Read Psicología de la posible evolución del hombre Online
Authors: P. D. Ouspensky
Tags: #Autoayuda, Filosofía, Histórico.
Además, o quizá aun antes, uno encuentra muchos efectos muy peligrosos en la
expresión de las emociones negativas
. El término "emociones negativas" expresa todas las emociones de violencia o depresión: compasión de sí mismo, cólera, suspicacia, miedo, fastidio, aburrimiento, desconfianza, celos, etc. Ordinariamente uno acepta la expresión de estas emociones negativas como algo muy natural y hasta necesario. Muy a menudo la gente la llama "sinceridad". Por supuesto no tiene nada que ver con sinceridad; es simplemente un signo de debilidad en el hombre, un signo de mal genio y de incapacidad de guardar para sí los motivos de queja. El hombre se da cuenta de esto cuando trata de oponérseles. Y al hacerlo aprende otra lección. Se da cuenta de que a las manifestaciones mecánicas no basta con observarlas, es necesario resistirse a ellas, porque si no se les resiste uno no puede observarlas. Aparecen en forma tan rápida, tan habitual, y tan imperceptiblemente, que es imposible notarlas si no se hacen esfuerzos suficientes para crearles obstáculos.
Luego de
la expresión de emociones negativas
uno nota en sí mismo o en otras personas otro curioso rasgo mecánico. Es
el hablar
. No hay nada dañino en el hecho mismo de hablar. Pero en algunas personas, especialmente en aquellas que lo notan menos, es en realidad un vicio. Hablan todo el tiempo, donde quiera que estén, mientras trabajan, mientras viajan, y hasta mientras duermen. Nunca dejan de hablarle a alguien, si hay alguien con quien hablar, y si no hay nadie se hablan a sí mismos.
Esto, también, no sólo debe ser observado sino resistido tanto como sea posible. Uno no puede observar nada si no controla su hablar, y todos los resultados de las observaciones se evaporarán de inmediato al hablar.
Las dificultades que tiene para observar estas cuatro manifestaciones, mentir, imaginar, la expresión de emociones negativas y el hablar innecesario, le demuestran al hombre su total mecanicidad y la imposibilidad que tiene hasta de luchar contra esta mecanicidad si no cuenta con ayuda, es decir, sin un nuevo conocimiento y sin una ayuda directa. Porque aun si un hombre ha recibido cierto material, se olvida de usarlo, se olvida de observarse a sí mismo; en otras palabras, vuelve a caer en el sueño y debe ser despertado siempre.
Esta "caída en el sueño" tiene ciertas características propias definidas, desconocidas en la psicología ordinaria. Estas características requieren un estudio especial.
Hay dos. La primera se llama
identificación
.
"Identificarse" o "la identificación" es un curioso estado en el cual el hombre pasa más de la mitad de su vida. Se "identifica" con todo: con lo que dice, con lo que siente, con lo que cree, con lo que no cree, con lo que desea, con lo que no desea, con lo que le atrae, con lo que le repele. Todo lo absorbe, y no puede separarse a sí mismo de la idea, del sentimiento o del objeto que lo absorbe. Esto quiere decir que en el estado de identificación, el hombre es incapaz de ver imparcialmente el objeto de su identificación. Es difícil encontrar una cosa, por pequeña que sea, con la cual el hombre no se pueda identificar. Al mismo tiempo, en estado de identificación, el hombre tiene aun menos control sobre sus reacciones mecánicas que en cualquier otro momento. Manifestaciones tales como el mentir, el imaginar, la expresión de emociones negativas, y el hablar constante,
necesitan de la identificación
. No pueden existir sin la identificación. Si el hombre
pudiera
liberarse de la identificación, se liberaría de muchas manifestaciones inútiles y tontas.
En la
Philokalia
, que fue mencionada en la primera conferencia, está admirablemente bien descrita la identificación, su significado, sus causas y sus efectos. Pero en la psicología moderna no se puede encontrar ni rastro de esta comprensión. Es un "descubrimiento psicológico" completamente olvidado.
El segundo factor productor de sueño, emparentado con la identificación, es
la consideración
. En realidad "considerar" es identificarse con las personas. Es un estado en el cual el hombre se preocupa constantemente acerca de lo que otras personas piensan de él; si lo tratan como se merece, si lo admiran suficientemente, etc., etc. El "considerar" desempeña un papel muy importante en la vida de todo el mundo, pero en algunas personas se convierte en una obsesión. Todas sus vidas están repletas de consideración; es decir, de preocupación, de duda, y de sospecha, y no queda lugar para nada más.
El mito del "complejo de inferioridad" y otros "complejos" se ha creado por los fenómenos vagamente percibidos pero no comprendidos de la "identificación" y de la "consideración".
Tanto la "identificación" como la "consideración" deben ser estudiadas muy seriamente. Sólo el conocimiento cabal de ambas puede disminuirlas. Si uno no puede verlas en sí mismo, puede verlas fácilmente en otras personas. Pero se debe recordar que uno no difiere en forma alguna de los demás. En este sentido todas las personas son iguales.
Regresando a lo que se dijo antes, debemos tratar de comprender más claramente cómo debe comenzar el desarrollo del hombre, y de qué manera el estudio de sí mismo puede ayudar en este comienzo.
Desde el primer instante encontramos una dificultad en nuestro lenguaje. Por ejemplo, queremos hablar de un hombre desde el punto de vista de la evolución. Pero la palabra "hombre" en el lenguaje ordinario no admite ninguna variación o gradación. El hombre que nunca es consciente y que ni siquiera lo sospecha, el hombre que está luchando para llegar a ser consciente, el hombre que es plenamente consciente: todo es lo mismo en nuestro lenguaje. En todos los casos es siempre el "hombre". Con el fin de obviar esta dificultad y para ayudar al estudiante a clasificar sus nuevas ideas, esta enseñanza divide al hombre en
siete categorías
.
Las tres primeras categorías están prácticamente en el mismo nivel:
En la vida ordinaria encontramos sólo estas tres categorías de hombre. Cada uno de nosotros y todos los que conocemos, es un hombre N° 1, N° 2 o N° 3. Hay categorías superiores de hombres, pero los hombres no nacen perteneciendo ya a estas categorías superiores. Todos nacen N° 1, 2 ó 3, y alcanzan categorías superiores sólo pasando a través de escuelas.
Debemos agregar a las características del hombre N° 4, que sus funciones y sus centros están mejor equilibrados, de una manera tal que no podría equilibrarlos sin trabajar sobre sí mismo, de acuerdo con los principios y métodos de una escuela.
La comprensión de esta división del hombre en siete categorías es muy importante, ya que la división tiene muchísimas aplicaciones en todas las formas posibles de estudio de la actividad humana. En manos de aquellos que la comprenden es una herramienta o instrumento muy fuerte y muy fino para la definición de manifestaciones que, sin ella, son imposibles de definir. Tomen, por ejemplo, los conceptos generales de religión, de arte, de ciencia y de filosofía. Comenzando por la religión, podemos ver de inmediato que debe haber una religión del hombre N° 1, esto es todas las formas de fetichismo, no importa como se les llame; una religión del hombre N° 2, es decir una religión emocional, sentimental, que llega algunas veces hasta el fanatismo, hasta las formas más crudas de la intolerancia, hasta la persecución de los herejes, y así sucesivamente; una religión del hombre N° 3, esto es, una religión teórica, escolástica, llena de argumentos sobre las palabras, las formas, los ritos, lo que viene a ser más importante que cualquier otra cosa; una religión del hombre N° 4, esto es, la religión del hombre que trabaja en el desarrollo de sí; una religión del hombre N° S, esto es la religión del hombre que ha alcanzado la unidad y puede ver y saber muchas cosas que los hombres N° 1, 2 y 3, no pueden ver ni conocer; luego una religión del hombre N° 6 y una religión del hombre N° 7, sobre ninguna de las cuales podemos saber nada.
La misma división se aplica al arte, a la ciencia y a la filosofía. Debe haber un arte del hombre N° 1, un arte del hombre N° 2 y un arte del hombre N° 3; una ciencia del hombre N° 1, una ciencia del hombre N° 2, una ciencia del hombre N° 3, una ciencia del hombre N° 4, y así sucesivamente. Ustedes deben tratar de encontrar ejemplos por su propia cuenta.
Esta expansión de conceptos aumenta enormemente nuestra posibilidad de encontrar soluciones adecuadas a muchos de nuestros problemas.
Esto significa que la enseñanza nos da la posibilidad de estudiar
un nuevo lenguaje
, es decir, nuevo para nosotros, que nos permitirá conectar ideas de categorías diferentes que en realidad están ligadas, y separará ideas, aparentemente de la misma categoría, que en realidad son diferentes. La división de la palabra "hombre" en siete palabras -hombre N° 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7, con todo lo que de esto se desprende- es un ejemplo de este nuevo lenguaje.
Tenemos entonces una cuarta definición de la psicología
como el estudio de un nuevo lenguaje
. Y este nuevo lenguaje es un
lenguaje universal
, que la gente a veces trata de encontrar o de inventar.
La expresión "un lenguaje universal" ó "lenguaje filosófico" no debe ser tomada en sentido metafórico. El lenguaje es universal en el mismo sentido que los símbolos matemáticos son universales. Y además contiene en sí mismo todo lo que la gente pueda pensar de ello. Hasta las pocas palabras que se han explicado de este lenguaje dan la posibilidad de pensar y de hablar con mayor precisión de la que es posible en el lenguaje ordinario que usa cualquiera de las terminologías y nomenclaturas científicas o filosóficas existentes.
La idea de que el hombre es una máquina no es nueva. En realidad es el único punto de vista científico que es posible; un punto de vista basado en el experimento y en la observación. En la segunda parte del siglo diecinueve, la así llamada "psico-fisiología" daba una muy buena definición de la mecanicidad del hombre. Se le consideraba al hombre incapaz de cualquier movimiento si no recibía impresiones externas. Los científicos de aquel tiempo sostenían que si fuera posible privar al hombre, desde su nacimiento, de todas las impresiones exteriores e interiores, manteniéndolo al mismo tiempo vivo, éste sería incapaz
de hacer el más pequeño movimiento
.
Por supuesto, tal experimento es imposible aun con un animal, porque el proceso de mantener la vida -respirar, comer, etc.- produciría toda clase de impresiones que iniciarían primero diferentes movimientos reflejos, y luego despertarían el centro motor.
Pero la idea es interesante, porque muestra claramente que la actividad de la máquina depende de impresiones externas, y comienza con respuestas a estas impresiones.
En la máquina cada centro está perfectamente ajustado para que cada cual reciba sus propias calidades de impresiones y para responder a ellas de la manera que corresponda. Y cuando los centros trabajan correctamente es posible calcular el trabajo de la máquina y se puede prever y predecir en ella muchas respuestas y acontecimientos futuros. También se les puede estudiar y hasta dirigir.
Pero lamentablemente, incluso en lo que se considera un hombre sano y normal, los centros rara vez trabajan como deberían.
La causa de esto es que los centros están hechos de tal manera que, en cierto modo, se puedan reemplazar mutuamente. Es indudable que en el plan original de la naturaleza el propósito de esto era asegurar la continuidad en el trabajo de los centros y crear una protección contra posibles interrupciones en el trabajo de la máquina, ya que en algunos casos una interrupción podría ser fatal.
Pero en máquinas indisciplinadas y subdesarrolladas, tal como las nuestras, la capacidad de los centros para trabajar uno en lugar del otro llega a ser excesiva y, como resultado, sólo muy raramente la máquina funciona con
cada centro haciendo el trabajo que le es propio
. Casi a cada minuto uno u otro centro abandona su propio trabajo y trata de hacer el trabajo de otro centro, el cual, a su vez, intenta realizar el de un tercero.
Como ya lo he dicho, los centros pueden reemplazarse mutuamente hasta cierto punto, pero no totalmente, y en tales casos inevitablemente trabajan de manera mucho menos eficaz. Por ejemplo, el centro motor puede, hasta cierto punto, imitar el trabajo del centro intelectual, pero sólo producirá pensamientos muy vagos y deshilvanados, como por ejemplo en los sueños y ensueños. Por su parte, el centro intelectual puede trabajar en vez del centro motor. Traten de escribir, por ejemplo, pensando en cada una de las letras y en cómo las van a escribir. Pueden intentar experimentos análogos, tratando de utilizar su mente para hacer algo que sus manos o sus piernas pueden realizar sin ella: por ejemplo, bajar una escalera observando cada movimiento, o hacer un movimiento habitual con las manos calculando y preparando cada pequeño movimiento con la mente. Verán de inmediato cuánto más difícil se hace el trabajo, y hasta qué punto el centro intelectual es más lento y más torpe que el centro motor. Ustedes pueden constatar esto también cuando aprenden algún nuevo movimiento -supongan que aprenden a escribir a máquina o a desempeñar cualquier trabajo físico nuevo- o tomen como ejemplo a un soldado que se ejercita con su fusil. Por algún tiempo todos sus movimientos dependerán del centro intelectual, y sólo después de algún tiempo comenzarán a pasar al centro motor.