—Gobernador —anunció Gaeriel—, si nada más se puede obtener de su traicionera conducta, haré un pequeño gesto. Dimito del servicio imperial.
Nereus apoyó las manos sobre las franjas de sus pantalones.
—No puede. Está a las órdenes del Imperio.
—Creo que no, Excelencia. —La joven hablaba con calma, pero Leia vio que sus ojos desigualados estaban hinchados, como si hubiera llorado. Si había llorado por Luke, se llevaría una gran sorpresa—. Princesa Leia, le ruego acepte mis felicitaciones por su victoria…
Gaeriel se puso rígida y palideció, como si hubiera visto un fantasma. Leia giró en redondo.
Luke había aparecido en el centro de la escotilla principal del
Halcón
, con la espada en la mano, pero apagada, y parecía una sombra ataviada de gris recortada contra el interior oscuro del
Halcón
. Habría apostado cualquier cosa a que su sonrisa estaba relacionada con la boca y los ojos abiertos de Gaeriel. La diminuta mujer que se erguía junto a ella sonrió.
—Hola, Jedi —susurró.
Wilek Nereus se quedó sin palabras.
—¡No! —exclamó, y el horror deformó sus facciones—. ¡No puede ser! ¡Vuelve a bordo! ¡Nos infectarás a todos! No te das cuenta…
Luke avanzó un paso.
—Gaeriel Captison está a las órdenes de Bakura, no del Imperio.
El gobernador Nereus se precipitó hacia Gaeriel. Con una agilidad impropia de su edad y envergadura, arrancó el rifle de sus manos.
Luke se agachó. Han ya había desenfundado el desintegrador. Nereus disparó dos veces. Un proyectil rebotó en el casco del
Halcón
. El otro voló hacia Luke, pero la hoja de la espada devolvió el rayo hacia su origen.
Wilek Nereus se desplomó con ojos inexpresivos. Luke también cayó. Gaeriel contuvo el aliento. Leia se quedó petrificada.
¡Levántate, Luke
!
Erredós rodó hacia adelante a toda velocidad, sin dejar de emitir pitidos y silbidos. Luke se levantó poco a poco. Mantuvo la espada alzada frente a él, y su zumbido fue el único sonido que Leia oyó sobre los latidos de su corazón. Luke indicó con un gesto al androide que retrocediera. Han se inclinó sobre el gobernador, con el desintegrador preparado, pero Nereus no se movió.
Leia rodeó el cadáver del gobernador Nereus y se dirigió hacia el primer ministro. Captison se puso firmes y recuperó la compostura.
Señor primer ministro Captison —dijo la princesa, —Bakura ha recobrado la libertad. Si su pueblo decide unirse al Imperio… —Movió la cabeza en dirección al comandante Thanas—. Nos iremos y dejaremos que rijan sus destinos. El comandante Thanas supervisará la defensa contra los ssi-ruuk, si regresan antes de que el Imperio les envíe otro gobernador. Pueden seguir solos, sabiendo que los ssi-ruuk quizá vuelvan, pero si deciden alinearse con la Alianza, podríamos negociar una tregua de paz al instante.
Captison saludó militarmente a Leia, y después a Luke.
—Alteza, comandante, les damos las gracias. Sin embargo, es improbable que la guarnición imperial se rinda.
Luke bajó poco a poco por la rampa. Leia confió en que ninguno de los presentes advirtiera que su andar reposado era debido a la debilidad, no a la dignidad.
—Hemos aceptado la rendición del comandante Thanas —dijo Luke—, incluido el
Dominante
, las fuerzas destacadas en tierra y la guarnición imperial.
Leia contuvo el aliento, a la espera de que el comandante Thanas contradijera la afirmación de Luke. El enjuto imperial frunció el ceño, pero no dijo nada. ¿Se mordía la lengua, o Luke le impedía hablar?
—Comandante Thanas —dijo Luke—, queda en libertad. Si los ciudadanos de Bakura deciden que el Imperio se marche, usted supervisará la retirada de las tropas.
Thanas asintió y alzó la muñeca, arrastrando el brazo de Cetrespeó.
—Suéltale, Cetrespeó —ordenó Luke.
El androide extrajo un chip maestro y lo movió sobre las esposas de Thanas.
Luke se acercó a Thanas y le miró a la cara.
—Tome el mando de sus hombres, señor. Recuerde que la nueva tripulación del
Dominante
está vigilando.
Thanas abrió la boca como si fuera a hablar, pero luego cambió de opinión. Un patrullero local surgió del cielo neblinoso y aterrizó cerca del
Halcón
. Dos oficiales bakuranos salieron, sujetando una camilla repulsora. Corrieron hacia el cuerpo de Nereus.
El comandante Thanas giró sobre sus talones, sin modificar su rígida postura militar.
—Destacamento, sígame.
Los milicianos de Nereus siguieron a Thanas hacia el ascensor más cercano.
—¿Confías en él? —preguntó Leia a Luke—. ¿Qué le has hecho?
—Nada. —Los ojos de Luke siguieron al comandante—. No se ha olvidado del
Dominante
. Aunque no funcione a pleno rendimiento, nosotros controlamos la superficie. Además, tengo un presentimiento.
—Si me perdonan —el primer ministro Captison enarcó sus pobladas cejas blancas—, debo efectuar una transmisión de emergencia. Casi puedo asegurarles que el pueblo bakurano decidirá unirse a la Alianza, después de todo lo sucedido hoy, pero he de consultarle.
Leia también estaba casi segura.
—Por supuesto.
Inclinó la cabeza en señal de respeto. Vio complacida que Luke la imitaba, y hasta Han se ponía firmes. Captison se encaminó hacia otro ascensor diferente.
¿Sigues atento, padre
? Leia miró hacia atrás, pero lo único que vio…, o sintió…, fue un cielo gris y brumoso. Cada planeta que arrebataban al Imperio significaba una nueva derrota para el fantasma de Darth Vader.
Por otra parte, si Anakin Skywalker se tomaba la molestia de seguir vigilando, ya no significaría una preocupación para Leia. Había encontrado la paz en plena batalla.
Gaeriel empujó a la anciana hacia Luke. Leia supuso que se trataba de Eppie Belden.
—¡Buen trabajo, jovencito! —La diminuta mujer aferró el codo de Luke, después estrechó su mano y la agitó vigorosamente—. Y gracias. Si Bakura puede hacer algo por ti, sólo hace falta que lo digas.
Gaeriel desvió la vista.
—Estás vivo —dijo, con auténtico alivio—. ¿Cómo…?
—¿Podemos hablar más tarde? Tengo a un… amigo muy enfermo a bordo. Le están curando unas quemaduras.
Olvídate de Dev Sibwarra
, quiso gritar Leia.
Está muerto. Esta chica es tu gran oportunidad. ¡No la dejes escapar, si la quieres
!
—Oh —exclamó Gaeriel, y dio un paso atrás—. Adelante. Te esperaré.
Leia frunció el ceño en dirección a la espalda de su hermano. Ya estaba a mitad de la rampa. Caminaba muy tieso, con la cabeza gacha.
Gaeriel tocó el brazo de Leia.
—Jamás había conocido a nadie como él, Alteza.
—Ni volverá a ocurrirle jamás, si él se marcha de Bakura —murmuró Leia—. Perdone.
Corrió en pos de Luke.
L
uke se reunió con Leia en la escotilla.
—Es lo bastante fuerte para llegar a ser un buen aprendiz —se apresuró a explicar—. Y también lo bastante joven. Hemos de salvarle.
—Te ayudaré en lo que pueda, Luke, pero…
El médico del comandante Thanas apretaba una mascarilla y un tubo transparente contra la boca de Dev, y había vendado los ojos heridos del muchacho.
—Purga de bacterias —explicó—. Quizá logremos algo, quizá no. En cualquier caso, le he administrado un calmante para el dolor.
De pronto, Dev levantó un brazo. Luke se inclinó y le dedicó una sonrisa de aliento.
—¿Dev? Soy yo, Luke.
Dev se quitó el tubo de la boca.
—¡Espere! —gritó el médico.
Un líquido pegajoso cayó a la cubierta. Luke cogió el tubo para que dejara de manar. El olor dulzón evocó siniestros y claustrofóbicos recuerdos de un depósito en el helado Hoth. El médico agarró el tubo y lo sujetó a una abrazadera.
—No deje que hable mucho rato, si de veras quiere salvarle.
Luke se arrodilló.
—Dev, puedes empezar tu auténtico adiestramiento incluso antes de que tu cuerpo sane. Te mantendrá ocupado.
—Oh, Luke. —Dev sonrió levemente—. Nunca podré llegar a ser un Jedi. He estado… —Respiró hondo y prosiguió con un gran esfuerzo—… controlado. Por otros… durante demasiado tiempo, Luke. Gracias por dejarme terminar puro.
Luke cogió la mano chamuscada de Dev entre las suyas.
—Los cirujanos de la Alianza hacen maravillas con las prótesis. Te tratarán en Endor.
—¿Prótesis? —Dev enarcó las cejas sobre el vendaje—. Eso suena a tecnificación.
Se estremeció.
—¡No le deje hablar más!
El médico empujó a un lado a Luke y bajó la mascarilla sobre la cara de Dev. Luke se apoyó contra la mampara y se proyectó hacia la presencia de Dev para tranquilizarle. Dev resplandeció en la Fuerza, tan puro como había afirmado. Se habría concentrado en sanar su espíritu, no su cuerpo, mientras se encontraba en el trance Jedi.
Pero daba la impresión de ir menguando. Luke se arrodilló de nuevo y envolvió a Dev con su potencia, para intentar anclar con más vigor la presencia de Dev a su cuerpo estragado. Dev le devolvió una oleada de gratitud.
De pronto, un chorro de luz surgió del lugar que Dev ocupaba en la Fuerza. Luke se encogió.
—Dev —llamó, alarmado.
El destello se desvaneció. La presencia de Dev Sibwarra se disolvió en un inmenso y alterado mar de luz.
—Le hemos perdido —gruñó el médico, después de echar un vistazo al medisensor—. No tenía la menor oportunidad, comandante.
Luke le miró fijamente.
¿Dónde está la justicia
?, quiso gritar.
Había dado un salto hacia adelante. Habría aprendido el control
.
¿O no
? Luke tuvo la impresión de ver a Yoda de pie sobre la mesa de juego del
Halcón
, apoyado en su bastón y meneando la cabeza.
—Lo siento. —El médico cogió su tubo, lo enrolló y metió sus demás instrumentos en el maletín—. Hice lo que pude con mi equipo portátil.
—Estoy segura —murmuró Leia.
Luke se cubrió los ojos con ambas manos y tosió.
—Será mejor que descanse, señor —dijo el médico.
Las voces de Leia y del médico perdieron intensidad y se alejaron. Luke, de rodillas, recordó al joven que había sufrido, escapado y muerto en el regocijo de la victoria.
Un rato después, una mano menuda se apoyó sobre su hombro.
—¿Leia? —preguntó en voz baja—. ¿Has…?
—No, Luke. Leia ha bajado a negociar. Soy yo.
Era la voz de Gaeriel. ¿Han la había dejado subir a bordo? Luke luchó por incorporarse, pero su pierna derecha no respondió.
—Ayúdame —murmuró.
Gaeriel tiró de él con un brazo. Ante su sorpresa, se quitó el chal que había atado alrededor de su cintura. Cubrió con delicadeza el rostro de Dev.
—Gracias —murmuró Luke—. Nadie ha tenido el detalle.
—Lo hice por tu bien, no por el suyo. —Gaeriel enarcó una ceja—. ¿Al final se enmendó?
—Sí —contestó Luke en voz baja.
—¿Por qué? —susurró Gaeriel—. ¿Por qué querías salvarle a él, entre todo el mundo?
Luke, incapaz de mirarla a los ojos, clavó la vista en la cubierta.
—Había conocido el sufrimiento. Quería que también conociera el poder.
—No estoy segura de que le enseñaras tan sólo el poder. También le enseñaste la compasión humana.
Control. Debía controlarse. Deseaba derrumbarse en sus brazos. Intentó sonreír.
—No. —Gaeri deslizó las manos alrededor de su cintura, y después las subió hasta sus hombros. Le apretó contra ella—. Desahógate, Luke —susurró—. Duele, lo sé. Más tarde, recibirás alegría. El Cosmos equilibra.
Luke se dejó de fingimientos, la abrazó y lloró. Ella se irguió y le aceptó. Quizá verle de aquella manera equilibró los recuerdos de sus poderes. Por fin tranquilizado, la guió hasta las sillas de la mesa holográfica.
—¿Cómo lograste…? —Gaeriel no terminó la frase—. Supongo que mataste a las larvas tricoides.
—¿Eran eso? ¿Cómo lo sabes?
—Yo también ingerí una. Nereus me consiguió un médico, pero tú no tenías.
—Tenía la Fuerza.
—Estuviste maravilloso en la cantina. Jamás lo olvidaré.
—¿Qué otra cosa podía hacer?
Ella le miró. Hebras de cabello color miel, agitadas por los ventiladores del
Halcón
, cayeron sobre su cara.
—Tu planeta es muy hermoso —murmuró Luke—. Me alegro de haberlo conocido.
—No tengo el menor deseo de volver a marcharme.
—Bakura enviará una embajada a la Alianza —dijo Luke, intentando disimular su última esperanza—. Estás perfectamente capacitada para ello.
—Cuando llegue el momento, designaré a otra persona, Luke. He de trabajar aquí. Eppie me necesitará, y también tío Yeorg. Soy una Captison. He sido adiestrada para esto.
—Yo… comprendo.
Decepcionado, apoyó los codos sobre la mesa holográfica y movió las piernas. La derecha todavía le dolía cuando la doblaba, y también respirar fuerte. Había pasado todo el trayecto hiperespacial de vuelta a Endor en otro trance curativo. O eso, o 2-1B le arrojaría a un tanque de nuevo. Probablemente ambas cosas.
—¿Vais a tomar prisioneros de guerra? —preguntó en voz baja Gaeriel.
—Nosotros no hacemos eso. Nos convertiría en mentirosos, y desacreditaría nuestros objetivos. Cada miliciano que enviemos a casa contará a tres o cuatro más que la Alianza… Bien, que les tuvimos en nuestro poder, pero les dejamos en libertad.
—Luke —susurró la joven. Apoyó las yemas de los dedos sobre su hombro—. Lo siento.
Sintió la ternura que había deseado, pero demasiado tarde. Se volvió hacia ella poco a poco y se abrió por completo a la Fuerza, con la esperanza de que la sensación perdurara. Esta vez, ella no alzó sus defensas.
—¿Por qué? —preguntó—. Ha sido una victoria de la humanidad.
Las mejillas de Gaeriel enrojecieron.
—Quiero ser tu aliada, Luke. Pero desde lejos.
Luke rechazó una silenciosa desolación que amenazaba con provocar otro desplome emocional. No debía pensar que iba a pasar la vida solo.
—Desde lejos —repitió, y tocó con una mano vacilante su cara—. Pero por una vez, desde aquí.
Ella se precipitó en sus brazos. Luke la besó, dejó que el momento inundara su percepción, labios cálidos como pétalos y la profunda ternura de su presencia vital.
Antes de que ella pudiera soltarse y arruinar el recuerdo, Luke la apartó.