Fuckowski - Memorias de un ingeniero (13 page)

Read Fuckowski - Memorias de un ingeniero Online

Authors: Alfredo de Hoces García-Galán

BOOK: Fuckowski - Memorias de un ingeniero
12.8Mb size Format: txt, pdf, ePub

Fuckowski salió de allí a la hora y media con un ataque de risa histérica. Intentaba decirle algo a Minglanillas, pero no podía pronunciar palabra. Rió, lloró, se revolcó por el suelo y a punto estuvo de ahogarse.

Le trajeron un vaso de agua, y finalmente pudo hablar:

—Bueno, en principio tres incidencias menores. Nada, poca cosa. A) Las puertas se abren hacia fuera y bloquean el pasillo, B) no hay tuberías que desalojen los residuos, la mierda, vaya, y C) no hay instalación eléctrica. Creo que voy poner una tienda de pilas alcalinas aquí al lado; en dos meses me compro una isla en el Caribe.

Dos palomas picoteaban a los pies de Minglanillas. La cosa estaba jodida.

Parte 12

La reunión de crisis duró tres horas y media. Minglanillas exigía una estimación del tiempo necesario para solucionar las incidencias, y Fuckowski sostenía que lo que necesitaban era una demoledora porque aquello no lo arreglaba ni Perry Mason. Dieron vueltas y más vueltas sobre lo mismo, hablaron de reusabilidad, refactorización, las pirámides de Egipto, los esclavos, se mentaron a las respectivas madres y se arrojaron documentos con sus pisapapeles, pero no consiguieron llegar a un acuerdo.

Minglanillas, el Niño de las Chispas, se puso la montera y sacó el capote, y Monchito y Clarisa subieron a lomos de sus caballos con sus sombreros de picadores, pero Fuckowski (setenta y cinco kilos, ganadería de Pito del Sereno) tenía ya los cuernos retorcidos y luego de un par de verónicas abandonó la plaza sin que le pusieran ni una sola banderilla. Minglanillas dio la vuelta al ruedo y se fue a su oficina a ponerle una velita a San Cipriano.

En la soledad de su despacho, Minglanillas abrió la guía Zen buscando iluminación. Leyó y leyó desesperadamente, pero no encontraba la respuesta. Estaba a punto de perder la esperanza cuando de entre las páginas algo cayó al suelo.

Se hizo la luz. Era la
Business Card
del señor Smith.

Con un dedo tembloroso marcó el número, respiró hondo, carraspeó, y una vez intercambiados los saludos de rigor, Minglanillas expuso la situación de la forma más objetiva que pudo.

Fuckowski lo había jodido todo. Su actitud había sido reticente desde un principio, no había colaborado en nada, se había mostrado inflexible, se había negado a echar horas, había sido extremadamente grosero con el equipo, se había ido de vacaciones cuando más se le necesitaba, y ahora se negaba a solucionar las incidencias. Estaba cometiendo el peor de los pecados:
la no creencia en el proyecto
. ShopMaster corría peligro.

La respuesta del señor Smith le heló la sangre. Minglanillas le dio las gracias, colgó el teléfono y rompió a llorar.

Le enviaba al Escorpión Rojo.

Parte 13

Muchos pensaban que el Escorpión Rojo era una leyenda urbana. Todos habían oído hablar de él, pero pocos lo habían visto.

El martes a primera hora, multitud de curiosos acudieron a recepción. Minglanillas, Monchito y Clarisa esperaban en la entrada con sus mejores sonrisas.

A las ocho cero cero, las puertas automáticas empezaron a abrirse lentamente.

Se hizo el silencio. Ante ellos, el mito: Estela, Mike y Marc, la división Escorpión Rojo, élite de la consultoría, en perfecta formación triangular. Estela al frente, toda ella gabardina azul de tres cuartos a juego con sus tacones y sus guantes de cuero; Marc y Mike detrás, elegante simetría de chalecos negros y zapatos italianos. Una sola palabra lo inundaba todo:
escoba
.

Clarisa les dio la bienvenida. El Escorpión Rojo, sin romper nunca la formación, atravesó las instalaciones justo por la bisectriz, desfilando en dirección al recién construido edificio. El sepulcral silencio fue perforado por el armónico rodar de las tres pequeñas maletas y los autoritarios taconazos de Estela, precisos cual metrónomo japonés. Comparada con Estela, Ivón era una palurda con calculadora.

Entraron a ShopMaster. Los tres consultores miraban rítmicamente a izquierda y derecha, comprendiéndolo todo a su paso. De vez en cuando intercambiaban alguna frase en inglés o alemán, a pesar de que los tres eran de Soria. Estela era la más entusiasta: caminaba con los ojos abiertos de par en par, se fijaba en cada detalle y todo le maravillaba.
Mirad, ¡ventanas de doble acristalamiento! Oh my god!
A cada paso soltaba un
¡oooh!
y un
¡ah!.
Parecía que llevase unas bolas chinas metidas en el chocho.

Mike llevaba largas patillas y un peinado con cresta que le daba un aire de diablillo ingenioso. Cuando hablaba Estela, Mike asentía sonriente con una ceja levantada, como si siempre llevase un as en la manga.
Nada como el PVC
, decía ella.
Si supieras por dónde van ya los alemanes,
replicaba él.

Marc, cabello rubio barnizado, solía responder a ambos simplemente con un gesto. Extendía las dos manos y las bajaba lentamente.
Tranquilos, niños (algún día dirigiré todo esto).
Minglanillas le observaba con absoluta admiración y pensaba:
mierda, ese gesto… ¡ese tipo es doble arquitecto!

Ninguno de los escorpiones era guapo, pero se comportaban como top models. En el siglo de la estupidez, todas las casas se empezaban por la fachada.

Parte 14

Después del
análisis ocular in situ
, los escorpiones se encerraron en un despacho. Cubrieron toda una mesa de juntas con documentos a color, acoplaron sus portátiles, y se pusieron manos a la obra.

Durante seis días y seis noches trabajaron sin descanso. Estudiaron la casuística, identificaron con éxito todos los
weak points,
listaron los
use cases,
conexionaron sinergias, corrigieron desajustes sectoriales, crearon métodos idempotentes, aplicaron estrategias de convergencia, generaron documentación IEEE compliant, y pidieron pizza.

¡Oh! Nada como la mozarella holandesa…

Ja, si supieras por dónde van ya los italianos…

Tranquilos (algún día dirigiré todo esto)

Una tarde, Estela salió a dar un paseo. Se sentó en un banco del jardín, encendió un cigarro y fumó despacio. Su mirada atravesaba el rimel y se perdía en el infinito de sus reflexiones.

Allí donde la mujer quiere llegar, de allí parto yo… Todo lo que la mujer desea se da en mí. Yo soy la ambición y el éxito, yo soy el fin del camino al futuro.

Pronto me saldrá polla.

Y será más grande que la de Mike.

Clarisa la miraba desde recepción. Anochecía. Tenía que aprobar ese examen.

Parte 15

La solución óptima a las incidencias fue enviada a todo el equipo en formato Power Point.

SOLUCIONES ESTRATÉGICAS

PROYECTO SHOPMASTER

División Escorpión Rojo

PUNTOS CLAVE:

1. Apertura inversa de puertas delimitadoras de sectores

2. Sistema de desalojos residuales divergentes no integrado

3. Suministro energético no inherente a la infraestructura

SOLUCIÓN:

Aplicar metodología SmartShopping®

1. En el mercado de la convergencia, la información es el valor añadido. Por ello se hace cada vez más necesaria la protección de datos. SmartShopping® incorpora el sistema ProtectedSpace®, que bloquea el acceso al canal común (el pasillo) en todas las operaciones de entrada/salida, asegurando así la total privacidad de los datos en cada sector. Tan sólo es necesario un sistema de semáforos que controle los accesos concurrentes al canal común para evitar interbloqueos.

2. La ineficiencia de los sistemas integrados de desalojo de residuos ha sido recientemente demostrada. SmartShopping® incorpora la tecnología GarbageCollector®, que elimina residuos de forma externa y bajo demanda. GarbageCollector® sólo opera cuando se le necesita, consiguiendo un uso eficiente de los recursos. Debe implementarse un sistema de semáforos que indique cuándo deben desalojarse residuos de cada sector, sincronizado con el sistema de señales de ProtectedSpace®.

3. Los suministros energéticos inherentes a infraestructuras provocan una total dependencia de la plataforma, debiendo situarse el hardware siempre cercano a los puntos de acceso al suministro, vulgarmente denominados enchufes. Esto dificulta enormemente el cambio rápido del look and feel de cada sector, imprescindible para adaptar la decoración a las siempre cambiantes tendencias. SmartShopping® incorpora el sistema VirtualPlug®, consistente en un set de baterías recargables fácilmente reposicionables. Con VirtualPlug®, la posición de los puntos de acceso es totalmente customizable. Se necesita un sistema de semáforos adicional que indique qué baterías se encuentran en estado crítico, sincronizado con GarbageCollector® y ProtectedSpace®

Hoy por hoy, podemos asegurar que SmartShopping® marcará las tendencias de los mercados del mañana.

Y el Escorpión Rojo se quedó tan ancho.

El feedback no pudo ser más positivo. Todos se deshicieron en elogios a excepción de Fuckowski, que respondió con un mail en blanco con Subject:
CUÑAAAAAAAO!!!!

Parte 16

Se implementaron las soluciones y se integraron los sistemas de semáforos. ShopMaster quedó repleto de pequeñas baterías con ruedas y lucecitas de colores. El pasillo se asemejaba al interior de una nave espacial, con todos esos centelleantes indicadores.

Se preparó minuciosamente el plan de pruebas. Decenas de becarios ocuparon las posiciones indicadas. Uno de ellos tuvo el honor de desempeñar el puesto de GarbageCollector®. Le dieron un cubo y una pequeña pala y se dedicó a hacer la ronda por los retretes recolectando residuos.

En la primera prueba hubo un pequeño percance: al atravesar el canal común, el GarbageCollector® tropezó con un VirtualPlug® y se estrelló contra un ProtectedSpace®, incrustando la cabeza en el cubo de la mierda. Salió de allí corriendo, todo marrón, y nunca más se supo de él. Algunos le oyeron gritar:
¡que le den por culo al mantenimiento técnico!

El siempre despierto Escorpión Rojo identificó la necesidad de diseñar un curso de formación para nuevos usuarios de SmartShopping®, dado lo novedoso de la metodología.

El señor Smith consiguió que el curso lo subvencionara la junta, con lo que se embolsó quince millones a cambio de dar esperanza a trescientos parados.

Minglanillas le hizo el examen a Clarisa. Fue un examen oral. Ella lo pasó sin problemas y se fue a comprar pictolines.

Parte 17

En total cuatrocientas personas asistieron al curso impartido por la recién constituida división Águila Dorada: Clarisa, Monchito y Minglanillas. Fuckowski, en su eterna necesidad de despreciar toda élite, los rebautizó como el pollo amarillo.

Casi todos los asistentes pensaron que la tecnología SmartShopping® era demasiado compleja; no entendían por qué tenían que esperar a que un semáforo se pusiera verde hasta para ir a cagar. Pero supusieron que SmartShopping® era para empleados inteligentes, y como nadie quería parecer no capacitado para el posible puesto de trabajo, no se habló del tema.

Álvaro se encontraba entre los asistentes. A veces Clarisa, entre diapositiva y diapositiva, le echaba una mirada maliciosa y seguía hablando de la protección de datos y el uso eficiente de recursos como si toda la vida se hubiera dedicado a ello. A ella le encantaba estar por encima de él. A él no le gustaban esos ruidosos tacones nuevos.

Al finalizar el curso se repartieron cuatrocientos diplomas acreditativos. Uno de los desempleados fue contratado como GarbageCollector® y al resto le fueron enviadas cartas agradeciéndoles la asistencia, informándoles de que su currículum permanecería durante seis meses en la base de datos de Teddybear Consulting, y deseándoles suerte en todo lo que emprendieran.

El mismo día de la inauguración, ShopMaster salió a bolsa. Todos los directivos de Teddybear tenían en sus contratos una cláusula de opción de compra sobre acciones en más que ventajosas condiciones. En concreto el señor Smith compró quince millones en acciones de ShopMaster.

La inauguración fue apoteósica. Se habilitó un escenario frente al reluciente edificio. Junto a él se colocó un enorme cartel publicitario que mostraba el logotipo de ShopMaster sobre un fondo de nubes y un montón de gente feliz que señalaba al cielo como si lloviesen billetes de 500.

El señor Smith, situado entre el Escorpión Rojo y el Águila Dorada, obsequió a la audiencia con un elocuente discurso sobre la excelencia profesional, que culminó con un
“hoy por hoy, podemos asegurar que ShopMaster sentará las bases del futuro del comercio”.

Cortó la cinta roja y todo terminó en una orgía de aplausos y confeti.

Parte 18

En los meses siguientes el valor de las acciones subió y subió hasta casi quintuplicarse, el señor Smith vendió su paquete embolsándose cincuenta kilos, y un siete de Agosto a las tres de la tarde ShopMaster fue declarado oficialmente en quiebra. En Cuenca soplaban vientos del noroeste.

Se produjeron muchos despidos. Hubo un gran revuelo, el asunto incluso llegó a la televisión. Se retransmitieron imágenes de gente acampada frente a ShopMaster reclamando sus puestos de trabajo. Aguantaron casi cuatro semanas y finalmente volvieron a sus casas a intentar rehacer sus vidas.

El último en abandonar fue un joven que pasó treinta días y treinta noches acampado en el jardín en compañía de un husky siberiano, que sólo se separó de su lado para ir a buscar alguna botella de plástico y dejarla a los pies de su amo pidiendo juego.

Parte 19

Para adaptarse a las nuevas tendencias, Teddybear cambió de nombre y de domicilio fiscal.

Corrió el rumor de que el cambio de nombre tenía algo que ver con la quiebra de ShopMaster; incluso se llegó a insinuar que las cuentas se habían estado maquillando durante meses para mantener el valor de las acciones hasta que la directiva hubiera vendido sus paquetes.

Los documentos nunca aparecieron. Alguien dijo que el Escorpión Rojo había llevado a cabo una operación secreta en la que se destruyó toda la documentación. Pero la mayoría pensaba que el Escorpión Rojo no existía.

Parte 20

Minglanillas olvidó pronto todo ese asunto lleno de rumores malintencionados. Él vivía con la mirada puesta en el futuro. Muchos otros tenían que quedarse a vivir en el pasado de Minglanillas, pero a él nada de esto le importaba.
No hay que centrarse en lo negativo,
decía la guía Zen. Eso era lo que hacían los Fuckowskis, por eso vivían cabreados.

Other books

A Dad for Her Twins by Lois Richer
Island of Wings by Karin Altenberg
Jumper by Alexes Razevich
Una canción para Lya by George R. R. Martin
Wild Orchids by Karen Robards
The Revenge of the Elves by Gary Alan Wassner
Breakthroughs by Harry Turtledove