De todos sus films en mi opinión, éste es aquel en que se siente la comunión más perfecta entre lo que quería conseguir y el resultado en la pantalla. No sé si en esa época ya dibujaba minuciosamente cada plano de la película, pero viéndola se tiene la sensación de algo tan preciso y controlado como un dibujo animado. El gran éxito de
Notorious
se debe probablemente a que alcanza el summun de la estilización y el summun de la sencillez.
A.H.
La sencillez… Es interesante… Es bastante curiosa… En efecto, nuestro esfuerzo siguió esta dirección. En general, en un film de espionaje, hay muchos elementos de violencia y en este caso evitamos todo eso. Utilizamos un método de asesinato sumamente sencillo, diría casi normal, como en un suceso real, como en la vida. El personaje de Claude Rains y su madre van a asesinar a Ingrid Bergman envenenándola lentamente con arsénico, de la misma manera que un hombre hace para matar a su esposa, de una manera que me atrevería a calificar de auténtica, como cuando se quiere disponer de la vida de alguien, sin dejar huellas y sin que nadie se dé cuenta.
En las películas, normalmente, cuando unos espías quieren librarse de alguien, no se preocupan de tomar precauciones, le matan de un tiro de revólver o se lo llevan en automóvil para acabar con él lejos de posibles testigos, en la soledad del campo, o en todo caso dejan su cadáver en un coche que arrojan desde lo alto para simular un accidente. En lugar de todo esto, quise presentar a unos malvados que actúan de manera razonablemente malvada.
F.T.
Es cierto, son muy juiciosos, muy humanos, y se tiene la sensación de que son vulnerables; dan miedo y, sin embargo, sentimos que ellos tienen miedo también.
A.H.
Este era el principio. Sistemáticamente en toda la película. Recuerde la escena en que Ingrid Bergman se reúne con Cary Grant en la ciudad después de haber realizado la primera parte de su misión: entrar en relación con Claude Rains. Está sentada al lado de Cary Grant y, hablando de Claude Rains, dice: «Quiere casarse conmigo.» En este momento, utilicé una diálogo corriente, dicho con sencillez, pero la manera en que está concebida la escena contradice esa sencillez; en el encuadre hay sólo dos personas: Cary Grant e Ingrid Bergman y toda la escena está basada en él: «Quiere casarse conmigo.» Podría creerse que había que crear ahí una especie de suspense sentimental: ¿irá o no Ingrid a casarse con Claude Rains? Pues bien, ése no es el caso, pues la respuesta a esta pregunta no tiene ninguna importancia, está fuera de la escena, y el público debe pensar, simplemente, que ese matrimonio tendrá lugar. De manera absolutamente voluntaria dejé de lado lo que parecía el factor importante, pues la emoción no se produce con la pregunta: ¿irá o no Ingrid a casarse con Claude Rains?, sino del hecho de que este hombre con quien tenía que acostarse para conseguir ciertos informes, contra lo que se esperaba acaba de pedirle que se case con él.
F.T.
Si, comprendo lo que quiere decir, lo importante no es la respuesta que dará Ingrid Bergman a la propuesta de matrimonio, sino el hecho de que esta propuesta inesperada le haya sido hecha.
A.H.
Eso es.
F.T.
Es una buena idea; esta petición de matrimonio produce el efecto de una bomba, tanto más cuanto que no se suele hablar de matrimonio en una historia de espías. Observo además un elemento que volveremos a encontrar después en
Under Capricorn (Atormentada)
: el paso insensible de la embriaguez al envenenamiento o del alcohol al veneno. En la segunda escena de encuentro que tiene lugar en la ciudad, cuando Ingrid Bergman va a reunirse con Cary Grant, eUa ya se siente mal debido al arsénico que le hacen tomar, y Cary Grant, creyendo que va ha recaer en sus malas costumbres alcohólicas habituales la trata con desprecio; éste es un malentendido de una gran fuerza dramática, y para mí de una gran emoción.
A.H.
Precisamente, para mí era muy importante graduar este envenenamiento, hacerlo lo más normal posible, ni loco ni melodramático; se trataba exactamente de una transferencia de emoción.
La historia de
Notorious
es el viejo conflicto entre el amor y el deber. El trabajo de Cary Grant consiste en empujar a Ingrid Bergman al lecho de Glaude Rains. Es una situación completamente irónica, y Cary Grant está amargado a todo lo largo de la historia. Glaude Rains es simpático porque ha sido víctima de su confianza y también porque está enamorado de Ingrid Bergman de manera más profunda que Cary Grant. He aquí, por consiguiente, una serie de elementos de drama psicológico trasladados a una historia de espionaje.
F.T.
Tiene, también, una bellísima fotografía de Ted Tetzlaff.
A.H.
Al comienzo del rodaje rodábamos la escena que presenta a Ingrid Bergman y Cary Grant en coche. La mujer conduce a demasiada velocidad y está un poco borracha.
Se rodaba en estudio ante una transparencia. Sobre la pantalla de transparencias, se veía a un agente montando en una motocicleta que se acercaba y cuando salía de encuadre por la derecha, cortaba en ángulo cruzado (a noventa grados) y continuaba la escena con el agente motociclista, esta vez en el estudio, que llega a la altura del coche. Todo estaba ya dispuesto y Ted Tetzlaff dice: «Todo está preparado para rodar.» Entonces le sugiero: «¿No cree que sería una buena idea tener una luz en un lado, que haríamos girar en la nuca de los actores para dar realidad al faro de la motocicleta que está en la pantalla de transparencias?» Nunca había hecho una cosa semejante y como no le agradaba que yo se lo hiciera ver, me contempló unos segundos y me dijo: «¿Qué, papá, nos interesamos por la técnica?» Luego, durante el rodaje de esta película, ocurrió un pequeño incidente bastante triste. Necesitábamos utilizar el exterior de una casa de Beverly Hills que representara el exterior de una casa de Río, la enorme mansión de los espías. Para escoger esta casa, el jefe del departamento envió a un subalterno que me llevó a ver el lugar. Era un hombrecillo muy tranquilo.
Delante de la casa me pregunta: «Señor Hitchcock, ¿le parece bien esta casa?» Este hombrecillo era el mismo individuo a quien propuse mis dibujos de títulos en la Famous Players Lasky en mis comienzos en el cine, en 1920.
F.T.
¡Oh, es terrible!
A.H.
Le reconocí después de cierto tiempo. Era terrible.
F.T.
¿Le hizo saber que le reconocía?
A.H.
No… Es la tragedia de esta industria. Ya, cuando rodaba
Treinta y nueve escalones
, había que hacer una serie de tomas extras y, para no retrasar el rodaje, el productor me propuso que se las confiáramos a alguien.
Yo pregunté: «¿Quién lo hará? —Graham Cutts—. No, no quiero, es imposible, fui su ayudante en otro tiempo, escribí para él
Woman to Woman
… no se le puede hacer eso. Quizás, pero si no lo acepta usted, no tendrá otra cosa que hacer y no cobrará su dinero». Entonces, me vi obligado a aceptar… Es una cosa terrible ¿no cree?
F.T.
Efectivamente… Nos hemos alejado mucho de
Notorious
. Quisiera decir también que una de las claves del éxito y de la perfección de la película es probablemente la perfección del reparto: Cary Grant, Ingrid Bergman, Claude Rains y la señora Konstantin. Creo que con Robert Walker y Joseph Gotten, Claude Rains ha sido su mejor «malo» y era verdaderamente muy humano; pienso también que su diferencia de estatura con Ingrid Bergman fue igualmente un factor de emoción: un hombre pequeño enamorado de una mujer alta…
A.H.
Era una buena pareja, pero en los planos próximos la diferencia de estatura era tan grande que si queríamos tener a los dos en el encuadre había que montar a Claude Rains sobre unas calzas. En cierto momento, se les veía a los dos llegar desde lejos, y como se acercaban a nosotros recogidos en una panorámica, era imposible que Claude Rains se subiera en unas calzas; fue, por tanto, necesario, construir una especie de falso suelo que se elevaba progresivamente.
F.T.
Ese tipo de cosas me resultaba muy divertido, y todavía más cuando se rueda en cinemascope, pues en cada plano hay que descender las arañas, los cuadros, los apliques, y, simultáneamente, hay que elevar las camas, las mesas y las sillas; para un visitante que entrara en el estudio resultaría un espectáculo francamente ridículo y tengo la impresión de que se podría realizar un buen film cómico sobre el rodaje de una película…
A.H.
A mí también me gustaría mucho y, sobre esto, tengo una idea. Toda la acción se desarrollaría en un estudio, no en el plato ante la cámara, sino fuera del plato, entre las tomas de vista. Las estrellas del film serían personajes secundarios y los personajes principales serían ciertos figurantes. Se podría crear un contrapunto maravilloso entre la historia trivial del film que se rueda y el drama que se desarrolla junto al trabajo. Igualmente, podríamos imaginar que existe un gran odio entre el operador de la película y uno de los eléctricos; cuando el operador se coloca en la grúa, ésta se eleva hasta las bóvedas y los dos hombres disponen de un instante para insultarse.
Y al fondo de todo esto, habría evidentemente elementos satíricos.
F.T.
En Francia, se realizó un film de este género,
Les
Amants de Vérone (Los amantes de Verona)
, de Jacques Prévert, dirigido por André Cayatte. Pero creo que los films que tienen como fondo el mundo del espectáculo tienen fama de no ser comerciales.
A.H.
No lo creo. Aquí rodaron un film que se titulaba
What Price Hollywood (Hollywood al desnudo)
, que fue un gran éxito, y
A Star is Born (Ha nacido una estrella)
, que era muy bueno…
F.T.
Sí, muy bueno, y también
Singing in the Rain
(Cantando bajo la lluvia)
, en el que hay muchos
gags
relacionados con los comienzos del cine sonoro.
F.T.
El guión de
The Paradine Case (El proceso Paradine)
está firmado por el mismo David O'Selznick basado en una adaptación de su esposa (Alma Reville), según una novela de Robert Hichens
[28]
.
A.H.
Robert Hichens escribió también «El jardín de Alá», «Bella Donna» y muchas otras novelas. Es un hombre que pertenece a principios de siglo. Cuando se escogió este tema, escribí con mi mujer un tratamiento, para que Selznick pudiera establecer un presupuesto; luego pedí la colaboración de un autor de teatro escocés. James Bridie, que gozaba de gran reputación en Inglaterra. Tenía unos sesenta años y era muy independiente. Selznick le mandó llamar a Nueva York, pero como nadie fue a recibirle al aeropuerto, regresó a Londres en el avión siguiente. Era un individuo muy independiente. Luego, trabajó en el guión en Inglaterra y nos lo envió. No era un buen método de trabajo. Después, Selznick quiso adaptar él mismo el guión. Era su costumbre en aquellos tiempos. Escribía escenas que enviaba al plato cada dos días. Es un método imposible. Y ahora, pasemos revista a los defectos más evidentes de este film. De entrada, no creo que Gregory Peck pueda encarnar a un abogado británico, pues un abogado británico es un hombre muy educado y que pertenece a las clases superiores.
F.T.
Si hubiera podido escoger…
A.H.
…Hubiera cogido a Laurence Olivier. También pensé en Ronald Colman. En cuanto a la mujer, durante algún tiempo esperamos conseguir la participación de Greta Garbo, lo que hubiese significado su vuelta a la pantalla. Pero el peor error del reparto fue la elección de Louis Jourdan para el papel del criado.
El proceso Paradine
es la historia de la degradación de un abogado aristócrata que se enamora de una cliente. Esta cliente no es sólo una asesina, sino también una ninfómana, y la degradación llega a su punto culminante cuando el abogado debe confrontar delante del tribunal a la heroína con uno de sus amantes que es un criado. Este amante, el criado, debía oler a estiércol, realmente debía oler a estiércol.
Por desgracia, Selznick tenía contratada a Alida Valli, de quien pensaba que podría llegar a ser una segunda Ingrid Bergman, y tenía igualmente bajo contrato a Louis Jourdan, y por tanto era necesario que yo los utilizara. Todo esto ha estropeado de manera considerable la historia.
En cuanto al mismo asesinato, que tuvo lugar antes de empezar la acción, no fui nunca preciso a este respecto, pues no lo comprendí bien; los personajes se habrían cruzado al pasar de una habitación a otra en lo alto o en lo bajo de una escalera, en un pasillo… verdaderamente no comprendí la topografía de esta casa ni cómo ocurrió el asesinato. Para mí el interés del film estribaba en presentar a una mujer como la señora Paradine, a quien se echa de pronto en manos de la policía, y todas las formalidades a las que debe someterse para abandonar la casa escoltada por dos inspectores, mientras dice a su criada: «No creo que esté de vuelta para la cena»; luego, pasará la noche siguiente en una celda y ya no volverá a salir jamás. De todo esto hay un eco en
The Wrong Man
(Falso culpable)
. Siempre he pensado, en efecto, y quizás sea la expresión de mi propio miedo, en las personas normales a las que de pronto se priva de libertad para encarcelarlas con delincuentes profesionales. Es frecuente presentar a criminales a los que se encarcela, pero cuando se trata de una persona de categoría provoca un contraste de colorido que me intriga mucho.
F.T.
Este contraste estaba ilustrado por un buen detalle, cuando la señora Paradine llega a la cárcel; una carcelera deshace su peinado y pasa los dedos por el cabello para asegurarse de que no lleva nada oculto… También me parece que Ann Todd, en el papel de la esposa del abogado, no era adecuada.
A.H.
Era demasiado fría.
F.T.
Finalmente, los mejores personajes de esta película eran los papeles secundarios, el juez, interpretado por Charles Laughton, y su mujer, Ethel Barrymore. Los dos tienen una escena muy bella, hacia el final, cuando Ethel Barrymore expresa compasión por Alida Valli, que será ahorcada, al tiempo que Laughton se revela verdaderamente implacable… En otro momento. Charles Laughton se presenta claramente como un hombre concupiscente. Al salir del comedor, lanza una mirada al hombro desnudo de Ann Todd. Luego, va a sentarse a su lado y, fríamente, sin darle ninguna importancia, coge su mano en la suya delante de todo el mundo. Es más que insolente, es escandaloso y está rodado con mucha delicadeza, como si no tuviera ninguna importancia. Toda la segunda hora de la película está consagrada al proceso, y supongo que esta parte del tribunal le interesaba de manera especial.