Medstar II: Curandera Jedi (34 page)

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Authors: Steve Perry Michael Reaves

BOOK: Medstar II: Curandera Jedi
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— Tengo que tumbarme —dijo Jos—. Estoy un poco cansado.

Barriss y Tolk le volvieron a llevar a la cama. Se sintió genial. Cerró los ojos, y las distintas conversaciones de su alrededor se fundieron en un zumbido lejano, como los sonidos de los picotones y los chinches ígneos de las calurosas noches de Drongar...

~

Barriss escuchó a medias las conversaciones a su alrededor mientras reflexionaba sobre cómo había salido todo al final. Dos toneladas métricas de bota en buenas condiciones le parecían una recompensa pequeña para todo lo que se había invertido en dolor y muerte. Se dio cuenta de que Den la miraba con una sonrisilla, y le devolvió el gesto.

I-Cinco se acercó a la Jedi.

—Supongo que mi misión a Coruscant ya no tiene la misma prioridad que antes —dijo— porque tú también vas para allá.

—Así es. Pero guarda el frasco de extracto. Todavía quedan muchos pársecs de aquí al Núcleo y podría pasar cualquier cosa.

I-Cinco vaciló.

—Como te podrás imaginar, no soy partidario de decir este tipo de cosas, pero algo me lo pide...

—¿Intuición? —le interrumpió ella, con una sonrisa.

—Quizás. En cualquier caso..., que la Fuerza te acompañe, Jedi Offee, Ella asintió en un gesto de aprobación y le puso una mano en el hombro.

—Que tengas suerte en tu búsqueda, I-Cinco, y que la Fuerza te acompañe también.

Él se alejó, mientras ella se volvía para mirar por la escotilla. Vio que estaban saliendo de la órbita. Drongar estaba cada vez más lejos, mientras la fragata MedStar, acompañada por el Resolución, se adentraba en el espacio interplanetario.

Su misión había terminado. Si todo iba bien, en un par de días estándar volvería a estar ante la Maestra Unduli en el Templo Jedi, pero no como padawan, sino como una Jedi de pleno derecho. Se preguntó qué nuevas misiones, qué nuevas aventuras la esperaban después de eso.

Fuera lo que fuese, Barriss Offee sabía que se enfrentaría a ellas segura de contar con el abrazo protector de la Fuerza.

~

—Bueno —dijo Den a I-Cinco—. Parece que, después de todo, tu viaje a Coruscant no te va a costar tanto.

—Sólo la destrucción de medio planeta. A mí sí que me parece un poco caro —respondió el androide—. ¿Y tú, Den Dhur? ¿Adónde te diriges?

Den agitó las aletas, pensativo.

—Lo cierto es que debería ir a Sullust. Hay una hembra muy atractiva y todo un clan esperándome allí, ya sabes. Tienen una gran opinión de mí en mi planeta.

—Ya me lo has dicho. Varias veces.

Den suspiró. Una vida de adoración patriarcal y valoración. Había sido fácil echar de menos su planeta mientras sudaba la vida en Drongar, pero ahora recordaba la razón principal por la que se marchó de casa: Sullust era aburrido.

—Pero la verdad es que Eyar todavía tardará un tiempo en llegar allí. No tengo prisa.

—Se puede ganar dinero en el Subsuelo Sur de Coruscant, si, por ejemplo, se necesita para, digamos, una dote —dijo I-Cinco—. Y a mí no me importaría un socio que no atrajera la preocupación de las autoridades sobre mi propietario. Por muy irritante que me parezca el subterfugio, lo cierto es que es necesario.

Den asintió. Siempre había marcas fáciles de encontrar en las mesas de sabacc de sitios como el club Outlander. No hacía mal a nadie ganando unos créditos mientras se pensaba un poco más la oferta de Eyar...

Miró hacia arriba, al androide.

—I-Cinco —dijo—. Creo que esto podría ser el principio de una amistad muy lucrativa.

Epílogo

M
ás tarde, cuando todos se marcharon, Jos Vondar y Tolk la Trene se abrazaron y observaron el firmamento a través del visor.

—¿Seguro que esto es lo que quieres? —preguntó ella.

Él asintió.

—Estoy seguro. ¿Y tú? Ella sonrió.

—Yo iré adonde tu vayas. Pero prométeme que no tendré que ser ni la cocinera ni la asistenta.

—No nos quedaremos si las cosas se ponen difíciles —dijo Jos—. No permitiré que vivas como una paria. Pero se lo debo a mi familia, y te lo debo a ti. Al menos hay que intentarlo.

Se oyó una voz desde atrás.

—Habrá al menos un miembro de la familia que estará de vuestro lado —sorprendido, Jos se giró para ver al tío abuelo Erel sonriendo desde la puerta.

—He pedido que me re asignen a la Base de Borellos en Corellia —dijo él—. Si vas a volver para enfrentarte a ese prejuicio, Jos, yo no puedo ser menos.

Jos le miró, incrédulo.

—¿En serio?

—Totalmente. Me he pasado casi toda la vida solo. Ahora que tengo algo de familia, no pienso renunciar a ella.

Tolk le abrazó.

—Entonces, bienvenido a casa, tío Erel.

Y, mirando a los dos, a su prometida ya su tío, Jos se dio cuenta de que toda la lucha llevada a cabo en Drongar por la droga milagrosa del momento había sido inútil. Porque la verdadera panacea de los problemas que azotaban a la humanidad o a cualquier otra especie viva de seres orgánicos, cibernéticos, clones o lo que fuera, ya llevaba milenios descubierta, desde que los seres miraban con recelo a las estrellas. Se podía llamar Fuerza, amor o de cualquier otra forma, pero Jos sabía que no podía encontrarse en los pantanos de algún planeta lejano, sino en las profundidades inexploradas del corazón.

Su intercomunicador resonó, y una voz les advirtió que se prepararan para saltar al hiperespacio. jos cogió a Tolk de la mano mientras el hipermotor se activaba, y salieron del Borde, hacia el luminoso centro de la galaxia.

FIN

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