Read Tierra de vampiros Online
Authors: John Marks
Le agarro por la oreja y apunto el cuchillo sobre su cuello. Quedamos muy cerca, como dos amantes. Él es muy viejo. Yo, muy joven. Los susurros de agradecimiento se mezclan con el ruido de las sirenas, el estruendo de otra explosión. Sus piernas son puro hueso. Los muertos han perdido la paciencia. Están a punto de salir de él volando hacia mí. Me tiembla la mano y, en ese momento de indecisión, él se da cuenta, y yo sé lo que tiene en la mente. Comprendo cuál es mi verdadero deseo. Me siento atraída por las hordas grises. Ellas son mi futuro hogar y mi futuro esposo. Pero deseo otras cosas, también. Quiero la vida que me ha sido robada. Quiero lo que es verdaderamente y solamente mío.
Dejo caer el cuchillo. Sujeto el derrocado monumento en que se ha convertido la cabeza de Torgu con ambas manos y le doy un beso con todas mis fuerzas. Deposito mi saliva en sus fauces, le doy un beso que nadie podría comprender. Al final, antes de que el último rastro de sus labios quede reducido a cenizas, mientras todavía subsiste el temblor de mi beso y mis manos encuentran el vacío, oigo susurrar los nombres: los nombres de los lugares de los muertos aletean como mariposas, ascienden a un cielo de humo y de sueño. Antes de que nos abandonen, Torgu desaparece de este mundo y, como regalo de despedida, me agacho encima de las llamas, desnuda como la primera mujer, coloco las manos en el suelo y dejo que la carne se queme, como despedida, en esa pira funeraria de la monstruosidad de la historia.
—Adiós -le digo, les digo a todos ellos.
Pero él, ellos, se han marchado. Y yo me quedo sola con el recuerdo de Clementine Spence.
E
s necesaria una última palabra. A lo largo de este documento, he intentado ser verídico con las fuentes existentes, pero las últimas horas de la cadena significaron un terrible desafío a mis esfuerzos. Lo que sabemos con certeza es lo siguiente: cincuenta y cuatro personas fallecieron en el incendio de la calle Oeste, entre las cuales se encontraban algunos de los nombres más famosos de la historia de los informativos de la televisión, incluidos Austen Trotta, Robert Prince, Skipper Blant, Nina Vaargtimmen y Bob Rogers. Solamente Sam Dambles sobrevivió, aunque sufrió terribles quemaduras y, hasta hoy, no se ha mostrado dispuesto a hablar de ese asunto. Varios productores y editores encontraron también su final, al igual que gran parte del personal de apoyo. Una cifra mayor que la de los muertos corresponde a los desaparecidos, entre los cuales la principal es Evangeline Harker. El informe del coronel lo confirma: no se ha encontrado ni rastro de esa extraordinaria mujer.
A pesar de todo, mentiría si dijera que mi versión de los últimos momentos de
La hora
es un mero acto de mi imaginación. Antes de confiar esos últimos pensamientos al papel, pasé una noche en blanco, de pie en el porche trasero de mi casa de Connecticut, imbuyéndome con el canto de los grillos, observando las estrellas, escuchando los latidos del corazón de mi esposa y de mis hijos dentro de los finos muros de sus cuerpos. En esa oscuridad, Evangeline Harker se presentó y me hizo su revelación: ya fuera porque nuestro vinculo se ha mantenido a pesar de la pérdida y el desastre, o porque mi estado mental estaba afectado. No lo sé. Fuera cual fuese el caso, su testimonio en estas memorias debe ser considerado como la transcripción de una última conversación. La responsabilidad por cualquier defecto que pueda existir en esta narración es exclusivamente mía. El instrumento es imperfecto, el mensaje, vago, y yo sigo los susurros en las sombras.
Por su enorme entusiasmo, amistad, ayuda y apoyo, doy las gracias a mi editor Scott Moyers y a Ann Godoff por apoyarle. Doy las gracias también a Laura Stickney por su impagable ayuda. También estoy muy agradecido a Jason Arthur por sus contribuciones. Desde las primeras páginas, Joe Regal creyó en este extraño libro, y le estoy eternamente agradecido, al igual que a todas las personas de Regal Literary, en especial a Lauren Pearson y a Bess Reed, quien me dio consejos muy necesarios. Gracias también a Rich Green y a Jonny Geller. Como siempre, mi infinita gratitud para Debra y Joe por aguantarme mientras me enfrentaba con el vampiro; a Debra por su amor, sus risas, sus consejos y su perspicacia con los libros, y a Joe por su ánimo, sus abrazos y sus besos. Estoy en deuda con mi amigo James Hynes, un maestro no reconocido de la novela de terror moderna. Sin la guía de sus obras maestras
The Lecturer's
Tale
y
The Kings of
Infinite
Space, dudo que yo hubiera tenido el valor de escribir este libro. Estoy en deuda también con Jeff Cooperman por sus constantes consejos sobre el mundo de la televisión, y por haberme permitido dar un gran paso. Finalmente, un agradecimiento especial a los chicos de
60 Minutes
de Don Hewitt, o, como me gusta llamarlo, al Programa de Escritores Residentes de las Noticias de la CBS. Fue un privilegio formar parte de ese lugar que ahora ha desaparecido: nunca en la vida había trabajado con una gente tan buena, loca, divertida y genial.
JOHN MARKS, comenzó su carrera periodística en 1987 en el diario
Plano Star Courier
, de Plano (Texas), ocupándose de los asuntos de religión y salud. Mientras asistía al Taller de Escritura de Iowa, y tras conocer a la que luego sería su esposa, la escritora Debra Immergut, trabajó como responsable de las secciones de educación y negocios del
Press Citizen
de Iowa City. Tras una temporada en las oficinas del
New York Times
en Washington DC, en 1990 Debra y John se trasladaron a Berlín, desde donde John cubría la información de Alemania, la Europa del este y los Balcanes para la revista
US News World Report
.
En 1995 regresó a Estados Unidos para encargarse de las secciones de cultura popular, política y asuntos sociales para
US News
, con sede en Nueva York. En 2000 empezó a trabajar con el veterano corresponsal Morley Safer en el programa
60 Minutes
de la CBS News, donde produjo reportajes de muy diversa índole. Uno de sus últimos trabajos, un reportaje sobre el asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh a manos de un extremista musulmán, recibió el premio Gracie de la asociación American Women in Radio and Television.
Su primera novela,
The Wall
(1998), fue designada libro destacado de 1998 por el New York Times, y la segunda,
War Torn
(2003), fue elegida uno de los mejores libros de 2003 por
Publishers Weekly
. La más reciente,
Tierra de vampiros
, fue recibida con entusiasmo por la crítica y el público en Estados. Su primera obra ensayística, un retrato del cristianismo norteamericano, aparecerá en 2008.
En la actualidad, vive con su familia en Massachusetts.
[1]
Traducción de José Luis Calvo, edición Cátedra 2005
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[2]
Amelia Earhart fue una famosa aviadora estadounidense, la primera mujer que sobrevoló el océano Atlántico, entre otros récords. Desapareció en su avión en el océano Pacífico en 1937, mientras intentaba dar la vuelta al mundo, y desde entonces circulan numerosas teorías acerca de su paradero.
(N. de la E.)
<<
[3]
Famosa actriz de la televisión estadounidense.
(N. de la E.)
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