La tregua de Bakura (42 page)

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Authors: Kathy Tyers

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: La tregua de Bakura
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—Te veré fuera —murmuró. Ambos se pusieron en pie. La acompañó por el pasillo, evitando cojear.

El médico le interceptó en lo alto de la rampa.

—Creo que necesita cuidados, señor. Le aseguro que, ideológicamente, soy neutral.

—Adiós —musitó Gaeri.

Luke estrechó su mano.
Que la Fuerza te acompañe, Gaeri. Siempre
. La siguió con la mirada hasta que desapareció en un ascensor, con un último revoloteo de faldas. La brisa levantó remolinos de fina ceniza procedente de las hogueras que ardían sobre la permacreta. Hacía mucho rato que el último miliciano había desaparecido, siguiendo al comandante Thanas.

Luke se volvió hacia el médico imperial.

—De acuerdo —dijo, y se frotó la frente.

Otra vez.

—Vamos, pequeñín. —Han estaba apoyado contra una mampara—. Aprovechemos el médico, ahora que tenemos uno.

Luke dejó que le guiaran hacia un catre. Exhaló un suspiro con cautela y se tendió para que examinaran su pierna y los pulmones.

Era estupendo que Thanas y su guarnición ignoraran que el
Dominante
no implicaba ninguna amenaza para Salís D'aar. Su nueva «tripulación» consistía en dos irritados jóvenes calamarianos, que se habían quedado sin permiso para bajar a tierra.

Fila tras fila, mil funcionarios imperiales abordaron un amplio pero antiguo buque espacial, bajo la inspección del comandante Thanas. Bakura quería que el Imperio se marchara. El anuncio se había conocido el día anterior, dos horas después de la muerte de Nereus. La mitad de sus hombres no se habían presentado. Algunos se daban por muertos o habían desertado. Otros habían desaparecido la noche anterior. La gente de Skywalker cumplía su promesa, sin asomo de duda. La mayoría de los oficiales de Thanas se encontraban al frente de la formación', pero notó la ausencia de dos supervisores médicos y el oficial de meteorología. Todo el material bélico imperial, incluidas las armaduras de los milicianos, quedaban en manos de los bakuranos, y formarían el núcleo de su nuevo sistema defensivo. Unidades de aquella fuerza no tardarían en engrosar las filas de los rebeldes.

No quedaban muchos cazas TIE, pues los ssi-ruuk y los rebeldes los habían diezmado. Aquello le preocupaba.

Dos guardias bakuranos, los únicos hombres armados que se veían (no, uno era una mujer), se situaron detrás de él. Por fin, la última unidad subió.

—Suban la rampa —ordenó Thanas en tono militar.

Siguió en posición de firmes. Las miradas de los bakuranos quemaban su nuca. Vio que un experimentado piloto de guerra imperial torcía el cuello detrás de la ventana de la cabina. Thanas le saludó, y después indicó con una mano que despegara. Retrocedió.

Los motores se encendieron. Siguió retrocediendo, al igual que los guardias bakuranos. La lanzadera se elevó y comenzó un lento giro.

Libre…, tal vez. Pter Thanas hundió la mano izquierda en su bolsillo. Mantuvo el saludo militar mientras su mano se cerraba sobre algo pequeño y duro. Un bakurano adoptó la posición de disparo.

Poco a poco, Thanas extrajo su navaja plegable de mango color perla. Indiferente al guardia, apoyó la barbilla sobre el pecho y cortó los galones rojos y azules de su uniforme. Los guardó en el bolsillo.

Después se volvió hacia el guardia acuclillado.

—Señor —dijo—, lléveme a presencia del primer ministro Captison. Si piensan adaptar para el servicio un crucero de clase
Galeón
, necesitarán un asesor experimentado. Conozco ese crucero.

El bakurano bajó su rifle desintegrador.

—¿A las órdenes de la Alianza, señor?

Thanas asintió.

—Exacto, soldado. A las órdenes de la Alianza. Acabo de desertar.

—Oh, sí, señor. Sígame.

Thanas caminó a buen paso hacia un vehículo terrestre bakurano.

Un caza TIE fue a parar a la Alianza como botín. El comandante Luke Skywalker tomó el mando…, con la reticente aprobación del médico.

Al acercarse al crucero capturado ssi-ruuvi, recién reparado y rebautizado
Sibwarra
(aunque la pequeña tripulación de la Alianza lo llamaba el
Flauta
, y sospechaba que aquel nombre perduraría), aferró los controles con las manos protegidas por los guantes de un traje de vacío. Comparado con un caza X, era como pilotar una caja de carga sin escudos. Giraba y aceleraba como una rata aterrorizada, pero oscilaba, inestable en cada plano de la trayectoria.

No sólo se trataba de su deseo, largo tiempo reprimido, de pilotar un caza TIE, al menos una vez, lo que le había impulsado a solicitar la misión. Debía regresar al puente de aquella nave para echar un vistazo final. Tenía la impresión de que el olor de la oscuridad seguía pegado a su piel, tan cerca había estado de caer. ¿Cuántas veces debería renunciar a la oscuridad? A medida que su poder y conocimientos aumentaran, ¿serían más frecuentes las tentaciones?

Posó el caza con cautela en un enorme muelle ssi-ruuvi, tal vez el mismo donde Han había aterrizado para rescatarle. La tripulación bakurana sustituía lo entregaría a un piloto rebelde para transportarlo en su momento a la flota, puesto que el crucero de Luke había quedado destrozado. Se establecerían comunicaciones regulares entre Bakura y la Alianza. El almirante Ackbar quizá querría utilizar el caza TIE en alguna futura operación clandestina, si bien Luke recomendaría protección del fuego antiaéreo.

Atravesó el puente a toda prisa, se detuvo un momento en la escotilla y contempló la febril actividad que se desarrollaba.

Parecía extraño, pero no hostil. Era un simple receptáculo de plástico y metal. No obstante, hasta las mamparas de las naves parecían hechizadas por el largo engaño y los años de servidumbre de Dev, y con las energías humanas esclavizadas que Luke había liberado.

Luke sobrevivió, y también la oscuridad. Cada día se vería forzado a elegir.

Luke recorrió la nave de arriba abajo. Cuando terminó, tres horas después, marchó con la conciencia tranquila. No quedaban energías humanas cautivas.

Han apretó un dedo contra el oído e indicó con un gesto a Luke que se sentara detrás de Chewbacca. Cuando bajó la mano, gruñó a Chewie.

—Me da igual lo que estuvieras haciendo. Los circuitos de grabación tendrían que estar siempre en funcionamiento.

Chewie golpeó una mampara con la llave inglesa. Era evidente que el
Halcón
, tantas veces modificado, había vuelto por sus fueros.

—¿Qué pasa?

Luke, aún de pie, se mezcló en la discusión.

—Una transmisión de larga distancia por radio subespacial. De Ackbar, también, codificada. Tuve que decodificarla cuando llegó, porque Bola de Pelo, aquí presente, desconectó…

—¿Ackbar?

Leia apoyó una mano sobre el hombro de Luke. Éste la tocó, agradeciendo el consuelo.

—Sí —bramó Han—. Algo acerca de un «grupo de combate imperial», algo «pequeño», y «deprisa, si podemos».

—Dispersamos a muchos, de vuelta a Endor. —Leia se inclinó hacia adelante—. Los exploradores de Ackbar habrán localizado a un grupo, y piensa que nosotros podremos ocuparnos. El Imperio es todavía muy vasto. Hemos de mantener la aceleración de su decadencia.

—Bien, ha llegado el momento de regresar —dijo Luke—. ¿Después…?

Miró a Han para que confirmara.

—Oh, sí. Por supuesto, muchacho —murmuró Han—. Ve abrochándote, Leia. Luke ha de concluir unos asuntos. Sólo tardará un momento.

—Escuche, ama Leia. —Cetrespeó llamaba por el comunicador de su puesto, que era la mesa de juego, donde también se encontraba Erredós—. Deje que le cuente cómo llegué al
Halcón
, disfrazado con una armadura de miliciano…

Luke se encaminó a la esclusa principal, a donde Chewbacca había transportado el cadáver de Dev. Extendió la mano con aflicción y acarició el suave chal de Gaeri con las yemas de los dedos. Chewbacca lo había atado con fuerza alrededor de la cabeza y los hombros de Dev, después de envolver el resto del cuerpo con una manta vieja. Les había perdido a los dos, Gaeriel y Dev…, aunque ambos le habían tocado y enseñado. Los dos perdurarían en su recuerdo.

—Gracias —susurró.

—¿Preparado, Luke? —preguntó Leia en voz baja por el comunicador.

Luke salió de la esclusa. Se cerró automáticamente con un siseo detrás de él.

—Un momento —dijo.

Corrió hacia la cabina y miró por la portilla principal.

Leia cogió su mano. Han cerró la escotilla e invirtió los impulsores laterales. Cuando el
Halcón
aceleró hacia el cielo, el cuerpo de Dev cayó hacia Bakura. Terminó de quemarse, puro y limpio, en la atmósfera del planeta.

Luke contempló el meteoro, un momentáneo destello luminoso…, como toda vida. Nada, en la inmensidad del tiempo. Pero todo, en la Fuerza.

KATHY TYERS, es autora de varias novelas y cuentos cortos para el universo de Star Wars. Nació el 21 de julio de 1952 en Long Beach, California. Además de su trabajo en el universo de Star Wars, también ha escrito varias novelas de ciencia ficción, además de algunas publicaciones científicas. También ha grabado dos álbumes de música popular con su esposo Mark Tyers, quien falleció hace varios años. En la actualidad vive en Montana.

Tyers se graduó de la Universidad Estatal de Montana con una licenciatura en microbiología y, después de casarse con Mark, se certifico para enseñar K-12. Cuando su iglesia abrió una escuela privada, se hizo cargo de la enseñanza de los grados inferiores. En 1979, se retiró de la enseñanza para formar una familia, su hijo Matthew nació en 1981, y comenzó a escribir en serio dos años más tarde.

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