Microsiervos (15 page)

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Authors: Douglas Coupland

BOOK: Microsiervos
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Inspirados por el disfraz de Ethan, hemos hablado de dinero. Hemos decidido que la moneda de dólar podría triunfar si el gobierno pone en una cara a Marilyn Monroe. «Y, si quieren cambiar el billete de cinco dólares por una moneda, que pongan a Elvis», ha dicho Susan, que venía del pequeño brasero japonés.

Susan no ha roto este año su tradición y ha venido de chica de motorista. Se ha enfadado al descubrir que el programador de lenguaje ensamblador de General Magic al que llevaba toda la noche intentando ligarse estaba casado. Ha echado un trago de Chardonnay directamente de una botella, ha arrancado una naranja verde de un árbol y ha dicho: «¿Estáis hablando de Ethan? Estar con Ethan es algo así como, bueno... como cuando te acuestas con alguien que no sabe qué hacer en la cama, pero que se cree que es la octava maravilla y se pone a frotarte una y otra vez una parte del cuerpo, convencido de que ha encontrado tu "Punto Mágico", cuando en realidad lo único que hace es molestarte.»

Ethan y Susan nunca están de acuerdo en nada; pero no es un desacuerdo con coqueteo, sino sólo desacuerdo a secas.

Se ha producido una pausa mientras la fiesta se iba apagando, y Karla ha dicho: «Es extraño, Michael ha venido sin disfraz; sin embargo, no lo parece, ¿no?» Tenía razón. Pobre Michael, siempre tan extraterreno.

Ethan nos ha contado la historia de cómo contactó con Michael, cómo se conocieron al poco del misterioso viaje de Michael a Cupertino en el restaurante Chili's, en la zona del bulevar Stevens Creek, a unas cuantas manzanas de Apple, un corredor de cuatro carriles elegantemente ajardinado y lleno de cadenas alimentarias y metalizadas sedes de compañías tecnológicas.

«Michael estaba tachando todas las vocales de la carta —ha recordado con cariño Ethan, sentado con nosotros bajo el árbol—. Estaba "comprobando la legilibilidad del texto en ausencia de información", según me informó más tarde. Y cuando lo vi pedir una docena de tortitas mexicanas, un poco de salsa y un aliño La Isla del Tesoro, supe que ahí tema que haber algo. No me equivocaba.»

«¿Michael va a ser tu veta madre de mediados de los noventa?», ha preguntado Susan inocentemente.

«Bueno, señorita Participación, por tu propio bien espero que sea así.»

Entramos en la casa para calentarnos. El salón de Ethan está completamente pintado de esmalte blanco y, a lo largo del perímetro del techo, hay un centenar de cámaras de vigilancia de banco de los setenta a lo Harry el Sucio dando vueltas, conectadas a un muro de moribundos televisores en blanco y azul. Una fantasía de vigilancia. «Antes salía con una artista de instalaciones de la Universidad de California en Santa Cruz», es cuanto Ethan dice a propósito de sus obras de arte.

Su casa es pequeña, pero me parece que disfruta pudiendo decir a la gente que vive en San Carlos. San Carlos, justo al sur de Palo Alto, recibe el nombre de Nerd Hill. El gran problema en San Carlos, según parece, son los ciervos, que se comen todos los capullos de rosa y los brotes tiernos de los árboles. «Hay un tipo que vende orina de puma embotellada que consigue en los zoos. La rocías por el jardín y asustas a los ciervos. Es como decir. "Eh, tío, ojo con el meado de puma.» Ethan nos ha mostrado un pequeño frasco amarillo claro. «He invertido en una compañía de biotecnología que consigue que la bacteria
E. coli
produzca feromonas de puma.»

Ethan es de lo más extremista. Tiene un reloj Patek Phillipe que puede costar unos 2.000.000 de yenes (comprado en el barrio Akihabara de Tokio, el nirvana del consumo
geek
, donde, según parece, todos los carteles están en japonés, inglés y ruso). Dice que cada vez que le preguntan la hora lo está amortizando.

«Bueno, ahora estoy por los 5,65 dólares la mirada. Si lo consulto cada hora de aquí al año 2023, habré bajado a 10 centavos la mirada.»

Los botones de las nueve velocidades de la batidora de Ethan tienen etiquetas escritas con LaserWriter en Franklin Gothic de siete puntos:

1) Dormir

2) Películas en el avión

3) Disneylandia a los 25 años

4) Una buena película de 8 dólares

5) IMAX con Dolby

6) Comida con D. Geffen y B. Diller

7) Disneylandia a los 10 años

8) Aneurisma

9) Combustión espontánea

La caspa de Ethan llama realmente la atención, pero lo cierto es que la vida no es como los anuncios de la tele. Karla y yo hemos pasado treinta minutos pensando situaciones «dile a tu amigo que tiene caspa» que no lo ofendieran y, al final, no hemos encontrado ninguna. Es algo muy extraño, por lo inmaculado que es en todas las demás facetas de su aspecto exterior.

3.10. Acabamos de volver de la fiesta de Ethan. Esta noche nos «vamos a Australia»; ésta es nuestra clave particular para decir que nos lanzamos a la locura de programar entre 36 y 48 horas preparando una reunión que Ethan tiene con unos posibles inversores.

Correo electrónico de Abe:

«Os habéis ido de verdad.

Nunca pense que sucedería. Como habéis podido dejar Microsoft tan FÁCILMENTE!?!? No esta mal. Van a sacar acciones a precios reducidos en primavera.

Quien es vuestro Bill?

Voy a meter un mensaje en Microsoft para encontrar nuevos inquilinos, sigo sintiéndome eKtranyo sin bnadie en la casa. Ha pasado un mes ya! Voy a escribir mi anuncio para el BBS de la casa.

"ESPACIO!...

No es vuestra ultima frontera en este caso, pero aqui hay un montón y las condiciones son bastante buenas: Redmond, a cinco minutos de Microsoft. Vive en el majestuoso esplendor de principios de los 70. Sonido Dolbyy THX. Sillas estilo Adirondack hechas con esquis viejos. Cama elástica. Cuarto debanyo propio. Animales si. 235 dolares".

POR CIERTO, sabiais que Lego hace un aspirador de plástico en forma de loro para recoger piezas sueltas??»

Domingo

Ethan y yo hemos ido a dar una vuelta en coche por el Valle del Silicio mirando los aparcamientos de algunas compañías para ver en cuáles los empleados trabajan el domingo. Dice que es la forma más segura de saber en qué compañía invertir. «Si los técnicos no están a toda máquina, las acciones no suben.»

A Karla no le gusta que sea amigo de Ethan. Dice que es corruptor, pero le he dicho que no se preocupe, que me he pasado toda la juventud delante de un ordenador y que nunca conseguiré ponerme a la altura de todos los no
nerds
que dedicaron los primeros años de su veintena a vivir la vida hasta hartarse.

Karla dice que los
nerds
descarriados son los peores, porque se vuelven «Marvins» y provocan problemas de dimensiones planetarias. Marvin era ese personaje de los dibujos de Bugs Bunny que quería hacer volar la Tierra porque le tapaba la vista de Venus.

Ah... subiendo hasta Arastradero desde Starbucks, la puesta de sol ha sido una pasada.

Hemos tenido que hacer esfuerzos para no estrellarnos mirando los rosas y los anaranjados. Y la vista desde la casa de mis padres en La Cresta Drive era para caerse de espaldas: se veía desde el puente de San Mateo al norte hasta casi prácticamente Gilroy al sur.

Las montañas Contra Costa parecían iluminadas desde dentro, como linternas de jardín de color rojo carne, e incluso hemos visto un destello del observatorio que está en lo alto del monte Hamilton. Y el hangar de dirigibles del aeródromo naval Moffatt parecía un muñeco hinchable gigante en forma de
marshmallow
que se hubiera echado en el suelo para morir. Grandioso.

Nos hemos sentado en el combado balcón de cedro a mirar el espectáculo. El porche se comba porque cede el granulado terreno marrón que hay debajo de todas esas viejas casas de estilo rústico; los suelos se abomban; las puertas no acaban de cerrar. Nos hemos dedicado a tirarle juguetes de goma a Misty, la perra perdiguera que mi madre compró de segunda mano hace dos años. Se suponía que Misty había sido entrenada para ser un perro lazarillo, pero suspendió el examen porque es demasiado afectuosa. Es un defecto que no nos importa.

Ha sido un momento agradable. Me he sentido como si estuviera en casa.

Karla también escribe un diario, pero sus entradas son brevísimas. Me ha enseñado como muestra la entrada de todo el viaje a California; todo cuanto ha escrito es: «Dan ha dibujado un robot en mi mantel de papel mientras comíamos al sur de Oregón y me lo he metido en el bolso.» Eso es todo. No hay ninguna mención a lo que hablamos. A eso lo llamo diarios RISC, basados en un conjunto reducido de instrucciones.

Lunes

Karla y yo nos hemos tomado un rato de descanso y recuperación y hemos hecho 65 kilómetros hasta uno de los bares Simpson de la ciudad: el Toronado, donde ponen a los
Simpson
todos los jueves por la noche. Aunque luego me he dado cuenta de que era lunes, así que, de Simpson, nada. Ya no me acuerdo nunca de las fechas, aunque dentro de poco los emitirán por las cadenas enrolladas todas las noches hasta el final del universo, así que supongo que sobreviviré.

Nos hemos equivocado de salida (un error fatal en San Francisco; TODAVÍA no han acabado las obras de reconstrucción después del terremoto de 1989; los enlaces 101/280 son increíblemente grandes y están desiertos e inacabados) y nos hemos perdido. Al final hemos acabado conduciendo por el valle de Noé; es muy bonito. Esta ciudad es una VISIÓN. Supongo que ahora dedican toda la energía constructora de autopistas a la construcción de la —si alguien la menciona otra vez, grito— superautopista de la información.

Hablando de la superautopista de la información, nos hemos dado mutuamente permiso para pegarnos si uno de nosotros utiliza ese execrable término. ¡Nos tiene hartos!

Sobre la montaña, entrando desde el aeropuerto, han puesto lo que tiene que ser el anuncio más feo del mundo:
SAN FRANCISCO SUR, LA CIUDAD INDUSTRIAL,
con grandes letras blancas colocadas en la ladera. Sientes lástima por la mentalidad capaz de tratar una hermosa ladera como si fuera una chapa de una convención comercial.

«Si lo cambiaran por
POST INDUSTRIAL,
tendría sentido», ha dicho Karla.

El caso es que no hemos podido encontrar el bar y hemos acabado en un café del barrio de la Misión.

San Francisco es un curioso escenario de modernidad elevada a la cuarta: los abogados se tatúan y escuchan el primer disco de los Germs. La gente es muy joven —en eso se parece a Microsoft—, es todo un reino compuesto por personas de nuestra edad.

A causa de eso, abundan los antros, los cafés a la última y los sitios de comida barata. Es una gran ciudad que tiene un aire de barrio: una expresión municipal de las LAN, las redes locales de ordenadores conectados.

Y tengo que admitir que estoy impresionado por lo metida que está la gente en el rollo informático: aquí todo el mundo está a la última. Si algún historiador del futuro siente alguna vez la necesidad de duplicar un bar de SF en los Albores de los Multimedia, necesitará lo siguiente:

• PowerBooks destrozados y cubiertos con pegatinas de
snowboard
y de plátanos Chiquita

• un mal equipo estéreo de principios de los ochenta (el antiguo aparato del dueño, antes de comprarse un equipo nuevo)

• muebles usados y desemparejados

• malos cuadros al óleo (imaginería vaginal/ojos que explotan/uñas que sobresalen de la pintura)

• un tablero de corcho (¡mensajes de papel!)

• estudiantes hoscos, posiblemente colocados

• cuerpos multiperforados

• unas pocas personas residuales de los ochenta con chaquetas negras de cuero y pelo teñido de negro

• asiduos a clubs nocturnos

Aparcar en San Francisco es una pesadilla. No hay sitio. Hemos decidido que la próxima vez que vayamos llevaremos con nosotros las plazas de aparcamiento. Hemos decidido inventar plazas portátiles y enrollables, como los agujeros portátiles que salen en los dibujos animados. O puede que una lata de un producto borrador para deshacernos de los otros coches. Aquello es una locura. Una verdadera locura. Al final, hemos rezado una oración a Rita, la patrona de las plazas de aparcamiento y los parquímetros. Hemos lanzado chorro de karma de aparcamiento hacia las colinas que teníamos delante y hemos sido recompensados con cuatro lujosos metros de hueco para coche. Rita, santa excéntrica.

Hoy he aprendido una nueva palabra: «internalidad»; significa,
estar dentro de la cabeza de alguien
.

Michael tiene una nueva obsesión: se sienta en el jardín junto a la piscina y contempla cómo el limpiapiscinas Polaris quita las hojas de eucalipto descompuestas del fondo. El aparato se parece a R2D2 renqueando apresuradamente para cumplir sus obligaciones; creo que están haciéndose buenos amigos.

Ah... tenemos un eurovecino llamado Anatole. Ha empezado a dejarse caer por aquí en cuanto ha descubierto que había otros
nerds
en el vecindario. Como antes trabajaba en Apple, su presencia no nos molesta demasiado. Es un depósito de sabiduría Apple (¡cotilleos a la vista!). Un verdadero entusiasta de los cuellos de cisne: uno de esos franceses que en Microsoft estaría fumando bajo la lluvia.

Nos ha contado que fue en el discurso de Clinton ante el Congreso en que John Sculley se sentó junto a Hillary Clinton cuando todo el mundo se dio cuenta de que Apple estaba completamente fuera de control. Personalmente, he pensado que eso tenía su encanto. Luego nos ha sorprendido con una bomba: Apple no tuvo nunca un plan para el caso de que perdiera el pleito «Look & Feel». Estaban completamente convencidos de que lo iban a ganar. A lo mejor el PowerPC los salva. Le hemos dicho que no discutiera el pleito con Bug, pero ha contestado que ya lo había hecho y que a Bug parecía aburrirle el tema. ¡Bug está olvidando sus raíces! California lo está ablandando.

Anatole también dice que la gente no está en Apple, sino que sigue en Apple. Parece que nada de lo que oímos encaja con las imágenes mentales Uno Punto Cero, Dioses en las Nubes, que tenemos de la compañía; pero, como casi todos los cotilleos, lo único que consigue es que queramos acercarnos más al núcleo mismo del cotilleo. Nos morimos de ganas de visitar Apple, aunque parece que no surge ninguna oportunidad de hacerlo. Anatole no es ninguna ayuda en este sentido. Pensamos que quemó algunos puentes antes de irse: ¿informes de gastos amañados?

Y, por supuesto, Anatole es un genio. En el Valle del Silicio, el límite inferior del CI (como en Microsoft) empieza en 130, y la curva sube rápidamente, se estabiliza en 155 y sólo entonces empieza a bajar; aunque el Valle es todo un complejo multiurbano de sabiondillos detallistas, no un único complejo tecnológico orwelliano, como Microsoft. Como he dicho, es algo de ciencia ficción.

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