Morir a los 27 (34 page)

Read Morir a los 27 Online

Authors: Joseph Gelinek

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: Morir a los 27
8.32Mb size Format: txt, pdf, ePub

—¿No resulta paradójico que fuera la televisión la que encumbrara a su marido? Se lo digo porque tengo entendido que el señor Winston odiaba los videoclips.

—Odiaba la MTV —matizó Anita—, pero siempre fue un gran amante de las series de calidad. Cuando le ofrecieron participar en
CSI Miami
no lo dudó ni un segundo.

—¿Apareció físicamenente en la serie?

—Sí, y eso trajo aparejado un drástico cambio de look, sugerido por los productores de la serie. El esmoquin blanco sobre el cuerpo desnudo y depilado de John, que luego se convirtió en marca de la casa, el puro habano, todo eso vino a partir de
CSI
, y al comprobar que causaba estragos entre los espectadores John lo incorporó al escenario. La televisión tiene un poder extraordinario, inspector. A los Beatles los encumbró de la noche a la mañana, después de su paso por
El show de Ed Sullivan
; a otros artistas, en cambio, les ha perjudicado enormemente. Freddy Mercury, por ejemplo, se cavó su propia tumba en Estados Unidos cuando apareció vestido de mujer, pasando la aspiradora, en
I want to break free
.

—¿Qué tal eran las relaciones de su marido con los otros tres miembros de la banda? —preguntó el inspector.

—Bastante buenas —reveló la mujer—. Tenga en cuenta que, como le acabo de contar, a John y a los chicos les ha llegado el éxito hace muy poco. Los grupos se suelen escindir cuando llevan mucho tiempo en la brecha y ya lo han conseguido todo. Pólice, los Beatles, Pink Floyd: todos ellos murieron de éxito. Paradójicamente, con el que mejor se llevaba mi marido era con el más conflictivo de la banda, el batería Charlie Moon.

—¿Por qué razón? —quiso saber el inspector.

—Me imagino que porque es un músico muy competente, y si hay algo que John respetaba era el talento. Yo en cambio no puedo ni estar con él bajo el mismo techo. Moon tiene una personalidad egocéntrica y maníaca que me resulta estomagante. Pero mi marido decía que era un genio, y por eso le perdonaba todo.

Perdomo terminó de anotar algunos datos en su libreta de trabajo y luego se puso en pie, dando por finalizado el interrogatorio. La viuda de Winston se mostró sorprendida, como si hubiera estado esperando un volumen de preguntas mucho mayor.

—¿Eso es todo? —inquirió—. Me había hecho a la idea de que esto se prolongaría durante horas.

—No somos tan sádicos —dijo Perdomo con gesto amable—. De todas formas, le rogaría que no abandonara la ciudad de momento, ya que pueden surgir cuestiones que necesiten una ulterior aclaración.

—Estaré a su disposición las veinticuatro horas del día —aseguró la mujer—. Hay que detener al asesino de John, cueste lo que cueste.

—¿Puedo preguntarle si su marido había hecho testamento? —se interesó Perdomo.

—Sí —afirmó Anita—, lo redactó el año pasado, cuando empezó a sufrir esas horribles pesadillas.

—¿Y usted es la única beneficiarla?

—Espero que no —dijo, conteniendo una risa nerviosa—. No sabría qué hacer con tantos millones.

—¿De cuánto dinero estamos hablando, señora Winston?

—No conozco la cifra exacta —respondió la viuda—, pero después de
CSI
, John firmó un contrato multimillonario con Live Nation, la promotora de conciertos más importante del mundo. Madonna y Shakira están entre su elenco de artistas. Añada a esa suma, que fue astronómica, los derechos de autor que están generando sus canciones y los contratos publicitarios y de televisión que le llovieron desde entonces y estaremos rondando los veinticinco millones de euros.

Al salir a la calle, Perdomo recordó que había dejado su móvil en modo silencio, con objeto de evitar que Amanda le interrumpiera continuamente, y lo extrajo del bolsillo para volver a conectarlo. Tema varias llamadas de Villanueva y un SMS del inspector Guerrero de la Policía Científica que decía:

La casete de Winston contiene una canción grabada de viva voz por John Lennon
.

49

Clone me

Perdomo, Villanueva y Guerrero se reunieron una hora más tarde en el despacho del primero para evaluar la información obtenida hasta el momento y decidir hacia dónde había que dirigir las nuevas líneas de investigación.

—Tenemos ya tal cantidad de datos —declaró Perdomo— que es importante que no mezclemos las hipótesis con los hechos. Hipótesis número uno: «Chapman cometió el asesinato». Hechos que respaldan esta teoría: el arma del crimen es la misma con la que disparó contra Lennon, y él lo anticipó así en la entrevista de televisión, antes siquiera de que tuviéramos el análisis balístico. Winston era una víctima fácil porque no llevaba protección personal y al ser el heredero artístico de Lennon, matarle a él era como volver a matar al ex Beatle. Hechos que refutan esta teoría: Chapman no ha abandonado la prisión en ningún momento y el FBI no ha sido capaz por ahora de probar si tenía un compinche fuera, ni la manera en que se puso en contacto con su hipotético cómplice. Su posible móvil es el mismo que el del asesinato anterior: adquirir notoriedad. Fue condenado a veinte años, lleva treinta en prisión y ésta sería su forma de volver a convertirse en una estrella y, al mismo tiempo, de vengarse contra una sociedad que le está condenando a morir encerrado.

A medida que Perdomo exponía sus razonamientos, Villanueva iba haciendo un pequeño esquema en una pizarra de rotulador que había en una de las paredes del despacho.

—Hipótesis número dos —continuó el inspector—: «Big Wayne cometió el asesinato». Villanueva, resúmele a Guerrero los hechos.

Sin dejar de hacer croquis que se interrelacionaban entre sí mediante flechas, Villanueva relató sucintamente la información que le había proporcionado Tusks, el teclista del grupo.

—Wayne —dijo— compuso una canción titulada
Shaken
con la que iba a convertirse en una estrella y Winston grabó una versión más potente que sirvió para que The Walrus saltara definitivamente a la fama. A favor de esta teoría: Wayne amenazó en la radio con matar a Winston por haberle robado el tema. En contra: Scotland Yard asegura que en el momento del asesinato se encontraba en la isla de Montserrat, en el Caribe, mezclando el que será su próximo disco. Y he descubierto un dato más, que me inclina a descartarlo por completo. Wayne ha colocado, por fin, una canción en el número 7 del Billboard, de modo que está triunfando. De la misma manera que Little Richard compuso
Long Tall Sally
para desquitarse de lo que le hizo Pat Boone con
Tutti Frutti
, Wayne tiene ahora un tema en la calle titulado
Fíush
que le está funcionando muy bien. Me extrañaría que estuviese implicado.

Guerrero hizo un gesto con hombros y manos, como para darles a entender a sus colegas que no entendía por qué era necesaria su presencia en aquella reunión. Nada de lo que se estaba exponiendo entraba dentro de las competencias de la Policía Científica. Perdomo le indicó entonces a Villanueva que le entregara a Guerrero el teléfono móvil de Charlie Moon y el experto estudió durante varios minutos el vídeo que éste contenía. Cuando terminó de examinarlo dijo:

—Es la filmación en 2D de una holografía tridimensional, no cabe duda. ¿De dónde ha salido?

Villanueva le resumió su entrevista con Moon y seguidamente, Perdomo le pidió a Guerrero que emitiese un juicio técnico sobre la posibilidad de piratear conciertos en 3D.

—Lo que se piratea en este caso no es tanto el concierto —precisó Guerrero— sino la imagen misma de los músicos, a los que se les hace decir y hacer lo que se quiera, después de haberlos reconstruido digitalmente. Es como disponer de un clon del artista, sólo que ese clon no está hecho de carne y hueso, sino de luz.

—¿Y eso es posible? —insistió Perdomo—. ¿Puede un pirata sin escrúpulos fabricar clones de luz de un grupo musical y dedicarse a montar conciertos pirata por todo el mundo?

—Por supuesto que puede —afirmó el de la Científica—. ¿No se ha clonado ya a una oveja, que es una criatura de carne y hueso, y por tanto, un organismo mucho más complejo?

—¿Y por qué no se ha hecho hasta ahora? —preguntó Villanueva—. Me refiero a que si la tecnología existe, por qué no se está aplicando ya a los videojuegos, por ejemplo.

—Seguramente por intereses comerciales —aclaró Guerrero, al tiempo que extraía del bolsillo un iPhone 3GS—. Mirad este teléfono: ¿por qué creéis que le colocaron una cámara de tan sólo tres megapíxeles? Para que cuando saliera el iPhone 4G, que la lleva de cinco, el consumidor se sintiera en la necesidad de adquirir el modelo superior. Y la técnica funciona, porque yo ahora mismo estoy jodido por no tener el 4G. Con los videojuegos ocurre lo mismo. Existe ya la posibilidad de crear videojuegos mucho más complejos, pero primero te venden el modelo más limitado y luego lo van complicando. Así el negocio se multiplica hasta el infinito.

Perdomo notó cómo le zumbaba en el bolsillo el teléfono móvil y al ver que la llamada entrante era de Tania, pidió a sus dos colegas que le disculparan durante un minuto y salió de su propio despacho para poder tener intimidad.

—Estoy en mitad de un interrogatorio —le dijo a la forense, procurando que su voz sonara profesional y distante—. ¿Tienes algún dato más sobre la autopsia?

—Para eso te llamaba. Dime si necesitas que busque algo más en relación a Winston.

—La viuda me ha dicho hoy a mediodía que la víctima consumía, de manera frecuente, cannabis y LSD. Pero ¿cómo vas a hacer la prueba, si a Winston lo han incinerado esta mañana?

—Tomé la precaución de guardar muestras de su orina en un frasco de pruebas. Le he practicado el test estándar para drogas, el NIDA, y nos ha dado negativo para benzocaína, coca, marihuana, metanfetaminas, éxtasis, heroína y morfina. El LSD es mucho más difícil de detectar y requiere una prueba específica.

—Házsela. ¿Estamos a tiempo?

—Sí, aún no han transcurrido setenta y dos horas —le tranquilizó la forense. Y luego, sin solución de continuidad y como si fuera todavía parte de la conversación anterior, le preguntó—: ¿Quieres que cenemos esta noche?

Perdomo procuró que no se le notara lo mucho que le apetecía volver a verla. Ahora que por fin se había aclarado el misterio del robo del dinero, se sentía incluso culpable por no haber permitido a la forense explicarse en su día, pero su táctica con Tania, desde que se habían conocido, siempre había consistido en ir de duro.

—¿Cenar? —preguntó, haciéndose el difícil—. ¿No habíamos quedado en que sería sólo un café? ¿Y que además te llamaría yo?

Villanueva abrió en ese momento la puerta del despacho y, sin pronunciar palabra, agitó los folios en los que había impreso la documentación sobre O'Rahilly, el pirata informático que, presuntamente, había clonado a The Walrus.

—Te tengo que dejar, Tania —dijo Perdomo, intentando demorar la respuesta a la invitación hasta el último segundo.

—El sitio al que pensaba llevarte tiene café —replicó ella—. Si te quedas más tranquilo, tú te puedes pedir un cortado mientras yo saboreo un
conill amb cargols
.

—¿Cocina catalana? —se extrañó él—. Pensé que habrías reservado en nuestro cubano de siempre.

—Después de diez años viviendo en Barcelona —le explicó la forense— mi paladar se ha vuelto algo más sofisticado. Y no he reservado todavía, no tenía muchas esperanzas de que me dijeras que sí.

—De acuerdo —concedió Perdomo—, tengamos nuestra cita y así nos la quitamos de encima.

La frase tuvo la virtud de hacer sonreír a Tania.

—Veo que sigues siendo el romántico de siempre —dijo con ironía.

Tras acordar la hora y el lugar en que se verían para cenar, se despidieron hasta la noche. Villanueva, que había permanecido en la puerta para meterle prisa, volvió a preguntar:

—¿Era ella?

—Sí, era ella. ¡Chismoso!

—¿Dijiste que ha cogido unos kilos de más? Yo no he notado que estuviera más gordita.

—Tendrías que haberla visto hace unos años —se limitó a comentar Perdomo. Y tras señalar la documentación que había recabado su ayudante, le preguntó—: ¿Qué tienes ahí?

50

Chasing Pirates

—Nuestro pirata holográfico —comenzó a informar el subinspector Villanueva— se llama Alex O'Rahilly y tiene cincuenta y dos años. Nacido en Ballylongford, condado de Kerry, Irlanda, es descendiente de Michael Joseph O'Rahilly, un nacionalista irlandés que murió en 1916 durante el Alzamiento de Pascua, el más famoso intento de los republicanos para lograr la independencia del Reino Unido. El otro pariente distinguido de su familia es Roñan O'Rahilly, uno de los empresarios que, en los años sesenta, se embarcaron en el proyecto de Radio Caroline, la legendaria emisora pirata que emitía desde un ferry anclado en aguas internacionales. Por entonces estaban establecidas a tan sólo cinco kilómetros de la costa de Inglaterra.

—De casta le viene al galgo, ¿no? —comentó Perdomo.

—Sí, se ha criado en una familia de piratas. O'Rahilly no es muy popular en su país y lleva muchos años afincado en Suecia, sede del recientemente creado Partido Pirata, con cuyos miembros simpatiza. Pero es un extremista y ha ido mucho más allá que los militantes de esta agrupación política. El Partido Pirata sueco ha logrado un escaño en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, busca la reforma de las leyes de propiedad intelectual e industria y trata de oponerse al
copyright
y a las patentes por medios políticos. O'Rahilly, en cambio, bordea constantemente la ilegalidad y ha sido detenido ya en tres ocasiones por la policía.

—¿En qué anda metido? —preguntó Guerrero.

—Tiene un portal de descargas en internet llamado The Snip II. El anterior, The Snip, a secas, se lo cerraron los tribunales. Winston fue, en su día, un abanderado de la causa anti O'Rahilly, lo que nos da otro móvil para el asesinato.
Snip
es una palabra coloquial inglesa que se puede traducir como «chollo». El nuevo portal del irlandés, The Snip II, cuenta con treinta millones de usuarios, de todas partes del mundo, y se estima que genera unos beneficios de unos cincuenta millones de coronas suecas. Eso son casi cuatro millones y medio de euros al año, por poner al alcance de la gente música, películas y otros materiales protegidos por los derechos de autor.

—¿Por qué no está en la cárcel? —quiso saber Perdomo.

—A eso iba —dijo Villanueva—. Alex O'Rahilly conoce al dedillo la legislación de su país de adopción y se las ha ingeniado siempre para que los jueces le dejen en libertad sin cargos. Pero agárrate, ahora viene lo más fuerte: desde que le cerraron el primer portal, el tío opera desde un barco pirata.

Other books

Sunshine by Robin McKinley
Holy Thief by Ellis Peters
Vulfen Alpha's Mate by Laina Kenney
The Street Lawyer by John Grisham
Innocents Lost by Michael McBride
The Perfect Present by Morgan Billingsley
Kushiel's Scion by Jacqueline Carey
Bear-ever Yours by Terry Bolryder