Cómo mejorar su autoestima (13 page)

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Authors: Nathaniel Branden

BOOK: Cómo mejorar su autoestima
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Si respondiera más a las necesidades del adolescente...

Una de las maneras en que mí sí-mismo adolescente podría ayudarme en mi vida es...

Una de las cosas que aprecio de mi sí-mismo adolescente es...

Comienzo a sospechar que...

Si me permito comprender lo que he escrito...

Trabajando en las terapias con esta técnica, he observado que hay pacientes que se resisten a ella con irritación, porque, según dicen, fueron adolescentes tan confundidos, solitarios y llenos de incertidumbre que literalmente no quieren tener nada que ver con esa entidad. Olvidan que esa entidad reside ahora dentro de ellos y que es
a sí mismos
a quienes repudian.

Algunos de los principios de oraciones ofrecidos apuntan a resolver la cuestión. Por ejemplo, para completar
Cuándo mi sí-mismo niño se siente ignorado por mí...,
escriben (sorprendidos) finales como éstos: se porta mal; se vuelve rencoroso; me obliga a hacer cosas estúpidas; se vuelve absurdamente desafiante; me confunde; me hace actuar como si tuviera la mitad de mi edad; me vuelve imprudente; me hace irresponsable, etcétera. Después, al completar principios como:
Si perdonara más a mi si-mismo adolescente...
o
Sí respondiera más a las necesidades del adolescente...,
escriben finales como: se ablandaría; sería menos suspicaz; me ayudaría, en vez de combatirme; se sentiría parte de mí; me permitiría emplear mis conocimientos; no me involucraría en cosas de las que debo mantenerme apartado; no sería tan rebelde; no sería tan hosco, etcétera.

Estos finales hablan por sí mismos. Cuando nos declaramos la guerra a nosotros mismos, creamos un adversario al que no podemos vencer. Cuando nos aceptamos y respetamos, creamos un amigo y un aliado.

Como ya hice con el sí-mismo niño, quiero proponer algunos principios de oraciones avanzados para aplicar a la adolescencia. Comience con
Cuando tenía trece años...,
y siga con:

Una de las cosas que mi sí-mismo de trece años necesita de mí y nunca ha obtenido es...

Cuando mí si-mismo de trece años trata de hablarme...

Si estuviera dispuesto a escuchar a mi si-mismo de trece años con aceptación y compasión...

Si me niego a atender a mí sí-mismo de trece años...

Y por último:
Al pensar en volver atrás para ayudar a mi sí-mismo de trece años...

Luego haga lo mismo con cada uno de sus "si-mismos" hasta los diecinueve años (puede seguir más allá, si es realmente ambicioso). Se sentirá más completo, más integrado que lo que nunca ha estado en su vida.

Después recuerde el cuarto ejercicio propuesto para integrar al sí-mismo niño, y adáptelo al si-mismo adolescente. Utilice su imaginación para colocar a su sí-mismo frente a usted. ¿Qué imaginan ambos que podrían sentir al mirarse el uno al otro? Y si tuviera usted que extender los brazos en ademán de afecto y confianza, ¿cómo se sentiría? Si abrazara a ese si-mismo (como se abraza a un adolescente, no a un niño) (comunicándose no con palabras sino con las manos, los brazos, el cuerpo, enviando mensajes de compasión y cariño), ¿cuál sería su experiencia? Hágalo, y descúbralo. Preste atención a la gama completa de sus sentimientos. Persevere, sea cual fuere la respuesta que reciba de su sí-mismo adolescente. Al curar al adolescente, se curará usted.

Sé que habrá muchos lectores a quienes este ejercicio les parecerá extraño. ¿Solo, en una habitación, crear una relación de cariño con el adolescente que fui tiempo atrás? ¿Qué tiene esto que ver con lo que siento hoy? Si hace el ejercicio (no una vez, quizás, sino varias), descubrirá la respuesta.

El ejercicio requiere sólo dos o tres minutos. Pero practíquelo todos los días durante uno o dos meses, y notará la diferencia en el modo de experimentarse a usted mismo. Pondrá fin a una guerra en la que ha estado envuelto —inconscientemente— durante años. Si en este período usted escribe un diario personal, y algunos días añade media docena de finales para el principio
Estoy empezando a sentir...,
obtendrá una visión más clara de su progreso.

El solo hecho de comprometerse a realizar este ejercicio, así como los anteriores, aumentará su autoestima, porque significará que usted se considera digno de este esfuerzo. Si ve que se muestra reacio a hacer el esfuerzo, quizás deba usted formularse esta pregunta:
¿Qué otra cosa más importante que ésta tengo que hacer?

Vivir de un modo responsable

Las personas que gozan de una alta autoestima tienen una orientación hacia la vida
activa,
y no pasiva. Asumen plena responsabilidad en cuanto a la realización de sus deseos. No esperan que otros hagan realidad sus sueños.

Si surge un problema, se preguntan: "¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Qué posibilidades de acción tengo a mi alcance?" No exclaman: "¡Alguien tiene que hacer algo!" Si algo ha salido mal, se preguntan: "¿Qué es lo que pasé por alto? ¿En qué equivoqué mi cálculo?". No se entregan a una apoteosis de inculpaciones.

En conclusión, afrontan la responsabilidad de su propia existencia.

Y, según el principio de causalidad recíproca analizado antes (los actos que causan una buena autoestima son también expresiones de una buena autoestima), la gente que asume la responsabilidad de su propia existencia tiende, por lo tanto, a generaruna saludable autoestima, hasta el punto de pasar de una orientación pasiva a una orientación activa, de gustarse más, de tener más confianza en sí misma, y de sentirse más apta para la vida y más merecedora de felicidad.

En mi trabajo psicoterapéutico veo con frecuencia que las transformaciones más radicales ocurren después de que el paciente se da cuenta de que nadie va a acudir en su rescate. "No acude nadie" es una frase que oigo mucho en mi trabajo, en todos los niveles. Cuando al fin me permití asumir la plena responsabilidad de mi vida (me ha dicho más de un paciente), comencé a crecer. Empecé a cambiar. Y mi autoestima empezó a aumentar."

La autorresponsabilidad comprende realizaciones como las siguientes:

Soy responsable de mis elecciones y acciones.

Soy responsable del modo en que utilizo mi tiempo.

Soy responsable del nivel de conciencia que aplico a mi trabajo.

Soy responsable del cuidado o la falta de cuidado con que trato a mi cuerpo.

Soy responsable de mantener las relaciones que decido entablar o en las que elijo continuar.

Soy responsable del modo en que trato a los demás: Mi cónyuge, mis hijos, mis padres, mis amigos, mis socios, mi jefe, mis subordinados, el vendedor de una tienda.

Soy responsable del significado que doy o dejo de dar a mi existencia.

Soy responsable de mi felicidad.

Soy responsable de mi vida en lo material, lo emocional, lo intelectual y lo espiritual.

Cuando hablo de "ser responsable" en este contexto, no quiero decir ser receptor de acusaciones o culpas morales, sino ser el principal agente causal de la propia vida y conducta. Esto es muy importante.

Al analizar algunas de las aplicaciones de la autorresponsabilidad en
Honoring the Self
escribí:

Un paciente, en la terapia, aprende la pregunta: "¿Por qué y cómo me
estoy volviendo
tan pasivo?", en lugar de quejarse: "¿Por qué
soy
tan pasivo?". En vez de afirmar que no puede ocuparse de nada, aprende a explorar cómo y por qué se niega a experimentar sentimientos Intensos con respecto a cualquier cosa. "¿Por qué?" en este contexto significa: "¿Con qué propósito?". En vez de decir: "¿Por qué siento este tenso dolor en la nuca?", aprende a decir: "¿Qué sentimientos estoy tratando de evitar al experimentar la tensión de los músculos de mi nuca?". En lugar de lamentarse de que la gente se aproveche de él con tanta frecuencia, aprende a preguntar: "¿Por qué y cómo invito o aliento a la gente a que se aproveche de mí?". En lugar de quejarse: "Nadie me comprende", pregunta: "¿Por qué y cómo hago difícil que la gente me entienda?". No dice: "¿Por qué las mujeres no se fijan en mí?", sino: "¿Qué hago para que las mujeres no se fijen en mí?" En vez de lloriquear:."Siempre fracaso en todo lo que intento", comienza a considerar: "¿Por qué y cómo busco el fracaso en todo lo que intento?".

No es mi intención sugerir que una persona nunca sufre a causa de un hecho accidental o por los fallos de los demás, o que es responsable de
todo
cuanto pueda sucederle. No somos omnipotentes. No apoyo la grandilocuente noción de que "Soy responsable de todos los aspectos de mi existencia y de todo lo que me acontece".

Sobre algunas cosas tenemos control, sobre otras no. Si me hago responsable de asuntos que están más allá de mi control, pondré en peligro mi autoestima, ya que, inevitablemente, no lograré alcanzar mis propios objetivos. Si niego mi responsabilidad en cuanto a cosas que sí están bajo mi control, nuevamente pongo en peligro mi autoestima. Necesito saber la diferencia entre lo que depende de mí y lo que no. También necesito saber que soy responsable de mi actitud y mis acciones relacionadas con aquellas cosas sobre las que no tengo control, como la conducta de otras personas.

La autorresponsabilidad, racionalmente concebida, es indispensable para una buena autoestima. Evitar la autorresponsabilidad nos hace víctimas de nuestra propia vida. Nos vuelve indefensos. Otorgamos poder a todos, menos a nosotros mismos. Pero cuando nos sentimos frustrados buscamos echarle la culpa a alguien; son
otros
los que tienen la culpa de nuestra desdicha. En contraste, la apreciación de la autorresponsabilidad puede resultar una experiencia vigorizadora y tonificante. Vuelve a poner nuestra vida en nuestras manos.

La técnica de completar oraciones ayuda a poner de relieve este punto con rapidez y claridad:

"Si tuviera que dejar de culpar a mi mujer por mi desdicha (confesaba un agente inmobiliario de mediana edad), me enfrentaría a mi propia pasividad; tendría que afrontar el hecho de que casi toda mi vida me he sentido triste; tendría que reconocer que elegí permanecer con ella sin que nadie me obligara; tendría que admitir que necesito alguien a quien echar la culpa; renunciaría al control que tengo sobre ella; debería considerar las opciones que están a mi alcance;
tendría que hacer otra cosa, en lugar de sufrir:"

"Si debiera aceptar que soy responsable del estado de mi cuerpo (decía una joven que comía y bebía demasiado), tendría que dejar de sentir lástima de mí misma; tendría que dejar de culpar de todo a mis padres; quizás tendría que empezar a hacer gimnasia; no creo que pudiera seguir abusando de mi cuerpo como lo hago ahora; me gustaría más a mí misma; dejaría de compadecerme; saldría de mi apatía y
me pondría a hacer algo para solucionarlo."

"Si asumiera la responsabilidad de mis sentimientos (aseveraba una mujer, madre y esposa, cuyos estallidos emocionales constituían una tormenta que azotaba incesantemente la vida de su familia), tendría que considerar que cuando me siento frustrada me convierto en una niña; tendría que afrontar las razones reales que me hacen desdichada; sabría que gran parte de mi ira es un disfraz de mi inseguridad; quizás podría ser más honesta con mi marido con respecto a mis miedos; no atormentaría a los niños; tendría que admitir que a menudo utilizo las emociones para manipular a mi familia y conseguir que hagan lo que yo quiero; tendría que aceptar que los demás también tienen sentimientos; pensaría antes de hablar; no
me vería como una víctima del universo."

"Si asumiera la responsabilidad de obtener lo que deseo (declaraba un hombre de unos treinta años que nunca había conservado un empleo por más de ocho meses), tendría que reconocer que el tiempo pasa, y que no me vuelvo más joven, sino más viejo; no soñaría despierto ni fantasearía tanto; tendría que admitir que no he hecho otra cosa que perder el tiempo; tendría que admitir cuánto me asusta comprometerme de verdad con cualquier cosa; no envidiaría tanto el éxito de otras personas; no podría seguir culpando al sistema; tomaría un rumbo y continuaría en él; dejaría de presentar excusas;
reconocería que nada va a mejorar si yo no cambio."

"Mientras pueda seguir culpando a mis padres de mi desdicha (manifestaba un maestro que cambiaba de terapeuta varias veces al año), nunca tendré que crecer; puedo hacer que la gente sienta lástima de mi; puedo hacer que mis padres se sientan culpables; puedo hacer que los otros sientan que tienen que recompensarme por lo que me pasa; puedo decirme a mí mismo que no es culpa mía; puedo derrotar a mis terapeutas; puedo sentirme trágico; puedo ser una víctima; tengo una excusa para todo; no
tengo que hacerme cargo
de mi
vida,"

"Si debiera asumir plena responsabilidad por mi propia vida (decía un psiquiatra que respondía a las necesidades de todos menos a las suyas y las de su familia), dejaría de decirme a mí mismo que estoy demasiado ocupado como para ser feliz; dejaría de tratar de impresionar a mis pacientes con mi amabilidad y mi comprensión; dejaría de sentirme un mártir; dejaría de insistir en que mi esposa me haga concesiones ilimitadas; sabría dónde termina mi responsabilidad para con los demás; seria más amable conmigo mismo y con mi esposa y mis hijos; reconocería que el autosacrificio es una claudicación; empezaría a aplicar en mí mismo lo que enseño a mis pacientes; admitiría que nadie puede vivir para los otros, y si pudiera, no debería hacerlo; viviría con mayor integridad; yo mismo me respetaría más, y también lo haría mi familia;
tendría que pensar qué es lo que realmente pretendo de la vida."

Si usted aún no ha hecho los ejercicios de completar oraciones, se asombrará de la ingenuidad con que la gente reconoce lo que persigue evitando hacerse responsable de sí misma. Pero si usted en verdad desea aumentar su autoestima, le propongo algunos principios de oraciones con los cuales trabajar antes de seguir adelante:

A veces, cuando las cosas no van bien, me convierto en un ser indefenso mediante...

Lo bueno de volverse una criatura indefensa es...

A veces trato de evitar la responsabilidad culpando a…

A veces me mantengo pasivo mediante…

A veces utilizo la autorrecriminación para...

Si actuara con más responsabilidad en el trabajo...

Si actuara con más responsabilidad para obtener éxito en mis relaciones...

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