Agentes del caos I: La prueba del héroe (20 page)

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Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Agentes del caos I: La prueba del héroe
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—¿Enclaves individuales para cada especie? —preguntó el delegado de Jagga-Dos.

—En la medida de lo posible —dijo Leia—. De no ser así, intentaríamos colocar juntos a los grupos que sean compatibles.

—¿Teniendo en cuenta las diversas necesidades de esos grupos?

—Por supuesto.

—¿Y qué pasará cuando grupos antagónicos deban compartir una misma ubicación? —preguntó el representante de un planeta repoblado en la Constelación Koornacht.

—Resolveremos esos problemas cuando surjan.

—¿Cómo? ¿Mediante el uso de fuerzas de seguridad?

—Sí, serán necesarias.

El balmorrano se rió con sorna.

—Utiliza la palabra «enclaves», pero lo que realmente quiere decir es «campos de concentración».

El devaroniano miró a Leia con frialdad.

—¿Y qué pasa si los yuuzhan vong obtienen el control de más planetas? ¿Cuántos refugiados tendremos que aceptar? ¿Hay algún límite a esto, o es que la Nueva República piensa acumular la población de miles de planetas en cientos?

—Limitaremos la cantidad —replicó Leia. Se giró hacia el representante de Ord Mantell—. Ord Mantell podría inaugurar el plan permitiendo que la gente que ahora se encuentra temporalmente en la
Rueda del Jubileo
se establezca en campamentos temporales al norte de la ciudad.

La representante de morro chato del planeta se quedó de piedra.

—Lo siento, pero eso es imposible, embajadora. Porque, para empezar, la zona que rodea la Meseta de las Diez Millas es una de las principales atracciones turísticas del planeta.

—¿Atracciones turísticas? —dijo Leia sin poder creérselo—. Ord Mantell está prácticamente en la frontera del espacio en guerra. ¿Cuántos turistas cree que vendrán en los próximos meses?

La mujer se puso seria.

—Ord Mantell parece haberse quedado al margen de los horrores. Esperamos un incremento turístico a corto plazo.

Leia respiró hondo.

—Entonces más al oeste —sugirió.

La mujer ridiculizó la propuesta con una risa condescendiente.

—Lo siento mucho, pero esas tierras han sido seleccionadas como reservas para los savrip mantelianos. Vienen cazadores desde muy lejos para practicar con esas bestias.

Leia resopló, desesperada.

—¿Es que aquí no hay nadie que dé la cara?

El representante de Gyndine y del sistema Circarpous tomó la palabra.

—Gyndine aceptará a parte de los refugiados de la
Rueda del Jubileo
.

—Gracias —dijo Leia.

—Y Ruan también —anunció, orgulloso, Borert Harbright, delegado de Salliche Ag—. La Casa Harbright hará todo lo que pueda por la causa.

Leia sonrió con amabilidad, pero se vio obligada a forzar una sonrisa. La corporación Salliche Ag, poderosa y de mucha riqueza, controlaba una serie de planetas en el borde del Núcleo Interior, entre ellos Ruan y un montón de mundos similares idóneos para centros de reubicación. Pero había algo en el altanero Conde Harbright que la intranquilizaba. El engaño parecía brillar en sus ojos negros como el carbón, y acechar detrás de su engañosa sonrisa.

Pero Leia le dio las gracias de todas formas.

—El Consejo aplaude su propuesta en nombre de las miles de vidas que salvará con su generosidad. —Su mirada recorrió la mesa—. Quizás ahora el resto se convenza de la necesidad de seguir los pasos del conde.

Cuando la reunión se interrumpió para el almuerzo, Leia salió apresuradamente de la sala circular, antes de que nadie pudiera interceptarla. Olmahk, uno de sus guardaespaldas noghri, la esperaba en el pasillo junto a C-3PO.

—Espero que la reunión fuera bien, ama Leia —dijo C-3PO, corriendo para mantener el paso de ella.

—Tan bien como era de esperar —murmuró Leia.

Se abrieron paso hasta un turboascensor y bajaron al amplio y ostentoso vestíbulo de la Casa del Gobierno, donde todos los androides a la vista parecían moverse con extraña celeridad hacia las distintas salidas del edificio.

—¿A qué viene todo esto? —Leia se detuvo para preguntar.

—No puedo ni imaginármelo —respondió C-3PO—. Pero haré todo lo posible por averiguarlo.

C-3PO cruzó el vestíbulo, colocándose directamente en el camino de un androide administrativo cuya cabeza tenía forma de probeta invertida. El 3D-4X se vio obligado a pararse bruscamente sobre el pulido suelo. En un contacto imposiblemente rápido, la pareja intercambió información como dos insectos que se encuentran en una hilera.

Un momento después, C-3PO se giró y regresó hacia Leia con la espalda rígida y los brazos moviéndose de una manera que ella había aprendido a relacionar con el peligro.

—Ama Leia, acabo de recibir las peores noticias —dijo C-3PO—. Al parecer, Ord Mantell es el próximo objetivo de los yuuzhan vong.

Capítulo 13

—Ese bruto podría haberte matado, ama —comentó Vergere en la lengua secreta de la secta de la impostura, mientras curaba las heridas recibidas por Elan a manos del asesino.

La Sacerdotisa apartó a Vergere para poder contemplar su imagen en el espejo que le había proporcionado Showolter.

—Nunca temí por mi vida. Sólo temí por el desarrollo del bo’tous. Los golpes de ese idiota podrían haber dañado a los portadores o haber retrasado su crecimiento.

Vergere se apoyó en sus piernas articuladas al revés, y alzó las largas orejas.

—¿Crees que han sobrevivido?

Elan se pasó la mano por el pecho y sonrió maliciosa.

—Puedo sentirlos madurando, Vergere. Me susurran cosas. Esperan las cuatro expiraciones que los liberen. Puedo sentir su ansiedad.

—¿La suya o la tuya?

Elan se giró desde el espejo para contemplar a su familiar.

—Mi recompensa por liberar su toxina letal será grandiosa. Las noticias llegarán a oídos del sumo señor Shimrra.

—Eso es incuestionable —le garantizó Vergere—. Pero los beneficiados serán los miembros de tu Dominio.

Elan siguió mirándola.

—¿Tan poca fe tienes en que Harrar consiga rescatarnos después de mi reunión con los Jedi?

El temor hizo que Vergere entrecerrara los ojos rasgados y se le estremecieran las plumas de la nuca.

—Creo que Harrar hará todo lo que esté en su mano para encontrarte, pero, a partir de ahora, nuestros movimientos serán menos fáciles de controlar. Después del ataque del asesino, Showolter nos llevará de un lado a otro hasta que estemos tan ocultos en las entrañas de la Nueva República que ni Nom Anor será capaz de encontrarnos.

El siempre atento mayor Showolter se había cuidado muy mucho, pese a sus heridas, de no identificar el planeta al que habían sido trasladados, aunque todo apuntaba a que era todavía más remoto y primitivo que el anterior. Al llegar, Elan había podido ver por un instante bosques impenetrables de peculiares árboles. Por las escasas conversaciones que había podido escuchar, dedujo que el planeta tenía al menos una ciudad pequeña, pero también le quedó muy claro que estaban lejos de ella.

Elan acarició la espalda de Vergere.

—Si mi obligación requiere que muera, que así sea, mascota mía. Mi Dominio prosperará. Mi padre será ascendido al rango de Sumo Sacerdote.

—Y el ambicioso Harrar se beneficiará de ello.

—Eso no es nuestro problema.

Vergere cruzó los brazos e inclinó su alargada cabeza.

—Yo me quedaré contigo, ama.

Elan examinó amargamente las heridas que los potentes dedos del asesino le habían dejado en el cuello.

—Conocía al enviado de Harrar —dijo al cabo de un rato—. Fue aprendiz de los Shai.

Vergere se apretó las manos contra los ojos y aplicó lágrimas a las heridas de Elan.

—La misma secta del comandante Shedao, del Dominio Shai.

—El mismo. A los del Dominio Shai les encanta infligir dolor por el dolor. Tanto a sí mismos como a los que tengan la poca fortuna de caer en sus manos. Para los Shai no hay nada superior al tormento, «el abrazo del dolor». El dolor es el comienzo y el fin —Elan suspiró, aliviada—. Tus lágrimas me calman, mascota mía.

Vergere continuó con la cura.

—El objetivo de Harrar era convencer a nuestros captores de tu importancia, y en eso tomó una sabia decisión. Es preferible que la Nueva República considere a los yuuzhan vong intratables y no razonables.

Elan asintió sin decir nada.

Aunque Vergere podría haber sido fruto de la manipulación genética de los yuuzhan vong, lo cierto es que la exótica criatura había sido transportada dos generaciones antes a la flota principal por uno de los primeros equipos que reconocieron la galaxia de los Jedi. La expedición había regresado a las mundonaves con docenas de especímenes, incluidos humanos, verpines, talz y otros. Tras realizar costosos experimentos con ellos, algunos murieron y otros fueron sacrificados, pero unos cuantos fueron entregados como mascotas a niños de la élite, como Elan, hija pequeña de un consejero del sumo señor Shimrra. La singularidad de Vergere era considerada sagrada por algunos. Durante los muchos años de viaje por el vacío galáctico, durante los muchos años que Elan pasó entrenándose en la secta de la impostura, Vergere fue su constante compañera, su confidente, su amiga e incluso su tutora.

—¿Te alegra volver a estar entre los tuyos? —preguntó Elan con cuidado.

—No lo son del todo, ama.

—Bueno, entre las especies de las que procedes.

Vergere sonrió.

—Los fosh nunca nos sentimos como en casa entre ellos. Éramos demasiado pocos. La raza humana llenó los vacíos evolutivos, provocando la extinción de especies como la mía, que simplemente ocupaba un espacio, un lugar dentro del continuo.

—Pero estás encantada con la comida.

—Ah, la comida —dijo Vergere entre risas—. Ésa es otra historia. Elan se quedó seria.

—Podrías contar la verdad a Showolter y escapar a tu mundo. Vergere cogió la mano tatuada de Elan y la acarició.

—Yo soy tu familia. De no haber sido por ti, me habrían sacrificado o se habrían deshecho de mí. Estaremos unidas hasta la muerte de una de las dos. Elan respiró hondo.

—Pese a lo que digas o a lo que decidas revelar, conoces a esta especie mejor que cualquiera… Mejor incluso que Nom Anor.

Vergere negó con la cabeza.

—La misión del Ejecutor ha sido investigarlos, conocerlos mejor que ellos mismos. Los fosh dedicamos nuestros esfuerzos a ocultarnos.

—Bueno, entonces, con lo poco que sabes de ellos, ¿crees que me creyeron Showolter y las mujeres que nos visitaron?

—Podría responderte con seguridad, de haber estado en la reunión. Sin duda, la dedicación del asesino ha ayudado a disipar las dudas iniciales de Showolter.

Elan varió el gesto.

—Es de lo más complaciente.

—Porque lo tienes hechizado…, como a todos.

—Qué vas a decir tú. Entonces ¿crees que me concederán la oportunidad de reunirme con los Jedi?

—Es demasiado pronto para saberlo, ama. Puede que se produzca el encuentro si el comandante Tla consigue proporcionar a la Nueva República una victoria que corrobore los datos que les diste.

Elan pensó en silencio.

—¿Tú los conociste cuando vivías aquí?

—Como ya te he contado, los fosh nos movíamos de forma discreta, pero claro que conocí a los Jedi. Eran muchos. Me sorprendió saber que sólo quedan unos pocos —se detuvo un momento—. Gracias por no revelar nada de mi pasado a Harrar, ama.

Elan se limitó a sonreír.

—¿Viste alguna vez utilizar la Fuerza a algún Jedi?

—Los Jedi consideran que la Fuerza está en todas partes, dentro de todas las criaturas vivas. Visto así, estoy segura de que presencié la Fuerza en acción.

—Quizá los yuuzhan vong puedan beneficiarse del aprendizaje de su uso. Vergere tardó un momento en responder.

—La Fuerza es una espada de doble filo, ama. Corta por uno y vencerás. Pero si no tienes cuidado al asestar el revés, o dejas que tu mente se descontrole, te arriesgas a tirar por la borda todo lo conseguido —miró a Elan—. A los yuuzhan vong les conviene aprender a usar la Fuerza, sí, pero no es para todos. Semejante poder debería estar reservado para aquellos con fortaleza para alzar la espada y sabiduría para saber cuándo se la debe manejar.

Escuadrones de Ala-X T-65A3, Ala-E e Interceptores TIE cayeron desde el hangar de lanzamiento del
Erinnic
, un destructor estelar clase Imperial II estacionado entre Ord Mantell y sus lunas.

—Los grupos de cazas están en camino —informó un oficial desde una de las cabinas de personal situadas sobre la pasarela de mando del puente—. Dispersándose hacia las coordenadas asignadas.

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