La puta de Babilonia (27 page)

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Authors: Fernando Vallejo

BOOK: La puta de Babilonia
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En 1948 había entrado a las carmelitas de Coimbra, Portugal, se hizo monja de clausura y tomó el nombre de Lucía de Jesús. Y ahora viene lo que importa, el último secreto de Fátima. Muertos los primitos, Lucía tuvo otras nueve visiones, hasta 1929, con inquietantes revelaciones que culminaron en el llamado "tercer misterio de Fátima" del que sor Lucía informó en 1943 al Vaticano, que lo mantuvo desde entonces en secreto. Ni Pío XII, ni Juan XXIII, ni Pablo VI, ni Juan Pablo I revelaron el misterio. Y por poco Juan Pablo II no se lo lleva consigo a la tumba pues tenía que ver con él. Donde Ali Agca le hubiera apuntado bien a la calamorra, ¡adiós papa y adiós secreto! ¡Pero qué, el turco estúpido falló! El 13 de mayo de 2000 el Secretario de Estado del Vaticano cardenal Angelo Sodano, con la aprobación de sor Lucía y con Juan Pablo II enfrente (que visitaba entonces por tercera vez a Fátima), reveló que éste era el papa del tercer misterio, y que el misterio profetizaba el atentado de Ali Agca.

—¡Valiente misterio! ¡De qué sirvió! Ni evitó el atentado, ni murió el papa. ¡Qué tenía que tener la Virgen de Fátima a media humanidad en vilo por tantos años con semejante pendejada! ¡Qué desilusión, compadre! No vuelvo a rezar el rosario.

—Lo que usted no sabe, compadre, es que la bala de Ali Agca se la pusieron a la Virgen entre las joyas de su corona; que Juan Pablo II beatificó a Francisquito y Jacintita; y que el cardenal Sodano era más malo que su madre. Él fue el que inventó el cuento de que el atentado era el tercer misterio. Pero no, el tercer misterio de Fátima sigue en pie, aún no se realiza. Yo digo que va a ser la destrucción del Vaticano por el Estado de Israel con bomba atómica.

—Dios lo oiga. Aunque se lleven de corbata a Roma.

El tercer misterio de Fátima resultó como la "parusía" o segunda venida de Cristo, una falsa alarma. Esperaban que volviera Cristo en cualquier momento, "como llega un ladrón en la noche", y no llegó. Ni como ladrón ni como nada. Dicen que Wojtyla murió convencido de que la Virgen de Fátima desvió la bala de Ali Agca cuando el atentado de 1981 en la Plaza de San Pedro y que por eso se escapó. Lo que yo me pregunto es: ¿si la Virgen de Fátima era tan poderosa, por qué no mató entonces a Ali Agca en el camino a la Plaza de San Pedro antes de que le disparara al papa? Más de un millón de kilómetros en total viajó Wojtyla en sus ciento cuatro viajes apostólicos que lo llevaron a ciento treinta países de los cinco continentes, en jet privado, besando pisos, cantando misas, cagando en lenguas de fuego y actuando como lo que era en esencia, un santo en exhibición permanente, un showman. De mano suelta para bendecir y canonizar, beatificó a mil trescientos treinta y ocho y canonizó a cuatrocientos ochenta y dos, más que todos sus antecesores juntos. Convirtió al Vaticano en una fábrica de santos hasta que devaluó el santoral. Un santo hoy día quedó valiendo lo que un premio en el festival de cine de Cannes. Su último viaje fue a Lourdes, unos meses antes de irse a juntar en los infiernos con su compinche la madre Teresa, gran limosnera como él y como él gran alcahueta de la paridera. A Lourdes fue a conmemorar el sesquicentenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por Pío Nono.

—Una preguntica, compadre, por curiosidad. ¿Cuándo fue el atentado de Ali Agca?

—En 1981.

—Sí, ya sé, pero qué día. En qué fecha cayó.

—El 13 de mayo.

—¡Coño! ¡Milagro! ¡La Virgen de Fátima lo salvó! ¡Creo en Dios!

Imbecilizada por la cardiolatría y la devoción mariana, Colombia madruga, roba, atraca, secuestra y mata. A nuestro primer mandatario el Espíritu Santo ya lo ha salvado tres veces de las FARC. ¡Gracias Espíritu Santo o pene parado, Paráclito!

Cuando en mayo de 1982 Wojtyla fue a Fátima a agradecerle a la Virgen epónima que lo hubiera salvado del atentado de Ali Agca el año anterior, un curita español se le fue encima con una navaja y la decisión de cortarle el pescuezo a la Bestia. Pero, ay, Dios que es grande y malo no lo permitió: un monseñor-guardaespaldas, con la ayuda de otros, sometió al curita antes de que lograra su intento. ¿Su nombre? Monseñor Paul Marcinkus, lacayo y guardaespaldas del mayordomo de la Puta. Norteamericano, servil, inescrupuloso, como una cucaracha que trepa por una pared enmierdada este Marcinkus venía subiendo por la jerarquía eclesiástica y hubiera llegado mucho más alto, de no ser por los inescrutables designios del Paráclito, que lo tumbó de un zapatazo. Llegó a arzobispo y presidente del Istituto per le Opere di Religione o Banco Vaticano, uno de los más grandes paraísos fiscales y lavaderos de dinero sucio del mundo, que él presidió, desde 1971 hasta 1989 cuando hubo de dejarlo a raíz de la quiebra del Banco Ambrosiano. Acaba de morir, en Sun City, USA, a los 84 añitos, fugitivo de la justicia italiana y cumpliendo un voto de silencio con la Puta después de haber violado el de pobreza, y me imagino que también el de castidad porque estos ensotanados son unas verdaderas fieras sexuales. Cuando estaba en la cima de su poder en plena riqueza declaró que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana no se podía manejar sólo con avemarías. A Pablo VI lo acompañó en su viaje a Tierra Santa en 1964, la primera salida de Italia de un papa desde que en 1812 Napoleón se llevó a Pío VII enjaulado en una carreta desde Savona a Fontainebleu, Francia, donde le hizo firmar una renuncia a los Estados Pontificios, que el papa traidor en cuanto pudo violó. En ese viaje a Tierra Santa la papesa Montini agarró la perversa manía de besar pisos. No bien bajaba de la escalerilla del avión y se arrodillaba a darle besitos a la pista del aeropuerto. La misma nos hizo en Colombia. Yo lo vi con su velamenta blanca agitada por el viento besando el duro asfalto de El Dorado, el aeropuerto de Bogotá, como gachupín tomando posesión de la tierra, con el culo al aire. Con él venía Marcinkus, que lo acompañó a todos lados: a Tierra Santa, a la India, a Estados Unidos, a Portugal, a Turquía, a Colombia, a Suiza, a Uganda, a Asia, a las islas del Pacífico, a Australia y a Filipinas donde en Manila el Vicario de Cristo escapó a otro atentado, tras de lo cual sentó cabeza y dejó la viajadera besapisos.

—¡Cómo! ¿También quisieron matar a Pablo VI?

—Pero claro, compadre, ¿por qué se asombra? ¡Quién no va a querer matar a un papa!

En 1982 estalló uno de los mayores escándalos financieros y políticos de la posguerra cuando el Banco de Italia obligó al Banco Ambrosiano, cuyo principal accionista era el Banco Vaticano, a declararse en bancarrota después de descubrirle una evasión fiscal de mil cuatrocientos millones de dólares y de que asesinaran a su vicepresidente Roberto Rosome. La bancarrota del Banco Ambrosiano le costó al Banco Vaticano cuatrocientos seis millones que les tuvo que pagar a acreedores de aquél. Ya en 1974 el siciliano Michele Sindona, banquero de la Cosa Nostra y que le movía dinero a América a Pablo VI para disimular la fortuna de la Puta, también había quebrado causándole a la susodicha ramera treinta millones de dólares en pérdidas. Sindona murió en la cárcel envenenado con cianuro que le espolvorearon en el café. El presidente del Ambrosiano, Roberto Calvi, llamado "el banquero de Dios", terminó colgado de un puente de Londres con los bolsillos del abrigo llenos de pedazos de ladrillo y diez mil dólares en efectivo. En cuanto a monseñor Marcinkus, gracias a las alcahueterías del Tratado de Letrán para con los lacayos de la Puta, se escapó. Burlando la justicia italiana y con la bendición de Pablo VI se refugió en el Vaticano para terminar huyendo, ahora con la bendición de Juan Pablo II, a los Estados Unidos, a Sun City, Arizona, donde se recluyó en un refugio para religiosos católicos y ahí acaba de morir. Este monseñor calavera le salió costando a la Puta más que veinte clérigos pederastas de la diócesis de Boston juntos.

Ya saben pues, ovejas, adónde van a dar las limosnas que mandan al Vaticano. A la juerga de los millones de la Puta. En los años noventa el Banco Vaticano tenía inversiones por más de diez mil millones de dólares y por lavado de dinero cobraba el cinco por ciento, lo cual era una bicoca si tenemos presente que Sindona le cobraba a la familia mafiosa de los Gambino el cincuenta por ciento por lavarles su dinerito proveniente de la heroína a través de una shell corporation o compañía de evasión fiscal y lavado de dinero, la Mabusi. Vaya a saber Dios por qué estos ensotanados de hoy en día han bajado tanto la tarifa. Las finanzas de la Puta son oscuras y secretas como las de Cuba. ¿O por qué creen que se entendió tan bien Juan Pablo II con Castro? Tal para cual. Tan tenebroso el uno como el otro y los dos más falsos que Judas, que ni existió. Juan Pablo II protegió a Marcinkus y a Sindona, como habría de proteger también al gran paidófilo mexicano padre Marcial Maciel, el del jardín florido que tanto envidio, y a mi paisano el cardenal Alfonso López Trujillo, orgullo de Colombia. Los tejemanejes de este cardenal son dignos de Marcinkus. En Medellín convirtió el Seminario Mayor en centro comercial y a los del cartel les andaba vendiendo la Universidad Pontificia Bolivariana. Se miraba en fino espejo de cristal de roca y se perfumaba. Cuando lo iban a encanar puso pies en polvorosa y huyó a Roma donde lo acogió Juan Pablo II que lo hizo presidente del Consejo Pontificio para la Familia, que es donde hoy sigue. Muerto Wojtyla este purpurado amante del dinero y las delicatessen jugó un papel decisivo en el último cónclave. Cuando la balanza se inclinaba hacia el argentino Bergoglio, que se perfilaba ya como el primer papa latino-americano, intervino mi paisano orinando billete verde del Opus Dei, de a millón por cabeza, y convenció a varios de la región que se cambiaran al alemán. Por eso Ratzinger ganó y hoy tenemos un Benedicto XVI en vez de un Gardel I.

—¿Y cómo lo sabe, compadre, quién se lo contó?

—El Espíritu Santo, ¿eh? El Paráclito me lo contó.

El Banco Vaticano empezó con ochenta millones de liras, regalo de Mussolini. Tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial a él fueron a dar doscientos millones de francos suizos del tesoro de la Croacia nazi franciscana, que los ustashis les lograron contrabandear a los ingleses en la frontera entre Austria y Suiza; más ciento setenta millones de dólares del oro nazi, que por diferentes caminos también acabaron en el banco de Dios. ¿Cuánto tendrá hoy en día la Puta? Dios sabrá. Dios que es su gran alcahueta y dueño en última instancia de sus bienes. Serbios, judíos y ucranianos sobrevivientes de los campos de concentración nazis junto con organizaciones que representan a trescientas mil víctimas del holocausto la demandaron en 1999 en la Corte del Distrito de San Francisco (caso Emil Alperin et al. versus Vatican Bank et al.). Dios dirá. Por más que fallen en contra nunca dejarán a la Puta en la calle. Nació para robar y reinar.

Es tan cínica la Puta que dice que el año pasado, el 2005, sus finanzas terminaron con un saldo positivo de once millones de dólares, según acaba de informar, en rueda de prensa, el cardenal Sergio Sebastiani, presidente de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede. Que es el mejor resultado en los últimos ocho años. Que sólo en el 2004 habían logrado un superávit después de tres años consecutivos de déficit. Pero que la Radio Vaticano y el Osservatore Romano, ay, siguen dando pérdidas. Y según el secretario de la mencionada prefectura, Francesco Croci, la Puta tiene dos tipos de entradas importantes por concepto de donaciones: las hechas por los fieles en la colecta llamada del "óbolo de San Pedro", y las del canon 1271 del código del derecho canónico. Por las primeras en el 2005 recibió cincuenta y nueve millones de dólares, y por las segundas veintiséis. Ah sí, pero según una investigación del London Telegraph y del Inside Fraud Bulletin, el Vaticano es el principal destino de cincuenta y cinco mil millones de dólares de dinero sucio italiano, gracias a lo cual se coloca en la octava posición en el ranking de los paraísos fiscales del mundo por delante de las Bahamas, Suiza y Liechtenstein. El Vaticano es un Estado cut out, uno cuya legislación sobre el secreto bancario impide toda posibilidad de rastrear ningún fondo financiero depositado en él. Pero no sólo eso. A diferencia de los restantes paraísos fiscales en que el lavado de dinero lo hacen bancos privados, en el Vaticano lo hace el propio Banco Central del Estado, que es ni más ni menos el Istituto per le Opere di Religione o Banco Vaticano, reconocido corno Banco Central por el Bank for International Settlements. Pero volvamos a los informes de Croci: el año pasado los diez países más generosos con la Puta fueron, en orden de dadivosidad: Estados Unidos, Italia, Alemania, Francia, España, Irlanda, Canadá, Corea, México y Austria. Sírvase tomar nota el lector de estas Celestinas desvergonzadas. ¡Ay mi México, cómo pudiste estar ahí, en esa lista de ignominia! Las vergüenzas que me haces pasar... En Colombia en cambio a la Puta hoy por hoy lo más que le llegamos a dar es una rotunda patada en el culo. Católicos sí somos mas no pendejos.

Tan rica será la Puta que en su sola arquidiócesis de Boston hace poco, en octubre de 2003, acaba de tener que pagarles ochenta y cinco millones de dólares a quinientos cincuenta y dos querellantes representados por más de cuarenta abogados, para acallar sus demandas contra los curas bostonianos que practican el precepto evangélico "Dejad que los niños vengan a mí". De los querellantes en cuestión unos doscientos alegaban que habían sido violados y sodomizados. ¡Menos mal que no los gonorrizaron, porque ya sí sería el colmo que después de usar a esas criaturas para sus celebraciones les hubieran contagiado una gonorrea! Tras el arreglo judicial de Boston la Puta de bondadosa les ofreció a sus víctimas "consejos y orientación espiritual". ¡Querrían seguir echándoselos ya de creciditos! Desde 1990 la arquidiócesis de Boston lleva pagados ciento diez millones de dólares por concepto de estas demandas desconsideradas que la están poniendo al borde de la quiebra, y su arzobispo el cardenal Bernard Law tuvo que renunciar dizque por encubrimiento dizque de los malhechores dizque que abusaban dizque de sus víctimas. ¡Cuál encubrimiento, cuáles malhechores, cuál abuso, cuáles víctimas! El sexo es sano. Lo que hay es que enseñárselo pronto a los niños para que lo practiquen con alegría en Jesús y conciencia sana de que obran bien y le hacen el bien al prójimo. El anciano también tiene sus derechos. ¡O qué! ¡Atropelladores de la vejez! ¡Abusadores! ¡Malhechores! ¡Pobre cardenal Law! Es una víctima. No sé por qué la Puta de Roma permitió que lo defenestraran. ¡Gringos hipócritas! Demanden entonces también a los gusanos que se van a tragar a esos niños cuando envejezcan y mueran.

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