Objetivo 4 (23 page)

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Authors: German Castro Caycedo

BOOK: Objetivo 4
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Volviendo atrás, este fue el momento en que realmente le informé a Antonio, nuestro jefe, y él me dio la orden de viajar a Bogotá con el Profe: su ingreso a hablar con Pablo Arauca estaba próximo.

Llegamos a la capital, le hicieron las pruebas de veracidad de la información que estaba rindiendo y todo pareció tener lógica.

Es obvio que como yo no tenía el manejo de esta investigación, lo escucharon otros oficiales que llevaban tiempo en ella y dijeron que todos los datos que él daba eran precisos y reaccionaron casi con emoción:

—Efectivamente, el tipo sí está entrando a donde Pablo Arauca. Sí, está hablando con él. El bandido se encuentra por donde nos lo está diciendo este hombre.

El Profe describía la ruta con detalles, con distancias, tiempos, de recorrido en cada tramo, relevos, puestos de vigilancia... Hasta ese momento su única persona de confianza era ya Entonces, tanta reunión y tanta entrevista me hicieron pensar que se me iba a asustar. Es que ya había visto al general, al coronel, al mayor, a otro mayor, y yo le decía "tranquilícese".

De todas maneras sabíamos de su doble posición, guerrilla y paramilitares. Entonces en los siguientes viajes adecuamos una habitación en un hotel, en la que instalamos micrófonos, cámara oculta, vigilancia física... El asunto en saber cuándo se iba a reunir con Pablo Arauca.

Finalmente dijo que en Bogotá había un cura que lo iba a ayudar a manejar la parte de socialización de lo de de Sierra Nevada, habían acordado una reunión y luego iban a subir los dos a hablar con el Mellizo. Se trataba de unos dineros para obras sociales en la capital.

El cura también era de Pablo Arauca, pero do tenía nada que ver con el Profe. Sin embargo, se efectuó la reunión, cambiaron ideas y las cosas empezaron a caminar de acuerdo con los planes. En ese momento le entregamos a nuestro hombre un equipo de ubicación satelital, se lo enseñamos a operar y nos devolvimos inmediatamente para la costa. Allí le dije:

—Haga la marcación en el punto más cercano que usted pueda en relación con el sitio donde se va a reunir, o donde vaya a ver a Pablo Arauca.

Para esa operación había dos posibilidades: primero, dejar que el Profe entrara, nos dejara la ubicación y saliera.

Pero como los investigadores del proceso yo sabían que Pablo Arauca no recibía gente donde dormía, decidieron aprovechar la entrada del Profe para "operar en caliente". Ósea, el tipo entrando y nosotros haciéndolo prácticamente al tiempo.

Total, se montó la operación en esa forma, se la explicamos, pero él insistía, como garantía, que su contacto fuera yo porque a él nadie más lo conocía.

En cuanto al ubicador satelital, le preocupaba mucho, lo tenía nervioso:

—Viejo —me dijo—, yo llego hasta Guachaca. Allí me recoge una moto, me sube hasta cierto punto. De esa moto me bajan y me suben a otra, en esa avanzamos unos veinte minutos.

Allí me bajan. No hay más vía. Hacia arriba vamos por caminos de herradura y en cada sitio, cada persona que me entrega a otra, me requisa. Desde la primera parada me quitan el teléfono celular, me quitan todo. Entonces, compadre, miremos bien lo del aparato ese.

Se lo pusimos en un maletín escondido en un pliegue, pero el problema era que él tenía que dejarlo:

—Así, colocado así no vale la pena esconderlo porque lo van a detectar de forma inmediata —dijo.

Entonces lo acomodamos dentro de una falsa costura, de manera que él pudiera sacarlo rápido y enterrarlo:

—En ese preciso momento a usted tienen que darle deseos de orinar. Se va hasta el árbol más cercano y allí lo entierra.

Bueno, se montó la operación y empezamos a hacerle el seguimiento desde cuando partió, pues él nos iba informando su ubicación.

Subir a la Sierra es todo un proceso. Este hombre se demoró tres días y el general decidió lanzar la operación desde Cartagena, donde nos habíamos ubicado.

SEBASTIAN (Oficial superior)

Los Mellizos tenían personas infiltradas en los aeropuertos del Caribe más cercanos a ellos —zona norte—, como son Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Valledupar. Por este motivo siempre operábamos desde Cartagena de Indias.

CAMILO (Oficial)

Como yo estaba recién llegado al equipo, todos preguntaban de dónde había sacado a aquella fuente, quién era yo, dónde se encontraba el Mellizo. Es que en este proceso ellos llevaban mucho tiempo y ahora les aparecía yo con el Profe.

Sucede que uno llega a un punto de la investigación en el que maneja un cuadrante, pero los delincuentes tienen el control de la zona, de manera que una infiltración allí es algo muy difícil, supremamente complicado, y llegarles a los anillos de seguridad nos es sencillo. Sin embargo, yo llegué al grupo con el acceso directo al objetivo, y ellos decían:

—Nosotros, meses y meses aquí buscando un acceso y usted aparece como de la noche a la mañana... Eso lo vemos muy poco probable.

No me creían y, además, como no habían trabajado conmigo estaban sorprendidos.

El día de la operación le dije al Profe:

—Usted sale de Santa Marta, se hospeda en tal hotel en Guachaca. Una vez allí, se comunica conmigo y me dice: "Perfecto".

Aquella operación se hizo con el apoyo de Hombres Jungla, con el grupo antiterrorista de la Policía Judicial y cuatro helicópteros. Inicialmente nosotros teníamos el rastreador y estábamos esperando a que quedara estático.

El rastreador no emite una señal constante, sino según los lapsos en los que sea programada Entonces se graduó cada cinco minutos, de manera que así nos iba describiendo la ruta.

—Cuando ustedes me vean más de una hora detenido en un sitio —dijo el Profe—, ahí está Pablo Arauca.

Para llegar a la Sierra el tiempo de recorrido aéreo no pasaba de quince minutos y antes de partir permanecimos en la base esperando a que el equipo nos diera la indicación. Efectivamente, empezó el punteo, y salía y salía. El Profe me hizo la última llamada cuando le iban a quitar el teléfono El les dijo a los bandidos:

—Denme unos segundos, tengo que comunicarme antes con mi familia para avisarles que estoy bien.

—Bueno, hágalo rápido.

—Mi amor, sí, ya, ya lo que habíamos hablado, tranquila que yo te mando el dinero, voy a hablar con el Señor y cuando regrese te lo llevo.

Esa era la señal de que hasta ahí iba a tener cobertura por teléfono.

En adelante comencé a hacer el conreo y el aparato me decía tiempos, distancias y sitios por los cuales iba avanzando. Cuando el localizador se detuvo, arrancamos.

A partir de Cartagena volamos a ras de mar para evitar que el sonido de los motores de las naves pusiera alerta al objetivo. Además, como los helicópteros son verde oliva oscuro, volando muy cerca de la superficie no son tan fácilmente localizables. Por otro lado, el agua absorbe una parte del sonido.

Volar en aquellos pájaros era peliculesco porque con las puertas abiertas uno percibía de forma muy viva la velocidad, y además, sentía el agua casi al alcance de la mano.

De un momento a otro, al acercarnos porque volábamos paralelos a la Sierra, en cosa de segundos nos ubicamos sobre la playa y allí mismo empezamos a ascender, a ascender, a ascender para despistar, y una vez en las cumbres nos descolgamos para caer en el sitio señalado.

Aquellos equipos ofrecen pequeños márgenes de error y más en la Sierra, porque la señal que se emite tiene que atravesar las nubes y se desvía un tanto.

La parte alta de la Sierra está por sobre las nubes, pero el lugar que íbamos a atacar se halla debajo de ellas, de manera que cuando la señal llegaba al satélite y nos la reportaba, venía con esa pequeña imprecisión.

Pero además, tuvimos un inconveniente: abajo se divisaban tres caseríos. Es decir, tres estructuras visibles desde donde estábamos, por lo cual se agolpaban.

De todas maneras, se hizo el descenso por sogas rápidas. Los Hombres Jungla bajaron, aseguraron la zona, tuvimos algo de hostigamiento, impactaron a algunos helicópteros y caímos en la zona, pero el helicóptero nos había dejado sobre el talud, varios metros debajo de la cima. Como estábamos enfrentando una inclinación casi vertical, nos demoramos en el ascenso.

Ese tiempo fue de oro para la fuga del objetivo.

Después supimos que la Mona había sacado de allí a Pablo Arauca.

Como el asalto fue tan rápido, el Profe se encontraba en el lugar y lógicamente tenía que ser uno de los detenidos. Sin embargo, no hallaba cómo indicamos por dónde se había es capado el objetivo.

De allí salieron una docena de bandidos bajo custodia, en compañía de los de la reunión, es decir, un abogado, el cura y el Profe.

Luego empezamos a rastrear el área. Así encontramos a la gente que estaba escondida, los fusiles, sus equipos de campaña, una ametralladora, gran cantidad de municiones.

Estuvimos toda la noche barriendo ese sector.

Nos quedamos allí, caminamos mucho y a medida que avanzábamos escuchábamos cómo las motos se movían por las montañas llevando al Mellizo de tramo en tramo, pero no podíamos identificar de dónde provenían los ruidos. Era un mes de septiembre.

Entonces la orden era acampar en zonas altas. Un poco después de la medianoche llegamos al filo de una montaña, no llevábamos carpas ni nada por el estilo, solamente morrales de asalto para combate rápido, útiles para sobrevivir dos o tres días.

Una vez en aquella cumbre, un oficial de alta jerarquía se acostó en el piso, y dijo:

—Quedé muy, pero muy cómodo. De aquí no me mueve nadie.

En aquel sector amanece muy temprano, a las cinco de la mañana ya está claro, de manera que cuando despertamos vimos que el oficial se había acomodado tomando como almohada un bloque de estiércol de vaca. Despertó y aún sin darse cuenta, nos dijo

—A mi no me molestaron anoche ni zancudos ni nada. Dormí perfecto.

De allí salimos, nos reagrupamos en Santa Marta y realizamos un control de la zona durante tres días.

En esa tomada aprendí como en las operaciones de este tipo no se improvisa nada. Al comienzo uno llega a pensarlo, pero una vez lo vive, comprueba que se trata de lo contrario. Por ejemplo, todos los movimientos que hacíamos estaban siendo captados en Bogotá por los analistas y ellos les reportaban a los jefes en tiempo real, que estaba sucediendo y en qué sector.

Sucede que Pablo Arauca se nos había escapado por un sendero ahora determinado. Lo recorrimos y obviamente los reportes que hacían los puestos de guardia de los bandidos confirmaban que el tipo había pasado por cada uno de aquellos puntos.

De todas las operaciones siempre se saca información valiosa. Por ejemplo, encontramos una serie de mapas y en ellos una cantidad de posiciones estratégicas y seguras para los bandidos.

Entonces, en el transcurso de los tres días siguientes golpeamos cada uno y encontramos caletas —escondites—, casas abandonadas, resguardos... En esa forma obligamos a Pablo Arauca a ubicarse en otro sector. Ahora sabíamos que no volvería a la misma zona.

De todas maneras continuamos el contacto con el Profe que estaba nuevamente libre, lo llevamos a Bogotá y lo tranquilizamos porque se veía angustiado:

—Viejo, afortunadamente ustedes la hicieron bien levándonos detenidos. Nos tuvieron unas horas en un calabozo, a todos nos identificaron y luego nos dejaron en libertad porque ninguno de nosotros registraba antecedentes penales.

Más tarde nos contó que luego de la operación, los criminales hicieron una terrible matanza de campesinos, dé indígenas y de habitantes de la zona.

ISMAEL (Oficial superior)

Realizamos análisis basados en la última experiencia y en el cúmulo de informaciones que estaban expresando campesinos de la región y una serie de informantes de diferentes sitios, y finalmente resolvimos planificar la forma de caer nuevamente sobre el objetivo.

Llegó entonces una época muy importante para todo el mundo: la Navidad. Salen los niños de sus colegios, quieren estar con sus familias, una persona que ha estado escondida durante todo un año quiere ver a sus hijos, a sus mujeres, y, desde luego, baja la guardia al calor de ese sentimiento que es parte de nuestra cultura.

Eso era muy importante para nosotros, porque las comunicaciones por radio y por teléfonos portátiles fueron mayores: ahora hablaban de reuniones, hablaban de fiestas, de paseos en tal fecha y a tal parte a lo largo de aquel sector.

El dilema era cómo llegar sin ser detectados por sus anillos de seguridad. Algunos oficiales propusieron caracterizarnos como campesinos; otros, entrar como simples excursionistas, o como turistas, pero todas resultaban situaciones de peligro, pues, de todas maneras resultábamos fáciles de detectar. Debíamos pensar en una estrategia mejor calculada. Al final, nuestro jefe dijo:

—Entremos uniformados. Tomémonos esas montañas ¿Cuánta gente necesitamos?

Estudiamos la situación y concluimos:

—Ochocientos hombres.

Él habló directamente con el general Óscar Naranjo, director de la Policía, y la operación fue autorizada:

Tropa, Hombres Jungla, Escuadrones Móviles de Carabineros, Policía Judicial, personal de Antinarcóticos, pilotos, helicópteros, raciones de campaña por tratarse de una operación sostenida durante unos ocho días.

Debíamos comenzar por patrullar, irnos acercando y cubriendo todas las brechas, los senderos, hasta los pequeños espacios que dejaba la vegetación baja dentro del bosque por los que tratara de escapar Pablo Arauca.

Total, llegamos a Santa Marta un veintidós de diciembre y de cada uno de los departamentos vecinos a la zona empezaron a mandar Escuadrones Móviles de Carabineros. Nosotros llevábamos efectivos de Bogotá, y los reuní en la cancha de fútbol del cuartel antinarcóticos de Santa Marta:

Esta es una misión de la Policía. Se trata de tomamos una porción de la Sierra Nevada. La montaña se llama Machete pelao.

Llegamos allá en los helicópteros y empezamos a mandar los grupos a diferentes sitios estratégicos en las cimas. Es decir, hicimos una especie de cuadrilátero enviando gente a cada uno de los puntos cardinales y a la zona central, y empezamos a avanzar, a avanzar sobre el objetivo y a esperar alguna reacción.

Efectivamente, en las crestas de las montañas empezó todo el mundo a esconderse, a esconder fusiles, a esconder uniformes y a salir de allí vestidos como simples campesinos.

Obvio que los Mellizos vieron que se trataba de un ataque frontal y se replegaron hacia la cumbre Nosotros empezamos a subir. Era una zona muy complicada, muy difícil por lo escarpada, por la vegetación baja muy apretada dentro del bosque que también es compacto y nosotros no podíamos utilizar sendas ni caminos porque nos desviábamos del cerco que veníamos cerrando.

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