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Finalmente, tampoco entiendo por qué no hay ninguna imagen de esas curiosas escenas de intercambio de gritos y disparos. Los medios de comunicación empiezan a congregarse en el lugar ya bien avanzada la operación, pero mucho antes de que estallara el piso. ¿Por qué no tenemos ninguna imagen de esos terroristas levantando persianas, realizando disparos y gritando sus consignas al mundo exterior? ¿Qué les hizo parar ese comportamiento tan exhibicionista antes de que llegaran las televisiones?

¿Tampoco tenían los miembros de la Policía ninguna cámara con la que grabar las caras de esos terroristas en el momento de asomarse? ¿Por qué nadie nos ha enseñado ninguna de esas imágenes, si es que existen? ¿Tampoco los geos grabaron la operación, a pesar de que ésa es la costumbre?

¿Se da cuenta el lector de la mala suerte que tenemos con las imágenes en todo el caso del 11-M? No aparecen las caras de los terroristas de los trenes en ninguna cámara de ninguna estación, así que tenemos que conformarnos con los testimonios contradictorios de los testigos oculares. Los Tedax encuentran dos mochilas sin explotar en las estaciones y a nadie se le ocurre fotografiar el contenido (¿ningún Tedax lleva ni siquiera un teléfono móvil con cámara?), así que tenemos que conformarnos con dibujos a mano alzada de las mochilas, que tampoco cuadran con las declaraciones de los testigos. La Policía asiste a los disparos de esos terroristas de Leganés y todo el país sigue la operación por TV, y tampoco consigue nadie captar una sola imagen de ninguna cara. Parece que nos persiguiera la desgracia en este aspecto.

¿Como hicieron volar el piso?

Pero vamos a suponer que esos terroristas que no se inmolaron en los trenes deciden de repente que Alá les exige inmolarse. Vamos a suponer que son tan teatrales como para dedicarse a gritar por las ventanas lo de "
vamos a morir matando
". Vamos a suponer que con los nervios del momento alguien ordena, contra toda lógica, que los geos inicien el asalto. Y vamos a suponer que esos terroristas fueran tan estúpidos como para no ocurrírseles dar mejor uso a la dinamita que ponérsela de cinturón.

Aceptando todo esto, ¿cómo, exactamente, hicieron estallar el piso? ¿Tenían cinturones y los hicieron estallar simultáneamente? ¿Fue uno de los terroristas el que se inmoló, llevándose por delante a sus compañeros? ¿Cómo pudo reventar aquel piso de esa forma? Algunas versiones periodísticas nos han hablado de árabes abrazados en corro cantando canciones guerreras justo antes del estallido, pero lo cierto es que resulta difícil de aceptar. Mientras que dos de los cadáveres estaban relativamente enteros y otros tres pudieron reconstruirse, los últimos dos cadáveres estaban tan destrozados que no han aparecido más que fragmentos.

De hecho, de uno de ellos (Allekema Lamari) sólo apareció media cabeza y un trozo de un hueso de la pierna.

Además, alrededor de la cintura de dos de los cadáveres apareció dinamita metida en bolsas de plástico (entre 1 y 2 kg.), que no había estallado por carecer de detonador, y los restos de otro de los cadáveres aparecieron adheridos a un colchón, como si estuviera tratando de protegerse.

Ninguno de estos datos se corresponde muy bien con la escena del corro de fanáticos enloquecidos. El hecho de que la dinamita de dos de los cadáveres no tuviera iniciador y la presencia de ese colchón protector sugieren que al menos debería considerarse la posibilidad de que tres de los terroristas no tuvieran la más mínima intención de suicidarse. Por otro lado, el hecho de que la dinamita esos dos cadáveres no llegara a estallar y el hecho de que unos cadáveres estuvieran completamente destrozados mientras que otros estaban casi enteros sugieren que los terroristas pudieran hallarse bastante separados en el momento de producirse la explosión.

Lo cual nos lleva a pensar que, si es verdad que esa explosión fue provocada por los terroristas, fue sólo alguno de ellos especialmente fanático el que apretó el pulsador.

Sin corrillos sangrientos de ningún tipo.

Pero, en realidad, lo que más llama la atención en los informes policiales es un detalle que parece haber pasado desapercibido y que resulta de lo más desconcertante: según el informe de inspección ocular del piso de Leganés, el cadáver de uno de los terroristas apareció "
con el pantalón puesto al revés
"; así lo refleja textualmente el sumario.

¿Se le ocurre a alguien algún motivo por el cual un terrorista quisiera pasarse varias horas con los pantalones mal puestos en aquel piso rodeado? Tiene que ser incomodísimo estar levantando persianas, gritando consignas absurdas y disparando ráfagas de ametralladora con los pantalones al revés. ¿No encontró, entre las 14:15 y las 21:03 (seis horas y cuarenta y ocho minutos), ni un sólo instante para ponerse bien los pantalones?

Siento tener que hacer esta pregunta, pero ¿estaba ese terrorista vivo antes de que estallara aquel piso? ¿Estamos seguros de cuántos terroristas vivos había en ese piso antes de que volara por los aires?

Capitulo 19

Visiones contradictorias

Veíamos en el capítulo anterior que existen diversos detalles disonantes en la historia oficial de los sucesos de Leganés: la falta de vainas de cartuchos, la aparición de dos cadáveres con Goma-2 sin explotar, la aparición de otro cadáver con los pantalones al revés…

No son los únicos detalles que apuntan a que algo no cuadra en ese "
final oficial
" del 11-M. Ni tampoco los más importantes.

Treinta y cinco dedos

El análisis de los informes contenidos en el sumario nos proporciona algunas respuestas interesantes, pero revela también varios datos sorprendentes. Para empezar, ¿cómo hemos podido saber cuántos terroristas murieron en Leganés y cuáles eran sus identidades? Muy sencillo: los análisis de ADN permitieron identificar 7 perfiles genéticos distintos, lo que quiere decir que allí había 7 presuntos terroristas.

En cuanto a las identidades, cuatro de los terroristas fueron identificados de forma muy simple: por sus huellas dactilares. En términos técnicos, la toma de huellas dactilares de un muerto se denomina necrorreseña. Esos cuatro terroristas estaban muertos, sí, pero eso no impidió tomarles las huellas y compararlas con las existentes en las bases de datos policiales. Y así se hizo, porque se encontraron 35 de los 40 dedos de las manos de esos cuatro terroristas. En concreto, gracias a esas necrorreseñas se pudo identificar a
El Tunecino
, a
El Chino
, a Abdenabi Kounjaa y a Anuar Asrih Rifaat.

¿Y por qué no se identificó a los otros tres terroristas de la misma manera? Pues, y aquí viene lo sorprendente, porque de los otros tres terroristas no se encontró dedo alguno.

¿Dónde fueron a parar los dedos de los dos hermanos Oulad Akcha y de Allekema Lamari?

Comprendo que, tras aquella explosión, los restos de algunos de los terroristas quedaran destrozados y podría entender que de esos terroristas sólo hubieran aparecido unos pocos dedos, pero me parece raro que desaparezcan los 30 dedos de esos tres terroristas.

Desde un punto de vista teórico, sería perfectamente posible que en la explosión quedaran volatilizados todos los dedos de esos tres terroristas. Pero es que, si nos vamos al informe de análisis de huellas dactilares de los objetos encontrados en el piso, nos tropezamos con una curiosa casualidad: en los objetos de aquel piso se encontraron las huellas dactilares de "
los 4 terroristas con dedos
", pero tampoco aparece ni una sola huella de "
los 3 terroristas sin dedos
".

Es decir, de esos tres terroristas no apareció ningún dedo después de muertos, pero es que tampoco dejaron ninguna huella dactilar antes de morirse. Puedo aceptar que sus manos se volatilizaran como consecuencia de la explosión, pero ¿tampoco tocaron nada antes de que el piso saltara por los aires?

El análisis de huellas

Ese análisis de las huellas dactilares de los objetos encontrados en el piso arroja más resultados curiosos.

Además de las huellas de los 4 terroristas con dedos, se encontraron las huellas de otras 12 personas en los libros y documentos rescatados del piso.

Entre esas doce personas cuyas huellas aparecieron en el piso están las de Safwan Sabagh (de quien hemos sabido por
El Mundo
que trabajaba como agente para el CNI) y las de Mustafá Maimouni (el cuñado de
El Tunecino
).

Que aparezcan en el piso las huellas de ese colaborador del CNI es llamativo, pero todavía lo es más que aparezcan las de Mustafá Maimouni, porque el cuñado de
El Tunecino
está en la cárcel en Marruecos desde el año 2003, por su presunta implicación en los atentados de Casablanca.

Teniendo en cuenta que el piso de Leganés fue alquilado en marzo de 2004, es absolutamente imposible que Mustafá Maimouni hubiera podido estar nunca en ese piso.

Entonces, ¿cómo aparecen allí sus huellas?

Pues muy sencillo: todas las huellas identificadas en el piso se encontraron en una serie de libros de contenido islámico y en una serie de documentos recogidos después del estallido del piso. Que aparezcan en esos libros las huellas del cuñado de
El Tunecino
indica, simplemente, que alguno de esos libros pasó por las manos de ese individuo en algún momento del pasado, antes de su detención a mediados de 2003.

Misterio explicado. Pero claro, esto nos lleva a una conclusión que resulta preocupante: si la presencia de las huellas de Mustafá Maimouni no implica que ese individuo estuviera nunca en el piso, ninguna de las otras huellas encontradas en esos libros o documentos implica necesariamente que sus propietarios estuvieran alguna vez en ese piso. Es decir, que el valor probatorio de esas huellas encontradas en el piso es completamente nulo a la hora de determinar quién estuvo o no estuvo en Leganés.

El asunto de las huellas plantea, además, otras dudas interesantes. ¿Cómo es posible que no aparecieran huellas de los siete terroristas muertos en otros objetos recogidos después de la explosión? En concreto, ¿por qué no aparecen huellas de esos terroristas en los dos subfusiles con los que supuestamente estuvieron disparando durante horas? ¿Utilizaron guantes? ¿Para qué?

Las autopsias

Quizá alguno de los lectores se esté preguntando a qué viene dar tantas vueltas a si los terroristas aparecieron con dedos, o con los pantalones puestos al revés, o con explosivos sin detonar en la cintura. En el artículo anterior nos preguntábamos, por ejemplo, cuántos terroristas estaban vivos antes de que ese piso volara por los aires.

Pero ¿acaso no es absurda esa pregunta? Las cosas deberían ser mucho más fáciles: bastaría con acudir a las autopsias de esos terroristas para despejar cualquier duda.

El problema, sin embargo, al intentar hacerlo, es que esas autopsias no existen: nadie hizo la autopsia a esos presuntos terroristas muertos en Leganés. Mientras que a las víctimas mortales del 11-M se les practicó la autopsia el propio 11 de marzo (lo que permitió determinar que no había terroristas suicidas entre los muertos), nadie hizo lo propio con esos islamistas que nos dicen que se inmolaron.

Resulta curioso cómo la recolección de pruebas e informes periciales en el 11-M ha estado supeditada desde el principio al mantenimiento de la versión oficial. ¿No dice la versión oficial que la mochila de Vallecas era una de las mochilas de los trenes? Entonces, ¿para qué molestarse en analizar los destrozos de los vagones con el fin de determinar el tipo de explosivo?

De la misma manera, ¿no dice la versión oficial que esos terroristas de Leganés se suicidaron en torno a las nueve de la noche, haciéndose estallar? Entonces, ¿para qué molestarse en hacer una autopsia con el fin de determinar la hora de la muerte y la causa de la misma?

La despedida

Existen otros indicios que apuntarían a la hipótesis de la inmolación de esos siete terroristas. Encontramos, por ejemplo, una carta de despedida escrita por uno de esos terroristas, Abdenabi Kounjaa, en la que habla a su familia de su decisión de acometer la misión que Alá le había encomendado. Esa carta fue enormemente aireada por algunos medios de comunicación como "
demostración
" de la determinación suicida de esos terroristas. Esa despedida que Abdenabi Kounjaa escribe a su familia comienza así:

Para mi mujer.

Tu marido ha vivido anhelando este trabajo. Gracias a Dios que me guió en este camino y te digo que ya no te hace falta pensar en venir a España y agradece a Dios el estar bien con tu familia. No te apenes de mí y asegúrate de que tus hijos aprendan el libro de Dios y la sunna de su profeta, hasta que te encuentres con él.

Quiero que sepas con seguridad que yo no dejé a mis hijos por capricho mío sino por una decisión de Dios, todo poderoso, y consulta la sura de ALTAUBA (el arrepentimiento), el versículo "si vuestros padres fueran…"

Esta carta, escrita en árabe, es bastante larga. Fue redactada antes de la explosión del piso de Leganés y parecería apuntar a que aquellos siete terroristas estaban dispuestos a la inmolación en su particular guerra sangrienta contra la infiel España.

Sin embargo, como casi todo en el 11-M, es muy posible que las cosas no sean lo que parecen.

Para empezar, resulta peculiar el modo en que aparece esa carta. El día 10 de mayo de 2004 (un mes después de los sucesos de Leganés), la Policía detenía a una persona llamada Saed El Harrak y se incautaba de las pertenencias que dicha persona tenía depositadas en la empresa de encofrados en la que trabajaba. Y, casualmente, en el bolsillo lateral de una bolsa de viaje de esa persona aparece esta carta con (según nos dicen) las huellas dactilares y la firma de Abdenabi Kounjaa.

Sin embargo, hay algo raro en esa firma. Disponemos de otro documento firmado por Abdenabi Kounjaa (su permiso de residencia).

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