Diáspora (32 page)

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Authors: Greg Egan

BOOK: Diáspora
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Mientras las nanomáquinas añadían los toques finales al aparato, conectando la fuente de neutrones y los detectores al enlace de datos del compartimento, Yatima consideró ponerse en contacto con Blanca. Pero en la única ocasión en que se habían visto, el clon de Voltaire no manifestó ningún interés por las ideas de su yo muerto de Fomalhaut. Blanca se había negado, en todos los lugares, a avanzar al equivalente carnoso —el estándar
de facto
posterior a la llegada que había adoptado toda la Diáspora— y en consecuencia su situación era cada vez más aislada.

Yatima hizo un gesto hacia un interruptor al lado de la fuente de neutrones, que no era más que un objeto de panorama encajado en su visión de la máquina, pero activarlo enviaría una señal a Liliput para liberar el primer neutrón.

—¿Quieres hacer los honores?

Orlando vaciló:

—Todavía no estoy seguro de qué deberían estar esperando. Física exótica de los Transmutadores... o la diversión de verte intentar escapar de ésta si te equivocas.

Yatima sonrió con serenidad.

—Lo más maravilloso de la
esperanza
es que no tiene ningún efecto sobre nada. Dale al interruptor.

Orlando avanzó un paso y lo hizo. La pantalla a su lado — otro objeto de panorama— se llenó al instante de símbolos que pasaban muy rápido y dejaban un borrón ilegible. Yatima había esperado un patrón corto., recurrente después de como mucho cinco o seis rotaciones... o si los neutrones eran tristemente normales, sólo dos. Unos pocos segmentos habrían bastado para demostrar la idea, pero quizá los Transmutadores no habían podido controlar la longitud total.

Orlando dijo:

—¿Es un fallo del equipo o un éxito por todo lo alto?

—Éxito por todo lo alto. Espero.

Yatima le envió a la pantalla instrucciones gestalt para que volviese atrás. El comienzo de los datos mostraba al neutrón entrando y saliendo de fase con las rotaciones repetidas:

—++—+—+++—+—+—++++—+—+—+—+++++...

Justo debajo aparecía la interpretación:

FbFFbbFFFbbbFFFFbbbb

Orlando leyó en voz alta:

—Fermión, bosón, fermión, fermión, bosón, bosón...

Yatima dijo:

—No es una broma, lo juro.

—Te creo. —El conteo llegó a 126. Lugo el patrón se interrumpió y lo sustituyó algo mucho menos descifrable. Orlando parecía casi temeroso—. Es un mensaje. Nos han dejado un mensaje.

—No lo sabemos.

—Podría ser el equivalente de toda su biblioteca de polis. Atada en un único agujero de gusano de neutrón, como nudos en una cuerda. —Ahora sonreía vacilante; Yatima se preguntó si el software de corporeidad le dejaría desmayarse por efecto de la conmoción.

—O simplemente podría ser una demostración de artificialidad. Una secuencia improbable, de forma que nadie la tome por un fenómeno natural y malogre su física intentando explicarla. No saques conclusiones apresuradas.

Orlando asintió y se limpió la frente con la palma. Le hizo un gesto a la pantalla para mirar los datos más recientes; el torrente continuaba, pero visiblemente más despacio. Cada prueba para un número diferente de rotaciones se debía realizar varias veces para obtener estadísticas fiables... y tras mil millones de rotaciones y una medida de interferencia no podías limitarte a rotar el neutrón una vez más para comprobar mil millones más una, tenías que empezar desde cero.

Esperaron a que el patrón se repitiese. Después de veintidós minutos, el neutrón decayó sin repetirse. En teoría, el protón resultante habría conservado la misma estructura oculta, pero Yatima no había preparado nada para capturarlo y además toda la máquina hubiera tenido que ser reconstruida para ocuparse de una partícula con carga.

Dio instrucciones al analizador para adoptar una frecuencia de rotación mucho más alta. El segundo neutrón ofreció rápidamente la misma secuencia que el primero, y sobrevivió el tiempo suficiente para empezar a repetirse, después de seis por diez a la dieciocho segmentos. Seis exabytes de datos no eran exactamente una biblioteca de polis, pero dejaban espacio para algo más que la firma del artífice o algunos descuidados grafitis subatómicos.

La pantalla tradujo la secuencia en forma de la estilizada escalera en espiral de Orlando, una cinta retorcida que recordaba al ADN pero que era mucho más larga que cualquier genoma o semilla mental. Hasta este momento, Yatima no había acabado de sentir en este lugar la presencia de una mano alienígena; la firma de los isótopos era clara, pero también demasiado amorfa para transmitir algo más que su propia artificialidad. No habían encontrado ruinas, ni monumentos, ni restos... y era imposible saber si la vida de los oasis estaba formada por los primos biológicos de los Transmutadores, sus mascotas artificiales o no era más que un simple accidente sin ninguna conexión con ellos. Pero ahora el planeta había revelado que estaba repleto de artefactos mucho más antiguos que cualquier rascacielos o pirámide, con más información que cualquier papiro o disco óptico. Y cada picogramo de dióxido de carbono atmosférico contenía trescientos mil millones de esos artefactos.

Se volvió hacia Orlando.

—¿Comunicamos ya la noticia o intentamos primero una interpretación? —La librería rebosaba de programas para el análisis de patrones, el producto de tres milenios de intentos por prepararse para este momento. Algunas personas ya habían ejecutado la mayoría sobre varios genomas de Swift, buscando sin éxito mensajes ocultos.

Orlando logró componer una sonrisa conspirativa.

—No es como entrar en una tumba. No podemos hacer daño si sólo miramos.

Yatima saltó al panorama índice de xenolingüística, una sala llena de vitrinas con piedras de Rosetta, rollos frágiles, manuscritos y antiguas máquinas electromecánicas para romper códigos. Todo falso. Creó una línea de entrada desde el almacén de la información de los neutrones hasta una serie de esos programas de análisis. Orlando había acudido también y los dos se quedaron en la sala enmoquetada observando en silencio cómo un enjambre de luciérnagas blanco-azuladas, que representaban los datos, se movía de un icono al otro.

El decimosegundo icono de la cadena era una antigua pantalla de tubo de rayos catódicos, que representaba un programa absurdamente ingenuo que Yatima sólo había incluido porque ejecutarlo llevaría muy poco tiempo. La pantalla se iluminó en cuanto las luciérnagas se encendieron sobre su carcasa de baquelita.

La imagen comenzó con una única línea vertical y corta, para luego alejarse lentamente mostrando varias docenas, luego centenares, de líneas similares. Yatima no reconoció el patrón, pero el software sí: el punto inferior de cada línea marcaba la posición de una estrella... Voltaire y su fondo desde cierto ángulo, unos cincuenta millones de años atrás. Curiosamente, no era una vista en perspectiva, sino una proyección ortogonal. ¿
Indicaba algo sobre el sistema de percepción de los Transmutadores
? Yatima se contuvo; se habían dibujado mapas de la Tierra con todo tipo de formas, desde pieles de naranja aplastadas hasta el reflejo del planeta sobre un gigantesco espejo distorsionador. Ninguno de ellos indicaba nada sobre la visión normal de los carnosos.

Orlando exhaló con fuerza.

—¿Píxeles? ¿Es así de simple? —Sonaba casi decepcionado, pero luego rió, jubiloso—. ¡Buenas viejas imágenes bidimensionales, cambiando en el tiempo! ¿Qué tal como antídoto contra el abstraccionismo? —Tras un momento, añadió—: Incluso si no es más que una porción de los datos. —Yatima recibía etiquetas gestalt enviadas por el icono del tubo de rayos catódicos. Etiquetas repletas de información adicional, Pero Orlando leía tortuosamente eso mismo en texto lineal, en una ventana de traducción que su exoyó había pegado al panorama.

Según el movimiento de las estrellas, se determinó que el tiempo entre cada fotograma era de unos 200 años; el software mostraba cincuenta fotogramas, 10.000 años, por tau. Era una visión muy estilizada y la imagen era binaria: ni siquiera una escala de grises, sólo blanco y negro. Pero el software había llegado a la conclusión de que las líneas verticales asignadas a cada estrella constituían una especie de escala de luminosidad, ofreciendo la distancia a la que la densidad de energía de la radiación de la estrella caía a sesenta y un femtojulios por metro cúbico... que por coincidencia o no era la misma que la del fondo cósmico de microondas. Para Voltaire, la distancia era de una dieciochoava parte de un año luz; para el Sol, como una séptima. La proyección ortogonal permitía que las «líneas de luminosidad» de algunos cientos de estrellas fuesen visibles simultáneamente, todas a la misma escala; una perspectiva realista desde cualquier punto de la galaxia hubiese mostrado toda las líneas, excepto unas pocas, reduciéndose con la distancia hasta el punto de la invisibilidad, oscureciendo considerablemente el mensaje a transmitir.

Pero a medida que la visión se fue ampliando, las líneas de todas las estrellas acabaron pronto reducidas a puntos idénticos de un solo píxel. Yatima sentía confusión, pero no comentó nada.

Cuando fue visible toda la Vía Láctea, no exactamente de canto, la ampliación se detuvo. Luego, de pronto apareció una línea corta vertical: de mil doscientos años luz de longitud, apuntando hacia arriba desde el plano del disco galáctico, desapareció después de un fotograma. Yatima se había estado preguntando cómo haría el mapa para mostrar fuentes de radiación que brillasen durante menos de 200 años; el método más simple sería igualar su energía total a la emisión de una estrella normal durante dos siglos. Con esa base, una línea de luminosidad de mil doscientos años se correspondía con una ráfaga de radiación comparable a la emisión solar durante catorce mil millones de años. El tipo de estallido producido por dos estrellas de neutrones en colisión.

¿
Neutrones para advertir contra estrellas de neutrones
? ¿Era ése otro nivel de los múltiples significados superpuestos de los isótopos?

Cada doscientos o trescientos mil años aparecía otro estallido en algún punto de la galaxia. Líneas más pequeñas saltaban con mayor frecuencia, muchas de ellas supernovas; algunas se correspondían con restos conocidos. Orlando preguntó sombrío:

—Así que, ¿es historia o predicción?

—Bien, considerando el patrón de isótopos pesados en la corteza, parece que los Transmutadores procesaron la atmósfera hace al menos mil millones de años, por tanto, si su predicción de esos eventos en su futuro lejano es precisa, eso demostraría que comprendían la dinámica de las binarias de estrellas de neutrones mucho mejor que los astrónomos C-Z o gleisners. Era imposible evaluar sus aciertos con esos estallidos antiguos, anteriores incluso a la astronomía de rayos gamma de los carnosos, pero si resultaban haber anticipado correctamente el momento de la colisión de Lac G-1, entonces quedaría claro que eran pronosticadores extraordinariamente fiables.

Yatima miró a Orlando, que tenía los ojos fijos en la pantalla. Los Transmutadores podían prometerle una eternidad carnosa sin otro Lacerta. Podían garantizarle un regreso seguro a la Tierra y a todo lo que apreciaba.

Unos 100.000 años antes del presente, la escala volvió a cambiar. Yatima observó con incomodidad cómo aparecía la galaxia de Andrómeda, todo el Grupo Local e incluso cúmulos galácticos más distantes. Luego, en 26.000 AP apareció una línea, de casi dos mil millones de años luz de longitud, ensartando la diminuta Vía Láctea.

La imagen volvió a contraerse con rapidez, justo a tiempo para mostrar el estallido de rayos gamma en 2.000 AP: Lac G-1. Los Transmutadores habían predicho correctamente el momento del estallido dentro del fotograma de 200 años más cercano, y su posición y energía hasta el píxel más cercano.

Orlando permaneció en silencio mientras el mapa repasaba otros veinte millones de años. En ese tiempo no mostró ningún estallido de rayos gamma tan cerca de la Tierra como para dañar la biosfera.

Pero si las predicciones del mapa eran todas igualmente fiables, entonces 26.000 años atrás en el centro galáctico se habría producido un evento que hacía que cualquier estallido normal fuese irrelevante. Dentro de mil años, las consecuencias llegarían por fin a la región... y aunque la Diáspora, los gleisners y las polis de la Tierra huyesen de inmediato, cuando el pulso de radiación les alcanzase al fin, sería treinta millones de veces más intenso que Lacerta.

Paolo dijo con firmeza:

—No es posible. Harían falta seis o siete mil millones de masas solares sufriendo colapso gravitatorio para emitir tanta energía.

Yatima había solicitado verle para hablar de Orlando, no para discutir por milésima vez el significado de la información de los neutrones. Pero Paolo parecía decidido a despachar el estallido del centro galáctico antes de saber nada sobre otro tema, y quizá fuese justo. Ahora mismo, la creencia o no en el suceso formaba la base de toda acción.

—El núcleo galáctico contiene masa de sobra, dependiendo de dónde traces el límite.

—Sí, pero todas esas estrellas están en órbita. No están a punto de colapsar un gigantesco agujero negro.

Yatima rió sin ganas.

—Las estrellas de neutrones de Lac G-1 también estaban
en órbita
. Se suponía que no iban a chocar hasta dentro de siete millones de años. Así que no apostaría mi vida a la conservación de su momento angular hasta no descubrir qué pasó con el de Lacerta.

Paolo se encogió de hombros con desdén. No era él quien tenía que demostrar nada. Incluso si lo estaban leyendo adecuadamente, el mensaje de los Transmutadores no tenía por qué ser verídico; incluso si era verídico, no había razón para creer que fuese infaliblemente cierto. Y la incapacidad de explicar Lacerta no implicaba que hubiese que descartar alegremente las leyes de conservación. Si se hubiese tratado de un argumento puramente teórico, Yatima habría admitido todo eso sin problema.

Miró hacia el Corazón, intentando apreciar el estado de ánimo. La gente hablaba en voz baja formando grupos pequeños, nerviosos y apagados, pero en absoluto desesperados. Desde que se habían comunicado la información de los neutrones, Yatima había presenciado en C-Z Voltaire un abanico tan amplio de respuestas como había visto entre los carnosos al saber lo de Lacerta. Muchos ciudadanos simplemente se habían negado a aceptar que el estallido del centro galáctico fuese una posibilidad real... y algunos habían sucumbido a fantasías paranoides que rivalizaban con las de cualquier carnoso, declarando que los Transmutadores habían insertado el mensaje para provoca un estado de pánico y degeneración en las civilizaciones «rivales». Otros buscaban formas de sobrevivir al suceso. Colocarse a la sombra de un planeta podría proteger a las polis de los rayos gamma, pero sería imposible escapar al flujo de neutrinos, tan intenso como para dañar todas las estructuras moleculares excepto las más robustas. Por ahora, el plan más plausible que Yatima había oído implicaba grabar los datos de la polis en forma de un patrón de zanjas profundas en la superficie de un planeta y luego construir un vasto ejército de robots no conscientes con distintas escalas, desde nanoware hacia arriba, tan numeroso que hubiese la posibilidad de que sobreviviesen los suficientes para reconstruir la polis.

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