Justo cuando me dirigía hacia el coche me comunicaron por radio que Francis quería que lo esperara. Bajé por el sendero que pasaba cerca del camarín de Marlon. Los guardaespaldas y chóferes y los de vestuario y maquillaje esperaban a Marlon, Francis y Marty. Estuvimos allí hablando casi una hora, y luego los de vestuario y maquillaje se marcharon. Empezaba a llover otra vez, así que decidí bajar para intentar que acabaran la reunión. Cuando llegué a la embarcación, pensé que se habían marchado o que dormían. Había poca luz y no se veía a nadie. Estaban abajo, en la popa, sentados a la mesa. Cuando entré me sentí como una convidada de piedra. Era como si en el aire hubiera una masa sólida de palabras. Fui a sentarme al lado de Marlon, en el sofá, pero calculé mal el sitio y fui a parar encima de media bandeja de restos de la cena. No suele ocurrirme este tipo de cosas, pero estar en presencia de Marlon no me resulta indiferente. Con él hago o digo cosas inusuales. Qué agobiante debe de resultarle a él no tener a casi nadie a su alrededor que se comporte con naturalidad.
16 de septiembre, Pagsanjan
Anoche Francis se subió por un andamio a una plataforma de iluminación y se quedó allí recostado. Llovía un poco y cuando subí había mucha humedad y algunos charcos. Tenía el aspecto más desgraciado que le haya visto nunca, Estaba sobre este enorme set de esta enorme producción, con todas sus pertenencias hipotecadas; cientos de personas del equipo lo esperaban. Brando debía acudir al set y se estaba retrasando porque no le gustaba la escena, y Francis no había sido capaz de escribir una escena que Marlon considerara correcta. El mejor actor, en el mejor set de la mejor producción, con el mejor cineasta, y Francis sin una escena que filmar. No paraba de lamentarse: «Sácame de aquí, sólo quiero abandonar todo e irme a casa. No puedo hacerlo. No lo veo. Y si no lo veo, no puedo hacer nada. Es como si fuera una noche de estreno, y se levanta el telón y no hay nada».
Vittorio salió del templo, donde estaba acabando la iluminación, y dijo: «Mira, Francis, creo que podemos hacer algo. He puesto una iluminación extraña y humo y creo que puedes hacer alguna cosa». Al final Francis se arrastró de nuevo hacia el interior. Llegó Marlon y empezaron a hacer una improvisación y a filmada. Después de la tercera toma, eran ya las doce y dejaron de filmar.
Francis empezaba a sentirse mejor. Lo que lo estaba hundiendo era que su talento reside en la capacidad de seleccionar, en la habilidad que tiene para detectar un momento de interpretación auténtica y diferenciarlo de los demás. Puesto que Brando todavía no había empezado a trabajar, Francis no tenía nada para poder dirigirlo hasta el momento siguiente, y al siguiente. Tan pronto Brando empezó a improvisar, Francis pudo empezar a dirigir, es decir, a ver la dirección que las escenas debían tomar. Hoy ha escrito una escena basada en la improvisación. Está empezando a ver la luz.
21 de septiembre, Pagsanjan
Estoy en la cocina. Sofía hace pizza con plastilina. Está pintando unos trozos de amarillo para hacer el queso, de rojo para el tomate y de verde para el pimiento. La harina tiene bichitos. Creo que está en este frasco desde que nos encontrábamos en Manila. De vez en cuando sale un bichito medio mareado de uno de los trozos y se marcha por la bandeja.
Francis, Marlon y Marty están en el living hablando sobre la escena de hoy. Acabo de llevarle un café a Marty. Me he acordado de la liberación femenina. Y yo aquí, en la cocina, con la niña, haciendo café para los hombres.
Puedo oír fragmentos de la conversación en el living: «¿No lo ves? Kurtz está atrapado en este conflicto entre… », Acaba de pasar un camión, los pollos cacarean en la casa de al lado y por la radio del casero suena Glen Campbell, cantando
I'm a Rhinestone Cowboy
.
22 de septiembre, Pagsanjan
Acaba de llegar Dennis Jakob con una maleta llena de frutas y verduras del valle de Napa. La hemos abierto en el suelo del living. Parece una escultura, una Samsonite azul repleta de naranjas maduras, manzanas verdes, tomates rojos, una bolsa de plástico llena de rosas, cajitas de higos y uvas, albahaca y cebolla de verdeo. Estoy tentada de dejarlo todo tal como está.
29 de septiembre, Pagsanjan
Estoy sentada en una de las rocas del set. Da la sensación de ser una roca de verdad, un fragmento del templo, pero sé que es obra del departamento artístico. El equipo lleva esperando desde las ocho de la mañana para empezar a filmar. Ahora son casi las tres de la tarde. Francis y Marlon han estado en su embarcación, resolviendo la escena de su muerte, durante el día de hoy y gran parte de ayer. El asistente de dirección dice que si no empiezan a filmar en la próxima media hora, será demasiado tarde para filmar hoy: «Ochenta mil dólares a la basura», advierte.
30 de septiembre
Ayer estuve sentada en el muelle del set, contemplando la segunda unidad de la filmación. Estaban colocando a extras vietnamitas en la isla Monkey y echándoles sangre por encima. Había montones de muñecos flotando entre los nenúfares. Ardían las hogueras de efectos especiales, y unos ciento cincuenta ifugaos estaban siendo colocados por la orilla de enfrente y entre los sacos de arena del muro que había detrás de mí. La escena era una toma subjetiva desde la lancha de patrulla, acercándose al reducto de Kurtz. El humo de los motores flotaba, formando un reguero de niebla detrás de la embarcación. Era casi al anochecer y el humo adquiría un aspecto teatral. Me puse a pensar que estaba dentro de un teatro que me rodeaba por completo. Dennis, el operador de la embarcación, estaba sentado sobre una caja a pocos metros de mí, con el ojo clavado en la lancha de la cámara. De pronto me dijo: «¿Sabes qué, Ellie? He descubierto un condimento para ensalada buenísimo. Tomas un pote de crema agria de Manila y la misma cantidad de mayonesa, y lo mezclas con media taza de queso parmesano y un poco de sal de ajo; ¡es fantástico! Igual que el que te pondrían en el Rubin's Steak House de Los Ángeles o en algún sitio así».
8 de octubre
Hoy es el último día de trabajo de Marlon. La escena es exterior, junto a un contenedor, Esta mañana hacía un día tropical y templado, pero no insoportablemente caluroso. Francis y Marlon estaban hablando de la escena. Tomé un par de fotos de ellos desde lejos, sentados frente a una casa ifugao, enfrascados en la conversación. Se ha puesto a llover y todo el mundo ha empezado a tapar el material. Ahora diluvia. Francis, Marlon y Marty están agachados bajo una casa ifugao. Yo estoy sentada bajo un reflector de iluminación, bastante cómoda. Parte de mi material se ha mojado antes de que tuviera tiempo de cubrirlo. El equipo se ha refugiado en pequeños grupos, tapándose con cosas varias. Bill y Jimmy Keane están aquí conmigo. Hablamos sobre el Museo Metropolitan. Jimmy había sido botones en el hotel en el que nos alojamos en Nueva York. Nos cuenta de todos los famosos que se alojaron en el hotel mientras él trabajaba allí. Su favorito es Frank Capra, el director, «un tipo bajito, apenas un metro y medio».
Al otro lado del río se empiezan a ver claros en el cielo. Puedo imaginarme los nervios de Francis, esperando a que pare de llover en el último día de trabajo de Marlon, con una escena todavía por filmar.
Oigo el sonido de la lluvia contra el reflector y observo los otros grupos de gente apiñada. Los italianos se han puesto a jugar a los dados bajo el paraguas, con la luz de arco. Los utileros y los de vestuario están lanzando piedritas, intentando darle a una lata. Están haciendo apuestas y corriendo bajo la lluvia para agarrar más piedras. Mario está disfrutando de un masaje en la espalda de uno de los electricistas filipinos. Jimmy habla de los puros Montecristo. El suelo de mi refugio empieza a llenarse de barro.
9 de octubre, Pagsanjan
Hoy Bill y yo hemos estado filmando por casa. Sofía está pintando en la mesa del salón. Está impaciente y no para de preguntar cuándo acabaré de filmar y tendré tiempo para jugar con ella. Hizo un juego para ponerle la nariz al payaso y lo puso en la puerta de la helad era. Luego nos tapamos los ojos, tratando de adivinar dónde iba la nariz. He filmado unas cuantas imágenes de Ester lavando ropa en el patio, y luego colgando remeras de
Apocalipsis Now
en el tendedero.
11 de octubre
Cuando Marlon acabó de filmar su última toma el viernes, Francis le dio un abrazo y luego se subió a un helicóptero, rumbo al aeropuerto de Manila para tomar un vuelo a Hong Kong a las seis de la tarde. Se fue con Dean. La gente no dejaba de preguntarme por qué no lo había acompañado. No fui con él porque Francis quería, y necesitaba, pasar un par de días de aislamiento total de todo lo que lo rodea, incluida yo. Además ya he estado allí un par de veces y no tenía muchas ganas de volver. Ésta es una sociedad tan cerrada, que vi a varias personas especulando sobre el motivo real de que no lo acompañara.
He pasado el fin de semana con Sofía. Es una compañera fantástica. Hicimos cosas juntas y salimos a dar paseos. Nunca había caminado por Pagsanjan; siempre estoy corriendo en jeep, o viajando en coches con aire acondicionado. Caminar me permitió apreciar todos los detalles de la vida aquí. Les dimos de comer a las gallinas, estrujamos la ropa en el lavadero del patio, apilamos cáscaras de coco, hicimos una hoguera con carbón, compramos un saquito de arroz y un poco de pescado seco en un puesto callejero, dibujamos en la carretera con una piedra, saludamos con la mano a los transeúntes…
Nos detuvimos en una panadería y compramos un pan dulce, uno enorme por seis centavos, y fuimos comiéndolo a trozos mientras paseábamos. Hacía calor. Me llevé la sombrilla. Nos cruzamos con varias personas con sombrillas de colores muy vivos, que el sol de la tarde iluminaba por detrás. El calor insoportable parece haber pasado; ahora llueve casi todos los días. Fuimos hasta el Falls Lodge y nos bañamos en las piscinas de agua mineral. A lo largo de nuestro recorrido nos cruzamos con gente que nos llamaba, «Sofía», o «señora Coppola». Tuve la sensación de que no podía limitarme a andar absorta en mis pensamientos, porque entonces corría el riesgo de no ser amable con alguien que trataba de ser cordial con nosotras.
15 de octubre
Treinta y ocho tomas y Francis dice que no ha salido ni una como él quería. La gente que interpretaba a las cabezas cortadas en el suelo permaneció en sus cajas, enterradas en el suelo, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Estuvieron todo el día bajo el sol. con el humo soplando hacia ellos. Entre tomas los tapaban con sombrillas, y salieron para almorzar, pero el resto del tiempo estuvieron metidos en sus puestos.
Durante una toma, Dennis Hopper retrocedió y pisó a una muchacha en la mejilla, hundiendo parte de la caja en que estaba metida; estuvo a punto de caerle encima de la cara. Los rieles del
travelling
tenían barro por todas partes y la gente resbalaba una y otra vez. Tanto Dennis como Fred Forrest se cayeron en plena toma. El técnico de sonido tuvo que pedirle a alguien que lo sujetara del cinturón para no caerse mientras seguía a los actores con el boom.
Fue uno de aquellos días en que el humo del hielo sintético, o el humo naranja, o la interpretación, o la iluminación o cualquier otro detalle no acababan de coordinarse para lograr una toma que dejara satisfecho a Francis.
Yo estaba sentada por allí, mirando alrededor. En cierto momento, las cabezas cortadas estaban tomando Coca-Cola; los niños ifugao ponían trozos de hielo sintético en latas de película y hacían que las tapas salieran disparadas; un grupo de muchachas ifugao se estaban despiojando las unas a las otras. Una de ellas llevaba un pareo, los pechos al aire y ruleros de plástico rosa en el pelo. Un hombre sentado, en taparrabos, se levantaba las puntas de la tela para que no se ensuciaran en el barro. El hombre de la boa constrictor le estaba dando de beber a su animal. Alex hablaba de la sangre sintética, comentando «cuestan treinta y cinco dólares los tres litros, y hoy están utilizando muchísima». Los de efectos especiales se quedaron sin humo naranja y tuvieron que utilizar el rojo. Mi viejo sacerdote ifugao favorito hoy no iba disfrazado: llevaba un taparrabos y una camisa de nailon beige. Se acercó a las escaleras para observar las falsas cabezas cortadas. Dijo que en su tribu habían sido cazadores de cabezas hasta hace sólo cinco años. Angelo se estaba comiendo un sándwich de atún que compartía con los otros, y la gente le decía: «¿Sabes el tiempo que hace que no comía un sándwich de atún?».
17 de octubre, Pagsanjan
Grabé una entrevista con Dermis Hopper. Una de las cosas que dijo que más me interesaron es que pensaba que la industria del cine está en la misma etapa de desarrollo que estaba el arte durante la época en que se construyeron las catedrales góticas. Cuando construían esas grandes catedrales en Europa, empleaban a trabajadores de las canteras, ingenieros, pintores de frescos, y demás, que creaban la obra mediante la combinación de los talentos de muchos. Hacia el siglo XIX el arte ya había evolucionado hasta el punto de que las obras más importantes de esa época las realizaban artistas individuales con la ayuda de un mero caballete. Dennis quería decir que, actualmente, la realización cinematográfica requiere la unión de talentos de muchos departamentos, pero que quizá con el tiempo las películas serán hechas por una persona con una cámara portátil.
20 de octubre, Pagsanian
Anoche Francis montó en cólera porque la gente entraba y salía de la sala de proyecciones mientras estaban revisando el metraje. Resulta muy atractivo contemplar imágenes en movimiento; pero, cuando luego la gente hace comentarios tontos, Francis pierde los estribos. Es algo que le provoca una reacción autodestructiva y que lo empuja a dudar de sí mismo.
25 de octubre, Pagsanjan
Estoy sentada en las escaleras del templo. Son las cinco y media de la tarde y por hoy ha terminado la filmación. Los días empiezan a ser más cortos, como si se acercara el invierno, pero hoy ha hecho más calor que nunca. Una luz tenue empieza a difuminar los límites de los objetos. Francis y Vittorio están repasando el rodaje de mañana, que conlleva un
travelling
largo y complicado, y Alfredo y Luciano están con Vittorio, recibiendo sus instrucciones.
Oigo a los ifugaos cortar leña para las hogueras del anochecer.
Anoche fuimos a cenar a casa de Vittorio, Hacía calor. Estábamos sentados fuera, en el jardín de delante, con la esperanza de que soplara un poco de brisa. Sólo nos llegaba el penetrante olor de las espirales matamosquitos. Oíamos el sonido de voces lejanas. Al poco rato pasó una procesión religiosa por el camino, frente a la casa. Estaba Oscuro y cada persona llevaba una pequeña vela encendida, y se podían ver sus caras frente a la luz titilan te. Había muchos niños de corta edad que cantaban suavemente. Después de que desfilaron unas cincuenta personas, pasó una pequeña plataforma sobre ruedas, empujada por cuatro hombres. Transportaba una virgen de un metro y medio, toda iluminada con lucecitas. En la base tenía tubos fluorescentes. A continuación pasó un grupo numeroso, en el que había monjas y un muchacho con un altavoz. A unos quince metros lo seguía un cura que recitaba el rosario por un micrófono. Luego una plataforma con la Virgen de Guadalupe, y ramos más elaborados de flores de plástico iluminadas. Tras ellos, un grupo de hombres empujaba un ruidoso generador montado en un carrito de madera.