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El corelliano entrecerró los ojos. «Esa nave tiene que estar siendo pilotada por Bror Jace. Ese chico cree que es hora de cobrarse todas las deudas pendiente…». El otro piloto, un humano de Thyferra, era —en opinión de Corran— el segundo mejor piloto del escuadrón de adiestramiento. «Bror va a hacer pedazos al
Korolev
, y los chicos no dejarán de recordármelo continuamente hasta el día de mi muerte. A menos que…».
Corran dirigió toda la energía de sus escudos hacia adelante, dejando su popa en el mismo grado de desnudez padecido por el bombardero TIE desprovisto de escudos. Siguió a Jace a lo largo de un rápido tonel, y mantuvo la palanca de control empujada hacia adelante.
Cuando emergieron del tonel, Corran lanzó una andanada contra el bombardero. El haz hizo impacto en un ala, pero Jace logró pasar por debajo de la línea de fuego del ala-X. «¡Allá vamos!».
Corran desplazó la palanca de control hacia adelante para seguir el picado del bombardero, pero como su velocidad era un veinte por ciento superior a la de la nave de Jace, el ala-X inició un gran giro. Cuando Corran consiguió invertirlo y salir de él, el bombardero de Jace ya se estaba lanzando sobre la cola del ala-X.
Corran lanzó su caza hacia babor antes de que el bombardero pudiera dejar caer un par de cohetes sobre su cola, y atravesó la línea de fuego del bombardero. «Maniobra básica con una respuesta básica…». Sin ni siquiera mirar los instrumentos y sin prestar ninguna atención a las advertencias que estaba chillando Silbador, Corran volvió a desviar la energía motriz hacia la recarga de escudos. «Un segundo más…».
La respuesta de Jace a la maniobra evasiva de Corran había consistido en ejecutar un salto con inversión del sentido motriz. Haciendo subir la proa de su bombardero en una brusca desviación primero y compensando el vector en la dirección del giro después, Jace consiguió mantenerse dentro del arco descrito por el ala-X. Cuando el bombardero terminó la maniobra, se aproximó muy rápidamente al ala-X…, moviéndose demasiado deprisa para que Corran pudiera centrar las miras de un cohete, pero no para que su aproximación le impidiera lanzar una andanada láser.
El bombardero TIE se precipitó sobre el ala-X. Las sirenas de la alarma de colisión empezaron a aullar. Corran casi pudo sentir la excitación que se iba adueñando de Jace a medida que su ala-X se le aproximaba más y más. Sabía que el otro piloto dispararía una andanada rápida y que luego volvería a lanzarse al ataque, furioso por haber fallado el blanco que le ofrecía el ala-X, pero encantado ante aquella ocasión de eliminar a Corran antes de acabar con el
Korolev
.
El piloto del ala-X accionó un interruptor y desvió toda la energía de los escudos a la zona de popa.
El escudo deflector se materializó bajo la forma de una semiesfera a unos veinte metros por detrás del ala-X. Diseñado para disipar los impactos de las armas cinéticas y de energía, no tuvo ninguna dificultad para proteger el caza de la doble andanada láser del bombardero. Si el bombardero hubiera utilizado cohetes, el escudo podría haber absorbido todos los daños que fueran capaces de causar, aunque las explosiones habrían bastado para destruirlo.
El bombardero TIE, cuya masa era muy superior a la de los cohetes que transportaba, debería haberse abierto paso a través de los escudos y quizá incluso habría podido destruir al caza, pero chocó con el escudo siguiendo un vector angular y rebotó en él. La colisión disipó la mitad de la energía del escudo de popa e hizo que el ala-X oscilara locamente, pero por lo demás el caza no sufrió ningún daño.
Pero no podía decirse lo mismo del bombardero, que carecía de escudos. El impacto había sido aproximadamente equivalente al de un vehículo que chocara con una pared de ferrocreto mientras iba a sesenta kilómetros por hora. Esa colisión quizá no hubiera causado daños muy serios a un vehículo de superficie, pero los vehículos de superficie son decididamente menos delicados que los navíos de combate estelar. El ala de estribor cedió hacia adentro, y se fue doblando alrededor de la cabina del bombardero. Los dos módulos de la nave perdieron la alineación original del diseño, con el resultado de que los dos motores salieron disparados en un loco e incontrolable girar a través del espacio de datos del simulador.
—¿Has captado eso, Verde Tres?
Corran no obtuvo respuesta.
—¿Qué le ha ocurrido a Tres, Silbador?
La unidad R2 respondió con un trino lleno de lúgubre melancolía.
«Condenado engendro de un Sith…». Corran ajustó el control de los escudos para igualar la situación de proa con la de popa.
—¿Dónde está?
La imagen de un caza TIE que estaba ejecutando una pasada de ataque a lo largo del
Korolev
apareció en el monitor de Corran. El pequeño caza se deslizó sobre la superficie de la corbeta, esquivando sin ninguna dificultad el tenue fuego de represalia emitido por ésta. «Eso supone tener muchas agallas para lo que es habitual en un caza TIE —pensó Corran, y sonrió—. O mucha arrogancia, y quizá ya va siendo hora de hacérsela paga…».
El corelliano volvió a activar el programa de puntería de los torpedos protónicos y centró las miras en el TIE. El caza intentó romper la conexión, pero las andanadas turboláser del
Korolev
le impidieron moverse. La caja de puntería de Corran enrojeció, y su dedo lanzó el torpedo.
—Un globo ocular menos…
El cohete fue directamente hacia el caza, pero el piloto viró bruscamente hacia babor y aceleró, haciendo que el cohete fallara el blanco. «¡Hermosa maniobra!». Corran aceleró e inició un rápido descenso para colocarse detrás del TIE, pero mientras lo hacía el TIE desapareció de su pantalla delantera y reapareció en su arco de popa. Corran desvió la palanca de control hacia la derecha al mismo tiempo que tiraba de ella, haciendo que el ala-X ascendiera hacia estribor, y después invirtió el vector y se desvió hacia la izquierda.
Un haz láser hizo que el asiento del simulador fuera recorrido por una rápida vibración. «¡Menos mal que tenía toda la energía de los escudos concentrada en la popa!». Corran los reforzó todavía más con energía procedente de sus sistemas láser, y luego igualó los niveles de proa y de popa. Desviando el caza hacia la izquierda y hacia la derecha, esquivó las andanadas láser procedentes de detrás, pero aun así todas pasaron bastante más cerca de él de lo que hubiese querido.
Sabía que Jace había estado pilotando el bombardero, y Jace era el único piloto de la unidad capaz de mantenerse a su altura. «Con la excepción de nuestro jefe de vuelo, claro… —Los labios de Corran se curvaron en una gran sonrisa—. ¿Ha decidido averiguar lo bueno que soy en realidad, comandante Antilles? Pues entonces permítame que le haga una pequeña exhibición…».
—Asegúrate de que estás bien sujeto, Silbador, porque vamos a hacer unas cuantas piruetas.
Corran se negó a permitir que los gemidos de la unidad R2 le obligaran a reducir la velocidad. Un viraje acompañado por un tonel hizo que el ala-X se irguiera sobre su ala de babor. Tirar de la palanca de control hacia atrás elevó el morro del caza, apartándolo de la trayectoria de vuelo original. El TIE siguió las maniobras de Corran, y después fue cerrando el arco para reducir la distancia. Corran ejecutó otro viraje de noventa grados y después convirtió el giro en un vertiginoso picado. A continuación mantuvo el vector durante tres segundos, y luego tiró de la palanca de control y se lanzó sobre la popa del caza TIE.
Los haces láser del ala-X fallaron el objetivo por una considerable distancia cuando el TIE se desvió hacia la izquierda. Corran aceleró al máximo y se mantuvo pegado al TIE. Permitió que el ala-X se elevara sobre el plano de curso, y luego ejecutó un rizo que consumió el tiempo suficiente para permitirle volver a colocarse detrás del TIE. El TIE se desvió hacia la derecha, y Corran salió disparado hacia la izquierda.
Mantuvo los ojos clavados en la pantalla indicadora mientras la distancia que lo separaba del TIE iba aumentando hasta convenirse en un kilómetro y medio, después de lo cual el ritmo de incremento empezó a frenarse. «Quieres que pongamos a prueba la resistencia de nuestras proas, ¿eh? ¡Estupendo! Porque yo tengo escudos y tú no…». Si el comandante Antilles quería cometer lo que virtualmente era un suicidio, Corran le ayudaría en todo lo posible. Tiró de la palanca de control hasta dejarla pegada a su esternón y ejecutó un rizo de inversión. «¡Voy a por ti!».
Los dos cazas estelares se encontraban cada vez más cerca el uno del otro. Corran centró a su enemigo en la mira y esperó la ocasión de disparar. Sin escudos el caza TIE moriría con una sola ráfaga, y Corran quería que la eliminación fuera lo más limpia posible. Su caja de puntería empezó a parpadear con destellos verdosos mientras el TIE entraba y salía del centro, y luego se estabilizó en el verde al reducirse la distancia.
El TIE empezó a disparar con los sistemas ajustados en alcance máximo y consiguió anotarse algunos impactos. A esa distancia los láseres no causaban ningún auténtico daño en los escudos, lo cual hizo que Corran se preguntan por qué Wedge estaba desperdiciando la energía. Un instante después el verde de la caja de puntería empezó a parpadear otra vez, y Corran lo comprendió todo. «¡Los fogonazos que se esparcen sobre mis escudos interfieren el funcionamiento de mi sistema de puntería! ¡Será mejor que acabe con él ahora mismo!».
Corran dejó caer el dedo sobre el botón de disparo, creando rojizas agujas de energía láser que surcaron el espacio para lanzarse sobre el caza TIE. El corelliano no pudo ver si le había dado a algo. Una serie de luces se encendieron y se apagaron en la cabina, y Silbador empezó a emitir estridentes gemidos. El monitor principal de Corran se oscureció de repente, sus escudos se desvanecieron y los controles del armamento dejaron de funcionar.
El piloto volvió la cabeza de un lado a otro.
—¿Dónde se ha metido, Silbador?
Un monitor cobró vida delante de él con un parpadeo luminoso y un informe de diagnóstico empezó a desfilar por la pantalla. Los informes de daños estaban rodeados por líneas color rojo sangre.
—Sensores fuera, láseres fuera, escudos fuera, motor fuera… ¡Me he convertido en un hutt suspendido en el vacío!
Los sensores del ala-X habían dejado de funcionar, por lo que el androide R2 no podría localizar al caza TIE en el caso de que éste se encontrara fuera del radio de alcance de sus detectores. Silbador informó de ello a Corran con un balido lleno de ansiedad.
—Intenta tranquilizarte, Silbador. Lo primero que debes hacer es devolverme mis escudos, y deprisa.
Corran siguió volviendo la cabeza de un lado a otro, intentando localizar al caza TIE. «Me está dejando hervir en mi propia salsa, ¿eh, señor? Ahora acabará con el
Korolev
y luego vendrá a por mí… —El piloto frunció el ceño, y sintió cómo un escalofrío helado se deslizaba por su columna vertebral—. Tiene razón, comandante: no soy ningún Luke Skywalker. ¡Me alegro de que piense que no lo hago del todo mal, pero quiero ser el mejor!».
Y entonces el panorama estelar se ennegreció de repente, y la cápsula del simulador se abrió con un siseo ahogado. El dosel se levantó, y el sonido de unas estridentes carcajadas llenó la cabina. Corran estuvo a punto de dejar caer el escudo protector sobre su casco para evitar que sus tres amigos pudieran ver cómo se estaba ruborizando. «No hagas más tonterías, Corran… Será mejor que aguante el castigo que me he merecido». Se levantó, se quitó el casco y meneó la cabeza.
—Bien, por lo menos ya se ha acabado.
El twi'lek, Nawara Ven, aplaudió.
—Qué modesto eres, Corran…
—¿Eh?
La rubia inmóvil junto al twi'lek alzó la cabeza hacia Corran y le dirigió una sonrisa radiante.
—Has conseguido salir vencedor del escenario del
Redención
.
—¿Qué?
El gandiano de piel gris verdosa asintió y dejó su casco encima del morro del simulador de Corran.
—Acabaste con nueve enemigos. Jace está bastante enfadado.
—Gracias por las buenas noticias, Ooryl, pero eso no impidió que acabaran matándome. —Corran salió del simulador—. El piloto que te dejó fuera de combate, el comandante Antilles…, bueno, pues al final también acabó conmigo.
El twi'lek se encogió de hombros.
—Él lleva más tiempo haciendo esto que yo, por lo que no tiene nada de sorprendente que me liquidara.
Rhysati meneó la cabeza, permitiendo que su dorada cabellera se esparciera sobre sus hombros.
—La sorpresa fue que necesitara tanto tiempo para acabar con nosotros, realmente. ¿Estás seguro de que te mató?
Corran frunció el ceño.
—Me parece que no recibí un mensaje de final de misión.
—Resulta evidente que no tienes mucha experiencia de lo que supone morir dentro de estos simuladores, porque en ese caso lo sabrías sin lugar a dudas. —Rhysati dejó escapar una suave carcajada—. Quizá te diera, Corran, pero no te mató. Sobreviviste y ganaste.
Corran parpadeó y luego sonrió.
—Y eliminé a Bror antes de que destruyera el
Korolev
. Por lo menos puedo estar orgulloso de eso.
—Desde luego. —Un hombre de cabellos castaños y cristalinos ojos azules pasó por entre Ooryl y Nawara—. Eres un piloto excepcionalmente bueno.
—Gracias, señor.
El recién llegado le ofreció la mano a Corran.
—Creía que te tenía, pero cuando me dejaste sin motores tu cohete consiguió alcanzarme. Buen trabajo.
Corran estrechó con una cierta vacilación la mano que le estaban ofreciendo. El hombre llevaba un traje de vuelo negro carente de nombre o insignias de rango, aunque la manga izquierda estaba adornada por las tiras de batalla de Hoth, Endor y Bakura.
—Y usted es un auténtico genio con los TIE.
—Muy amable por su parte, señor Horn… Estoy un poquito oxidado, pero lo he pasado realmente en grande. —El hombre le soltó la mano—. La próxima vez les haré sudar un poco más.
Una mujer que llevaba uniforme de teniente le rozó el brazo con las puntas de los dedos.
—El almirante Ackbar ya puede recibirle, señor. Si tiene la bondad de seguirme…
El piloto del TIE dirigió una inclinación de cabeza a los cuatro pilotos de ala-X.
—Todos han volado magníficamente. Ah, y felicidades por haber conseguido la victoria en el escenario.
Corran clavó los ojos en la espalda del hombre mientras éste se alejaba.