Agentes del caos I: La prueba del héroe (40 page)

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Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Agentes del caos I: La prueba del héroe
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Scaur cogió el informe de Solo de entre los documentos que había llevado consigo, lo contempló y tamborileó con los dedos sobre él.

—Solo afirma que lo que ustedes denominan residuo estaba vivo en algún momento. Describe a la criatura como una especie de insectos que aparecieron salidos de la nada.

Kalenda apretó los labios.

—Señor, no voy a intentar comprender la naturaleza de la toxina o la mecánica de su dispersión. Yo sólo sé que la intención era asesinar a Han Solo.

—Y en lugar de eso, fue la propia Elan la que sucumbió a la toxina. —Presumiblemente. Dentro de una cápsula de salvamento, en la que la compañera de Elan aprovechó a su vez para escapar.

—¿Se sabe lo que ocurrió con la cápsula?

—Todavía no. Hemos investigado el planetoide, pero no hemos encontrado nada. Es posible que la nave aún siga allí, en alguna parte, alojada en un grieta o cueva; pero también podría haber sido recuperada por la fragata enemiga o destruida durante el fuego cruzado entre la fragata y el portacruceros
Thurse
.

—Sigo sin entender por qué tomó Solo la decisión de devolverlas —gruñó Scaur—. No, olvídenlo. Conociendo a Solo como le conozco, esos actos son coherentes con su carácter impulsivo.

—En defensa de las acciones de Solo, señor, diré que estaba siendo perseguido por una nave enemiga.

—Sí, pero era obvio que el enemigo no quería recuperar a las desertoras.

—Estaba convencido de que Elan había asesinado una vez y de que volvería a hacerlo, puede que hasta matarlo a él para proteger su secreto, cosa que, de hecho, intentó hacer. De haber muerto Solo y regresado Elan a nuestro seno, quién sabe lo que habría llegado a hacer. Además, señor, esta deserción despertó dudas desde el principio. El comandante del crucero
Soothfast
puede atestiguarlo.

Scaur asintió, mirando a Kalenda.

—Seguro, coronel. Supongamos por un momento que las acciones de Solo estuvieran justificadas; eso significa que habría que reevaluar los éxitos de la Nueva República en el Sector Meridian, por no mencionar la victoria de Ord Mantell —negó con la cabeza con arrepentimiento—. Tendríamos que haber permitido que el Servicio de Inteligencia del Ejército se ocupara de la situación. ¿Se dan cuenta de la posición en la que nos ha dejado?

—¿Señor? —preguntó Kalenda.

—El personal de mando está convencido de que hemos hecho mal el trabajo. Por mucha amenaza que supusiera Elan, podría haberse conseguido mucho de tenerla como prisionera. Y lo que es más, al parecer alguien con acceso a información de alto secreto informó a la Brigada de la Paz de los planes para trasladar a Elan a Coruscant.

Scaur cogió otro documento en duralámina del montón y lo miró.

—Seis miembros del ejército, catorce oficiales internos, la media docena de senadores que componen el Consejo de Seguridad e Inteligencia… Alguno de ellos filtró la información… directamente a la Brigada de la Paz o mediante un intermediario. —Miró alrededor de la mesa—. ¿Cuál de estos individuos pudo filtrar algo de tal magnitud?

—Todos ellos tenían acceso a la misma información —dijo Kalenda—, pero fuera quien fuera, no sólo se puso en contacto con la Brigada de la Paz, sino que también consiguió infiltrarse en nuestra red e interrumpir la vigilancia del grupo. Se está analizando esa infiltración.

—Todo eso está muy bien —comentó Scaur—, pero la pregunta que hay que hacerse es si tenemos un traidor o un topo entre nosotros. ¿Un agente enemigo?

—¿Alguien con un enmascarador ooglith? —preguntó un oficial mon calamari desde el otro extremo de la mesa.

—No necesariamente. Los yuuzhan vong debieron de comprar los servicios de la Brigada de la Paz, y eso es también aplicable a quien les pasó la información. Podría haber miembros del Gobierno de la Nueva República trabajando con el enemigo.

—Pero devolver a a los yuuzhan vong iba contra su plan —señaló el director delegado de Inteligencia bothano.

Scaur se mordió el labio inferior.

—Es posible que nuestro traidor no estuviera al tanto del plan, sólo de la deserción. Nuestra aparente victoria en Ord Mantell convenció al traidor de que Elan necesitaba ser rescatada antes de que se provocara más daño.

—Quizá fuera alguien tanteando —musitó Kalenda—. Alguien que quería tratar con la Brigada de la Paz sin tener contacto con los yuuzhan vong.

—Quizá la Brigada de la Paz tuviera algo que ver con el traidor —sugirió un oficial humano—. Y el traidor sólo pretendía saldar una deuda. Scaur apoyó los codos en la mesa.

—¿Hemos obtenido algo de los miembros de la Brigada de la Paz capturados?

—Dos de los trece prisioneros mantienen que la única persona que tuvo contacto con el traidor fue Reck Desh, que murió a bordo de la lanzadera de la Brigada de la Paz. Afirman que el primer contacto fue por intercomunicador, y que la única reunión que celebró Desh con él tuvo lugar en Kuat, donde, al parecer, se vio con una telbun.

Scaur hizo una mueca.

—¿Una telbun?

—La telbun pudo ser una intermediaria de la persona que realmente buscamos —dijo Kalenda.

Scaur soltó una risa burlona.

—O sea, me están diciendo que no tenemos nada.

Kalenda asintió.

—Reck Desh se llevó el secreto a la tumba gracias a Elan.

En las torres de Coruscant, aunque a una altura menor que la de las agujas de los rascacielos, los obeliscos y las torres del núcleo que desafiaban la perspectiva y aturdían a la mente, el Jedi mon calamari Cilghal, el curandero ithoriano Tomla El y el médico ho’din Ism Oolos esperaban expectantes a que el técnico MD-1 completara el análisis de las lágrimas que, al parecer, Vergere había derramado en un termo en el
Halcón Milenario
.

Al rato, el androide vagamente humano proyectó los resultados de la composición química del líquido en un holograma animado, así como su interacción con las células extraídas del interior de la mejilla de Mara Jade Skywalker.

—La estructura química refleja lo que pueden hacer las lágrimas —dijo Tomla El, inclinándose hacia delante sobre los enormes puntales que eran sus pies—. Pero no hay forma de determinar si realmente es una característica de la especie de Vergere.

—Sí, pero mirad esto —dijo Oolos, nervioso y señalando al holograma interactivo—. Mirad cómo es absorbida la sustancia por las células, casi como si fueran esponjas. ¡Y mirad cómo reacciona la célula! ¡Como una infusión de nutrientes!

Oolos, más alto que un wookiee, pero sumamente delgado, tenía una boca enorme sin labios y una corona de trenzas brillantes de color rojo y violeta. Al igual que Tomla El, llevaba un largo abrigo blanco que distinguía a los dos de Cilghal, cuya túnica y pantalones caseros eran del color de la arena del desierto.

—A mí esto me anima —dijo Oolos a los otros dos ocupantes del laboratorio—. Venid a verlo por vosotros mismos.

Luke y Mara se acercaron cogidos de la mano a las proyecciones holográficas del androide y fingieron contemplarlas con la misma cautivación científica que el ithoriano y el ho’din. Luke se dio cuenta de que uno de los ojos saltones de Cilghal estaba más pendiente de Mara que del monitor.

Tomla El giró su sinuosa cabeza hacia Luke y dijo con sus dos bocas:

—A mí me inquieta.

Todos esperaron a que continuara.

—La Sacerdotisa Elan era un arma enviada por los yuuzhan vong para asesinar a los Jedi. ¿Por qué íbamos a creer que Vergere no era una cómplice, igualmente implicada? Es evidente que Han Solo lo creyó así, o no se habría esforzado por devolverla al enemigo.

—Han no sabía qué pensar de Vergere —dijo Cilghal, respondiendo a Luke.

—¿Y por qué iba Elan a albergar una toxina letal, mientras su familiar portaba el antídoto de la enfermedad de Mara?

—Puede que Vergere no fuera lo que parecía ser —dijo Luke—. Ni siquiera ante Elan. —Hizo una pausa—. Han admite que estuvo tentado a destruir el termo, hasta que pensó en lo que Vergere le dijo antes de huir en la cápsula de salvamento. Le dio las gracias por darle la posibilidad de volver con los suyos.

—Naturalmente —dijo Tomla El, en una especie de voz en estéreo—. Los yuuzhan vong.

—Pero Han dijo que Vergere había reaccionado al oír mi nombre. Y Droma afirmó que había visto antes a un miembro de la especie de Vergere en el Sector Corporativo.

—Eso no significa gran cosa —replicó Tomla El—. Los primeros agentes yuuzhan vong que se infiltraron en nuestra galaxia lo hicieron hace cincuenta años. Puede que la especie de Vergere sea un derivado extragaláctico de los yuuzhan vong.

—Tomla El tiene razón en una cosa —dijo Oolos, apartándose del holograma—. No podemos estar seguros de que este supuesto regalo no forme parte de un plan para inspirarnos una falsa confianza y de paso hacer más daño a Mara.

Todas las miradas se posaron sobre ella. Aunque en las últimas semanas se había debilitado mucho, seguía teniendo una actitud determinada y desafiante.

—Encuentro muy difícil de creer que los yuuzhan vong se tomen tantas molestias para matar a una Jedi, es decir, a mí, cuando lo que realmente buscaba Elan era matarnos a todos.

Oolos dijo al androide MD que desactivara los hologramas. Y se sumió por un momento en sus pensamientos.

—Debemos proceder con cautela —contempló el termo—. Ni siquiera sabemos si este líquido se inyecta, se ingiere o se aplica.

—Tenemos una pista —dijo Luke—. Vergere utilizó sus lágrimas para arreglar una herida de láser sufrida por un oficial de Inteligencia a bordo del
Reina del Imperio
. Ella las aplicó a mano.

—Por vía tópica —aclaró Oolos.

Cilghal le miró con un ojo.

—Pero la enfermedad de Mara no es tópica, es sistémica.

De repente, Luke atrajo el termo hacia su mano mediante la Fuerza. Lo invirtió y se lo llevó a la boca, dispuesto a echarse una gota en la lengua. Pero Mara se lo quitó sin dudarlo y se echó unas cuantas gotas en la boca antes de que Luke pudiera detenerla.

—¡Mara! —gritaron Oolos y Tomla El al unísono.

Pero Mara estaba bien. Cogió aire con fuerza y abrió los ojos.

—Oh, Luke —dijo asombrada—. No puedo explicar exactamente cómo me siento, pero es como beber agua al cabo de días de no hacerlo. —Se miró las manos, primero las palmas y luego el dorso, y se tocó la cara—. Siento un cosquilleo en la cara y las manos.

Suavemente, Luke le quitó el termo y se puso una gota en la lengua.

—Yo no siento nada —dijo al cabo de un momento.

Mara volvió a coger el termo y lo apretó contra su pecho.

—Tú no tienes por qué sentir nada.

Luke miró a su mujer a los ojos.

—Mara, hay otra cosa que quiero que sepas. Showolter dijo que el efecto curativo era temporal. Vergere se lo contó a él cuando acudió en su ayuda. Él ya estaba medio inconsciente cuando encontró a Han.

—Eso no significa que en mí funcione así —dijo Mara firmemente—. Además, en este punto, me conformo con lo temporal. —Se obligó a respirar y cogió a Luke de la mano—. Tienes que dejarme hacer esto, Luke. Sé que Cilghal y tú habéis intentando sanarme usando la Fuerza, y sé que no os lo he facilitado al encerrarme en mí misma, pero esta enfermedad ha formado parte de mí desde hace cosa de un año. Ha sido mi reto personal, y yo he luchado contra ella de todas las formas posibles. Pero me está ganando, Luke. Está ganando.

Alzó el termo a la altura de los ojos.

—Si esto empeora las cosas, tendré que luchar con más fuerza. Pero todo mi interior me dice que no pasará. ¿Lo entiendes?

—Permite al menos que te hagamos un seguimiento —le aconsejó Tomla El—. Y si algo comienza a ir mal, podríamos tomar algunas medidas.

—No —dijo Luke, mirando a Mara fijamente—. Lo haremos a su manera.

Ella le apretó la mano, se acercó a una mesa y derramó con cuidado unas gotas en su mano derecha. Pero antes de que pudiera llevarse el líquido transparente a los labios o a la cara, se desvaneció.

—Mi mano lo ha absorbido —dijo ella atónita, mostrando la palma de la mano.

Oolos se acercó, mirándola desde su impresionante altura.

—Mara, al menos dinos cómo te sientes.

Ella tartamudeó.

—No estoy segura. Me siento aturdida, mareada. De repente es todo tan luminoso… —dio un respingo—. ¡Está activando algo en mi interior! Puedo…

A Mara comenzaron a temblarle los brazos y las piernas. Echó la cabeza hacia atrás, como si estuviera luchando por respirar. Y hubiera caído al suelo si Luke no hubiera acudido a su lado.

—Rápido, Luke, llévala a la mesa —dijo Oolos.

Luke la llevó a la mesa de diagnóstico y la depositó en ella. Con los ojos fuertemente cerrados, Mara gruñó y se abrazó a sí misma mientras sufría espasmos.

—Tendremos los resultados en un momento —dijo Tomla El desde la consola de control de la mesa.

Luke no apartaba los ojos de Mara.

—Mara —susurró Luke cerca de su oído—. Mara…

Ella gruñó una vez más y se estremeció, mirando a Luke con ojos como platos.

—No sé —dijo ella, en un susurro ronco—. No puedo explicar lo que siento. ¿He tomado la decisión equivocada, mi amor? —su expresión se volvió implorante—. Mírame, Luke. Mírame…

Su voz se desvaneció y se sumió en un estado de semi-inconsciencia. Luke buscó apoyo en las miradas de Cilghal, Tomla El y Oolos, pero no lo encontró. Volvió a mirar a Mara y la buscó en la Fuerza.

Al hacerlo, los espasmos que ella tenía en las extremidades comenzaron a ceder, y toda su apariencia comenzó a cambiar. Su rostro se relajó y rodaron lágrimas de sus ojos. Luke sintió cómo le subía la temperatura de la cara, y sus ojos se humedecieron de alivio y de alegría contenida.

Mara parpadeó antes de abrir los ojos y sonrió débilmente.

—Creo que está funcionando —dijo suavemente, humedeciéndose los labios con la lengua. Cerró los ojos una vez más, como regocijándose en lo que experimentaba—. Puedo sentirlo en mi interior. Es como si cada célula de mi cuerpo estuviera bañándose en luz —buscó a tientas la mano de Luke y se la llevó al pecho—. Creo que me estoy curando, Luke. Sé que me estoy curando.

—Oh, Mara —dijo Cilghal con lágrimas en los ojos, acercándose a la mesa para poner una de sus manos membranosas en el hombro de ella. Luke vio las miradas escépticas que intercambiaban Tomla El y Oolos, pero no dijo nada. En lugar, e eso, volvió a mirar a Mara a través de la Fuerza y la encontró resplandeciente.

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