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Authors: Frank Herbert

Tags: #Ciencia ficción

Casa capitular Dune (68 page)

BOOK: Casa capitular Dune
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Odrade consideró aquellas observaciones como una bienvenida confirmación de las deducciones Bene Gesserit. La hermandad sabía cómo explotar aquella palanca. Las burocracias estaban basadas en la cobardía, en el miedo de que algo pudiera impedir los avances en la carrera o las comodidades en el retiro.

¡Cubre tu retaguardia!

Era una regla tan vieja como la historia.

—La compasión no se halla dentro de las especificaciones de mi trabajo.

—¿No tienes ninguna otra cosa que decir? —preguntó Dama.

Gana tiempo.

Odrade aventuró una pregunta:

—Me siento extremadamente curiosa acerca del porqué aceptaste este encuentro.

—¿Por qué te sientes curiosa?

—Parece tan… tan poco característico de ti.

—¡Nosotras mismas determinamos lo que es característico de nosotras! —Completamente disgustada.

—¿Pero qué es lo que hay en nosotras que os interese?

—¿Entonces crees que os encontramos interesantes?

—Quizá incluso nos encontréis notables, puesto que así es como nosotras os consideramos evidentemente a vosotras.

Una expresión complacida aleteó por un breve instante en el rostro de Dama.

—Sabíamos que os sentíais fascinadas por nosotras.

—Lo exótico interesa a lo exótico —dijo Odrade.

Esto hizo aparecer una sonrisa de suficiencia en los labios de Dama, la sonrisa de alguien cuyo animalillo de compañía ha demostrado ser listo. Se puso en pie y se dirigió a la ventana. Llamando a Odrade a su lado, Dama hizo un gesto hacia un grupo de árboles más allá de los primeros arbustos en flor, y habló con aquel acento blando tan difícil de seguir.

Odrade escuchó con concentración. ¿Dama llamaba a aquellos árboles robles? Aquello decía algo acerca de su interés en las cosas arbóreas. La etiqueta técnica aceptada para aquellos que trataban con tales cosas era «enebros». Dama no se dedicaba a las frivolidades técnicas, ni se preocupaba de que sus etiquetas revelaran dependencia en un idioma común.

Algo hizo sonar una alarma interna. Odrade cayó en simulflujo, buscando la fuente. ¿Algo en la estancia o en la Reina Araña? Había una falta de espontaneidad en el entorno, algo que no encajaba con lo que Dama hacía. Así que todo aquello estaba diseñado para crear un efecto. Cuidadosamente preparado.

¿Es ésta realmente mi Reina Araña? ¿O hay alguna otra más poderosa que nos está observando?

Odrade exploró aquel pensamiento, rebuscando rápidamente. Era un proceso que proporcionaba más preguntas que respuestas, un atajo mental parecido al de los Mentats. Busca las relevancias y extrae los trasfondos latentes (pero de una forma ordenada). El orden era generalmente un producto de la actividad humana. El caos existía como material en bruto a partir del cual crear el orden. Ese era el enfoque Mentat, proporcionando no verdades inalterables sino una notable palanca para tomar decisiones: el ensamblaje ordenado de datos en un sistema no inconexo.

Llegó a una Proyectiva.

¡Se revuelcan en el caos! ¡Lo prefieren! ¡Adictas a la adrenalina!

Así que Dama era Dama, la Gran Honorada Matre. La eterna titular, la eterna superiora.

No hay ninguna más grande observándonos. Pero Dama cree que eso es una negociación. Cabria pensar que es algo que nunca antes había hecho. ¡Exactamente!

Dama tocó un lugar no señalizado debajo de la ventana, y la pared se descorrió, revelando que la ventana no era otra cosa más que una hábil proyección. Se abrió a un alto balcón embaldosado con cerámica verde oscuro. Dominaba una serie de plantaciones muy distintas de aquellas que mostraba la proyección de la ventana. Aquello era el caos conservado, el salvajismo dejado a sus propios medios y convertido en algo más notable aún a causa de los ordenados jardines en la distancia. Zarzas, árboles caídos, densos arbustos. Y más allá: hileras cuidadosamente espaciadas de lo que parecían ser verduras, con recolectores automatizados yendo arriba y abajo, dejando una tierra desnuda tras ellos.

¡Amor al caos, evidentemente!

La Reina Araña sonrió y salió al balcón.

Saliendo tras ella, Odrade se detuvo una vez más sorprendida ante lo que vio. Una decoración en el parapeto a su izquierda. Una figura tamaño natural moldeada en una sustancia casi etérea, toda ella ondulantes planos y curvadas superficies.

Cuando miró de reojo a la figura, Odrade vio que pretendía representar a un humano. ¿Masculino o femenino? En algunas posiciones masculino, y en algunas femenino. Planos y curvas respondían a las inconstantes brisas. Una serie de cables delgados, casi invisibles (parecía como si fueran de hilo shiga) la mantenían suspendida de un tubo delicadamente curvado anclado en una protuberancia translúcida. Las extremidades inferiores de la figura casi tocaban la granulosa superficie de la base que le servía de apoyo.

Odrade la miró, cautivada.

¿Por qué me recuerda a «El Vacío» de Sheeana?

Cuando el viento la agitaba, toda la creación parecía danzar, emprendiendo a veces una graciosa marcha, dando luego una lenta pirueta e iniciando una serie de giros con una pierna extendida.

—La llamamos «El Maestro de Ballet» —dijo Dama—. Bajo algunos vientos alza los pies hasta por encima de su cabeza. La he visto corriendo con la misma gracia que un corredor de maratón. A veces no efectúa más que unos torpes movimientos, agitando los brazos como si sostuviera armas en ellos. Hermosa y fea… todo es lo mismo. Creo que el artista se equivocó al darle su nombre. «Ser Desconocido» hubiera sido mucho mejor.

Hermoso y feo… todo lo mismo. Ser Desconocido.

Aquello era lo terrible en la creación de Sheeana. Odrade sintió una repentina oleada de miedo.

—¿Quién fue el artista?

—No tengo la menor idea. Una de mis predecesoras la trajo de un planeta que estábamos destruyendo. ¿Por qué te interesa?

Representa lo salvaje que nadie puede gobernar.
Pero dijo:

—Supongo que ambas estamos buscando una base para la comprensión, intentando hallar similitudes entre nosotras.

Aquello trajo el resplandor naranja.

—Puede que vosotras intentéis comprendernos, pero nosotras no necesitamos comprenderos.

—Ambas procedemos de sociedades de mujeres.

—¡Es peligroso pensar en nosotras como en vuestras descendientes!

Pero la evidencia de Murbella dice que lo sois. Formadas en la Dispersión por las Habladoras Pez y las Reverendas Madres in extremis.

Toda ingenuidad y sin engañar a nadie, Odrade preguntó:

—¿Por qué es eso peligroso?

La risa de Dama no mostraba regocijo. Era vindicativa.

Odrade experimentó una nueva y brusca evaluación del peligro. Allí se necesitaba algo más que un sondea-y-revisa Bene Gesserit. Aquellas mujeres estaban acostumbradas a matar cuando se enfurecían. Un reflejo. Dama lo había dejado bien sentado cuando había hablado de su ayudante, y Dama había señalado también que había límites a su tolerancia.

Sin embargo, a su propia manera, está intentando negociar. Exhibe sus maravillas mecánicas, sus poderes, su riqueza. No ofrece una alianza. Sed nuestras sirvientes voluntarias, brujas, nuestras esclavas, y olvidaremos mucho. ¿Conseguir el último del Millón de Planetas? Más que eso, evidentemente, pero un número interesante.

Con una nueva cautela, Odrade varió su enfoque. Las Reverendas Madres caían demasiado a menudo en un esquema adaptativo.
Por supuesto, yo soy completamente distinta a ti, pero me ablandaré un poco en beneficio de un acuerdo.
Eso no funcionaria con las Honoradas Matres. No aceptarían nada que sugiriera que no conservaban un control absoluto. Era una afirmación de la superioridad de Dama sobre sus hermanas el que hubiera concedido a Odrade una tal libertad.

Una vez más, Dama habló a su imperiosa manera.

Odrade escuchó. Qué extraño que la Reina Araña pensara en que una de las cosas más atractivas que podía proporcionar la Bene Gesserit era la inmunidad a nuevas enfermedades.

¿Era esa la forma de ataque que las condujo hasta aquí?

Su sinceridad era ingenua. Nada de esos agotadores chequeos periódicos para comprobar si habías adquirido habitantes secretos en tu carne. A veces no tan secretos. A veces terriblemente peligrosos. Pero la Bene Gesserit podía terminar con todo aquello, y seria convenientemente recompensada.

Qué agradable.

De nuevo aquel tono vindicativo en cada una de sus palabras. Odrade se sintió atrapada por aquel pensamiento:

¿Vindicativo? Aquello no tenía el sabor adecuado. Había algo a un nivel más profundo.

¡Unos celos inconscientes de todo lo que perdisteis cuando os separasteis de nosotras!

¡Aquél era otro esquema, y había sido estilizado!

Las Honoradas Matres habían caído en hábitos repetitivos.

Hábitos que nosotras abandonamos hace mucho tiempo.

Aquello era más que negarse a reconocer los orígenes Bene Gesserit. Aquello era desprenderse de toda su basura.

Deja caer todos tus desechos en el momento en que ya no atraigan tu interés. Los subalternos se harán cargo de la basura. Está más preocupada por la siguiente cosa que desea consumir que por limpiar su propio nido.

La imperfección de la Honorada Matre era más grande de lo que había sospechado. Mucho más mortal para ellas mismas, y totalmente controlada. Y no podían enfrentarse a ella debido a que, para ellas, no existía.

Nunca ha existido.

Dama se convertía en una intocable paradoja. Ninguna idea de alianza había penetrado en su mente. Parecía abocarse a ello, pero era solamente para probar a su enemigo.

Después de todo, hice bien en dar plenos poderes a Teg.

Logno apareció procedente del cuarto de trabajo con una bandeja en la que había vasos largos y estrechos casi llenos con un líquido dorado. Dama tomó uno, lo olisqueó, y dio un sorbo con una expresión complacida.

¿Qué significa ese maligno resplandor en los ojos de Logno?

—Prueba un poco de este vino —dijo Dama, haciendo un gesto a Odrade—. Procede de un planeta del que seguro que nunca has oído hablar, pero en el que hemos concentrado los elementos necesarios para producir la perfecta cepa dorada para el perfecto vino dorado.

Odrade se sintió apresada por aquella larga asociación de los humanos con su preciosa y antigua bebida. El dios Baco. Uvas fermentadas en sus cepas o en sus lagares tribales.

—No está envenenado —dijo Dama cuando vio vacilar a Odrade—. Te lo garantizo. Matamos cuando conviene a nuestras necesidades, pero no somos estúpidas. Reservamos nuestras muertes más flagrantes para las masas. No te confundo con un componente de nuestras masas.

Odrade dejó escapar una risita ante su propia agudeza. La elaborada amigabilidad era casi tosca.

Odrade tomó el vaso ofrecido y dio un sorbo.

—Es una cosa que alguien ingenió para complacernos —dijo Dama, con su atención fija en Odrade.

Un sólo sorbo fue suficiente. Los sentidos de Odrade detectaron una sustancia extraña, y necesitó varios latidos de su corazón para identificar su finalidad.

Para anular el shere que me protege de sus sondas.

Ajustó su metabolismo para hacer la sustancia inocua, luego anunció lo que había hecho.

Dama miró con ojos fulgurantes a Logno.

—¡Entonces es por eso por lo que ninguna de esas cosas actúa sobre las brujas! ¡Y tú nunca lo sospechaste! —La rabia era casi una fuerza física dirigida contra la desventurada ayudante.

—Es uno de los sistemas inmunológicos con los cuales combatimos las enfermedades —dijo Odrade.

Dama lanzó su vaso contra las baldosas. Necesitó un cierto tiempo para recuperar su compostura. Logno retrocedió lentamente, sujetando la bandeja casi como un escudo.

Así que Dama hizo más que serpentear hasta alcanzar el poder. Sus hermanas la consideran mortífera. Y así debo considerarla yo.

—Alguien pagará por este esfuerzo desperdiciado —dijo Dama. Su sonrisa no tenía nada de agradable.

Alguien.

Alguien hizo el vino. Alguien hizo la figura danzante. Alguien pagará, la identidad nunca es importante, tan sólo el placer o la necesidad de la retribución. Servilismo.

¿No sospechaba las consecuencias? La esperanza de todos los conquistados de que algún día ella fuera también olvidada. Incluso Logno compartía aquella esperanza, aunque estaba teñida por su propio deseo de suceder a Dama. Muy limitadas en sus concepciones, aquellas Honoradas Matres.

¡El perfecto vino dorado!

¿Acaso no se daba cuenta de su destino? Todos aquellos famosos vinos y platos preparados para complacer a los famosos conquistadores… ninguno sobrevivía sin cambios. Algo en los humanos (¿la memoria genética?) respondía a los pasados servilismos ajustando los sabores hasta que ya no eran aquellos que el conquistador había apreciado.

—No interrumpas mis pensamientos —dijo Dama. Se dirigió hacia el parapeto y contempló a su Ser Desconocido, evidentemente recomponiendo su posición
negociadora
.

Odrade dirigió su atención a Logno. Que seguía intensamente atenta, su atención fija casi de una forma obsesiva en Dama. No era simple miedo. De pronto, Logno parecía terriblemente peligrosa.

¡Veneno!

Odrade lo supo con tanta certeza como si la ayudante hubiera gritado la palabra.

No soy yo el blanco de Logno. Ha aprovechado su oportunidad para dar su salto hacia el poder.

No era necesario mirar a Dama. El momento de la muerte de la Reina Araña fue visible en el rostro de Logno. Volviéndose, Odrade lo confirmó. Dama yacía en un confuso montón debajo del Ser Desconocido.


Me
llamarás Gran Honorada Matre —dijo Logno—. Y me darás las gracias por ello. Ella —señalando al bulto rojo en una esquina del balcón— tenía intención de traicionarte y de exterminar a tu gente. Yo tengo otros planes. No soy de las que destruyen un arma utilizable en unos momentos de gran necesidad.

Capítulo XLII

¿Una batalla? Siempre hay un deseo de espacio vital motivándola, en algún lugar.

El Bashar Teg

Murbella observaba la batalla de Conexión con una indiferencia que no reflejaba sus sentimientos. Permanecía junto a un grupo de Censoras en el centro de mando de su no-nave, con su atención fija en las proyecciones de los monitores de los com-ojos en la superficie.

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