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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu
La Revolución gloriosa limitó el poder del rey y del ejecutivo, y devolvió al Parlamento el poder para determinar las instituciones económicas. Al mismo tiempo, abrió el sistema polÃtico a una amplia muestra representativa de la sociedad, que fue capaz de ejercer una influencia considerable sobre la manera de funcionar del Estado. La Revolución gloriosa fue la base para la creación de una sociedad plural, que se desarrolló a partir de un proceso de centralización polÃtico que también la aceleró. Creó el primer conjunto de instituciones polÃticas inclusivas del mundo.
En consecuencia, las instituciones económicas también empezaron a ser más inclusivas. Ni la esclavitud ni las estrictas limitaciones económicas del perÃodo medieval feudal, como la servidumbre, existÃan en la Inglaterra de principios del siglo
XVII
. Sin embargo, habÃa muchas restricciones respecto a las actividades económicas que podÃa realizar una persona. Tanto la economÃa nacional como la internacional estaban ahogadas por los monopolios. El Estado recaudaba impuestos de forma arbitraria y manipulaba el sistema jurÃdico. La mayor parte de la tierra estaba sujeta a formas arcaicas de derechos de propiedad que hacÃan que fuera imposible de vender y muy arriesgado invertir en ella.
Este panorama cambió tras la Revolución gloriosa. El gobierno adoptó una serie de instituciones económicas que proporcionaron incentivos para la inversión, el comercio y la innovación. Impuso firmemente derechos de propiedad, lo que incluÃa las patentes que concedÃan derechos de propiedad a las ideas, con lo que proporcionaba un gran estÃmulo a la innovación. ProtegÃa la ley y el orden. La aplicación de la ley inglesa a todos los ciudadanos no tenÃa precedentes históricos. Se puso fin a los impuestos arbitrarios y se abolieron los monopolios prácticamente por completo. El Estado inglés fomentaba intensamente las actividades mercantiles y procuraba impulsar la industria nacional, no solamente eliminando obstáculos para la ampliación de la actividad industrial, sino también prestando toda la potencia de la marina inglesa para defender los intereses mercantiles. Al racionalizar los derechos de propiedad, facilitó la construcción de infraestructuras, sobre todo de carreteras, canales y, más adelante, vÃas férreas, que demostrarÃan ser cruciales para el desarrollo industrial.
Estas bases cambiaron decididamente los incentivos para todas las personas e impulsaron los motores de la prosperidad, allanando el camino para la revolución industrial. En primer lugar, la revolución industrial dependÃa de que los grandes avances tecnológicos explotaran la base de conocimiento que habÃa acumulado Europa durante los siglos pasados. Era una ruptura radical con el pasado, posibilitada por la investigación cientÃfica y el talento de individuos únicos. Toda la fuerza de esta revolución procedÃa del mercado que creó oportunidades rentables para que se desarrollaran y aplicaran las tecnologÃas. Fue la naturaleza inclusiva de los mercados lo que permitió que las personas asignaran su talento a las lÃneas de negocio adecuadas. También se basaba en la educación y las habilidades, ya que fue el nivel relativamente elevado de estudios âcomo mÃnimo, según los cánones de la épocaâ lo que permitió que aparecieran emprendedores con la visión para emplear las nuevas tecnologÃas en sus negocios y encontrar trabajadores que tuvieran las habilidades para utilizarlas.
No es casualidad que la revolución industrial empezara en Inglaterra unas cuantas décadas después de la Revolución gloriosa. Grandes inventores como James Watt (perfeccionador de la máquina de vapor), Richard Trevithick (constructor de la primera locomotora de vapor), Richard Arkwright (inventor del torno de hilar de agua) o Isambard Kingdom Brunel (creador de varios barcos de vapor revolucionarios) fueron capaces de aprovechar las oportunidades económicas generadas por sus ideas, confiaban en que sus derechos de propiedad fueran respetados y tenÃan acceso a mercados en los que sus innovaciones se pudieron utilizar y vender provechosamente. En 1775, justo después de haber renovado la patente de su máquina de vapor, que llamó «máquina de fuego», James Watt escribió a su padre:
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Querido padre:
Tras una serie de varias y violentas oposiciones, por fin tengo una ley parlamentaria que me concede la propiedad de mi nueva máquina de fuego a mà y a mis concesionarios, en toda Gran Bretaña y las plantaciones durante los veinticinco próximos años, que espero que sean muy beneficiosos para mÃ, puesto que ya existe una demanda considerable de esta máquina.
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Esta carta revela dos cosas. La primera es que Watt estaba motivado por las oportunidades de mercado que esperaba, por la «demanda considerable» en Gran Bretaña y sus plantaciones, las colonias inglesas de ultramar. La segunda muestra cómo fue capaz de influir en el Parlamento para conseguir lo que querÃa dado que daba respuesta al interés de individuos e innovadores.
Los avances tecnológicos, el impulso de los negocios para ampliar e invertir y el uso eficiente de habilidades y talento fueron posibles gracias a las instituciones económicas inclusivas que desarrolló Inglaterra. Ãstas, a su vez, se fundaron en sus instituciones polÃticas inclusivas.
Inglaterra desarrolló esas instituciones polÃticas inclusivas a causa de dos factores. Primero, habÃa instituciones polÃticas, que incluÃan a un Estado centralizado, que le permitieron dar el siguiente paso radical (de hecho, sin precedentes) hacia las instituciones inclusivas con el comienzo de la Revolución gloriosa. A pesar de que este factor distinguiera a Inglaterra de gran parte del mundo, no la diferenciaba significativamente del resto de los paÃses de Europa occidental como Francia y España. El segundo factor revestÃa mayor importancia. Los acontecimientos que condujeron a la Revolución gloriosa forjaron una coalición amplia y poderosa capaz de imponer limitaciones duraderas al poder de la monarquÃa y al ejecutivo, que se vieron obligados a permanecer abiertos a las demandas de esta coalición. De este modo, se sentaron las bases para las instituciones polÃticas plurales, que entonces permitieron el desarrollo de instituciones económicas que respaldarÃan la primera revolución industrial.
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Pequeñas diferencias que importan
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La desigualdad mundial aumentó notablemente con la revolución industrial británica, o inglesa, porque solamente algunas partes del mundo adoptaron las innovaciones y las nuevas tecnologÃas que desarrollaron hombres como Arkwright y Watt, y otros muchos posteriormente. La respuesta de los paÃses a aquella ola de tecnologÃas, que determinó si languidecerÃan en la pobreza o lograrÃan un crecimiento económico sostenido, se debÃa, en gran parte, a los distintos caminos históricos de sus instituciones. A mediados del siglo
XVIII
, ya existÃan diferencias notables entre las instituciones polÃticas y económicas de todo el mundo. Pero ¿de dónde procedÃan esas diferencias?
Las instituciones polÃticas inglesas se dirigÃan a un pluralismo mucho mayor en 1688, en comparación con sus homólogas en Francia y España, pero, cien años antes, en 1588, las diferencias eran prácticamente inexistentes. Los tres paÃses estaban gobernados por monarcas relativamente absolutistas: Isabel I en Inglaterra, Felipe II en España y Enrique II en Francia. Las tres luchaban contra asambleas de ciudadanos (el Parlamento en Inglaterra, las Cortes en España y los Estados Generales en Francia) que demandaban más derechos y control sobre la monarquÃa. Todas estas asambleas tenÃan distintos poderes y ámbitos. Por ejemplo, el Parlamento inglés y las Cortes españolas tenÃan poderes para recaudar impuestos, pero los Estados Generales, no. En España, era un asunto poco importante, porque, a partir de 1492, la Corona española tenÃa un vasto imperio americano y se beneficiaba intensamente del oro y la plata que encontraba allÃ. En Inglaterra, la situación era distinta. Isabel I era mucho menos independiente desde el punto de vista financiero, asà que tenÃa que pedir al Parlamento que recaudara más impuestos. A cambio, el Parlamento exigÃa concesiones, sobre todo, restricciones al derecho de Isabel I a crear monopolios. Fue un conflicto que el Parlamento ganó poco a poco. En España, las Cortes perdieron un conflicto similar. El comercio no solamente se monopolizó, sino que fue monopolizado por la monarquÃa española.
Estas diferencias, que al principio parecÃan pequeñas, empezaron a importar mucho en el siglo
XVII
. A pesar de que América habÃa sido descubierta en 1492 y Vasco de Gama habÃa llegado a la India rodeando el cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de Ãfrica, en 1498, hubo que esperar hasta 1600 para que hubiera una enorme expansión del comercio mundial, sobre todo en el Atlántico. En 1585 comenzó la primera colonización inglesa de Norteamérica en Roanoke, lo que hoy en dÃa es Carolina del Norte. En el año 1600, se fundó la CompañÃa Inglesa de las Indias Orientales. En 1602, se creó su equivalente holandesa. En 1607, la Virginia Company fundó la colonia de Jamestown. En la década de 1620, fue colonizado el Caribe, y Barbados fue ocupado en 1627. Francia también se estaba expandiendo en el Atlántico y fundó la ciudad de Quebec en 1608 como capital de la Nueva Francia, en lo que actualmente es Canadá. Las consecuencias de esta expansión económica para las instituciones fueron muy distintas en Inglaterra, España y Francia debido a pequeñas diferencias iniciales.
Isabel I y sus sucesores no podÃan monopolizar el comercio con América. Pero sà lo hicieron otros monarcas europeos. AsÃ, mientras en Inglaterra, el comercio y la colonización en el Atlántico empezaron a crear un amplio grupo de comerciantes ricos poco vinculados con la Corona, no ocurrió lo mismo en España ni en Francia. Los comerciantes ingleses no aceptaban el control real y exigÃan cambios en las instituciones polÃticas y la restricción de las prerrogativas reales. Tuvieron un papel crÃtico en la guerra civil inglesa y en la Revolución gloriosa. Hubo conflictos similares por doquier. Por ejemplo, los reyes franceses se enfrentaron a la rebelión de la Fronda entre 1648 y 1652. La diferencia fue que en Inglaterra era mucho más probable que los que se oponÃan al absolutismo triunfaran, porque eran relativamente ricos y más numerosos que los contrarios al absolutismo en España y Francia.
Los caminos divergentes de las sociedades inglesa, francesa y española en el siglo
XVII
ilustran la importancia de la interacción de pequeñas diferencias institucionales con coyunturas crÃticas. Durante las coyunturas crÃticas, un gran acontecimiento o una confluencia de factores perturba el equilibrio existente de poder polÃtico o económico en una nación. Esto puede afectar solamente a un único paÃs, como la muerte del presidente Mao Zedong en 1976, que, al principio, creó una coyuntura crÃtica solamente para la China comunista. Sin embargo, a menudo, las coyunturas crÃticas afectan a un grupo de sociedades, del mismo modo que, por ejemplo, la colonización y, posteriormente, la descolonización, afectaron a la mayor parte del mundo.
Estas coyunturas crÃticas son importantes porque existen enormes obstáculos contra las mejoras graduales, debido a la sinergia entre instituciones polÃticas y económicas extractivas y el apoyo que se prestan entre sÃ. La persistencia de este bucle de retroalimentación crea un cÃrculo vicioso. Quienes se benefician del statu quo son ricos y están bien organizados, y pueden luchar eficientemente contra los grandes problemas que les arrebatarán sus privilegios económicos y su poder polÃtico.
Una vez que se produce una coyuntura crÃtica, las pequeñas diferencias que importan son las desigualdades institucionales iniciales que activan respuestas muy distintas. Por esa razón, las diferencias institucionales relativamente pequeñas en Inglaterra, Francia y España condujeron a caminos de desarrollo fundamentalmente distintos. Los caminos fueron resultado de la coyuntura crÃtica creada por las oportunidades económicas que representó el comercio atlántico para los europeos.
Aunque las pequeñas diferencias institucionales importen mucho durante las coyunturas crÃticas, no todas son pequeñas y, naturalmente, las más grandes conducen a modelos todavÃa más divergentes durante esas coyunturas. A pesar de que las desigualdades institucionales entre Inglaterra y Francia fueran pequeñas en 1588, las que habÃa entre Europa occidental y oriental eran mucho mayores. En la parte occidental, Estados fuertemente centralizados como Inglaterra, Francia y España tenÃan instituciones constitucionales latentes (el Parlamento inglés, los Estados Generales en Francia y las Cortes españolas). Además, habÃa similitudes subyacentes en las instituciones económicas, como la inexistencia de servidumbre.
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Europa oriental era muy distinta. Por ejemplo, el reino de Polonia-Lituania estaba dominado por una clase de élite, denominada
szlachta
, tan poderosa que incluso habÃa introducido la elección de los reyes. No se trataba del control absoluto como en la Francia de Luis XIV, el Rey Sol, sino del absolutismo de una élite, que igualmente tenÃa instituciones polÃticas extractivas. Los
szlachta
gobernaron una sociedad en su mayorÃa rural cuyos siervos no tenÃan libertad de movimiento ni oportunidades económicas. Más al este, el emperador ruso Pedro el Grande también estaba consolidando un absolutismo mucho más intenso y extractivo de lo que incluso Luis XIV podÃa conseguir. En el mapa 8 se ofrece una forma sencilla de ver el alcance de la divergencia entre Europa occidental y oriental a principios del siglo
XIX
. Señala los paÃses que todavÃa tenÃan servidumbre en el año 1800. Los paÃses pintados de oscuro, la tenÃan, y los que muestran un color claro, no. Europa oriental está oscura y la occidental, clara.