Marea oscura I: Ofensiva (20 page)

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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Marea oscura I: Ofensiva
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Su objetivo generó un vacío para atraer los tiros dispersos de Gavin, y Otro para absorber el daño que le estaba provocando Nevil. El coralita inició una maniobra de evasión y se echó a babor para volver a incorporarse al ángulo de ataque, pero no volaba tan bien como los de las simulaciones.

Gavin pasó de largo y luego, antes de girar a babor y volver a por la misma nave desde atrás, tiró del mando para realizar un bucle inverso.

Disparó una ráfaga larga a la cola del coralita, que generó un agujero negro detrás de él. Gavin se dio cuenta de que esta vez el vacío estaba más cerca del caza enemigo y abarcaba menos espacio. El agujero negro dobló la trayectoria de algunos de los tiros largos que rozaban el morro del coralita, pero no los absorbió. Así que impactaron de lleno en el morro de la nave, haciendo saltar chispas.

El pétreo caza giró a babor y, al recibir más disparos, empezó a describir un bucle. Gavin también giró a babor y aminoró para igualar la velocidad del coralita. Llegó casi a rozarle por detrás. Entonces apretó el gatillo principal y envió una ráfaga a toda potencia hacia el objetivo.

Los cuatro rayos convergieron en el coralita, y sólo uno de ellos fue a parar al agujero negro que estaba disminuyendo. Los otros tres dieron en la cabina y redujeron el compartimiento cristalino a piedra derretida, abrasando al piloto.

Sin perder energía, los rayos sobrecalentaron la composición mineral del coralita, generando un géiser de vapor de roca que salió disparado de la cabina y expulsó al piloto muerto al espacio.

Gavin viró a estribor, alejándose de la nave en llamas, y sintió que su caza se estremecía. Había recibido el impacto de otra anomalía gravitatoria que empezó a tirar de sus escudos. Así es como esas cosas quitan los escudos a las naves.

Pulsó un botón de los mandos del sistema de mantenimiento vital.

—Súbelo al cien por cien y amplía el campo a trece metros,
Leo
.

El androide hizo lo que le ordenó, y el temblor que sacudía al Ala-X se detuvo. Gavin sonrió. Para evitar el tirón de la gravedad y la inercia sobre pilotos y cazas, los Ala-X iban equipados con un compensador de inercia que permitía a las naves realizar maniobras a gran velocidad, con un elevado control de la inercia y sin que la nave sufriera daños estructurales, ni el piloto físicos. Al ampliar el área cubierta por este campo a trece metros, y al desplazarla más allá de los escudos, el compensador interpretaba los rayos gravitatorios de los yuuzhan vong como si fueran otro tipo de fuerza capaz de alterar el vuelo.

Si demasiadas naves bloqueaban al caza, los motores no podrían con la cantidad de energía requerida, lo que provocaría que el campo explotara y que la nave saltara en mil pedazos. Gavin aceleró a fondo y viró a babor, alejándose del coralita que había intentado atraparlo en su campo gravitatorio. De repente, hubo un destello cegador y el coralita desapareció del monitor de cola de Gavin.

— ¿Quién se lo ha cargado?

Nevil sonrió.

—Ha intentado atraparte y te has alejado. Ha debido de cansarse o con-fundirse. Aproveché la ocasión para lanzarle un torpedo de protones. Ahora es polvo de coral.

—Muy bien hecho —Gavin dio la vuelta y volvió al centro de la batalla. Una mirada al monitor le indicó que faltaban dos Pícaros en la frecuencia de comunicación. Un destello naranja confirmaba que al menos uno se hallaba fuera de la nave. En otra parte, un coralita se pegaba a la cola de un Ala-X y estaba atacando con disparos de plasma al escudo de popa, que se estaba desvaneciendo.


Fisgón
, informa.

—Por aquí bien, Uno. Estoy solo. Lo tengo todo, incluido el que dio a Once y Doce.

— ¿Cuál ha sido?

Una entrada de datos del T-65R le señaló un coralita en particular en el monitor de tiro. No era muy diferente del resto, pero, al volar hacia él, supo por los movimientos y maniobras que el piloto era extraordinario.

— ¿Estás conmigo, Deuce?

Dos clics en el canal de comunicación le indicaron que Nevil estaba con él.

Gavin viró con el alerón de babor y tiró del mando para dirigir su Ala-X hacia el coralita asesino. Introdujo una ruta que le colocara detrás del caza y la fue ajustando para acortar la distancia, pero sin darse de bruces contra él.

El coralita estaba persiguiendo el Ala-X que Gavin identificó como el de la teniente Ligg Panat, una krish que acababa de unirse al escuadrón. Los krish eran conocidos por su carácter juguetón y, por la forma de volar de la Pícara, Gavin pensó que era probable que se estuviera tomando a la ligera al yuuzhan vong. La chica llevaba la nave de un lado a otro, evitando ponerse a tiro, pero no podría escapar sin problemas.

—Siete, aquí Uno. Cuando yo te diga, da la vuelta y vira a babor.

—Uno, puedo arreglármelas...

—Es una orden, Siete. Atenta. Ahora.

Ligg giró hacia atrás y hacia la izquierda, y pareció que había sacado su caza de la trayectoria del yuuzhan vong. El coralita pasó de largo, viró a la, derecha y giró hacia arriba. El morro de la nave yuuzhan vong dio la vuelta y avanzó directamente y a toda velocidad hacia el caza de Gavin.

Gavin se estremeció.
¿Por qué hace eso? Si utiliza los agujeros negros para escudarse no podrá derribar mis escudos, y los disparos de plasma no tendrán efecto. Y si derriba mis escudos, le meteré un torpedo por la garganta. No tiene sentido.

Al darse cuenta de que no tenía ni idea de las intenciones del enemigo, pensó que era absurdo seguir ese plan, y soltó una ráfaga hacia el objetivo. La nube de agujas rojas de energía salió disparada y, tal y como esperaba, se curvó hacia el agujero negro que el coralita había generado para protegerse. Lo que no esperaba era que el vacío lo interceptara tan lejos.

Gavin inició un huele a estribor y aceleró a fondo. El panel del compensador de inercia echó chispas cuando la nave rozó el agujero negro.
Leo
aulló y Gavin tiró del mando con todas sus fuerzas. El Ala-X vibró y los motores se quejaron, pero la velocidad comenzó a descender.
¡Esa cosa me está absorbiendo!

Gavin dio marcha atrás y giró el timón para apuntar el morro hacia el agujero negro. Los motores rugían al luchar contra el tirón de la gravedad, pero cedían un centímetro tras otro. Activó los torpedos de protones y vació una carga de seis sobre el vacío. Uno tras otro, los torpedos se hundieron en la anomalía gravitatoria, que, de alguna manera, consiguió contener la enorme cantidad de energía que liberaron los proyectiles.

Pero Gavin se dio cuenta de que ya no se acercaba tan rápido al agujero.

En ese momento aceleró. El caza cogió velocidad debido a la atracción del agujero negro y por la fuerza de los motores. Luego, Gavin tiró de los mandos y empleó la velocidad adquirida para pasar rozando el borde superior del vacío.

La cabina echó chispas y los escudos se colapsaron. Los sensores parpadearon un momento y luego volvieron a iluminarse con toda su intensidad, pero no veía al coralita por ninguna parte.


Leo
, ¿dónde está?

Oyó la voz de Nevil por los auriculares del casco.

—Gracias por distraerlo, Uno. Siete y yo nos posicionamos y lo derribamos.

No ha sido espectacular, pero lo hemos derribado.

—Gracias, Deuce. Jefes de grupo, informad.

—Aquí Cinco, Uno. Ocho perdió un motor y tendremos que ir a buscarlo, por lo demás bien.

—De acuerdo, Cinco. Nueve, ¿qué pasa con el Grupo Tres? La voz de Alinn Varth sonó profundamente afligida.

—He perdido a dos, Uno. El coralita que casi te atrapa dejó un agujero negro en su cola justo cuando Once se acercaba. Dinger entró de lleno y nunca supo lo que le había pasado. Doce recibió el impacto. Tik está fuera de la nave y no tiene constantes vitales.

—Acércate para hacer una comprobación. El
Ralroost
irá a buscarlo —Gavin miró los sensores de nuevo—.
Fisgón
, ¿algún otro coralita en la zona?

—Negativo, Uno, pero esas carcasas podrían estar llenas de ellos.

—Te recibo,
Fisgón
. Desactiva tus sensores y vuelve con el almirante. Dale los datos y que envíe alguien a buscarnos.

—A tus órdenes, Uno. Que la Fuerza te acompañe.

—Gracias,
Fisgón
—Gavin contempló cómo al Ala-X desactivaba los sensores externos, aceleraba y desaparecía en medio de un brillante resplandor en el firmamento—. Escuchadme todos. Tened los ojos abiertos y los sensores funcionando. No sabemos por qué sólo había media docena de coralitas aquí, ni si habrá más escondidos. No quiero sorpresas. Lo hemos hecho bien en este primer encuentro y no quiero que cuando llegue el almirante Kre'fey descubra que nos las hemos apañado para convertir esta victoria en una derrota.

Capítulo 16

Leia quería ser la primera en bajar de la lanzadera clase Lambda
Dulce Recuerdo
al llegar a Dubrillion, pero Bolpuhr, su guardaespaldas noghri, se le adelantó y gruñó a los dos hombres con armadura que se acercaron corriendo hasta el carguero por la estrecha pasarela que llevaba a la torre principal de aterrizaje. Ambos le ignoraron y se colocaron para contener a la gente en la pasarela, luego se separaron e hicieron paso a un apresurado Lando Calrissian.

Leia bajó por la rampa de descenso y abrazó a Lando con fuerza.

—Me alegro mucho de que estés bien.

—Yo estoy bien, pero mi planeta no —Lando se separó del abrazo de Leia, se pasó la capa por el hombro y señaló a la ciudad en un gesto amplio—. Es el fin, Leia.

La ira que vibraba en su voz se clavó en el corazón de Leia. Ella siguió su mirada y contempló una ciudad que ella recordaba inmaculada en su primera visita, con elevadas torres que hacían comparable aquella parte de Dubrillion con Coruscant. La elegante línea de arcos y la refinada decoración de los edificios le trajeron a la mente las imágenes que recordaba de Coruscant cuando su padre era pequeño.

Y ahora es como Coruscant después de Thrawn y del retorno del Emperador
. Las orgullosas torres habían quedado destrozadas, y algunas incluso estaban incendiadas. Los edificios tenían agujeros de explosiones. Las débiles brisas movían las cortinas de algunos ventanales de transpariacero rotos y, más abajo, en las pasarelas y las calles, la gente vagaba de un lado a otro portando a la espalda o en los brazos sus más preciadas posesiones.

Lando suspiró.

—Los yuuzhan vong volvieron una semana y media después de que os fuerais, se situaron cerca del cinturón de asteroides y empezaron a vigilarnos.

De vez en cuando, un escuadrón de coralitas desciende y ataca un punto concreto. Nosotros respondemos al ataque, por supuesto, y a veces derribamos alguno, pero cada vez menos. Es como si nos utilizaran para deshacerse de los más débiles y estúpidos de sus filas, dejando para el final a los mejores, los más listos y los más valientes.

Lando se dio un puñetazo en la mano.

—No me gusta que nos ataquen, pero todavía me gusta menos que se burlen de nosotros.

Elegos apareció junto a Leia.

—Administrador Calrissian, lo que ve como una burla podría tratarse de un sano respeto por sus defensas. Ustedes detuvieron el primer asalto. Lando asintió sombrío.

—Sí, pero estos yuuzhan vong luchan de forma distinta. Es la diferencia entre pelear contra las mejores tropas del Imperio o en alguna guerrilla local con delirios de grandeza. Estos guerreros son mucho mejores, y sí, más cautelosos, pero sólo le sacan brillo a la punta de la lanza antes de clavárnosla en las entrañas.

Leia puso una mano en el hombro a Lando.

—No nos atacaron cuando entraron en el sistema.

—No lo hacen. A veces atacan a las naves que salen de Drubillion, pero suelen dejarlas escapar. Al menos por ahora. Creo que a estas alturas ya esperaban una respuesta de la Nueva República —Lando miró a Leia de reojo—. No nos traes nada de Coruscant, ¿verdad?

Leia señaló a Elegos.

—Éste es el senador Elegos A'Kla. Está aquí en una misión oficial de recopilación de datos.

—Pues más le vale recopilarlos rápido, senador, antes de que los yuuzhan vong los derritan con disparos de plasma.

Leia se estremeció. Desde que conocía a Lando nunca le había visto tan frustrado, ni siquiera cuando Darth Vader le quitó el mando de Bespin. Prefería pensar que se debía a que Lando no quería empezar de nuevo, pero sabía que eso era sólo una pequeña parte de lo que tenía dentro.
Lando siempre está buscando la forma de engañar al sistema, sea cual sea, pero con tan pocos datos sobre los yuuzhan vong se siente incapaz de vencerlos
.

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