Read El fantasma de Harlot Online

Authors: Norman Mailer

Tags: #Policíaco

El fantasma de Harlot (118 page)

BOOK: El fantasma de Harlot
4.68Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

BARBA AZUL: La fecha parece tan lejana...

IOTA:
(confuso)

El resto es confuso. (17 de marzo de 1960.)

Desde el 18 al 31 de marzo, mientras Sinatra actúa en el Fontainebleau, BARBA AZUL hace cuatro viajes de ida y vuelta entre Miami y Washington. Cuando está fuera de servicio, se aloja en el Fontainebleau. Durante este período no hay transcripciones de llamadas de parte del candidato, pero el 31 de marzo nos enteramos por una comunicación entre BARBA AZUL y AURAL, de que poco después de la llegada de aquélla STONEHENGE envió a su habitación a un hombre al que llaman el Exterminador para que desmontase el teléfono y volviera a montarlo. Cuando BARBA AZUL le preguntó la razón, STONEHENGE respondió: «A medida que me hago viejo, me vuelvo más cauteloso». Suponemos que lo que el Exterminador encontró fue una conexión de J. Edgar Hoover, lo cual puede explicar la ausencia de transcripciones BARBA AZUL-IOTA durante el período comprendido entre el 18 y el 31 de marzo.

No obstante, tenemos dos llamadas (21 de marzo y 31 de marzo) de BARBA AZUL a AURAL. Existe la posibilidad de que la gente de Hoover haya puesto otra conexión en la casa de AURAL en Charlevoix, Michigan. Vale la pena citar parte de la conversación del 21 de marzo.

MODENE: Te aseguro, Willie, que nunca sé por adelantado si Frank será el hombre o la bestia, pero cuando opta por ser agradable, las estrellas caen sobre Alabama. Debo decirte que vivir entre candilejas me atrae después de todas estas semanas de encierro con Jack. Adoro a Jack, pero te diré que Frank, en el escenario, es totalmente distinto. Sencillamente abrumador. Para el espectáculo de la cena, me senté con unos amigos suyos, y nadie pestañeaba.

WILLIE: ¿Quiénes estaban contigo?

MODENE: Que tú conozcas, Dean Martin y Desi Arnaz. Pero ¿a ti qué puede importarte? Todos los ojos estaban puestos en Frank. Castañetea los dedos para marcar el ritmo, y es la apoteosis. Todas las mujeres del público estaban listas para acostarse con él. Y en las canciones de amor, son los maridos los que se echan a llorar.

WILLIE: ¿Qué cantó?

MODENE: No puedo nombrarte todo.
Cartas de amor en la arena
,
María, Cuan hondo es el mar
,
Justo a tiempo
. Lo mejor. Terminó con
Tiene el mundo en sus manos
.

WILLIE: ¿Has vuelto junto a Frank?

MODENE: ¿Qué te hace suponer eso, señorita Sabelotodo? Está loco por Juliet Prowse. No se aparta de su lado.

WILLIE: Eso no le impediría saludaros las dos al mismo tiempo. (21 de marzo.)

En este punto, Modene cuelga sin más ni más. Un minuto más tarde, Willie la llama al Fontainebleau. El telefonista del hotel le informa que la señorita Murphy ha ordenado que no le pasen más llamadas.

A partir de aquí no hay nada hasta el 31 de marzo, en que Modene llama a Willie. Se trata de una larga conversación, y en mi opinión vale la pena incluirla.

WILLIE: ¿Dónde está el candidato estos días?

MODENE: Lejos. Ya sabes. Campaña electoral.

WILLIE: ¿Lo has visto en Nueva York?

MODENE: No.

WILLIE: Creía que te encontrarías con él el 26 de marzo.

MODENE: Pues no lo vi.

WILLIE: ¿Cambió la fecha?

MODENE: Perdí el avión.

WILLIE: ¿Qué?

MODENE: Perdí el avión.

WILLIE: ¿Cómo reaccionó?

MODENE: Me preguntó el motivo, y todo lo que dije fue: «Me ocurre a menudo. Mi trabajo me obliga a cumplir tantos horarios, que cuando viajo suelo perder el avión».

WILLIE: Eso debe de haber sido vuestro final.

MODENE: En absoluto. Jack y yo hablamos al día siguiente, y quedamos en encontrarnos en Washington el 8 de abril, después de las primarias de Wisconsin el 5 de abril.

WILLIE: ¿De modo que no le supo mal?

MODENE: Lo tomó con calma. Pero me parece que, al igual que tú, cree que he vuelto con Frank. Algunas veces me pregunto si la única razón por la que se acercó a mí fue porque quería ver si era capaz de quitarle la chica a Frank.

WILLIE: ¿Jurarías que no has vuelto junto a él?

MODENE: No se puede descubrir un hecho que no existe.

(silencio)

WILLIE: ¿Qué te pusiste para la fiesta de despedida de Frank en el Fontainebleau?

MODENE: Un vestido turquesa, con zapatos haciendo juego.

WILLIE: ¡Con tu hermoso pelo negro! Habrás estado deslumbrante. Puedo ver tus ojos verdes resaltados por el turquesa del vestido.

MODENE: Lo pensé bastante antes de decidirme.

WILLIE: Me muero de envidia. ¿Conociste a alguien interesante en la fiesta?

MODENE: Frank me presentó a un hombre llamado Sam Flood, que me pareció increíblemente seguro de sí mismo. Todos en la mesa lo trataban con deferencia. Disfruté de su compañía. Los hombres que lo rodeaban parecían representar una comedia musical.

WILLIE: ¿Tan apuestos eran?

MODENE: No, quiero decir de un musical como
Guys and Dolls
. Uno de ellos debía de medir más de dos metros, y pesaba unos ciento cincuenta kilos. Otro era un tipo de aspecto siniestro. El resto era de cinco tamaños distintos. Pero cuando este Sam Flood me sentó a su lado, los otros ni siquiera se atrevieron a levantar la mirada del plato. Luego el Clan se acercó a la mesa. Todos tenían que saludar a este tipo, Sam Flood. Parecía un rey, sentado allí. A algunos ni siquiera los miró. Sammy Davis Jr. se acercó con una gran sonrisa, pero Sam Flood lo despidió con un ademán. Sammy huyó. «¿No sabe quién es?», le pregunté al señor Flood. «Sí, sé quién es. Un negro. Olvídelo.»

WILLIE: ¿Qué aspecto tiene el tal Sam Flood?

MODENE: Tamaño normal. Bastante feo. Pero atractivo, a la vez. Elegante, tostado por el sol. Varonil, aunque de una manera tranquila. Quizá sea el presidente de General Motors.

WILLIE: Ja, ja.

MODENE: Cuando Frank entra, todo el mundo salta. Pero Frank es como el Papa. Te diré que es atractivo y repelente al mismo tiempo.

WILLIE: Fascinante.

MODENE: Eso es.

WILLIE: ¿Fijasteis una cita?

MODENE: Lo intentó, pero le expliqué que no podía porque debido a mi trabajo la mañana siguiente tenía que viajar a Washington. Dijo: «Haré que la cambien a un vuelo con un horario mejor».

Le expliqué que quería ese horario. Por supuesto, no le mencioné lo furiosos que están todos por mis constantes cambios de horarios.

WILLIE: ¿Cómo lo tomó?

MODENE: Dijo: «Me han rechazado otras veces, pero nunca de una manera tan atractiva», y se echó a reír de su propia ocurrencia. Te aseguro, Willie, que este Sam Flood es bastante pedante.

WILLIE: ¿Fue la única vez que lo viste?

MODENE: Me temo que no ha sido más que el comienzo. Cuando dos días después volví a Miami, me encontré con doce docenas de rosas amarillas en mi habitación, seis docenas del día de mi llegada, y las otras seis del día anterior.

WILLIE: Las rosas amarillas, ¿no significan celos?

MODENE: Pues en ese caso, me está enviando un mensaje. Desde entonces, me llegan seis docenas de rosas amarillas todos los días.

WILLIE: ¿Crees que Frank le habló de lo vuestro con Jack?

MODENE: ¿Ésa es la pregunta del millón de dólares? (31 de marzo de 1960.)

Sinceramente,

FIELD

Después del trabajo, volví al Royal Palms. Era cerca de la medianoche, y se me habían pasado los efectos de la borrachera. Empecé a pensar en Giancana y sus rosas amarillas. Conciliar el sueño fue alucinante. El viejo y enorme acondicionador de aire arrancaba como un hipopótamo que intenta incorporarse, para detenerse luego con un gruñido. Volvía el calor. Yo dormitaba, ora cubierto de sudor, ora con escalofríos, y por la mañana desperté con una sensación de pavor, porque tenía la convicción de que debía llamar a mi padre.

15

Parte del problema era cómo contactar con él. No sabía sus números ni tampoco su criptónimo. Aun así, debía de estar trabajando bajo las órdenes de Richard Bissell. No debería de haber más de dos o tres oficiales de esa jerarquía en el Cuartel del Ojo. Esa mañana, cuando llegué a Zenith, consulté nuestra tabla de organización y en el nivel apropiado encontré ESPINA, GUITARRA y HALIFAX.

No se elegía un criptónimo porque le agradara a uno, pero mi padre no era de los que obedecían esa regla. A los diecisiete años, había ganado una regata para capitanes jóvenes entre Bar Harbour y Halifax (en Nueva Escocia). Eso me bastó.

Usé el teléfono de circuito cerrado con el Cuartel del Ojo, de modo que sólo tuve que marcar los tres dígitos pertenecientes a HALIFAX. Contestó Eleanor, la secretaria de mi padre. Reconocí su voz de inmediato. La había visto en varias ocasiones. Era una solterona algo severa que se había pasado la mitad de la vida al servicio de mi padre. Lo había acompañado a todos los destinos —es decir, Viena, el Cercano Oriente, el Lejano Oriente, quizás Honduras durante la operación de Guatemala— y se había ganado a pulso su reputación. Según Kittredge, se rumoreaba que Eleanor era amante de Cal.

En consecuencia, cuando volví a verla le presté más atención. No era abiertamente amigable. Tenía los labios eternamente apretados, y de sus ojos salían chispas. Sabía guardar secretos. En cuanto oí su voz en la línea, se me ocurrió que quizás Eleanor no era su nombre, sino un apodo de la Compañía.

—Eleanor —le dije—, habla Robert Charles desde HAWTHORNE. Si consulta el manifiesto del Cuartel del Ojo, verá que se me permite ingresar telefónicamente a HALIFAX.

—Podemos olvidar el manifiesto —contestó — . Ya sé quién es usted, Robert Charles.

—Eso ahorra tiempo.

—Mi querido muchacho, ¿espera acaso que corra por los pasillos cada vez que llama alguien de Zenith? Es mucho más sencillo memorizar quién es quién allí.

«Qué segunda esposa», pensé.

—Bien —dije—. ¿Está el blanco?

—¿Cómo está la ruta? ¿
Apertura
,
confidencia
, o
búsqueda
? Tiene que especificar, Robert —me recordó, feliz.

—Búsqueda.

Eso significaba el teléfono seguro.

—Le devolverá la llamada dentro de una hora —dijo, y colgó.

Mientras esperaba en mi despacho, me ocupé de unos memorandos atrasados. Desde que había comenzado a trabajar con las transcripciones de Harlot, mi escritorio se había convertido en una montaña de memorandos. En ocasiones se juntaban hasta cincuenta. Si bien la mitad de las notas podían archivarse o ser arrojadas a la papelera, no todas podían esperar. Cuando regresaba a mi escritorio después de un día en las estaciones de reclutamiento, nunca sabía si me esperaba un mal rato. Estaba ojeando los papeles acumulados cuando sonó el teléfono. Era la secretaria informándome que me llamaban por el teléfono seguro.

La cabina de Zenith era un verdadero horno.
Búsqueda
no funcionaba a menos que uno cerrase la puerta, y entonces se cortaba el aire acondicionado. Uno sudaba en progresión directamente proporcional al tiempo que consumía la llamada. Oí «Robert Charles», posiblemente pronunciado con una voz clara y fuerte, pero gracias al interceptor de interferencias, me llegó como proveniente de una tumba.

—¿Eres el personaje que Eleanor dice que eres?

—Definitivamente en servicio, señor.

—Ja, ja. ¿Creías que no sabía dónde encontrarte?

—Empezaba a considerar esa posibilidad.

—Eduardo me ha puesto al tanto de todo. Hijo, no tienes por qué creerlo, pero esperaba compartir el pan contigo la próxima vez que vinieras. Hasta podríamos compartir una copa.

—Me encantaría hacerlo.

—Muy bien, ¿de qué se trata?

Lo conocía muy bien, de modo que fui al grano.

—Aquí se dice que planean cazar a cierto hombre importante. Mi información proviene del Frente.

—Muchacho, estamos en un teléfono seguro. ¿Quieres hacer el favor de decirme a cuál de esos charlatanes has estado escuchando?

—A Faustino Bárbaro.

—He oído hablar de él. Uno de esos políticos gordos.

—Sí, señor.

—¿Qué te dijo?

—Que quiere hablar contigo.

—Lo mismo que muchas personas, entre ellas mi hijo. Pero no siempre explican lo que quieren.

No era bueno provocar la ira de mi padre. Podía ver chispear sus ojos azules. Aun así, no iba a evitar el mensaje.

—Bárbaro tiene conexiones con los matones —dije—, y afirma que dos de ellos van por ahí diciendo que les has asignado la misión de eliminar a Fidel Castro.

—Mentira —respondió de inmediato. Se produjo una pausa—. ¿Cuánto hace que vives con ese sucio rumor? —preguntó.

—Dos noches. Como verás no le di tanta credibilidad como para correr al teléfono.

—Bien, tú sabrás. No es mi estilo, ni el del señor Dulles, ni el del señor Bissell, dar importancia a esa basura.

—Eso parece, ¿no?

—¿Quiénes son esos tipos?

—Bárbaro no me lo quiso decir. Insistió en que debe hablar contigo.

—Maldición, tendré que ocuparme de esto. —Tosió. Supuse que estaría a punto de colgar, pero de pronto pensó que estaba hablando con su hijo—. ¿Estás bien situado en tu trabajo?

—Sí, señor.

—¿Mucho trabajo?

—Sé hacer las cosas.

—Eso he oído. Hunt envió buenos informes sobre ti desde Montevideo. Excepto por esa provocación del KGB. Algún bromista, sin duda. En eso, quizás Hunt se haya equivocado.

—Nadie es perfecto, ni siquiera Howard Hunt.

—Ja, ja. Te veré más pronto de lo que crees —dijo, y colgó.

16

SERIAL: J/38, 767, 859

RUTA: LÍNEA/VAMPIRO-DESVÍO ESPECIAL

A: VAMPIRO-A

DE: FIELD 10:54, 13 DE JULIO, 1960

TEMA: DESCUIDADO

El 12 de abril, bonanza. En una prolongada conversación, BARBA AZUL le habla a AURAL de su encuentro con IOTA en Washington el 8 de abril, de una visita a RAPUNZEL en Chicago el 9 y 10 de abril, de su regreso a Miami el 11 de abril en compañía de RAPUNZEL, y de otra cita entre BARBA AZUL y IOTA en el Fontainebleau ese mismo día. Si bien BARBA AZUL no hace referencia a un encuentro directo entre IOTA y RAPUNZEL, éste ciertamente pudo tener lugar sin que ella lo supiese. De hecho, RAPUNZEL se alojó en el Fontainebleau el n de abril.

Aquí, a riesgo de impacientarlo, he incluido muchos detalles que tal vez usted considere innecesarios, pero confieso estar fascinado por ellos. Transcripción del 12 de abril:

MODENE: Jack acababa de ganar las primarias de Wisconsin, de modo que esperaba encontrarlo de buen humor, pero estaba muy serio cuando llegué a su casa.

BOOK: El fantasma de Harlot
4.68Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

The Minnow by Diana Sweeney
The African Contract by Arthur Kerns
Kaleidoscope by Darryl Wimberley
Geek Abroad by Piper Banks
The White Hotel by D. M. Thomas
With This Ring by Patricia Kay