Read Razones para la rebeldía Online

Authors: Guillermo Toledo

Razones para la rebeldía (4 page)

BOOK: Razones para la rebeldía
9.36Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads
¡Los derechos humanos no se defienden con misiles Tomahawk!

Mi experiencia me dice que el humor, que la comedia es el formato más incisivo para hacer crítica política. Comedias como El gran dictador de Chaplin, por ejemplo, provocan una reacción que cala más, que llega más al subconsciente, porque te estás riendo, lo cual es un placer, y de paso estás haciendo un alegato contra el nazismo. Alejandro y Ana..., que era una comedia pura y dura, donde había mensajes políticos muy claros y definidos, fue un éxito por el uso que hicimos del humor. Mediante la risa y la carcajada se podía comprobar la indignación que al espectador le provocaban tantos años de gobierno del PP. Por eso Andreu Buenafuente o el Gran Wyoming, que utilizan tantos chistes, están adoptando un discurso político. Cuando Buenafuente se pasa todo su programa haciendo chistes y chascarrillos sobre Hugo Chávez, que si es dictador o golpista o militar... con esos mensajes de que Chávez es el demonio, la gente se ríe. Se puede decir: «Bueno, es solo una broma». Pero mediante esos chistes y esas bromas continuas se está propagando el mensaje de ataque contra cualquiera que, mínimamente, se salga del sistema. Esos chistes y esas bromas están al servicio de una defensa del sistema vigente: el sistema capitalista.

Sin duda, el humor es un arma política poderosa. Por otro lado, pienso que no hay temas intocables para el humor. Hasta con el Holocausto o con la Segunda Guerra Mundial, con todo se puede hacer humor, y tanto en una dirección como en otra.

En el desarrollo de mis posicionamientos políticos hay otro punto de inflexión, que es la muerte de Orlando /apata en Cuba. Antes de aquello había un 50 % de la población, y de la clase política, ante la cual mi persona era persona grata-, había estado en contra de la Guerra de Irak, lo que coincidía con el sentir de gran parte de la población. Incluso los políticos del PSOE, y todo su entorno del cine, pensaban que era uno de los suyos, porque compartí esas movilizaciones contra la Guerra de Irak. Era un tipo compatible con la socialdemocracia, políticamente correcto. Con lo de la muerte de Zapata ven que no soy socialdemócrata, ven que ni si-i|uiera soy de izquierdas como dicen que son ellos, sino que soy rojo.

Una anécdota es muy elocuente del descubrimiento que hace por ejemplo el gobierno sobre mis pensamientos y actitudes políticas. Carme Chacón acababa de llegar al frente del Ministerio de Defensa, yo estaba en Palestina, era el verano de 2008, y me llaman de una revista y me hacen la siguiente pregunta genérica: «¿Por qué la gente de la cultura se manifestó contra la Guerra de Irak y, sin embargo, no se manifiesta contra la guerra de Afganistán?». Dije entonces que estaba totalmente en contra de cualquier guerra y, por tanto, también de la Guerra de Afganistán, que me parecía igual que la de Irak pero en otro país. Y añadí que cuando la señora ministra dijo que estábamos en Afganistán para defender la libertad y la dignidad del pueblo afgano, debía pensar que éramos estúpidos y que nos íbamos a creer un argumento tan absurdo. Se publicó la entrevista y entonces recibo un sms al móvil que decía algo así como: ...me duele que pienses que yo creo que el pueblo español es estúpido por decir que estamos en Afganistán para defender la libertad y la dignidad, en cualquier caso no hay espacio aquí para mi argumentación y tal y tal... Entonces pienso: «Coño, es la ministra». No me lo podía creer. Estaba con mi pareja, y le dije: «Me ha mandado un mensaje la ministra de Defensa». Por supuesto, mi pareja creyó que lo decía de broma. Entonces le contesto a Carme Chacón y, tras un intercambio de dos o tres sms, termino diciéndole: «Por mi parte, sería feliz si pudiéramos encontrarnos un día y darte mis argumentos y escuchar los tuyos, porque me interesan mucho las razones de un gobierno que se dice socialista para implicarse en una guerra imperialista». La ministra me responde que sí, entonces le digo que estoy en Palestina, y que cuando vuelva la llamo y cenamos o lo que sea. La ministra había pensado que era uno de los suyos y que había tenido un lapsus de deslealtad que ella iba a reconducir. Como además los medios no dejaban de decir, y siguen diciendo, que era uno de «los de la ceja», pues hasta en el gobierno se lo habían creído. Cuando volví a Madrid de Palestina le mandé un mensaje a la ministra, al cual me contestó, pero claro, como seguía haciendo declaraciones que no se ajustaban en absoluto a una persona partidaria del gobierno de Zapatero, ella ya se dio cuenta de que, definitivamente, yo no era de los suyos. Nunca más me contestó a los mensajes y, como era de esperar, jamás tuvimos esa cita para explicarnos nuestras diferentes posiciones frente a las guerras imperialistas. Eso me dio mucha rabia porque ya le había anunciado a todo el mundo, a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, a todos les había dicho que iba a cenar con la ministra. Tenía unas tremendas ganas de que me mirara a los ojos, sin cámaras de televisión ni la presencia de sus compañeros de la OTAN, y me dijera que estábamos en Afganistán para defender la libertad y la dignidad de los afganos. Y luego estaba el morbo de tener delante a una ministra de Defensa del PSOE, presuntamente izquierdista, y hacerle todas las preguntas que las personas de izquierda quisiéramos hacerle y que ningún periodista se atreve a preguntarle nunca.

Movimientos sociales, trabajo y dignidad

En las últimas elecciones municipales de 2011, me presenté de forma simbólica como candidato en el último puesto de la lista por la coalición IU-CUT en un pueblo andaluz llamado El Coronil, que tiene aproximadamente cinco mil habitantes. La CUT es la formación política del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), que se presenta en coalición con IU. Me pidió participar en la candidatura el líder de la CUT, Diego Cañamero, que además de mi amigo es el ejemplo vivo de lo que considero un sindicalista. Como sé cuáles son sus propuestas y sé también que las llevan a cabo cuando les votan, acepté apoyarlos de esa forma simbólica. En los sitios donde gobiernan, como en Marinaleda por ejemplo, esta gente ha conseguido un nivel cero de desempleo, vivienda para todos, acogen a los inmigrantes, ocupan tierras de los grandes terratenientes y organizan cooperativas. Y cuando deben hacer una reivindicación laboral, en vez de preferir «un pacto regular en lugar de un buen conflicto», como dijo un dirigente de Comisiones Obreras, el SOC no rehúye ningún conflicto, y los afronta mediante la desobediencia civil, ocupando latifundios, bloqueando carreteras... No se sientan a firmar con el enemigo, como hacen CC.OO. y UGT, que firman la rendición en nombre de sus bases, que no suelen estar de acuerdo con esas firmas. El SOC es un sindicato asambleario, todos tienen la misma voz y el mismo voto, y así no tienen agentes del capital infiltrados como dirigentes, como sucede con el señor Fidalgo, de CC.OO., que ahora da charlas en la FAES, la fundación del PP. Y debido a la trayectoria de la CUT y la forma que tiene de afrontar la realidad, acepté entonces su petición de formar parte de las listas a las elecciones municipales.

El contacto directo con los movimientos sociales me ha proporcionado muchas cosas. En primer lugar, humildad. Porque pude llegar haciéndome el listo y me di cuenta de todo lo que tenía que aprender, de que había gente que llevaba muchísimos más años que yo luchando, con una gran experiencia que ofrecerme. También comprobé que las revoluciones deben ser colectivas, es la única forma. Este contacto directo me ha procurado mucha experiencia y conciencia de que somos muchos los que estamos luchando, aunque estemos silenciados y ninguneados por los medios de comunicación. Para cualquier tema en el que uno piense, mujer, ecología, militarismo, inmigración, existen movimientos sociales que llevan muchos años luchando por mejorar las cosas y la situación de los colectivos.

También me ha dado muchas satisfacciones y un gran bienestar personal el hecho de encontrarme rodeado de personas que piensan como yo, que están dispuestos a utilizar su tiempo y en muchos casos sus posibles privilegios en pos del bienestar general. Esas personas son de las que me quiero rodear, son las personas con las que comparto, con las que lucho, con las que consigo las victorias y sufro las derrotas. Ya dije, l ras lo de Orlando Zapata, que todo esto me ha servido para convencerme cada vez más de qué lado quiero estar, de cuál es mi lugar en el mundo: con los hombres y mujeres que quieren cambiar el planeta y buscan un mundo mejor.

Como decía en líneas anteriores, al principio me costó recibir una acogida normal, una acogida como cualquier otro activista, debido a mi condición de «famoso», de que mi imagen es una imagen pública y conocida. En parte es comprensible, porque muchos pensaron qué quería a cambio o qué buscaba conseguir a cambio, aunque creo que si hubiera hecho campaña con el PP o con el PSOE seguro que hubiera sacado más cosas y beneficios que haciendo campaña por Palestina o por el Sáhara, o atacando a los políticos que gobiernan. Pero veo con satisfacción que los movimientos confían en mí y que soy uno más. Han comprobado que estoy dispuesto a dar la cara hasta el punto de que si debo perder mi trabajo y dejar de hacer películas, como ya dije alguna vez, si debo elegir entre mi trabajo

y mi dignidad, lo tengo muy claro. En el documental Fuego sobre el Mármara, de David Segarra, aparecía un activista que decía qué pensaría el pueblo de Gaza de todos nosotros si, sufriendo todo lo que sufren, nosotros no hiciéramos nada, pero también qué pensaría él de sí mismo si, sabiendo todo lo que sucedía en Gaza, protestara por ello en los bares y en las fiestas pero no hiciera nada por evitarlo. Eso es un poco lo que me sucede a mí.

Los profesionales de la cultura y las ideologías

El mundo de la cultura española tuvo un peso fundamental en el periodo comprendido entre 1932 y 1936. Si nos detenemos a repasar quiénes fueron las personas que destacaron, culturalmente, durante esos años en España, todos ellos son símbolos de la izquierda en el mundo entero, incluso a pesar de sufrir cuarenta años de silencio. De hecho, gran parte de la intelectualidad de la Segunda República, a los que no mataron y pudieron salir del país, se exiliaron en México y colaboraron activamente en el desarrollo cultural y social de ese país. Eso muestra el poder que puede tener la cultura, y eso ahora no existe. O mejor dicho, sí existe pero no se les da ningún papel en las instituciones, ni en los medios, ni en ningún lado. Están silenciados, oscurecidos. Comparemos por ejemplo los iconos mediáticos de hoy con los de aquellos años. Entonces teníamos en la literatura a Miguel Hernández, Lorca, Machado, Cernuda, y en el cine teníamos a Buñuel y más tarde a Juan Antonio Bardem, Mario Camus, Paco Rabal, Lola Gaos y muchos otros más. Sin embargo, las figuras intelectuales y artísticas de pensamiento radical actual están silenciadas por los medios. Pienso en personas como Santiago Alba Rico, Carlos Fernández Liria, Belén Gopegui, Carlos Tena, Los chicos del maíz, Alfonso Sastre o Ignacio Ramonet, por poner algunos ejemplos. Es verdad que algunos tienen cierta visibilidad como Isaac Rosa, Vicen? Navarro, Juan Torres, Rafael Reig, Manu Chao, Fernando León, Juan Diego Botto o Alberto San Juan. En el caso del cine, han desaparecido las posibilidades para la gente de izquierdas de participar en proyectos artísticos y cinematográficos que expresen un punto de vista de la sociedad desde el socialismo. Eso es imposible. En los últimos quince años hay ejemplos contados: Los lunes al sol, Tierra y Libertad y poco más. Probablemente, Fernando León sea el único que se atreve a poner en pie proyectos de denuncia social, pero también hay que decir que está prácticamente desaparecido de la movilización social en la calle. Existe otro director de cine social, Salvador García Ruiz, pero hace pocas películas.

Cine y compromiso social

El cine es un ámbito de la cultura donde los profesionales no podemos llevar nuestro ideario, porque no elegimos el trabajo que podemos hacer, porque tenemos que esperar que alguien nos llame. Un escritor o un músico siempre lo puede hacer: luego tendrá o no tendrá éxito, lo silenciarán o no, pero en el cine ni siquiera tenemos la oportunidad. Echo de menos participar en películas con contenido social: en realidad echo de menos que existan, aunque no las haga yo, y creo que es necesario que las veamos. El cine no puede separarse de los problemas sociales de los ciudadanos. Pero hoy hay una fractura absoluta entre el cine y la realidad de este país. En el cine y la televisión no aparece la inmigración, la falta de vivienda, el paro, la violencia policial, la tortura, el militarismo, el hambre, la pobreza, no aparece la corrupción de los políticos. En nuestro cine y en nuestras series de televisión a los protagonistas no les falta el trabajo ni la vivienda, no sufren acoso policial por sus ideas, nadie pasa hambre, no hay políticos corruptos. El cine ha pasado a ser un elemento más de la propaganda capitalista: no cuenta qué pasa. Y es curioso, pero nuestra obra más política como grupo Animalario, Alejandro y Ana..., fue la más exitosa. Una película social como Los lunes al sol funcionó en taquilla, mientras que el 90 % de las películas del cine español no funcionan bien en taquilla y hablan de estupideces, de niños bien, de chico busca chica, de chica busca chico, y poco más. Por tanto, la afirmación de que una película o una serie de televisión con contenido social no la quiere ver nadie, no tiene fundamento.

En cualquier caso, el cine es otro elemento más de la sociedad, donde se refleja la misma situación de miseria que en el resto de los sectores. La evolución que está sufriendo actualmente el cine —que está pasando más a depender del dinero de las televisiones que del dinero de las ayudas públicas— hace pensar que la situación empeorará si lo que esperamos es un cine con contenido social, apegado a la realidad. El ciudadano debe saber que todos los criterios de control ideológico que las televisiones están aplicando en sus programaciones e informativos se están poniendo en práctica en el panorama cinematográfico actual, donde han pasado a tomar el control. La misma persona que decide la programación de Telecinco decide las películas que Telecinco va a producir; no solo las que van a emitir, sino también las que van a existir y las que se van a ver en las salas de cine.

El principal problema es que ya no hay directores de cine de izquierdas. Las únicas personas del cine que de verdad son de izquierdas y que participan en la lucha por un mundo mejor se pueden contar con los dedos de la mano: Juan Diego Botto, Itziar Bollaín, Alberto San Juan, Benito Zambrano y alguno más que haya citado anteriormente. Quizás este sea un porcentaje similar al del resto de los demás sectores profesionales, no lo sé.

BOOK: Razones para la rebeldía
9.36Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Undercovers by Nadia Aidan
Benjamín by Federico Axat
Illegal Liaisons by Grazyna Plebanek
Married Sex by Jesse Kornbluth
Never Me by Kate Stewart
Crooked Little Heart by Anne Lamott
Best for the Baby by Ann Evans