El tercer brazo (31 page)

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Authors: Jerry Pournelle Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El tercer brazo
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¿Cuán robusta era la nave enemiga como objetivo? ¿Valdría la pena devolver el fuego? ¿Y dónde estaba la
Atropos
?
Simbad
había sido el último en pasar. Debería ser tarea de Rawlins protegerles.

El resplandor verde osciló. Perdió enfoque. Entonces fue un punto verde rodeado de rojo, un halo amarillo blanquecino, un resplandor verde, y expandiéndose, una esfera violeta inflándose, poof, desapareció en segundos.

Y con ese enemigo desvanecido, el cielo se despejó.

Era un cielo de fiesta de cumpleaños, un campo de estrellas negro lleno de globos de colores unidos por cordeles brillantes.
Simbad
había entrado en una batalla. Debía haber naves a centenares. Imposible saber cuántos bandos existían, o quién era quién. Pero el Campo del
Simbad
estaba rojo oscuro y se tornaba más oscuro por momentos, esparciendo energía almacenada ahora que ya no se veía bajo ataque.

—¡Buckman, saque una antena!

—Hecho. Tenemos naves en todos los lados… no tantas en dirección a la Paja… Creo que veo a la
Atropos
.

Un glóbulo anaranjado, cerca, enfriándose… oscureciéndose a rojo, aunque sin contraerse. No cabía duda de que era la
Atropos
. El Campo Langston dilatable de los pajeños había revolucionado las operaciones militares del Imperio; pero la
Atropos
había sido construida para operar en el Ojo, donde un Campo dilatable sólo significaba más zona de superficie para absorber calor de la estrella.

—Tengo a la
Atropos
en línea.

—Bien. Rawlins, ¿cuál es su situación?

—Estable. Fuimos atacados en cuanto entramos, capitán Renner. Hay dos flotas, una que dispara sobre nosotros y una que dispara sobre la otra flota.

»Cuando la nave embajada pajeña,
Filipides
, pasó, una flota empezó a dispararle. Me situé delante de ella y devolví el fuego. En ese momento todos los demás entraron en el juego.

—¿Cómo está la
Filípides
?

—Es la que tenemos del otro lado de nosotros, con el Campo en expansión, amarillo y empeorando. La que no devuelve los disparos. Ahora que nos hallamos delante de ella no se encuentra en situación crítica, a menos que reciban un impacto de torpedos.

—¿Puede protegerla?

—Sí, señor. No podemos hablar con la otra flota, pero coopera. Entre nosotros hemos convertido en escoria a un enemigo justo después de que pasaran ustedes. Comodoro, aún no hemos visto torpedos, sólo láseres y rayos de partículas. Nos hallamos en una batalla general de flotas, pero, aparte de protegerles a ustedes y a la nave pajeña, desconozco cuál es el objetivo. Sólo hay cañones y todas las naves poseen Campos dilatables…


Simbad
, aquí
Filípides
. ¿Se encuentran ilesos?

El pajeño hablaba con la voz de Horace Bury, distorsionada por el ruido, probablemente afectada todavía por la conmoción del Salto, a pesar de haber pasado bastante antes que Simbad. Renner hizo una mueca.

—Continúe, capitán Rawlins —dijo Renner—. Está haciendo un buen trabajo. Trataré de conseguir información.

Era inútil recordarles a los pajeños que se suponía que el cruce iba a ser seguro.

—Eudoxo, aquí Renner. ¿Quién nos está disparando?

La estática hizo de la forma pajeña una silueta irregular.

—Llámeles… Gengis Khan y la Horda Mongol. Son bandidos, un grupo grande y bien establecido. Nosotros estábamos bajo ataque del Kanato cuando se movió el punto de Eddie el Loco, pero creímos que iban tras nuestro cometa.

—¿Cometa, Eudoxo?

—Recursos, Kevin. Sacamos a un cometa del Yermo para alimentar las necesidades industriales de la flota de inspección de Medina en el nuevo punto de Salto que esperábamos. Maldición, la mayoría de ellos están protegiendo el cometa…

—Vaya deprisa, Eudoxo. ¿Contra quién luchamos? ¿Tenemos aliados? ¿Cómo los reconocemos? ¿Cuán seguros están? Ustedes no pueden luchar.

—La protección viene de camino. No intente luchar, Kevin. Yo les sacaré de aquí y les llevaré a la seguridad de nuestra base. Los Guerreros de Medina ya vienen a protegernos. Guardarán nuestra retirada.

Renner lo comprendió de repente.

—Ustedes no son en absoluto de Paja Uno.

—No no no —repuso de inmediato el pajeño—. En Paja Uno se han destruido hasta volver a los tiempos de la invención del ladrillo. El Comercio de Medina en la actualidad tiene su base en la Nube de Oort, con aliados en las lunas de Paja Beta y otras regiones. Hemos estado empleando ese maravilloso campo de protección de ustedes para recoger masa y detritos, pero un cometa es mejor.

El patrón de las lejanas naves cambiaba…, ya llevaba un tiempo cambiando. Puntos brillantes y puntos más grandes de colores, naves bajo ataque y naves que no eran atacadas, varios cientos, se situaban entre la posición del
Simbad
y la principal congestión de cruceros de guerra. El Campo de la
Filípides
comenzó a enfriarse, encogiéndose, a medida que sus aliados destruían las naves que la estaban atacando.

No resultaba fácil ver qué hacían, hasta que recordabas el intervalo de la velocidad de la luz. Aun a las naves más próximas no se las había visto moverse durante el primer medio minuto. La batalla debía estar diseminada en una extensión de tres o cuatro minutos luz, decenas de miles de millones de klicks. Todas… no, sólo las más cercanas reaccionaban a la súbita aparición de las tres naves en el nuevo punto de Salto. Algunas se habían movido para proteger a la
Filípides
y a las naves del Imperio que ésta escoltaba; otras para atacar. Pero muy por detrás, otras chispas de fulgor blanco se arracimaban en torno a la fría incandescencia blanca de la cola del cometa.

Era la guerra entre las civilizaciones de los asteroides por la posesión del punto-I, el punto de Salto hacia el espacio del Imperio. Kevin Renner les había conducido justo a su centro. Civilizaciones de los asteroides…, ¡y todos sus preparativos habían sido para Paja Uno!

¡Infiernos! Renner se enfureció consigo mismo. Ni siquiera podía afirmar que le habían mentido, aunque, desde luego, eso había pasado. Y ahora se le decía que huyera… pero, sin saber quién era quién, ¿cómo podía discutirlo?

—Mantenga el contacto —indicó Renner con frialdad—. ¿Rawlins?

—¿Señor?

—Usted es mejor
que
yo en el análisis de batallas. ¿Existe alguna manera de poder transmitirle un mensaje al
Agamenón
?

—No, señor. La lancha no tendría ni una oportunidad de volver al punto-I, y la
Atropos
pocas más. Ninguna a menos que podamos coordinarnos con la flota pajeña que no nos está disparando.

—Gracias. Eso no sucederá. De acuerdo, síganos y guarde nuestras espaldas. No vamos a Paja Uno. Nos dirigimos hacia los cometas, alejándonos del sol. Le enviaré el curso cuando lo tenga.

—Señor…

—¡Rawlins, cuando conozca más la situación, usted lo sabrá! Ahora debo hablar con los pajeños. Corto.

—No hay reposo para los malos —comentó Joyce.

Renner esbozó una sonrisa fugaz y apretó las teclas de control.

—Eudoxo.

—Aquí, Kevin.

Bury sonrió con suavidad, pero no dijo nada.

—Puede que venga otra nave en cualquier momento durante las próximas quinientas horas —indicó Renner—. Una nave muy importante. Con una… —vio a Chris Blaine ocupando su sitio fuera de la visión de la cámara—, una Mediadora humana hembra a bordo. Asegúrese de que su gente nos trae esa nave en cuanto arribe.

—Lo intentaremos.

—Haga algo más que intentarlo. La nave es importante, y dos de los pasajeros son de la aristocracia Imperial. Influyentes. Muy influyentes.

—Ah. Transmitiré la urgencia de la petición.

—Bien. Y ahora, ¿adónde nos lleva?

—El Comercio de Medina se encuentra entre los cometas más cercanos, por encima del plano del sistema planetario de la Paja. Iremos directamente a Casa Medina a menos que nos veamos interrumpidos, aunque en un rumbo que nos permita llegar a la base en situación de emergencia. Aquí tiene su vector de curso…

Renner lo estudió.

—Unas veinticinco horas de rotación a casi una gravedad y media estándar. ¿Todo el mundo de acuerdo con eso?

—Es mejor que verse atrapado en una batalla —repuso Bury.

Renner le echó un vistazo a los indicadores; luego, captó la mirada de Nabil. Éste asintió levemente.

—De acuerdo. Adelante —Chris mostraba buen aspecto; también Alysia. Bury se hallaba en alerta total y enfurecido como mil demonios. Bien: a Kevin le vendrían bien sus opiniones. Renner añadió—: Buckman, necesito a la
Atropos
, pero mantenga la conexión con la
Filípides
. Activo advertencia de aceleración.

Dejó que los pasillos del
Simbad
se volvieran estridentes mientras subía la propulsión a 1 g. Nabil y Cynthia revoloteaban en torno a Bury como hormigas trabajadoras alimentando a una reina. Los monitores médicos de Bury estaban sacando un bosque de agujas, pero ¿por qué no iban a hacerlo? A Horace Bury no le habían disparado desde…

¿Los Exteriores en Pierrot? Demonios, ¿hacía tanto tiempo?

Y Blaine y Trujillo se mantenían bien apartados el uno del otro de sus respectivas burbujas de intimidad, y los dos guardaban silencio. «Quizá de ahí no recibiera tanta ayuda como había pensado.»

La
Filipides
se alejaba a una gravedad y media, casi 2 g pajeñas. Renner aumentó la propulsión para emparejarse con ella.

La
Atropos
fue una masa incandescente, pasó de negro a un fulgor verde en unos pocos segundos. Las naves pajeñas parecían diminutas comparadas con el crucero Imperial, pero ellas poseían Campos dilatables y la
Atropos
no. Eso no era bueno… pero en alguna parte detrás de ellos un punto rojo floreció hasta convertirse en un sol violeta y se disipó. La
Atropos
comenzó a enfriarse. Rawlins era rápido con sus cañones.

La batalla ahora quedó en su mayor parte a su espalda. Las naves amigas y enemigas se parecían demasiado, en los telescopios cada una era definible; aunque no cabía duda de que un escuadrón se estaba desplegando para formar una barrera detrás de las tres naves que huían. Otro grupo convergió sobre una nave que trataba de atravesar la fuerza de barrera.

Renner suspiró. Hasta que supiera más, ¿qué podía hacer salvo huir? Estableció contacto visual con Chris Blaine: ¿ves tú algo que yo no veo?

Blaine sacudió la cabeza y señaló la pantalla de batalla.

—Rawlins tiene razón, es improbable que seamos capaces de enviarle un mensaje de vuelta al
Agamenón
, aun con la ayuda de la flota de Medina, y sin la
Atropos
estamos metidos en un buen apuro. Aparte de eso, nos encontramos bien. Rawlins sabe cómo luchar, y sean quienes fueren nuestros aliados, también son bastante buenos. Y se hallan dispuestos a recibir el castigo por nosotros.

—Serán Guerreros —dijo Renner. Criaturas de pesadilla como aquellas estatuillas en la escultura pajeña de la Máquina del tiempo, quizá alterados por reproducción selectiva para la vida en gravedad baja. Guerreros en ambos lados—. ¿Horace?

—No pienso en nada que tú no hayas pensado. Me siento como si me hubiera engañado a mí mismo.

—Cosa que hiciste —afirmó Buckman, riéndose entre dientes.

—¿Paja Beta? —preguntó Joyce.

—Llamarnos al planeta principal pajeño Paja Uno —repuso Renner. Hay un gigante gaseoso al que bautizamos Beta.

—Y casi con toda certeza hay otro planeta —intervino Buckman—. Paja Gamma. Casi seguro un gigante gaseoso. También hay dos grandes cúmulos de asteroides que comparten la órbita de Paja Beta. Prácticamente todos fueron movidos y puestos en su sitio.

—¿Movidos? —repitió Joyce—. ¿Mover asteroides no es demasiado trabajo?

—Claro que lo es —afirmó Renner—. Basta. Estamos comprometidos.


Alea jacta est
—dijo Joyce.

—¿Eh?

—«El dado está echado» —tradujo Bury—. En verdad que sí.

—Correcto. De acuerdo, el micro vuelve a estar vivo. Bien, Eudoxo —dijo Renner—. Siga hablando. ¿Qué demonios hace un Fyunch(click) de Bury en los asteroides pajeños?

Freddy Townsend despertó cuando la voz de Kakurni le ladró desde el intercom. Despertó deprisa, como siempre lo hacía cuando dormía ante la consola del puente.

—Freddy, hay un mensaje de radio. Por la frecuencia general de comunicaciones. Habla con ellos, Freddy. ¿Estás ahí?

Freddy alargó una mano vacilante hacia la consola. El reloj mostraba que había pasado casi una hora desde el Salto. Tenía la mano firme y la cabeza despejada. Levantó un interruptor para pasar el mensaje por los altavoces.

ADVERTENCIA. HAN ENTRADO EN UNA ZONA PROHIBIDA. ESTE SISTEMA HA SIDO PUESTO EN INTERDICTO POR LA AUTORIDAD DEL VIRREY GOBERNADOR GENERAL DEL SECTOR DEL TRANS-SACO DE CARBÓN. ESTE SISTEMA ESTÁ PATRULLADO POR LA MARINA IMPERIAL. TRANSMITA SU EMPLAZAMIENTO E IDENTIDAD POR ESTA BANDA Y AGUARDE INSTRUCCIONES. NO ACATAR DICHA ORDEN PUEDE RESULTAR EN LA DESTRUCCIÓN DE SU NAVE. ADVERTENCIA.

—Bueno, es bastante explícito —comentó Freddy. Tecléo rápidamente en la consola de control—. Glenda Ruth, creo que deberías incluir algo en tu código de modo que estén seguros de quiénes somos. Ese mensaje no sonó nada amistoso.

—De acuerdo. —Ella conectó el cable de interface en su computadora y garabateó—: Clementine, codifícalo con mi clave privada.

«Sí. querida.»

—Me pregunto qué será esto —dijo Glenda Ruth—. Ese mensaje parece bastante firme.

—¿Crees que ha pasado algo?

—No lo sé, pero apuesto a que no tendremos que esperar mucho.

La respuesta llegó cuatro minutos más tarde:

HÉCATE
AQUÍ EL
AGAMENÓN
. SOLICITO QUE SE REÚNAN CON NOSOTROS DE INMEDIATO. TRANSMITO VECTORES. TENEMOS MENSAJES PARA LA HONORABLE GLENDA RUTH FOWLER BLAINE. BALASINGHAM.

Los dedos de Freddy se movieron. Ella le había visto más tenso, con los dedos bailando a mayor velocidad, durante un juego de Amenaza Sauron… cuando los castigos por los errores no eran tan altos.

—No está lejos. Podemos llegar allí en diez minutos. Glenda Ruth, no soy capaz de encontrar ninguna baliza intermitente.

—¿Qué?

—Por lo general, nos darían un punto láser al que seguir. Tan cerca, con 100 x mag, debería ver algo tan grande directamente… a menos que tenga activado el Campo Langston. Aunque es agradable que nos esperen. Y es una petición, por lo menos de momento.

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