí está la receta.
La ensalada de patata de mi papá está hecha de patatitas nuevas diminutas, que hierve, luego cuando aún están calientes vierte su mezcla secreta por encima que es de mayonesa y crema y cositas como cebollas que se llaman cebolletas que saltea en grasa de beicon, y trocitos crujientes de beicon. Cuando se enfria es la mejor ensalada de patata del mundo, y es mejor que la ensalada de patata que nos dan en el colegio y que sabe a vomito blanco.
Nos paramos en una tienda y compramos fruta y Coca-Cola y palitos de patata, y lo metieron en una caja y la metieron en la parte de atrás del coche y nos metimos en el coche y mamá y papá y mi hermanita, ¡Ya Nos Vamos!
Donde está nuestra casa es por la mañana, cuando nos vamos, y llegamos a la autopista y cruzamos el puente al ponerse el sol, y pronto oscureció. Me encanta conducir de noche.
Me siento en la parte de atrás del coche y me apretujo bien cantando canciones que dicen la la la en la parte de atrás de mi cabeza así que mi padre tiene que decir, Dawnie cariño deja de hacer ese ruido, pero yo sigo la la la.
La la la.
La autopista está cerrada por reparaciones así que seguimos señales y esto es lo que ponia: DESVIO.
Mamá le hizo poner el seguro a la puerta a papá, mientras estabamos conduciendo, y también me hizo poner el seguro a mí.
Oscurecia cada vez más mientras seguiamos.
Esto es lo que vi mientras atravesamos el centro de la ciudad, por la ventana. Vi a un hombre barbeado que salió corriendo cuando nos paramos en el semaforo y pasó un trapo sucio por todas nuestras ventanas.
Me hizo un guiño por la ventana, en la parte de atrás del coche, con sus ojos viejos.
Entonces ya no estaba allí, y mamá y papá tuvieron una disicusión sobre quién era, y si era buena suerte o mala suerte. Pero no una disicusión mala.
Habia mas señales que ponian DESVIO, y eran amarillas.
Vi una calle donde los hombres más bonitos que habia visto jamás nos tiraban besos y cantaban canciones, y una calle donde vi a una mujer que se sujetaba un lado de la cara bajo una luz azul pero su cara sangraba y estaba mojada, y una calle donde solo habia gatos que nos miraban.
Mi hermana dijo mia mia, que quiere decir mira y dijo gatito.
El bebé se llama Melicent, pero yo la llamo Daisydaisy. Es el nombre secreto con que la llamo. Viene de una canción llamada Daisydaisy, que dice, Daisy Daisy contestame por favor estoy medio loco de amor por ti no será una boda elegante no me puedo permitir un carruaje pero quedarás preciosa en el sillín de una bicicleta para dos.
Entonces salimos de la ciudad y entramos en las colinas.
Entonces habia casas que eran como palacios a cada lado de la carretera, muy apartadas.
Mi papá nació en una de esas casas, y él y mamá tuvieron una disicusión sobre dinero en la que él dice lo que desperdició para estar con ella y ella dice vaya, así que ya vuelves a sacar ese tema, ¿eh?
Miré las casas. Le pregunté a mi Papá en cuál vivia la Abuela. Dijo que no lo sabia, lo que era mentira. No se porqué los mayores dicen tantas trolas, como cuando dicen que ya te lo contarán mas tarde o ya veremos cuando quieren decir no o no te lo diré ni siquiera cuando seas mayor.
En una casa habia gente bailando en el jardín. Entonces la carretera empezó a serpentar, y papá nos llevaba por el campo por la oscuridad.
¡Mira! dijo mi madre. Un ciervo blanco atravesó la carretera corriendo con gente que lo perseguia. Mi papá dijo que eran un incordio y que eran una plaga y como ratas con cuernos, y lo peor de chocar contra un ciervo es cuando te atraviesa el cristal y entra en el coche y dijo que tenia un amigo que murió pataleado por un ciervo que le atravesó el cristal con pezuñas afiladas.
Y mamá dijo Dios santo como si fuera necesario explicar eso y papá dijo bueno es algo que ocurrió Tanya, y mamá dijo en serio eres incorrejible.
Queria preguntar quién era la gente que perseguía al ciervo, pero en cambio empecé a cantar diciendo la la la la la la.
Mi papá dijo basta ya. Mi mamá dijo por el amor de Dios deja que la niña se exprese, y Papá dijo apuesto a que también te gusta masticar papel de aluminio y mi mamá dijo y qué quieres decir con eso y Papá dijo nada y yo dije ¿aún no hemos llegado?
Junto a la carretera habia hogueras y a veces montones de huesos.
Nos paramos en la ladera de una colina. El fin del mundo estaba al otro lado de la colina, dijo mi papá.
Me pregunté como seria. Aparcamos el coche en el aparcamiento. Salimos. Mamá llevaba a Daisy. Papá llevaba la cesta de la comida. Caminamos hasta el otro lado de la colina, a la luz de las velas que habian colocado junto al sendero. Un unicornio se me acercó por el camino. Era blanco como la nieve y me acarició con la boca.
Le pregunté a papá si podia darle una manzana y dijo que probablemente tiene pulgas, y Mamá dijo que no tenia, y todo el tiempo su cola hacia suish suish suish.
Le ofrecí mi manzana y me miró con ojos grandes y plateados y entonces resopló así, jurrrmff, y se fue corriendo al otro lado de la colina.
El bebé Daisy dijo mia mia.
Así es como es el fin del mundo, que es el mejor sitio del mundo.
Hay un agujero en el suelo, que parece un agujero muy grande y ancho y personas bonitas sostienen palos y zimatarras que arden salen de dentro del agujero. Tienen el pelo largo y dorado. Parecen princesas, pero feroces. Algunas de ellas tienen alas y otras no.
Y hay un agujero grande en el cielo también y cosas que bajan de él, como el hombre de cabeza de gato y las serpientes hechas de algo que parece gel con purpurina como el que me poní en el pelo en la mañana del dia de Todos los Santos, y vi algo que parecía una mosca grande vieja y zumbante, bajando del cielo. Habia muchas. Tantas como estrellas.
No se mueven. Solo estan ahí flotando, sin hacer nada. Le pregunté a Papá porqué no se estaban moviendo y dijo que se movian solo que muy muy despacio pero creo que no.
Nos sentamos a la mesa del picnic.
Papá dijo que lo mejor del fin del mundo era que no habia abispas ni mosquitos. Y mamá dijo que no habia muchas abispas en el Singular Jardín de las Luces de Johnson tampoco. Yo dije que no habia muchas abispas o mosquitos en el Valle de los Ponis y que habia ponis también que podiamos montar y mi Papá dijo que nos habia traido aquí para que nos lo pasaramos bien.
Dije que queria ir a ver si veia el unicornio otra vez y mamá y papá dijeron no te alejes demasiado.
En la mesa de al lado habia personas con mascaras puestas. Fui con Daisydaisy a verles.
Cantaban Cumpleaños Feliz a una señora grande y gorda que estaba desnuda y que llevaba un sombrero grande y raro. Tenia muchos pechos por todo el cuerpo hasta la barriga. Esperé a que apagara las velas del pastel, pero no habia pastel.
¿No vas a pedir un deseo? dije.
Dijo que ya no podia pedir más deseos. Era demasiado vieja. Le dije que en mi ultimo cumpleaños cuando apagué mis velas todas de golpe habia pensado en mi deseo mucho rato e iba a pedir el deseo de que mamá y Papá no se peleasen más por la noche. Pero al final deseé un poni de Shetland pero nunca llegó.
La señora me abrazó y dijo que yo era tan mona que me comería entera, huesos y pelo y todo. Olia a leche seca y dulce.
Entonces Daisydaisy empezó a llorar con todas sus fuerzas, y la señora me dejó en el suelo.
Grité y llamé al unicornio, pero no lo vi. A veces creia que podia oir una trompeta y a veces creia que era solo el ruido en mis oidos.
Entonces volvimos a la mesa. ¿Qué hay después del fin del mundo? le dije a mi papá. Nada dijo. Nada en absoluto. Por eso se llama el fin.
Entonces Daisy vomitó encima de los zapatos de Papá y lo limpiamos.
Me senté junto a la mesa. Comimos ensalada de patatas, de la que ya os he dado la receta, deberíais hacerla es muy buena, y bebimos zumo de naranja y palitos de patata y huevo blando y bocadillos de berros. Nos bebimos la Coca-Cola.
Entonces Mamá le dijo a Papá algo que no oí y el le pegó en la cara con un golpe grande con la mano y Mamá empezó a llorar.
Papá me dijo que me llevara a Daisy y que paseara un poco mientras hablaban.
Me llevé a Daisy y dije vamos Daisydaisy, vamos Daisybonita porque ella también estaba llorando, pero yo ya soy muy mayor para llorar.
No podia oir lo que decian. Miré al hombre de cara de gato e intenté ver si se estaba moviendo muy muy despacio y oí la trompeta en el fin del mundo en mi cabeza que hacia tut tu tut.
Nos sentamos junto a una roca y le canté canciones a Daisy la la la la la al sonido de la trompeta en mi cabeza tut tu tut.
La la la la la la la la.
La la la.
Entonces mamá y papá se acercaron a mí y dijeron nos vamos a casa. Pero que todo iba bien de verdad. El ojo de mamá estaba todo morado. Estaba rara, como una señora de la televisión.
Daisy dijo licula. Y yo le dije sí, era una licula. Volvimos a subirnos al coche.
De camino a casa, nadie dijo nada. El bebé dormió.
Habia un animal muerto junto a la carretera contra el que alguien habia chocado con el coche. Papá dijo que era un ciervo blanco. Yo pensé que era el unicornio, pero mamá dijo que no se puede matar a los unicornios pero creo que estaba mintiendo como hacen los mayores otra vez.
Cuando llegamos al Anochecer dije, si le contabas a alguien tu deseo, ¿queria decir que ya no se hacia realidad?
¿Qué deseo dijo Papá?
Tu deseo de cumpleaños. Cuando apagas las velas.
El dijo, los Deseos no se hacen realidad tanto si los cuentas como si no. Los deseos, dijo. Dijo que no te podias fiar de los deseos.
Le pregunté a Mamá y ella dijo, lo que diga tu padre, lo dijo en su voz fria, que es la que usa cuando me pone como un trapo.
Entonces yo también dormí.
Y entonces estabamos en casa y era por la mañana y no quiero volver a ver el fin del mundo. Y antes de que bajara del coche, mientras mamá llevaba a Daisydaisy a casa, cerré los ojos para no ver nada en absoluto y deseé y deseé y deseé y deseé. Deseé que hubiesemos ido al Valle de los Ponis. Deseé que nunca hubieramos ido a ningun sitio en absoluto. Deseé ser otra persona.
Y deseé.
DHabía un anciano de piel negra tostada por el sol del desierto
que me contó que, cuando era joven, una tormenta le había separado de su caravana
y de las especias, y que caminó por roca y arena durante días y noches,
sin ver nada más que lagartos pequeños y ratas de color arena.
Pero que, al tercer día, llegó a una ciudad de tiendas de seda
de colores vivos. Una mujer le condujo a la tienda más grande,
carmesí era la seda, y le puso una bandeja delante, le dio sorbete helado
para beber y cojines en los que tenderse y, luego, con labios escarlata, le besó la frente.
Bailarinas cubiertas con velos se contonearon delante de él, vientres como dunas de arena,
ojos como estanques del agua oscura de los oasis, púrpuras eran todas sus sedas
y sus anillos eran de oro. Miró a las bailarinas mientras los sirvientes le traían comida,
todo tipo de comida y vino tan blanco como la seda y vino tan tinto como el pecado.
Entonces, el vino creó buena locura en su vientre y su cabeza, y él saltó
en medio de las bailarinas y bailó con ellas, dando patadas en la arena,
saltando y pisando fuerte, y abrazó a la más bella de las bailarinas
y la besó. Pero sus labios se apretaron contra un cráneo seco y marcado por el desierto.
Y cada bailarina de púrpura se había convertido en huesos, pero seguían describiendo curvas y golpeando el suelo con los pies
en su baile. Y sintió entonces la ciudad de las tiendas como arena seca, que silbaba y se escapaba
entre sus dedos, y tembló y enterró la cabeza en su albornoz,
y sollozó, de modo que ya no podía oír los tambores.
Estaba solo, dijo, cuando despertó. Las tiendas habían desaparecido y también los
efrits
.El cielo estaba azul, el sol era implacable. Eso fue hace toda una vida.
Vivió para contar el relato. Se reía con encías sin dientes y nos dijo lo siguiente:
desde entonces ha visto la ciudad de las tiendas de seda en el horizonte, bailando en la calima.
Le pregunté si fue un espejismo, y dijo que sí. Dije que fue un sueño,
y él asintió, pero dijo que el sueño era del desierto, no suyo. Y me dijo que
al cabo de un año más o menos, cuando hubiera envejecido lo suficiente para cualquier hombre, caminaría
contra el viento, hasta que viera las tiendas. Esta vez, dijo, se iría con ellos.
É
l tenía un tatuaje en la parte alta del brazo, un corazón pequeño, hecho en azul y rojo. Debajo había una zona de piel rosada, donde habían borrado un nombre.
Estaba lamiéndole el pezón izquierdo, lentamente. Con la mano derecha le acariciaba la nuca.