111) Aunque las personas «normales» son incapaces de tener verdaderos recuerdos de su segundo año de vida, éstos (y a veces incluso recuerdos del primer año) sí pueden ser evocados por los autistas, en ocasiones acompañados de detalles verídicos. De este modo,
Lucci et al
. escriben acerca de un muchacho que «parece recordar, con minucioso detalle, sucesos de cuando tenía dos o tres años». Luria también menciona recuerdos cenestésicos de infancia al referirse a S., el mnemonista que estudió.
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112) Al principio me pareció, por lo que me había contado Temple, que el David de quien se había «apropiado» y su técnica habían sido tragados enteros, y existían sólo como una especie de implante o cuerpo extraño que se había integrado lentamente hasta formar parte de ella. Otra mujer autista y con diversos talentos (entre los que se cuenta el poético) se ha comparado a sí misma, a este respecto, con una boa constrictor, que se traga a los animales enteros, pero que sólo muy lentamente es capaz de asimilarlos. En ocasiones, el papel o la técnica engullidos parecen no haber sido asimilados o integrados adecuadamente, y pueden perderse o expelerse tan repentinamente como fueron adquiridos, de ahí la tendencia (especialmente acusada en los
savants
autistas) a engullir técnicas complejas, o personas, o enormes informaciones en su totalidad, darles vueltas durante un tiempo, y de pronto soltarlos u olvidarlos de una manera tan absoluta que parecen haber pasado por su interior sin haber dejado huella (dichos comportamientos no incorporados y mimesis convulsivas se observan a veces en personas afectadas de síndrome de Tourette severo.)
Mucho más complejas son las situaciones en las que se retienen los comportamientos, y de hecho personalidades enteras, como una especie de pseudopersonalidad. El adquirir comportamientos sexuales exagerados, estereotipados y casi caricaturescos (imitados de tiras cómicas o de series de televisión) se considera a veces, en los adolescentes, autismo. Donna Williams, en sus fascinantes narraciones personales (
Nobody Nowhere y Somebody Somewhere
) cuenta cómo «adoptó» dos personalidades, Carol y Willie, a través de los cuales ella habló y pensó durante los muchos años en que sólo poseía una identidad rudimentaria.
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113) Se sintió profundamente afectada, físicamente dolida, cuando, durante nuestra charla, imité a un joven con un síndrome de Tourette extremadamente severo y cómo, con violentos tics, se había sacado los ojos. Temple percibía y reaccionaba de una manera inmediata a las expresiones de puro impulso, violencia y dolor. Me acordé de cómo, de una manera completamente afable, Shane, con su síndrome de Tourette, había conseguido comunicarse con los niños autistas de Camp Winston, a un nivel de emoción y comprensión animal, un nivel más elemental, más directamente transmitible, que el de los estados de ánimos y planes complejos.
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114) Hay autistas que tienen perros, al igual que los ciegos o los sordos, para que les ayuden en sus percepciones, en este caso, en sus percepciones sociales. Puede que utilicen perros para «leer» las mentes e intenciones de los visitantes, algo que ellos mismos pueden sentirse incapaces de hacer. Conozco a dos autistas que consideran que sus perros poseen facultades «telepáticas», aunque, naturalmente, se trata de las facultades caninas normales —y de hecho en un ser humano normal—, sólo que en sus amos están ausentes.
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115) Estos estímulos pueden ser muy distintos de una persona a otra: un autista no tolerará los ruidos agudos, otro los graves, uno los de un ventilador, otro los de una lavadora. Pueden existir diversas idiosincrasias visuales, táctiles y olfativas.
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116) Muchos autistas altamente funcionales dicen sentir una gran afición, casi una adicción, por los mundos alternativos e imaginarios, como los de C. S. Lewis y Tolkien, o mundos que ellos mismos imaginan. De este modo, los B. y su hijo mayor han pasado años construyendo un mundo imaginario con sus paisajes y su geografía propios (del cual han hecho dibujos y mapas detallados), sus propios idiomas, su moneda, sus leyes y costumbres, un mundo en el que la fantasía y la rigidez actúan a partes iguales. De este modo, podían pasar días contando la producción total de grano o reservas de plata de Leuteria, o diseñando una nueva bandera, o calculando los complejos factores que determinaban el valor de un thog. Esto ocupa largas horas del tiempo libre que los B. pasan juntos en casa: la señora B. se ocupa de la ciencia y la tecnología; el señor B. de la política, los idiomas y las costumbres sociales; y su hijo de los rasgos naturales de los países, a menudo en guerra.
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117) Su artículo «Behavior of Slaughter Plant and Auction Employees Toward the Animals» apareció en
Anthrozoos: A Multidisciplinary Journal on the Interactions of People, Animals, and Environment,
en la primavera de 1988.
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118) El psicólogo Frederic Bartlett escribe que el recordar es una «reconstrucción», pero, para Temple (al igual que para Stephen), aparentemente esto no es así, o lo es en mucha menor escala de lo normal. Y para ella tampoco la memoria es algo totalmente interiorizado como parte del yo, de ahí sus frecuentes alusiones a las «cintas de vídeo», a los «archivos informáticos» y otras formas externas de memoria.
La descripción que Temple hace de sí misma se contradice, de manera misteriosa, con algunas de las actuales teorías sobre la imaginación y la memoria, tal como la conciben Damasio, Edelman y otros. Escribe Damasio, en
El error de Descartes
: «Las imágenes no se almacenan como copias de las cosas, sucesos, palabras o frases. El cerebro no archiva polaroids de gente, objetos y paisajes; tampoco almacena cintas magnetofónicas de música y discursos; tampoco almacena películas con escenas de nuestra vida … En resumen, no parece que se conserven permanentemente imágenes de nada, ni siquiera en miniatura, ni microfichas, ni microfilmes, ni ningún tipo de copia.»
Y sin embargo, remarca Damasio, esto «debe conciliarse con la sensación … de que podemos evocar» tales reproducciones o copias. Uno debe preguntarse si éste es el caso, si Temple, y también Franco y Stephen (y el mnemonista de Luria), son simplemente, al igual que el resto de nosotros, susceptibles de una ilusión reproductora, o si de hecho (tal como sugiere Jerome Bruner) puede existir en ellos algún fallo de integración de los sistemas perceptivos con los sistemas de integración de nivel superior, y con el concepto del yo, de modo que persistan imágenes
relativamente
no elaboradas, no interpretadas, no correctas.
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119) Cuando Temple pronuncia una conferencia, a menudo utiliza diapositivas muy raras, mezcladas con los diagramas y gráficos usuales, diapositivas que pueden no guardar ninguna relación perceptible con el tema y pueden no transmitir nada a los asistentes, puesto que de hecho no están pensadas para ellos, sino para ella, son anotaciones o mnemotecnias privadas para el flujo de su pensamiento. Por ejemplo, la diapositiva de un rollo de papel de water hecho de papel de lija le recuerda que tiene que hablar de la sensibilidad táctil de los autistas.
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120) Mientras Temple contaba todo esto y ponía ejemplos, me acordé del mnemonista descrito por A. R. Luria (en
La mente de un mnemonista
), y de su extraño sistema puramente visual, de transformar palabras y números en imágenes. El mnemonista, de hecho, pensaba exclusivamente en imágenes, y a veces de manera agobiante; se podían generar cientos de ellas mientras escuchaba un solo párrafo o un breve poema. Pensar en imágenes le daba una gran fuerza, le proporcionaba, en palabras de Luria, «una poderosa base desde la que operar, permitiéndole llevar a cabo en su mente manipulaciones que otros sólo podían llevar a cabo con objetos». Pero tal pensamiento también creaba extrañas dificultades, a veces grotescas, cuando no podía ser sustituido por el pensamiento lógico— verbal. El mnemonista de Luria no era autista en absoluto, pero sus procesos de pensamiento visual —al menos su creación de imágenes concretas— eran extraordinariamente parecidos a los de Temple, y quizá compartían una base psicológica similar. Ella se quedó fascinada cuando le hablé del mnemonista, y le pareció que su pensamiento era muy similar al de él.
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121) Precisamente una inteligencia de ese tipo es la que poseía el gran inventor Nikola Tesla: «Cuando me viene una idea comienzo enseguida a elaborarla en mi imaginación. Cambio la construcción, realizo algunas mejoras y hago funcionar el artefacto en mi mente. Me es absolutamente indiferente hacer funcionar una turbina en mi mente o probarla en el taller.
Incluso noto si no está equilibrada.
»
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122) El sentimiento como base de la razón es el tema central del libro de Antonio Damasio
El error de Descartes
.
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123) La descripción que Temple hace de sí misma me hace pensar en la manera en que Coleridge caracteriza la fantasía: «Las únicas fichas de que dispone para jugar son las cosas fijas y definidas… Debe recibir todos sus materiales ya elaborados por la ley de asociación.» Creo que la irresistible tendencia a las imágenes fijas, concretas y perceptivas, y su asociación, permutación y funcionamiento casi mecánicos —que se ven en el autismo y a veces en el síndrome de Tourette—, puede llevar a una fantasía vivida y activa (en el sentido de Coleridge), pero también puede ir en contra de la imaginación (como él mismo la llama, en contraposición a la fantasía), la cual «disuelve, difunde, disipa, a fin de recrear». La creación, o recreación, de la imaginación conlleva un abandono de las cosas fijas y definidas a fin de revisar y reconstruir, y esto es precisamente lo que parece tan difícil en la mente rígida e hiperprecisa de un autista.
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124) Russell Hurlburt, de la Universidad de Nevada, ha estudiado las distintas maneras en que los individuos comunican o representan sus experiencias interiores, sus flujos de pensamiento. Ha descubierto que, mientras que las personas normales (y los neuróticos y esquizofrénicos) parecen utilizar una combinación de estilos distintos —habla y escucha interior, sentimientos, sensaciones corporales, y también imágenes visuales—, aquellos que padecen el síndrome de Asperger parecen utilizar exclusiva o predominantemente imágenes visuales.
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125) La pertinencia de esta hipótesis ha sido demostrada recientemente por Ed y Riva Ritvo, de la UCLA.
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Oliver Sacks
Oliver Wolf Sacks (9 de julio de 1933, Londres) es un neurólogo inglés que ha escrito importantes libros sobre sus pacientes, seguidor de la tradición, propia del siglo XIX, de las «anécdotas clínicas» (historias de casos clínicos contadas a través de un estilo literario informal). Su ejemplo favorito es The Mind of a Mnemonist (en español
Pequeño libro de una gran memoria: La mente de un mnemonista
), de Alexander Luria.
Se graduó en el Queen's College de Oxford y se doctoró en neurología en la Universidad de California. Vive en Nueva York desde 1965. Actualmente es profesor clínico de neurología en el Escuela de Medicina Albert Einstein, profesor adjunto de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y neurólogo de consulta para las Hermanitas de los Pobres. Ejerce en la ciudad de Nueva York.
Sacks describe sus casos con poco detalle clínico, concentrándose en la experiencia fenomenológica (vivencia subjetiva) del paciente. Algunas de las alteraciones descritas son condiciones crónicas o alteraciones muy severas con deterioro significativo del funcionamiento del individuo, sin embargo, Sacks enfatiza cómo los pacientes realizan adaptaciones conpensatorias que les permiten corregir o atenuar sus déficits en la vida cotidiana.
En su libro más conocido,
Despertares
(de uno de cuyos casos se hizo una película, que lleva el mismo título), relata sus experiencias en el uso de una sustancia natural recién descubierta, la L-dopa, en pacientes afectados por la epidemia de encefalitis letárgica acaecida en los años 1920. También fue el tema de la primera película hecha para la serie documental Discovery de la BBC.
En otros libros describe casos del síndrome de Tourette y los efectos de la enfermedad de Parkinson. El relato que da título a
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero
versa sobre un músico que sufre una agnosia visual (prosopagnosia) que también fue el personaje protagonista de una ópera de Michael Nyman presentada en 1987. La historia
Un antropólogo en Marte
, que forma parte del libro de mismo nombre, trata de Temple Grandin, una profesora con síndrome de Asperger. Las obras de Sacks han sido traducidas a 21 idiomas.