Marea oscura I: Ofensiva (19 page)

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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Marea oscura I: Ofensiva
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—Probablemente tengas razón, pero no estamos en posición de hacer nada por los esclavos.

—Pero no hacer nada... eso no es propio de un Jedi.

Luke frunció el ceño.

—Creía que eras tú el que no quería formar parte de estas misiones. Creía que habías llegado a la conclusión de que la esencia de un Jedi es la reclusión y la contemplación de su relación con la Fuerza.

—Sí, sí, pero...

El Maestro Jedi le interrumpió.

—Jacen, tienes que entender una cosa, algo muy importante. Por muy inteligente que seas, por muy entrenado que estés y por mucha galaxia que hayas visto sigues teniendo dieciséis años. Sólo tienes dieciséis años de experiencia.

Luke suspiró.

—Tener más experiencia no hace más fácil la toma de decisiones, pero te hace entender que a veces hay que tomar las más difíciles. Jacen cambió su expresión por una máscara impasible.

—Entiendo, Maestro.

Utilizas la palabra "Maestro" con el mismo tono que la utilizaría un esclavo para dirigirse a su amo
. Luke negó con la cabeza.

—Tenemos que volver a las instalaciones de ExGal antes de que caiga el sol.

Dado que no podemos percibir a los yuuzhan vong con la Fuerza, somos más vulnerables de noche. Además, si volvemos, tendremos tiempo para procesar todo lo que hemos aprendido hoy y para pensar lo que tenemos que averiguar en el futuro.

Jacen se encogió de hombros.

—Es un plan, tío Luke. Sólo un plan.

Luke sintió un escalofrío de temor al escuchar el tono de voz de su sobrino, pero la Fuerza no le ofreció ninguna visión de lo que podía pasar en Belkadan.

Alargó la mano y la posó sobre el hombro de Jacen.

—Recuerda, algunos problemas no tienen soluciones fáciles ni elegantes. Y los yuuzhan vong son claramente uno de esos problemas.

Capítulo 15

Encajado en la cabina de su Ala-X mientras atravesaba el hiperespacio, Gavin Darklighter no tenía más opciones que esperar sentado. Nunca le gustó esperar a que su caza saltara al espacio real. Y esa sensación aumentó cuando se convirtió en comandante del Escuadrón Pícaro. Antes de asumir el mando sólo tenía que preocuparme por mí mismo. Ahora soy responsable de muchas otras cosas.

Comenzó a dar vueltas al anillo de plata que llevaba en la mano derecha, sin darse cuenta de que unos gruesos guantes de piloto le envolvían las manos. El anillo tenía el emblema del Escuadrón Pícaro, un emblema que él había diseñado cuando se unió al escuadrón. También portaba los cuatro puntos de la insignia de coronel a cada lado.

Tycho Celchu y Wedge Antilles se lo habían regalado cuando le nombraron comandante. Ellos habían optado por retirarse cuando se firmó la paz con el Remanente Imperial, y ambos se mostraron muy orgullosos de dar la bienvenida a Gavin a un puesto que sólo ellos y Luke Skywalker habían ocupado en el Escuadrón Pícaro. Encargaron el anillo especialmente para él y se lo entregaron en una noche muy especial.

Gavin sonrió al recordar la cena tranquila y elegante que disfrutaron en uno de los mejores restaurantes de Coruscant. Los tres se comportaron como auténticos caballeros, que para nada vivían de su reputación como pilotos de combate. La dignidad con la que Tycho y Wedge se dirigieron a él, y los diversos temas de los que hablaron le indicaron que le habían aceptado como compañero y que confiaban plenamente en sus capacidades para guiar a los Pícaros.

Wedge le miró por encima de su copa de coñac corelliano.

—Biggs estuvo con nosotros desde el principio, y tú estuviste con nosotros cuando retomamos el Escuadrón Pícaro. Lo cierto es que los Darklighter y sus victorias y sacrificios son más representativos del Escuadrón Pícaro que nada de lo que hayamos hecho Tycho o yo. Es natural que seas tú el que te ocupes ahora del mando.

El orgullo y la confianza que Wedge sentía por Gavin le crearon algunas dificultades al principio. Con la paz llegó el retiro de muchos pilotos. Además de Wedge y Tycho, Corran Horn, Wes Janson y Hobbie Klivian optaron por retirarse. La paz también trajo consigo una reactivación económica que sedujo a los pilotos con lucrativas ofertas para pilotar transportes de mercancías interestelares. Aun así, muchos jóvenes solicitaban formar parte del escuadrón, y rechazarles era una tarea muy dura.

Y no quiero ni saber a lo que tuvo que enfrentarse Wedge en la época en la que yo entré para volver a crear el escuadrón
. Por suerte para Gavin, contaba con un personal de mando maravilloso para ayudarle. La mayor Inyri Forge llevaba con los Pícaros casi tanto tiempo como él, y la mayor Alinn Varth procedía de una familia de militares y llevaba volando casi toda la vida. Cada una de ellas estaba al mando de un grupo de vuelo, por lo que los nuevos pilotos se incorporaban rápidamente a un equipo de mucho prestigio. Gavin no estaba seguro de si sus Pícaros serían capaces de vencer a los antiguos Pícaros en un enfrentamiento simulado, pero sabía que sería una competición muy reñida.

¿Pero qué tendría de bueno eso?

A Gavin se le hizo un nudo en el estómago. En vista de la información facilitada por Xhaxin, el almirante Kre'fey había llevado el
Ralroost
hacia el punto de encuentro donde el pirata afirmaba haber sufrido la emboscada.

Enviaron una sonda robot hacia ese punto, pero los datos recogidos no fueron concluyentes. Gavin afirmó, y Kre'fey estuvo de acuerdo, que el robot no contaba con el programa o la base de datos necesarios para analizar la zona en busca de los yuuzhan vong.

—Si no hay algo grande y anómalo, no notificará nada.

Ese hecho sólo les dejó otra opción: enviar un Ala-X T-65R de reconocimiento. No sería capaz de obtener más datos que la sonda robot, pero el piloto advertiría la presencia de cualquier cosa sospechosa. El Escuadrón Pícaro iría con el T-65R para proporcionarle protección; habían pasado mucho tiempo en el
Ralroost
realizando simulaciones de batalla contra los coralitas.

Cuando llegó el momento, Gavin se sentía indeciso respecto a la misión.

Probablemente era inútil regresar a un punto vacío en el espacio en el que hacía semanas unos piratas y unos imperiales fugitivos habían sido presa de una emboscada. No había razón lógica para que los yuuzhan vong se hubieran quedado en la zona, dado que no tenían recursos ni planetas, nada que explorar, nada que conquistar ni ningún sitio donde esconderse. Todo eso eran argumentos contra la misión. Que el punto en donde se encontraban en ese momento fuera el acceso a muchos planetas deshabitados, tanto de la Nueva República como del Remanente, en donde los Pícaros serían mucho más útiles a la hora de evacuar a la gente, también disminuía el valor de la misión.
¿Por qué desplazarnos a un lugar tan remoto cuando podrían necesitarnos para un problema urgente?

La escasa probabilidad de que hubiera supervivientes atrapados en naves a la deriva podía considerarse un vago argumento a favor. Otro, algo más útil, era la idea de que los datos almacenados en esas naves a la deriva en el área de la Nueva República les proporcionaría información sobre el potencial armamentístico de los yuuzhan vong. Lo poco que sabían ya hacía estremecerse a Gavin, pero las estrategias que habían desarrollado para sortear las defensas de los yuuzhan vong habían funcionado muy bien en las simulaciones.

Leo
silbó y comenzó una cuenta atrás de diez segundos antes de saltar al espacio real. Gavin colocó la mano derecha sobre el mando, y la izquierda en la palanca de aceleración. Vio cómo el túnel de luz blanca que se extendía más allá del morro de su caza se agrietaba de repente y se desintegraba en un océano negro salpicado de estrellas.

—Pícaros, informad.

Todos los pilotos informaron de su posición y se colocaron en formación de tres grupos. El Ala-X de reconocimiento, al que denominaron
Fisgón
, se colocó sobre la formación y extrajo lentamente los sensores gemelos de la parte trasera de la nave. El T65-R no llevaba armamento porque todo el espacio disponible estaba repleto de sensores, pero, en caso de ataque, el piloto podía deshacerse de los sensores exteriores, lo que le dejaba con una nave muy rápida y maniobrable que le podía alejar del peligro.

—Sensores fuera. Comienza la investigación.

—Recibido,
Fisgón
.

Sin decir una palabra, el resto del Escuadrón Pícaro se dispersó. El Grupo Uno voló por detrás y por debajo de la nave de reconocimiento; el Grupo Dos, el de la mayor Inyri, viró a estribor y hacia arriba; y el Grupo Tres, el de la mayor Varth, fue hacia delante y hacia babor. Los Pícaros procuraron desocupar lo más posible el canal de comunicación para que los ordenadores del
Fisgón
no tuvieran que procesar sus mensajes.
A menos que haga una emergencia, ésta será una misión silenciosa
.

Gavin miró hacia delante y aumentó la percepción de sus sensores por si podía localizar algún resto de la emboscada. En la zona no había nada de gran tamaño, como una estrella o un planeta, capaz de atraer los escombros espaciales, así que supuso que encontraría muchos restos. En la distancia, a casi diez kilómetros, captó un parpadeo en el sensor, pero nada que pudiera identificarse como una nave.

Leo
soltó un lamento grave, y los nuevos objetivos aparecieron en el monitor de Gavin. La media docena de puntitos se dispersaba como las gotas de agua en un vaso estrellado contra el suelo, y daba la impresión de que era lo único que quedaba de las naves emboscadas. Gavin se estremeció, pensando en las veces que había visto bichos saliendo de un cadáver.

—Atención, Pícaros, les tenemos en 352 punto 20. Alerones en posición de ataque —Gavin comprobó los sensores—.
Fisgón
, acércate y orbita por aquí. Recoge todos los datos que puedas sobre el enfrentamiento y escapa aquí en hipervelocidad si ves que no podemos evitar que vayan a por ti.

—A tus órdenes, Uno.

La nueva base de datos del programa del sensor les permitía localizar a los coralitas, pero no era fácil. Como cada nave crecía en un entorno diferente, tenía características distintas. No todos los cascos tenían la misma composición química ni la misma forma exacta. Los ordenadores debían tener en cuenta una serie de variables, y Gavin no tenía la seguridad de que su ordenador no localizara una simple roca y la identificara como una nave enemiga.

Lo que significa que tenemos que acercarnos mucho
. Gavin aceleró y vio que su compañero, el capitán Kral Nevil, aparecía por la derecha. Ambos dirigieron el morro hacia abajo y fueron directamente a por los coralitas. Gavin colocó la retícula sobre uno de los que iban hacia él, pero el ordenador se negó a darle acceso al torpedo de protones hasta que no estuviera a un kilómetro de distancia. Cuando el indicador luminoso pasó de rojo a verde, acompañado del grito de
Leo
, Gavin apretó el gatillo y luego dio la vuelta a la nave.

El torpedo de protones proyectó una estela azul celeste hacia el objetivo, pero el coralita ni siquiera intentó evitarlo. En lugar de eso, a unos diez metros del punto de impacto, el torpedo pasó de ser un punto luminoso a algo más pequeño, como una estrella lejana, y la supernova de luz que Gavin había esperado contemplar nunca llegó.

Un rápido vistazo al monitor secundario le mostró una anomalía gravitatoria, lo que confirmó que, de alguna forma, el coralita había creado un agujero negro que había absorbido el misil. La energía de la explosión no podía escapar al vacío, y el coralita salió ileso. La capacidad de generar agujeros negros no era lo mismo que tener escudos, pero en algunos casos podía ser más efectivo.

—Uno, la idea del agujero negro parece buena. ¿Te animas?

—Sí, colega. Pícaros, nuevo programa de combate —Gavin pulsó un botón de su consola—.
Leo
, inicia la concentración de energía.

El androide silbó diligentemente mientras Gavin giraba hacia la derecha y volvía para arremeter contra los coralitas. Colocó su armamento en modo láser y alineó los cuatro cañones para que todos dispararan al mismo tiempo.

Cuando se acercó a una de las naves rocosas, apretó el gatillo una vez y emitió una explosión dorada de energía en dirección al caza, pero surgió otro agujero negro y se tragó el láser.

Sonriendo, Gavin apretó firmemente el gatillo auxiliar de los mandos. Los láseres del Ala-X comenzaron a rotar rápidamente, con mayor velocidad que si lo hubieran hecho uno a uno. Cada rayo refulgió con intensidad escarlata, pero eran más cortos y mucho menos potentes que el primer disparo. Mientras mantuviera el gatillo auxiliar en modo cuádruple, los láseres crearían una nube de disparos que no provocaría muchos daños, pero que era casi imposible de distinguir de los disparos pesados.

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