—Apresad a todos los sacerdotes —ordenó Ta-den a los guerreros— y que ninguno vacile o el mensajero de Jad-ben-Otho enviará más rayos.
Los guerreros y la gente presenciaban una exhibición de poder divino que habría convencido al menos supersticioso y más iluminado, y como la mayoría de ellos últimamente había vacilado entre el Jad-ben-Otho de Lu-don y el Do-ul-Otho de Ja-don, no les resultó difícil volverse rápidamente a este último, en especial en vista del argumento incontestable en poder de aquel a quien Ta-den había descrito como el mensajero del Gran Dios.
Los guerreros se lanzaron al frente con la mayor prontitud y rodearon a los sacerdotes, y cuando volvieron a mirar hacia lo alto del muro occidental del patio del templo vieron que se llenaba de guerreros. Y lo que les desconcertó y asustó fue el hecho de que muchos de ellos eran negros y peludos waz-don.
A la cabeza iba el extranjero con el arma reluciente y a su derecha se encontraba Ta-den, el ho-don, y a su izquierda Om-at, el
gund
de los kor-ul-ja.
Un guerrero había cogido el cuchillo del sacrificio y cortó las ataduras de Tarzán y también las de Ja-don y Jane Clayton, y los tres permanecieron juntos al lado del altar. Cuando los recién llegados se abrieron paso hacia ellos, los ojos de la mujer se abrieron de par en par con una mezcla de asombro, incredulidad y esperanza. Y el extraño se colgó su arma a la espalda con una correa de cuero, se precipitó hacia ella y la estrechó en sus brazos.
—¡Jack! —exclamó ella, ahogando los sollozos sobre su hombro—. ¡Jack, hijo mío!
Tarzán de los Monos los rodeó a ambos con el brazo, y el rey de Pal-ul-don, los guerreros y toda la gente se arrodillaron en el patio del templo y llevaron su frente al suelo ante el altar donde permanecían los tres.
EN CASA
A
L CABO de una hora de la caída de Lu-don y Mo-sar, los jefes y principales guerreros de Pal-ul-don se reunieron en el gran salón del trono del palacio de A-lur y, tras situar a Ja-don en el ápice, le proclamaron rey. A un lado del viejo jefe se hallaba Tarzán de los Monos, y en el otro Korak,
«el matador»
, digno hijo del poderoso hombre-mono.
Cuando la breve ceremonia terminó y los guerreros, levantando sus garrotes, juraron lealtad a su nuevo gobernador, Ja-don envió un grupo de confianza a Ja-lur a buscar a O-lo-a, Pan-at-lee y las mujeres de su hogar.
Y entonces los guerreros discutieron el futuro de Pal-ul-don y se planteó la cuestión de la administración y de los templos y el destino de los sacerdotes, quienes, prácticamente sin excepción, habían sido desleales al gobierno del rey buscando siempre su propio poder, comodidad y engrandecimiento. Y Ja-don se volvió a Tarzán y dijo:
—Que el Dor-ul-Otho transmita a su gente los deseos de su padre.
—Vuestro problema es sencillo —declaró el hombre-mono—, si deseáis hacer lo que agradará a los ojos de Dios. Vuestros sacerdotes, para aumentar su poder, os han enseñado que Jad-ben-Otho es un dios cruel; que sus ojos se complacen en la sangre y en el sufrimiento. Pero la falsedad de sus enseñanzas ha quedado demostrada hoy con la absoluta derrota del sacerdocio.
»Quitad los templos a los hombres y dádselos a las mujeres para que sean administrados con bondad, caridad y amor. Lavad la sangre de vuestro altar oriental y desaguad para siempre el occidental.
»En una ocasión di a Lu-don la oportunidad de hacer estas cosas, pero él no hizo caso de mis órdenes, y de nuevo el corredor del sacrificio está lleno de víctimas. Liberadlas de todos los templos de Pal-ul-don. Traed ofrecimientos de lo que guste a la gente y colocadlos sobre los altares de vuestro dios. Y allí, él lo bendecirá y las sacerdotisas de Jad-ben-Otho lo distribuirán entre los que más lo necesiten.
Cuando calló, un murmullo de evidente aprobación recorrió la multitud. Estaban hartos de la avaricia y crueldad de los sacerdotes, y ahora que la autoridad tenía un origen superior y un plan factible para deshacerse de la vieja orden religiosa sin precisar ningún cambio de fe de la gente, lo recibieron con agrado.
—Y los sacerdotes —gritó uno—, les daremos muerte en sus propios altares si complace al Dor-ul-Otho dar la orden.
—No —exclamó Tarzán—, que no se derrame más sangre. Dadles la libertad y el derecho de ocuparse en lo que deseen.
Aquella noche se celebró un gran festín en el
pale-don-so
, y por primera vez en la historia de Pal-ul-don, guerreros negros se sentaron en paz y amistad con blancos. Y Ja-don y Om-at sellaron el pacto de que su tribu y los ho-don serían para siempre aliados y amigos.
Allí Tarzán se enteró de la causa por la que Ta-den no había logrado atacar a la hora estipulada. Había llegado un mensajero de Ja-don con instrucciones de retrasar el ataque hasta mediodía, y no habían descubierto hasta casi demasiado tarde que el mensajero era un sacerdote de Lu-don disfrazado. Le dieron muerte, escalaron los muros y acudieron al patio interior del templo sin perder un instante.
Al día siguiente llegaron O-lo-a y Pan-at-lee y las mujeres de la familia de Ja-don al palacio de A-lur, y en el gran salón del trono Ta-den y O-lo-a se casaron, así como Om-at y Pan-at-lee.
Durante una semana Tarzán, Jane y Korak fueron huéspedes de Ja-don, igual que Om-at y sus guerreros negros. Y entonces el hombre-mono anunció que partiría de Pal-ul-don. En la mente de sus anfitriones quedaba confusa la ubicación del cielo y también el medio por el que los dioses viajaban entre sus hogares celestiales y las guaridas de los hombres, y por eso no se planteó ninguna cuestión cuando se descubrió que el Dor-ul-Otho, con su compañera e hijo, viajarían por tierra a través de las montañas y se marcharían de Pal-ul-don hacia el norte.
Se fueron por el Kor-ul-ja acompañados por los guerreros de esa tribu y un gran contingente de guerreros ho-don bajo el mano de Ta-den. El rey y muchos guerreros y una multitud de gente les acompaño más allá de los límites de A-lur y, después de despedirse y de que Tarzán invocara las bendiciones de Dios sobre ellos, los tres europeos vieron a sus leales y sencillos amigos postrarse en el polvo detrás de ellos hasta que la cabalgata salió de la ciudad y desapareció entre los árboles del cercano bosque.
Descansaron una jornada entre los kor-ul-ja mientras Jane investigaba las antiguas cuevas de esta gente extraña, y luego siguieron su camino, evitando el escarpado lomo de Pastar-ul-ved y descendiendo la sinuosa ladera opuesta hacia el gran pantano. Avanzaban con comodidad y seguros, rodeados por su escolta de ho-don y waz-don.
En la mente de muchos anidaba sin duda la pregunta de si los tres cruzarían el gran pantano, pero el menos preocupado por el problema era Tarzán. En el transcurso de su vida se había enfrentado a muchos obstáculos sólo para aprender que el que quiere siempre puede superarlos. Le rondaba por la mente una solución fácil para pasar, pero dependía por entero de la casualidad.
Era la mañana del último día cuando, mientras levantaban el campamento para emprender la marcha, resonó un profundo rugido procedente de un bosquecillo próximo. El hombre-mono sonrió. La casualidad se había producido. Dignamente partirían, pues, de la remota Pal-ul-don el Dor-ul-Otho, su compañera y su hijo.
Aún conservaba la lanza que Jane había fabricado, que apreciaba mucho porque era ésta la que había hecho que él hiciera registrar el templo de A-lur en su busca después de ser liberado. Le había dicho riendo que debería ocupar el lugar de honor sobre su chimenea, como el antiguo trabuco de chispa de su abuelo puritano ocupaba un lugar de honor similar sobre la chimenea del profesor Porter, el padre de Jane.
Al oír el rugido los guerreros ho-don, algunos de los cuales habían acompañado a Tarzán desde el campamento de Ja-don hasta Ja-lur, miraron con aire interrogador al hombre-mono mientras que los waz-don de Om-at buscaron árboles, ya que el
gryf
era la única criatura de Pal-ul-don que no podía ser confrontada ni siquiera por una gran multitud de guerreros sin correr peligro. Su duro pellejo blindado era inmune a sus cuchillos mientras que los garrotes que le lanzaban rebotaban y eran tan inútiles como si se lanzaran a la cara rocosa de Pastar-ul-ved.
—Esperad —dijo el hombre-mono, y con su lanza en la mano avanzó hacia el
gryf
pronunciando en voz alta el extraño grito de los tor-o-don.
Los bramidos cesaron y se convirtieron en rugidos bajos, y después apareció la enorme bestia. Lo que siguió fue una repetición de la experiencia previa del hombre-mono con estas enormes y feroces criaturas.
Y así Jane, Korak y Tarzán cruzaron el pantano que bordea Pal-ul-don a lomos de un triceratops prehistórico, mientras los reptiles inferiores del pantano huían siseando de terror. En la orilla opuesta se volvieron y dirigieron gritos de despedida a Ta-den y Om-at y a los valientes guerreros a los que habían aprendido a admirar y respetar. Y entonces Tarzán arreó a su titánica montura para que siguiera adelante hacia el norte, y la abandonaron cuando estuvo seguro de que los waz-don y los ho-don habían tenido tiempo de llegar a un punto de relativa seguridad entre los escarpados barrancos de las colinas.
Hicieron volver la cabeza de la bestia hacia Pal-ul-don y los tres desmontaron; un fuerte golpe en el grueso pellejo envió a la criatura tambaleándose majestuosamente de nuevo en dirección a su lugar de origen. Durante un rato se quedaron contemplando la tierra que acababan de abandonar: la tierra del tor-o-don y del
gryf
, del
ja
y el
jato
; de los waz-don y los ho-don; una tierra primitiva de terror y muerte súbita, de paz y belleza; una tierra que todos habían aprendido a amar.
Y entonces se volvieron una vez más hacia el norte y, con el corazón alegre y valeroso, emprendieron su largo viaje hacia la mejor tierra de todas, la del propio hogar.
Por conversaciones mantenidas con lord Greystoke y a partir de sus notas, se han podido conocer algunas cosas interesantes relativas a la lengua y las costumbres de los habitantes de Pal-ul-don que no se revelan en la historia. Para beneficio de aquellos a los que les guste ahondar en la derivación de los nombres propios utilizados en el texto, y obtener así alguna comprensión de la lengua de la raza, he aquí un glosario incompleto sacado de algunas de las notas de lord Greystoke.
Un punto de particular interés reside en el hecho de que los nombres de todos los pitecántropos lampiños masculinos empiezan por consonante, poseen un número par de sílabas y acaban en consonante, mientras que los nombres de las hembras de la misma especie empiezan por vocal, tienen un número impar de sílabas y terminan en vocal. Por el contrario, los nombres de los pitecántropos peludos negros masculinos, aunque tienen un número par de sílabas, empiezan por vocal y terminan en consonante, mientras que los nombres de las hembras de esta especie tienen un número impar de sílabas y empiezan siempre por consonante y terminan en vocal.
A
: Luz.
Ab
: Muchacho.
Ab-on
: Actuar como
gund
de kor-ul-ja.
Ad
: Tres.
Adad
: Seis.
Adadad
: Nueve.
Adaden
: Siete.
Aden
: Cuatro.
Adenaden
: Ocho.
Adenen
: Cinco:
A-lur
: Ciudad de la luz.
An
: Lanza.
An-un
: Padre de Pan-at-lee.
As
: El sol.
At
: Cola.
Bal
: Oro o dorado.
Bar
: Batalla.
Ben
: Grande.
Bu
: Luna.
Bu-lot
(cara de la luna): Hijo del jefe Mo-sar.
Bu-lur
(ciudad de la luna): La ciudad de los waz-ho-don.
Dak
: Grasa.
Dak-at
(cola gorda): Jefe de una aldea ho-don.
Dak-lot
: Uno de los guerreros de palacio de Ko-tan.
Dan
: Roca.
Den
: Tres.
Don
: Hombre.
Dor
: Hijo.
Dor-ul-Otho (hijo de dios): Tarzán.
E
: Donde.
Ed
: Setenta.
Ed
: Gracia o lleno de gracia.
En
: Uno.
Enen
: Dos.
Es
: Áspero.
Es-sat
(piel áspera): Jefe de la tribu de negros peludos de Om-at.
Et
: Ochenta.
Far
: Treinta.
Ged
: Cuarenta.
Go
: Claro.
Gryf
: Tricerátopo. Género de enormes dinosaurios herbívoros del grupo Ceratopsia. El cráneo tenía dos grandes cuernos sobre los ojos, un cuerno central sobre el hocico, un pico calloso y una gran capucha huesuda o cresta transversal por encima del cuello. Sus dedos, cinco delante y cinco detrás, estaban provistos de cascos, y la cola era grande y fuerte. El
gryf
de Pal-ul-don es similar excepto en que es omnívoro y tiene fuertes y poderosas mandíbulas y garras en lugar de cascos. Coloración: rostro amarillo con franjas azules alrededor de los ojos; capucha roja encima, amarilla debajo; vientre amarillo; cuerpo de un azul pizarra, sucio; las patas lo mismo. Protuberancias óseas excepto a lo largo de la columna vertebral; éstas son rojas. La cola se ajusta al cuerpo y vientre. Cuernos, color marfil.
Gund
: Jefe.
Guru
: Terrible.
Het
: Cincuenta.
Ho
: Blanco.
Ho-don
: Los hombres blancos lampiños de Pal-ul-don.
Id
: Plata.
Id-an
: Uno de los dos hermanos de Pan-at-lee.
In
: Oscuro.
In-sad
: Guerrero kor-ul-ja que acompaña a Tarzán, Om-at y Ta-den en busca de Pan-at-lee.
In-tan
: Kor-ul-lul que se queda para vigilar a Tarzán.
Ja
: León.
Jad
: El, la.
Jad-bal-lul
: El lago dorado.
Jad-ben-lul
: El gran lago.
Jab-ben-Otho
: El Gran Dios.
Jad-guru-don
: El hombre terrible.