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Authors: David Wellington

Tags: #Ciencia ficción, #Terror

Zombie Nation (42 page)

BOOK: Zombie Nation
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—No puedo creérmelo. ¿Has estado jugando con fuerza vital? Para que luego hablen de jugar a creerse Dios. ¿Qué eres, una especie de científico loco?

Vronski se encogió de hombros, incómodo.

—No creo que «científico» sea una palabra apropiada para designar en lo que me he convertido. Pero tienes que comprenderlo. La he mantenido con vida. Ella todavía está viva. —Levantó las manos en el aire y las volvió a bajar—. Me hubiera suicidado hace tiempo. Sé lo que he hecho y lo equivocado que estaba. Pero entonces, ¿quién cuidaría de Charlotte? Siempre está chocando contra las cosas y cortándose por accidente, y necesita a alguien que se ocupe de sus heriditas. Una vez se cayó rodando por una escalera. Cuando todavía tenía boca estuvo a punto de ingerir un producto desatascador porque no podía ver lo que estaba haciendo. Yo la quiero, ¿entiendes? La quiero muchísimo. No puedo soportar la idea de que se vaya.

En ese momento parecía menos humano que su mujer. Parecía como una parte de una persona, una idea que nunca se había superado. Un fragmento de intención sin nada que lo respaldara. Era un científico loco de arriba abajo, pero no en el sentido tradicional. No era una especie de Prometeo caduco descendiendo a las profundidades de los secretos del cosmos. Era un científico que además padecía una enfermedad mental. Eso era todo.

—De acuerdo. Basta. —Nilla había tomado una decisión—. Lo comprendo, pero no importa. Esto no puede seguir. Tú y yo vamos a apagar esta cosa. No me importa lo difícil que sea o lo que le hará a ella. Sencillamente enséñame cómo se hace.

Levantó la vista con una extraña expresión en la cara. Incomprensión, de un hombre acostumbrado a comprender las cosas intuitivamente.

—¿Apagarla?

—Sí. Acabar con esto. Yo caigo muerta, el mundo vuelve a la normalidad. Eso es lo que he elegido. Por dónde empiezo. ¿Hago esto? —preguntó ella. Tiró una de las estatuas tiki, la recogió y la lanzó contra la pared hasta que se rompió—. ¿Qué tal esto? —Cogió un osciloscopio de un carrito con ruedas y lo dejó caer para que reventara en pedazos contra el suelo—. Detenme cuando acierte. —Encontró un hacha en una de las mesas de laboratorio y empezó a romper los equipos.

—Creo que no lo entiendes —le dijo él—. Es una grieta en uno de los elementos más básicos de la naturaleza. Es una singularidad que se retroalimenta. ¡Abastece su propio poder, incrementa su tamaño sin ningún tipo de aportación!

—¿Y? —gritó Nilla—. ¿Y qué?

—Que no puedes apagarlo. Es físicamente imposible. No puedes detenerlo. No puedes volver a meter el aire en un globo pinchado.

Nilla bajó el brazo. Lo miró fijamente. En su interior. Estaba diciendo la verdad. Quería que alguien detuviera la Fuente. Lo necesitaba, aunque significara perder a su mujer, pero no sabía de qué modo podía hacerse.

Se alejó de ella y cogió un fósil de un banco de laboratorio. Un trilobites, algo que se había extinguido, pero todavía era precioso.

—Imagino que ahora me matarás, algo con lo cual, sinceramente, no tengo problemas. Quiero decir que me lo merezco. Merezco algo peor.

—Sí. —Nilla pensó en toda la gente que había muerto para que ella llegara a estar así de cerca. Shar y Charles. Mellowman, Mike
Morfina.
El Termita. El capitán Clark y todos sus soldados. Jason Singletary, el chico de Las Vegas. El hombre que la mordió en el cuello. Cada una de las personas que había conocido desde que se despertó otra vez había muerto con otros, muchos otros, tantos, tantos millones de otros. Lo que este hombre había hecho estaba más allá del mal—. Sí. Te mereces algo peor.

Ella cogió el manojo de cables que recorrían el suelo. Con el hacha los cortó de un solo golpe.

Oyeron un gritito procedente de arriba, un súbito aullido de dolor, pero nada parecido al habla. Después, algo grande y pesado cayó al suelo.

Los ojos azules de Vronski temblaron en sus cuencas y comenzó a sudar.

Nilla tiró el hacha y se alejó andando, lejos del científico, del museo, de las montañas.

Comenzó a caminar hacia el este, hacia Nueva York. No le pidió a ningún vivo que la ayudara. De todos modos, vio muy pocos vivos.

En algún lugar de Kansas se paró en medio de la carretera porque Mael estaba intentando hablar con ella. Se dio media vuelta y lo vio de pie, desnudo, detrás de ella, con expresión de pedir perdón.

—Tu nombre era Julie —le dijo él, y luego se desvaneció en el aire.

— FIN —

Notas

[1]
OIC, RAID COARNG son las siglas en inglés de Officer in Charge, Raid Colorado Army National Guard, que significa Oficial al mando de la división de disturbios del Ejército de la Guardia Nacional de Colorado.
[N. de la T.]

[2]
En inglés el término
nil,
que significa «cero», se utiliza en el ámbito deportivo, de ahí el juego de palabras intraducible entre Nilla y nil.
[N. de la T.]

[3]
OOTW son las siglas de «Operation Other Than War», es decir, operaciones militares diferentes a la guerra.
[N. de la T.]

[4]
ATF son las siglas de
Alcohol, Tobacco and Firearms
(alcohol, tabaco y armas de fuego), abreviatura de la agencia dedicada a la recaudación de impuestos y supervisión del cumplimiento de las leyes relativas a estos bienes.
[N. de la T.]

[5]
Localización en la que tuvo lugar una confrontación armada con numerosas víctimas entre civiles y agentes de las fuerzas de seguridad.
[N. de la T.]

[6]
En español en el original.
[N. de la T.]

[7]
Voz inglesa que significa «Valle de la Muerte».
[N. de la T.]

[8]
MRE son las siglas de
Meal Ready to Eat,
comida lista para tomar.
[N. de la T.]

[9]
En la jerga militar es el acrónimo de
Finally, I Got My Orders
(Al fin tengo mis órdenes), luego sigue un juego de palabras que se pierde en la traducción, ya que en inglés dice
Fuck it, I got my orders,
que respondería al mismo acrónimo.
[N. de la T.]

[10]
Es un sistema de ataque por control remoto que se sirve de aparatos electrónicos operados a través de la red de telefonía.
[N. de la T.]

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