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Authors: Jim Wynorski

Tags: #Ciencia ficción

Vinieron del espacio exterior (18 page)

BOOK: Vinieron del espacio exterior
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—Se derrotaron a sí mismos —dijo el militar—. O mejor dicho, las fuerzas naturales los derrotaron. Seguro que nosotros poco tuvimos que ver con ello.

Nora, Frank y Jim Wilson estaban de pie en la acera al lado de la motocicleta. El hombre en la motocicleta se sostenía con un pie apoyado en el bordillo mientras hablaba.

—Vimos a tres de ellos morir ahí delante en la calle —dijo Frank.

—Nuestro grupo de avanzada vio ocurrir lo mismo en otras partes. Es por eso por lo que avanzamos de nuevo. Ahora ya todo ha terminado. Sabremos mucho más de ellos dentro de veinticuatro horas.

—No sé nada de ustedes tres. Si ignoraron la evacuación sin ninguna culpa y además pueden probarlo… —añadió el militar.

—Éramos cuatro —dijo Jim Wilson—. Luego encontramos a otro hombre. Está dentro, en el hotel. Yo lo maté.

—¿Asesinato? —dijo el militar secamente.

—Mató a una mujer que estaba con nosotros —dijo Frank—. Era un maníaco.

—¿Dónde está el cuerpo de la mujer?

—En una cama, arriba —dijo Wilson.

—Tengo que retenerles a los tres. Todavía rige la ley marcial en esta zona. Están ustedes en manos del ejército.

Las calles estaban llenas de gente ahora, yendo a sus asuntos, empujándose y apresurándose, comiendo en los restaurantes, produciendo electricidad para las luces, generando energía para los teléfonos.

Nora, Frank y Jim Wilson estaban sentados en un restaurante en la calle Clark.

—Todos somos diferentes ahora —dijo Nora—. Nadie puede pasar por lo que hemos pasado y seguir siendo el mismo.

Jim Wilson aceptó indiferentemente su afirmación.

—¿Descubrieron qué fue lo que los mató?

—Aún están trabajando en ello, creo.

Frank Brooks agitó su café, alzó una cucharada y la dejó caer goteando de nuevo en la taza.

—Voy a ir a la estación de policía de la avenida Chicago —dijo Wilson.

Frank y Nora alzaron la vista sorprendidos. Frank preguntó:

—¿Por qué? El tribunal militar desestimó el caso…, el hecho de que usted hubiera escapado de la celda.

—No creo que lo desestimaran. No creo que les importara tampoco. De todos modos, voy a ir.

—No creo que la condena sea muy larga.

—No, más bien pequeña. Deseo acabar con todo eso.

Se alzó de su silla.

—Hasta otra. Quizá volvamos a vernos algún día.

—Si, quizá volvamos a vernos.

—Adiós.

—Creo que yo también voy a irme —dijo Frank—. Tenía un trabajo en una fábrica al norte. Quizá esté funcionando de nuevo.— Se puso en pie y se apoyó torpemente en la mesa—. Además…, aún tengo que cobrar mi última paga.

Nora no dijo nada.

—Bueno… —dijo Frank—. Quizá volvamos a vernos algún día.

—Quizás. Adiós.

Frank Brooks caminó hacia el norte por la calle Clark. Se sentía feliz de haberse marchado del restaurante. Nora era una buena chica, pero infiernos…, uno no concierta una cita con alguien como ella para liarse en serio.

Pero era algo que hacía pensar. Ya había pasado la edad de la adolescencia. Ya era tiempo de buscarse alguna chica y sentar la cabeza. Uno no podía ir dando tumbos así toda su vida.

Nora caminó hacia el este por la calle Madison. Entonces recordó que los tugurios de la calle Halstead estaban en aquella dirección y giró hacia el sur en Wells. Tenía nueve dólares en su bolso y aquello la preocupaba. Una no puede sobrevivir mucho tiempo en Chicago con nueve dólares.

Había una taberna en Jackson, cerca de Wells. Nora entró. El camarero no frunció el ceño al verla. Aquello era buena señal. Se dirigió a la barra, pidió una cerveza, y se la sirvieron.

Tras un rato entró un hombre. Un hombre de edad media que probablemente había acabado de llegar a Chicago y cuyas maletas tal vez aún estuvieran en la estación de la calle LaSalle, un poco más abajo. El hombre miró a Nora luego apartó la vista. Tras un rato volvió a mirarla.

Nora sonrió.

I
VAR
J
ORGENSON

Ficha técnica: Ciudad Implacable

TARGET EARTH
(
OBJETIVO LA TIERRA
). Allied Artists, 1954.

Duración: 75 minutos. Producida por Herman Cohen; dirigida por Sherman Rose; guión, William Raynor, tratamiento cinematográfico, Wyott Ordung; director de fotografía, Guy Roe, A.S.C.; dirección artística, James Sullivan; efectos especiales, Howard A. Anderson Company; música compuesta y dirigida por Paul Dunlap; jefe de producción, Clarence Eurist; sonido, Earl Snyder, decorados, Morris Hoffman; ayudante de dirección, Jack Murphy; continuidad, Dolores Rubín.

Intérpretes: Richard Denning (Frank Brooks), Virginia Grey (Nora King), Richard Reeves (Jim Wilson), Kathleen Crowley (Vicki Harris), Robert Roark (señor Davis), Arthur Space (general), Whit Bissel (el científico), House Peters, Jr. (un técnico).

Imágenes

Objetivo la Tierra

El cíclope autómata de
Objetivo la Tierra
hace todo lo que puede por conseguir un amenazador aspecto de «Gort» pero fracasa en su intento de monstruosidad.

El actor Whit Bissel ha sido indudablemente uno de los rostros más familiares en los films de fantasia de los años cincuenta. Aquí podemos verlo junto a ñps oficiales del ejército Arthur Space y House Peters Jr. (Obsérvese el toque científico del distribuidor de agua fría en el fondo a la izquierda.)

La exhausta pareja, ahora irremediablemente enamorada, recibe la noticia de la derrota de los robots. Richard Denning se permite finalmente el lujo de aflojarse el nudo de la corbata.

EL MONTAJE CÓSMICO

Paul W. Fairman

Introducción: El Montaje Cósmico

Filmado como
LA INVASIÓN DE LOS HOMBRES DE LOS PLATILLOS VOLANTES
(American International, 1957).

El año es 1957. Danny y Los Juniors están cantando
At the Hop
en incontables radios de automóviles, los cines
drive-in
son el mas popular de los entretenimientos para jóvenes, y el lanzamiento con éxito del satélite ruso Sputnik despierta nuevos intereses hacia los misterios del espacio exterior. ¿Qué mejor oportunidad para unir dos de los elementos más viables de la taquilla: ciencia ficción y quinceañeros?

La invasión de los hombres de los platillos volantes
, y su conocido gemelo
Yo fui un hombre lobo quinceañero
, fueron la vanguardia de una oleada de películas de horror «de moda», películas rápidamente hechas y más rápidamente aun explotadas, que dieron millones a estudios tales como Allied Artists y American International. Sin embargo, pese a toda su mala calidad, muchas de estas películas permitieron a talentos en ciernes dar sus primeros pasos hasta convertirse en las grandes estrellas que son hoy en día. En televisión, Michael Landon obtuvo su primer éxito en la antes mencionada cinta del hombre lobo; Steve McQueen se reveló como una promesa en
La masa
, Jack Nicholson triunfó en El terror, y el actor-comediante Frank Gorshin proporcionó su inimitable toque cómico a
La invasión de los hombres de los platillos volantes
.

Quizás ésta sea una de las razones por las cuales la película difiere tan enormemente del corto y dramático relato de Paul Fairman. Aunque tanto la película como el cuento tratan el tema de unos quinceañeros enfrentándose a unos seres alienígenas,
El montaje cósmico
se dedica principalmente a sorprender a los lectores con su inesperado golpe final al estilo O'Henry.

Los productores de
La invasión de los hombres de los platillos volantes
también empezaron buscando los golpes de efecto, pero el veterano director Edward L. Cahn imaginó que los chicos iban a echarse a reír ante los monstruos de ridículo aspecto. Los directivos de los estudios estuvieron de acuerdo con él, y el film se convirtió en la primera película de ciencia ficción para quinceañeros.

Estaba lejos de ser la última. Muchas más monstruosas criaturas iban a amenazar a desprevenidos jovencitos y jovencitas en los siguientes años.
El gigantesco monstruo de Gila
, estrenada algunos meses después, se centraba en una decisiva confrontación entre unos rudos delincuentes y un monstruoso lagarto comehombres.
El hombre de las cavernas quinceañero
, un film de 1958, tenia como estrella al héroe de la serie de RV «El hombre de CIPOL» Robert Vaughn como un prehistórico James Dean buscando el sentido de su vida entre siniestros acontecimientos. Y, por supuesto, la película más explotadora de todas fue la infame
El fantasma del hueco sorbedor
, que incluía música, monstruos y montones de criminales con chaquetas de cuero.

Afortunadamente, ninguno de estos elementos tienen participación en este, relato… una historia que responde a la intrigante pregunta: ¿Cómo puede existir un caso de atropello en la carretera cuando la víctima ni siquiera es humana?

J
IM
W
YNORSKI

El Montaje Cósmico

La luz azul llameó más allá de Pelham Woods. Fue vista por varios de los muchachos que haraganeaban frente a la barbería en la calle principal de Kensigton Corners.

—¿Qué diablos ha sido eso? —preguntó uno de ellos.

—Un rayo bajo. ¿Qué otra cosa podía ser?

—No parecía como un rayo. Se mantuvo demasiado tiempo. Además, no hay nubes ahí arriba.

—Puede que haya algunas nubes bajas que tú no puedas ver debido a los árboles.

Sam Cárter, fresco tras su afeitado de la tarde, salió de la barbería y dijo:

—¿De qué estáis discutiendo, amigos?

—Acabamos de ver un platillo volante.

Sam sonrió.

—¿Sólo uno? Nadie tiene derecho a jactarse de ello en estos días a menos que vea como mínimo seis. Y al menos tienen que arrojar luces de cinco colores distintos.

—Éste sólo era azul.

—Yo siempre he preferido los amarillos.

Los chicos sonrieron. Sam miró al otro lado de la calle y llamó:

—¡Lee! Espera. Voy contigo.

Lee Hayden, un hombre grueso y de rostro agrio, se detuvo y aguardó, y cuando Sam Cárter llegó a su lado pregunto:

—¿Qué demonios están tramando esos chismosos holgazanes?

—Platillos volantes. Esta vez, uno azul.

—Uf. Es una forma como otra de perder el valioso tiempo.

—Oh, hacen lo que pueden, Lee. Mira…, parece como si las cosas empezaran a adoptar un tono serie entre nuestros chicos.

Lee Hayden bufó.

—Que los zurzan a todos. Ni siquiera saben lo que quieren. Es un signo de los tiempos.

—Oh, yo no diría eso. Mi Johnny se toma la vida en serio. Y Joan es precisamente lo que necesita.

Lee frunció el ceño.

—Hoy en día los chicos nunca piensan en el mañana…, de dónde les va a venir el próximo dólar. En todo lo que piensan es en vivir bien…, en crearse problemas…, en meterse en deudas…

—Sin embargo, parece que la cosa funciona. No hay en ellos nada malo que el matrimonio no cure.

Sam Cárter era uno de los pocos hombres en Kensington Corners a quien le gustaba Lee Hayden. La mayoría de la gente se quejaba de su agria perspectiva de la vida y de sus instintos avaros. Sam, sin embargo, comprendía al hombre, y esto era bueno para Johnny y Joan.

—Parece como si su cita de esta noche sea más bien importante —dijo Sam—. Johnny me pidió que le dejara el Packard. Espero que no se declare a la chica en ese carricoche.

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