El umbral (25 page)

Read El umbral Online

Authors: Patrick Senécal

Tags: #Terror

BOOK: El umbral
10.01Mb size Format: txt, pdf, ePub


Quiero el dinero que me has prometido ahora
, man,
si no, me abro

Se oye el ruido de una cartera y, luego, a Monette, que dice con firmeza:

—Cincuenta pavos ahora y cincuenta cuando me cuentes la historia…

Sentado en el sofá, inclinado hacia delante, escucho con atención, como si me estuviera tragando una película de suspense en la tele. ¡Dios mío, este Monette tiene agallas de verdad! Después de un largo silencio, el punk acepta.


Sí, OK, me vale también… Pero no intentes joderme
, man…

¡Man, man
! ¡Esta expresión que odio tanto! Recuerdo que mis hijas la utilizaban hace unos años, cuando eran adolescentes. Cada vez que lo hacían me cabreaba.

¿Y si todo fuera inventado? ¿Y si Monette hubiera pedido a un compañero que interpretara esta comedia? No, es poco probable. Hay un ambiente real en esta grabación: vacilaciones, entonaciones, ruidos que no pueden fingirse… Duplico mi atención.

El muchacho guarda silencio unos instantes, buscando seguramente un modo de comenzar. Luego empieza por fin a decir en voz más baja:

—Yo conocía a los dos punks que murieron el año pasado. Denis y Pineux. Estaba… estaba con ellos cuando… cuando sucedió…

—¿De verdad?

—Sí… Maldita noche…

—Los periódicos publicaron que se apuñalaron entre ellos… ¿Es cierto?


Bueno
… —el joven vacila, su voz se vuelve insegura—.
Sí, pero… Era como si no fueran ellos, como si… ¡Ah
, man,
qué chungo, yo flipaba en colores
!


Empieza entonces por el principio

La voz de Monette es serena, tranquilizadora, pero noto que disimula cierta excitación. El joven toma un trago de algo (¿cerveza?, seguramente no en un Dunkin…) y habla de nuevo:


Serían las dos de la mañana o algo así… Nos habíamos metido un chute un par de horas antes y llevábamos un buen colocón los tres… Queríamos comprar otra dosis, pero no teníamos pasta… Entonces Pineux tuvo una idea de locos: ¡dijo que sólo había que robar a alguien, a un tío o a una mujer en la calle, a cualquiera! ¡A Denis le pareció que era una idea de puta madre! ¡Yo, en condiciones normales, nunca habría estado de acuerdo! ¡Era demasiado peligroso! ¡Pero, en ese momento, no sé por qué, me pareció una buena idea! Decidimos un plan: se trataba de elegir a un
pringao,
llevarlo a un callejón y allí Pineux y Denis lo amenazan con sus navajas. De puta madre. ¡Nunca pensamos lo que haríamos después! Si el tío nos denunciaba a la policía, pongamos. Pero no pensamos en eso, gilipollas de nosotros. Entonces, empezamos a buscar a alguien por Sainte-Catherine
.

Sigue un corto silencio y luego su voz se vuelve trágica:

—Man,
aún hoy me pregunto cómo nos dio por robar a alguien… Tenemos tantos colegas a los que han
trincao
… No comprendo por qué decidimos hacerlo precisamente aquella noche… Sería por la droga

Un extraño malestar me recorre rápidamente el cuerpo, pero desaparece enseguida. El muchacho prosigue:

—No había mucha gente, era entresemana… En un momento dado, vimos a un tío que caminaba por la acera y que, de repente, se metió en un callejón… Un callejón que conocíamos bien, entre dos edificios abandonados… Largo, sucio, estrecho y muy oscuro…

—¿Qué iría a hacer un hombre en ese callejón?


Ni idea
, man
… Caminaba y se detuvo allí delante… Se quedó pensativo… Parecía que iba a marcharse, pero al final entró en el callejón… Nos dijimos: «¡Coño, qué potra! Un imbécil que se mete solo en la boca del lobo
, let’s go!
» Y allá fuimos. Entramos en el callejón y caminamos despacio, sin hacer ruido. Al final, vimos al tipo. Estaba al fondo, delante del muro que cerraba la calle, mirando alrededor de él. Como si buscara algo. ¡Cuando nos vio llegar, no se sorprendió en absoluto! Solo dijo: «¡Ah, va a ser así!». Eso fue exactamente lo que dijo
, man,
¡me acuerdo como si fuera ayer
!

—¿Cómo era ese hombre?

—De mediana estatura… Pelo negro con algunas canas, más o menos por los hombros, ¿sabes? Los ojos negros… Bien vestido…

Roy, por supuesto. Aunque el punk no lo reconoció (los jóvenes de la calle no deben conocer a muchas celebridades literarias), la descripción concuerda. De todas maneras, lo veía venir, ¿no? Siento un escalofrío que me recorre el cuerpo porque adivino lo que sigue. Y Monette debió de sentir lo mismo porque su voz se vuelve un poco más aguda:

—¿Estás seguro de la descripción que me das?


¡Coño, estoy completamente seguro! ¡Nunca podré olvidar a ese tipo
, man
! Además, tenía la impresión de que le había visto la jeta en alguna parte, en un periódico o en un escaparate, pero no me acordaba dónde

—Continúa.


Denis quería asustarlo un poco… Le dijo: «No deberías pasearte por callejones oscuros, es peligroso» o algo por el estilo… Entonces el individuo nos contestó que dejáramos de hacernos los listos y pasásemos a lo que teníamos que hacer… ¡Imagínate
, man
! ¡Nos dijo eso! Sin inmutarse, ¿eh
?

—¿Tenía miedo?


Era una cosa un poco rara… No parecía asustado, aunque, al mismo tiempo
… —una pausa y luego continúa—,
al mismo tiempo, parecía que también tenía miedo. No sé cómo decirlo, como si…, como si temiera lo que iba a pasar, pero estuviera… resignado…, ¿sabes
?

—Resignado…

De repente, pienso en el sacerdote del que nos ha hablado Roy esta mañana… Esa especie de guía maléfico… Un gusto amargo me invade la lengua. Miro el altavoz como si fuera a saltar sobre mí. Escucho sin pestañear.


Entonces, Denis y Pineux sacaron la navaja y le dijeron al tipo que nos diera el dinero. Yo estaba un poco separado, mirando. Me sentía extraño. Me parecía todo de puta madre, pero a la vez me preguntaba qué estábamos haciendo allí… Sin protestar ni nada, el tío sacó la cartera. Era raro
, man
. Nos oía, pero al mismo tiempo parecía esperar otra cosa, no sé. Entonces

Un silencio. Escucho suspirar al joven, como si le costara continuar. Tengo todos los músculos en tensión. Sé que después de oír esta casete todo resultará aún más inquietante, desquiciado y confuso de lo que era esta mañana. Pero no tengo elección. Soy un esquiador en una pendiente peligrosa y desciendo demasiado rápido como para detenerme…

La voz del muchacho suena angustiada:

—Man,
tienes que jurarme que nunca dirás que yo

—No te preocupes.

—No sé si voy a poder…

—Te doy veinte pavos más, ¿qué te parece?

Monette está excitado. Creo que yo habría pagado el doble por oír la continuación. Por primera vez, empiezo a comprender la fascinación que pueden sentir los lectores de Roy ante el horror y el suspense.

Se oye el ruido de un billete arrugado; el punk, con voz temblorosa, prosigue:


Entonces, Pineux como… como que perdió los nervios
, man
… Él… Hostia, Pineux no era violento… Tuvo un par de peleas, es cierto, pero nunca le había visto hacer… hacer daño a nadie sólo por diversión, ¿comprendes lo que quiero decir? ¡La gente piensa que nosotros, los chicos de la calle, somos todos unos violentos y nos gustan las peleas, pero no es verdad! ¡Algunos lo son, pero no toda la peña! ¡En cualquier caso, yo no era así, ni Denis ni Pineux
!

—Te creo, tío…

Monette quiere ganarse su confianza. Y lo consigue, porque el chico continúa:

—Pineux le dijo al tipo que dejara su dinero, que no le interesaba una mierda. «No es tu pasta lo que quiero, ¡eh!», dijo. Yo y luego Denis miramos a Pineux de soslayo. No comprendíamos nada… Pero el tipo no parecía sorprendido. Se guardó despacio la cartera en el bolsillo y dijo algo así: «Ya estamos, ¿no? Va a empezar, ¿verdad?». Me pregunto por qué dijo esto… Como si tuviera una idea de… de lo que iba a pasar en realidad…

En la casete, se oye la respiración de Monette más fuerte que antes. Pero ahora está duplicada, como si hubiera una segunda respiración igual de intensa. Después de unos segundos, me doy cuenta de que es la mía.


Entonces le dije a Pineux: «¿Qué quieres, Pine, si no es la pasta?». Pineux me miró… ¡Hostia! No era el mismo
, man
… Sus ojos… Tenía ojos de loco, ¿me entiendes? De loco de remate. ¡Sus ojos me acojonaron! Luego dijo: «Quiero su sangre». ¡Su sangre! ¡Ni siquiera tuve tiempo de decir nada, cuando Pineux saltó sobre el hombre dando un grito horroroso! ¡Pero el tío no se defendió nada! ¡Los dos cayeron al suelo! ¡El individuo estaba de espaldas, y mi colega, a horcajadas sobre él, sosteniendo la navaja debajo de su nariz! ¡Pero el tío ni se movía
!

—¿No tenía miedo?

—¡Ponte en su lugar! ¡Parecía acojonado! ¡Pero no se defendía! ¡Como si…, como si esperara la continuación! En ese momento, a Pineux…

El muchacho se para; se oye de nuevo el ruido de beber un líquido. El regusto amargo de mi boca se vuelve denso, nauseabundo. La voz del joven tiembla aún más:


En ese momento, a Pineux se le fue la olla
, man
… Registró la chaqueta del hombre y encontró un lápiz… Miró el lápiz con una sonrisa malévola y dijo: «¡Te reventaré un ojo, puto maricón! ¡Te reventaré un ojo y me mearé en el agujero!». ¡Joder, me puse nervioso! ¡Grité a Pineux que no podía hacerlo, que era una estupidez! Denis se reía, pero no de veras… Creo que pensaba que Pineux sólo quería meterle miedo. Le dijo que dejara de divertirse con tonterías. ¡Entonces el hombre empezó a forcejear por primera vez! Se puso a gritar… También me acuerdo de sus palabras y esto
, man,
era demasiado extraño… Gritó: «¡Los ojos no! ¡Estoy dispuesto a sufrir, pero los ojos no! ¡No me dijo que sería tan horrible
!».

—¿A quién gritaba?


¡Eso es lo más extraño
, man
! ¡No lo sé! ¡Al principio, pensaba que hablaba con Pineux, pero creo que no! El tipo miraba por todas partes, como si buscara a alguien… En cualquier caso, estoy seguro de que se dirigía a alguien distinto de nosotros… Pienso que estaba… loco de remate, o algo así

Trago mi saliva agria y hago una mueca de asco. El joven vacila de nuevo; luego, en un susurro, suelta:

—Entonces… Pineux clavó el lápiz en el ojo del hombre…

Me cubro la boca con una mano húmeda. Sin embargo, lo sabía. Desde el principio de la grabación, sabía perfectamente lo que iba a ocurrir.


¿Le reventó el ojo fríamente
? —pregunta Monette.

Lo dice con una calma increíble; la voz suena algo febril, pero apenas se aprecia. Me pregunto cómo puede conservar esa sangre fría, pero lo comprendo enseguida: Monette no está sorprendido. Hacía mucho rato que lo había adivinado todo…

Tiene razón desde el principio.

Me doy un masaje en la frente, me duele la cabeza. Creo que he soltado un ligero gemido.


Sí, como te lo cuento. Le metió el lápiz en el ojo. El tío se puso a gritar como un puto loco. Y yo me rayé
, man:
¡creo que grité tan fuerte como él! Al final, Denis intervino, se abalanzó sobre Pineux, pero… Yo pensaba que iba a darle un empujón, pero no hizo eso, él… él… ¡le dio un navajazo en el hombro! ¡Le apuñaló
, man
! Pineux gritó y se levantó de un brinco. Entonces vi a Denis… ¡Joder, tenía la misma mirada que Pineux! ¡De repente, se había vuelto loco también! ¡Luego se… atacaron, empezaron a meterse navajazos, joder! ¡Se apuñalaban el uno al otro, era una locura
, man,
una completa locura
!

Nueva pausa. Me tiembla la mano que me cubre la boca. El muchacho continúa al fin, con la voz quebrada por los sollozos:

—¡Ahí estaban, mis dos colegas, apuñalándose! Y el otro, el tío que gritaba y pataleaba en el suelo, con el lápiz clavado en el ojo… Yo miraba, pero no me movía, me sentía como loco cuando, de repente…, empecé a notar algo… A tener ganas de… de unirme al grupo y de…

Se oye un ruido sordo, como de dos manos que caen sobre una mesa. Un resoplido, un suspiro, y la voz rota que prosigue, casi avergonzada:

—Entonces, huí. ¡Me largué, joder! Corrí durante media hora, completamente sonado. Llegué a un solar que conocía y me escondí en un rincón… ¡Hostia, lloré como un crío! No había llorado desde que tenía diez años, creo… Luego no me acuerdo de nada más…

El ruido de un líquido al pasar por la garganta. De repente, me doy cuenta de que el cigarrillo que tengo entre los dedos no es más que una colilla. Mientras escuchaba la cinta, me he olvidado por completo de darle una calada…

Aplasto la colilla en el cenicero, atontado, mientras el muchacho retoma la narración con una voz más serena:

—Al día siguiente, compré un periódico… En él, se hablaba de mis dos colegas apuñalados, pero del individuo… Él salía en otro artículo…, en primera página… Era un personaje conocido… Ya sabía yo que lo había visto antes… El periódico decía que había perdido un ojo en un accidente… Nada que ver con lo que había ocurrido la noche anterior… ¡Mierda! ¡Las dos historias no se correspondían en absoluto! ¡Como si no hubiera ninguna relación entre mis colegas y la historia del artista que había perdido un ojo…! No obstante, me dije que no sería yo quien contara la verdad… Y decidí olvidarlo todo…

—¿Lo has conseguido?

—En realidad, no…

Otra pausa; luego habla Monette:

—¿Qué crees que sucedió?

—No lo sé, ni quiero saberlo. Tú buscabas la historia y ya la tienes. Lo único que tengo claro es que… Pineux, Denis y yo no éramos… no éramos nosotros aquella noche… Y ese tío…

—Ese tío, ¿qué?

Pausa. Espero con la respiración entrecortada. Al final, el punk completa rápidamente:

—Ese tío no estaba allí por casualidad…

Un puñetazo en el estómago no me habría hecho tanto daño. Las mismas palabras que dijo Archambeault en el Léno…

Luego, en un tono quebrado, el muchacho termina fríamente:


Ahora
, man,
dame el resto del dinero y me abro

Suena un chasquido, como si alguien parara el magnetófono. El ruido de fondo es diferente: hay un cambio de lugar. La voz de Monette se escucha más audible, más clara:

—Ya ve, doctor. Nuevo material impactante, por cortesía de su humilde servidor. Y continúo con mi investigación, puede estar seguro. Pero ahora que sabe que no deliro tanto como pensaba, creo que dejaré de proporcionarle información de forma gratuita. El voluntariado no es mi fuerte. Así que, la próxima vez que quiera conversar, usted se pondrá en contacto conmigo y usted me dará algún dato a cambio. Porque ahora no soy yo quien lo necesita… Usted también tiene necesidad de mí… Estoy seguro de que nos entendemos…

Other books

Betrayed by Your Kiss by Laura Landon
Missing Pieces by Jerry B. Jenkins, Chris Fabry
Lana by Lilley, R.K.
The Shells Of Chanticleer by Patrick, Maura
Lay Her Among The Lilies by James Hadley Chase
72 Hours (A Thriller) by Moreton, William Casey
A Slow-Burning Dance by Ravenna Tate
Love, But Never by Josie Leigh