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Authors: Bret Easton Ellis

Tags: #Drama, Intriga

Suites imperiales (12 page)

BOOK: Suites imperiales
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—¿Qué le pasa?

Me mira como si no debiera estar confundido.

—La chica de la que habló se llama Denise Tazzarek —dice bajando la voz—. Sé quién es.

—No le entiendo.

—Sé quién es y no quiero tener nada que ver con ella. He tenido dos pacientes involucrados con ella y ha habido un conflicto de intereses. —Un silencio—. No puedo hacer nada por usted.

—¿Y cree que es… la misma chica?

—Sí. Es la misma chica. Su verdadero nombre es Denise Tazzarek. La chica de la que me estuvo hablando, Rain Turner, es Denise Tazzarek.

Vuelvo a abrazarme a mí mismo, demencialmente alerta.

—¿Qué sabe de ella que… yo no sepa?

—Se lo dije en nuestra última sesión. Manténgase alejado de ella. —Retrocede hacia el Porche—, No le hace falta saber nada más.

Me acerco a él.

—Entonces, ¿conoce a Rip Millar?

—Clay… —Se sienta al volante.

—¿Y a Julián Wells?

—Tengo que irme…

—¿Qué me dice de Kelly Montrose?

El doctor Wells introduce la llave de contacto, pero al oír ese nombre se detiene en seco. Volviéndose hacia mí, me mira.

—Kelly Montrose era paciente mío.

Y cierra la puerta y se aleja en su coche.

El aparcacoches del Doheny Plaza me abre la puerta del BMW y mientras me apeo me avisa de que hay alguien esperándome en el vestíbulo; luego veo el Audi de Julián, embadurnado de barro y lluvia, aparcado ante el edificio. Casi doy media vuelta y me subo de nuevo al BMW, pero una oleada de cólera me hace tomar una decisión. Julián lleva unas Ray-Ban y está sentado con despreocupación comprobando su móvil, pero no dejo de advertir que tiene el ojo izquierdo ligeramente hinchado, el labio partido, débiles cardenales negros y morados en su bronceado cuello y la muñeca vendada. No digo nada mientras paso por delante de él. Solo hago un gesto para que se levante y me siga. El portero mira con preocupación a Julián desde detrás del mostrador y luego a mí antes de que le diga:

—No pasa nada.

Julián sube conmigo al ascensor y no hablamos mientras me sigue por el pasillo de la planta quince y el único ruido es su carraspeo mientras abro la puerta y entramos en el apartamento.

Julián se sienta con cuidado en el sofá modular y va vestido con elegancia y tiene buen aspecto a pesar de lo que le ha ocurrido y parece estar esforzándose por mantenerse entero pero hace una ligera mueca al poner el pie en la otomana y cuando se quita las gafas con la mano de la muñeca vendada deja ver la extensión del cardenal.

—¿Qué te ha pasado? —pregunto.

—Nada. No importa.

—¿Quién te ha hecho eso?

—No lo sé —dice, y luego, buscando una respuesta, añade algo que suena más bien como una sugerencia—: Unos chicos mexicanos. —Y luego—: No he venido a hablar de esto.

—¿A qué has venido?

—Sé que sabes lo de Rain. No hacía falta que dejaras ese mensaje la otra noche. Creo que todo el mundo sabe lo que está pasando.

—Por Dios, Julián, ¿qué coño estás haciendo? —le pregunto en voz baja.

—Probablemente parece más complicado de lo que es en realidad.

—Eso es porque tú lo has hecho más complicado.

Suspira mirando a través de las puertas correderas de cristal la luz de la tarde sobre la ciudad.

—¿Puedo beber agua?

—No es complicado para mí.

—Bueno, supongo que lo siento, pero no todo gira alrededor de ti, Clay.

—¿Qué quiere decir eso? —digo, de pie a su lado—. Ni siquiera sé qué quiere decir.

—Quiere decir que ahí fuera hay un mundo más grande y que no todo gira alrededor de ti.

—Estás como una puta cabra —murmuro—. Estáis todos como unas putas cabras.

—Esto es lo que hay, Clay.

—Calla —murmuro, paseándome por la habitación y encendiendo un cigarrillo—, ¿Qué gilipollez es esa de «Esto es lo que hay»?

—No estoy seguro de por qué estás tan cabreado. Tienes lo que querías.

—¿Y tú has conseguido lo que querías? —Señalo con un ademán los cardenales—. ¿Ha sido Rip?

—Ya te lo he dicho. Han sido esos chicos mexicanos.

Luego vuelve a pedirme agua.

Cuando le traigo una botella de Fiji, da las gracias con la cabeza y, después de beber un sorbo cuidadosamente, dice:

—Ya no me hablo con Rip.

—¿Por qué no? Espera, deja que lo adivine.

Julián se encoge de hombros y hace una mueca cuando se inclina y deja la pequeña botella de plástico sobre la otomana.

—No fue exactamente por mí.

—Entonces, ¿por qué crees que fue?

—Rip hizo crac cuando Rain estuvo con Kelly…

—¿Qué significa que «hizo crac»? —pregunto interrumpiéndolo—, Entonces, ¿tu novia estuvo follando con Rip y luego con Kelly? ¿Y tú seguiste con ella?

—Clay, es más complicado que eso.

—¿Por qué ha muerto Kelly, Julián? —pregunto de pie a su lado, agarrando un cigarrillo con mano temblorosa—, ¿Qué le pasó a Kelly? ¿Por qué ha muerto?

Julián me mira y noto que, sin dejar de mirarme, se plantea si decirme algo o no.

—Mira, no trates de encajar todas las piezas.

—¿Por qué no?

—Esto no es un guión. No va a aclararse. No va a cuadrar todo en el tercer acto.

—¿Qué relación tenía Rip con Kelly?

—Al principio la idea era que Kelly invirtiera en una discoteca, pero… se pelearon.

—¿Por Rain?

Julián se encoge de hombros.

—Supongo que eso contribuyó.

Vuelvo a intentarlo.

—Solo quiero saber en qué estoy metido. Dímelo.

—¿En qué estás metido? —Julián parece sorprendido—. No estás metido en nada. Tal vez te lo parece, pero no lo estás.

—Amanda Flew es la compañera de piso de Rain, ¿verdad?

—Sí —responde Julián confundido—. ¿No lo sabías?

—Conduce un jeep azul, ¿verdad? ¿Por qué ha estado siguiéndome?

—Se ha ido de la ciudad. Mandy ya no está aquí —dice Julián—. No sé por qué te seguía. —Silencio—. ¿Estás seguro de que era ella?

—¿Y las dos estuvieron con Rip? ¿Rain y Amanda estuvieron con Rip?

Suspira.

—Cuando Rain y yo hicimos un paréntesis, Rip empezó a tirarle los tejos… y luego, cuando ella conoció a Kelly, Rip empezó a salir con Mandy. No duró y entonces trató de volver con Rain, pero… no podía funcionar.

—¿Por qué no?

—Porque… es un tipo difícil. —Una pausa—. ¿O no lo sabes, a estas alturas?

Me inclino hacia Julián y bajo la voz.

—Hay espías en este apartamento, Julián. Hay coches en Elevado vigilando este piso por la noche. Han entrado y revisado mis cosas. Recibo mensajes de texto con advertencias de mierda y ni siquiera sé de qué mierda me están advirtiendo, pero creo que todo está relacionado con… —Y de pronto no puedo decir «tu novia». Solo puedo añadir—: No me mientas. Sé que seguís juntos.

Julián hace un gesto pausado y poco comprometido.

—Bueno, si dejas de verla puede que el resto se detenga. —Reflexiona sobre algo más—. Si decides no verla más y no ayudarla, puede que todo esto se detenga. —Vuelve a coger el vaso de agua—. Tal vez no lo pensé lo suficiente. Tal vez había demasiadas… no lo sé… variables… que no tuve en cuenta.

Un largo silencio antes de responder:

—Estás olvidando algo.

—¿Qué? —Parece sinceramente intrigado.

—Una de las variables.

—¿Cuál? —Casi parece temer preguntarlo.

—Ella me gusta.

Julián suspira y empieza a incorporarse.

—Clay…

—Y no me importa que caiga más mierda.

—¿Tanto te gusta, Clay? —me pregunta Julián con tristeza—. ¿O te gusta otra cosa?

—¿Qué quieres decir?

—Ya has pasado por esto antes —dice escogiendo las palabras con cuidado—. Ya sabes cómo es esta ciudad. ¿Qué esperabas? Casi no la conoces. Es una actriz.

—¿Me lo dices tú? ¿Tú, que llevabas un servicio de acompañantes?

Julián vuelve a suspirar.

—Solo hacía favores. Era un negocio de poca monta. Vamos, no seas tan ingenuo.

—¿Estás prostituyendo a tu novia y me sueltas gilipolleces así?

—Está bien, ya veo adonde quieres ir a parar. Ya veo adonde nos va a llevar todo esto. Solo quería decirte que lo siento. —Se levanta y se inclina contra el respaldo del sofá para mantener el equilibrio—. Debí imaginar que reaccionarías así. Pensé que te parecería, no lo sé, divertido…, que sacarías algo de todo esto y, bueno, que ella también sacaría algo, y que no te lo tomarías tan en serio.

—¿Por eso estabas tan interesado en la película? ¿Porque querías que le diera un papel a tu novia?

—Bueno, sí. —Una pausa—. Pensamos que podría funcionar. Pero si no vuelves a verla quedamos en paz.

—Habrá que hacer algunos ajustes.

—¿Qué quieres decir?

—Porque voy a verla esta noche.

—Lo sé. Porque vas a ayudarla de todos modos, ¿verdad?

La última vez que Rain ve a Amanda Flew es el domingo siguiente a la noche que espié el apartamento de Orange Grove y, según ella, Amanda pasa esa noche en su habitación y todo va «bien», aunque después de lo que yo vi sé que no todo fue «bien» y que pasó algo que empujó a Amanda a marcharse de la ciudad. Se supone que al día siguiente Amanda debe ir a casa de Mike y Kyle en Palm Springs con la intención de quedarse y «relajarse» un par de semanas, pero como duerme hasta tarde y no tiene claros los motivos para dejar Los Ángeles, no sale del apartamento de Orange Grove hasta que se hace de noche. Rain nunca quiso que Amanda, una chica que ahora me describe como «demasiado confiada», hiciera ese trayecto sola, y menos de noche y con veinte mil dólares en efectivo dentro de una de las bolsas de deporte que lleva, pero Amanda insiste hasta el punto de amenazar con no ir, de modo que Rain y los dos amigos de Palm Springs le dicen que solo funcionará si se pone en contacto con ellos cada diez minutos tanto si está con Rain como con Mike y Klye en la casa del desierto, y ella accede y se va de Orange Grove a las 8.45, y no llama a Rain hasta que ha cruzado el centro de Los Ángeles a las 9.15. Después de esa primera llamada las cosas parecen torcerse bastante deprisa.

De las 9.30 a las 10.00 Amanda no contesta el móvil. A eso de las 10.15 hace una llamada a la casa de Palm Springs, y parece tranquila cuando les dice a Mike y Klye que llegará más tarde de lo previsto, que ha quedado con alguien en una cafetería de Riverside, pero que todo va bien y que no se lo digan a Rain. Al parecer, ni Rain ni Mike ni Kyle creen que todo va bien, y Mike se dirige inmediatamente a la cafetería de Riverside. La siguiente llamada a Kyle es a las once, y Amanda dice que ya no está en Riverside, sino que ha ido a Temecula. Klye llama a Mike para avisarle de que no está en Riverside, y Amanda no responde a ninguna de las llamadas o mensajes de texto de Rain —«Esto está jodido», se lee en uno de ellos; «vas a morir»—, y sigue una discusión sobre si llamar al 911 pero enseguida se acaba, y, según una camarera con la que habla Mike en la cafetería de Riverside, Amanda se encontró con dos hombres en la entrada del establecimiento y hasta besó en la mejilla a uno de ellos, aunque la camarera no pudo verlo bien. La última llamada de Amanda es una hora después para decirle a Klye que la verá al día siguiente, aun después de que esta le advierta de que Mike ha ido a buscarla a Riverside y está camino de Temecula. Llegados a este punto, alguien le quita el móvil a Amanda de las manos y escucha mientras Kyle empieza a pedirle a gritos que le diga exactamente dónde está, y Kyle oye gritar de fondo: «Vamos, para, devuélveme el teléfono, venga». «¿Quién es? ¿Diga?», grita antes de que se corte la comunicación.

Amanda no llegó a Palm Springs a la mañana siguiente, y cuando le confirman a Rain que tampoco apareció la tarde siguiente, ella por alguna razón lo toma como una mala señal, y no como algo que es proclive a hacer una chica que me ha descrito como «loca» y «realmente hecha polvo», a quien ella misma abofeteó en el piso de Orange Grove, que me leyó la mano en una sala del aeropuerto, y que tuvo una aventura con Rip Millar y que de hecho formaba parte de su «partida de chicas». La primera noticia inquietante llega después de comer: Mike y Klye encuentran el jeep azul de Amanda en un aparcamiento de la Interestatal 10, a la entrada de Indio. Todas sus bolsas han desaparecido, incluida la de los veinte mil dólares en efectivo.

Escucho con paciencia mientras Rain trata de darme una versión tan cuidadosamente retocada de los hechos que no tengo que hacer ninguna pregunta, y ella dice que no debería contármelo pero al parecer la necesidad es imperiosa, aunque ha acallado el miedo con tequila Patrón y un porro, y repitiéndose a sí misma que Amanda acabará apareciendo. Yo no dejo de decirle que tal vez había un misterio que Amanda necesitaba resolver. Le digo que tal vez buscaba la respuesta a algo. Lo que también la tranquiliza, aparte del tequila, la marihuana y el Xanax que le he dado, es la llamada que ha recibido para repetir la audición la semana que viene.

—¿Y Julián? —pregunto cuando lleva demasiado tiempo callada—. ¿Qué piensa de lo de Amanda?

No responde porque Julián es el nombre que ya no podemos mencionar entre nosotros. Apuro la copa que tengo en la mano.

—Bueno, tal vez Rip esté involucrado en esto —digo, como si fuera un chico que investiga un delito—. ¿No se la estaba tirando también? Debe de estar muy preocupado.

Rain se limita a encogerse de hombros, sin hacerme caso.

—Tal vez.

—¿Tal vez está muy preocupado o tal vez se la está tirando, o tal vez está involucrado en esto?

Se queda mirando por la ventana de mi despacho sin decir nada mientras la observo sentado a mi escritorio.

—Si crees que su desaparición está relacionada con Rip, ¿no deberías ir a la policía? —pregunto con tono distraído e indiferente.

Rain se vuelve y me mira como si estuviera loco.

—No te importa, ¿verdad?

—Nunca me has dicho qué hubo entre Kelly Montrose y tú.

—No hubo nada. Lo que te hayan dicho no es cierto. —Se vuelve hacia la copa y la apura—. Nunca hubo nada entre Kelly y yo.

—No te creo —digo, balanceándome despacio en mi silla, pensando en cómo se desarrollará la escena—. Debiste de prometerle algo.

—No todo el mundo es como tú.

Guardo silencio.

—Puede que Kelly quisiera que hubiera algo —reconoce al final—. Puede que hiciera la llamada por esa razón. No lo sé.

—Y puede que eso explique por qué Rip se enfadó tanto —digo tratando de mantener la calma y contener mi excitación—, Puede que se diera cuenta de que Kelly estaba a punto de insinuarse…

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