La amenaza interior

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Authors: Jude Watson

BOOK: La amenaza interior
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Cuando Obi-Wan Kenobi empezó a ser aprendiz de Qui-Gon Jinn era sólo un niño. Ahora, a punto de convertirse en un adulto, está empezando a recorrer el camino que lo convertirá en un Caballero Jedi, y en el dueño de su propio destino. Mientras Obi-Wan y Qui-Gon investigan una extraña ola de sabotajes en dos planetas vecinos, se dan cuenta de que su relación está cambiando, y a veces en un sentido peligroso. Y cuando la situación se vuelve arriesgada y mortífera, quizá sus vidas nunca vuelvan a ser las mismas.

Jude Watson

La amenaza interior

Aprendiz de Jedi 18

ePUB v1.0

LittleAngel
01.11.11

Título Original:
Jedi Apprentice: The Threat Within

Año de publicación: 2005

Editorial: Alberto Santos Editor

Traducción: Virginia de la Cruz Nevado

ISBN: 84-95070-18-9

Para Nora, Emmett, Cleo y Elliot.

Que la Fuerza os acompañe siempre.

Capítulo 1

Obi-Wan Kenobi estaba completamente inmóvil. No percibía movimiento alguno en la habitación en penumbra, pero tenía los músculos tensos, listos para el asalto. La única fuente de luz era la reluciente hoja azul de su sable láser; los únicos sonidos, el zumbido del arma y la casi imperceptible respiración del Jedi. Obi-Wan llevaba en la misma posición, en equilibrio sobre una delgada barandilla, casi una hora. Pero siguió esperando.

De repente, la voz de Qui-Gon atravesó el silencio, rompiendo la concentración de Obi-Wan. No esperaba recibir un mensaje de su Maestro por el intercomunicador. Distraído por un momento, estuvo a punto de no dar a la sonda silenciosa de entrenamiento que se acercaba rápidamente a su cabeza. Aquello sí era lo que estaba esperando.

Obi-Wan dio media vuelta torpemente sobre la fina barandilla, y cortó en dos la sonda en pleno vuelo. Dio un salto a otra barandilla oculta y derribó otras dos sondas. Un momento después, las luces de la sala se encendieron y el joven Jedi desactivó el sable láser.

Obi-Wan negó con la cabeza. El ejercicio había terminado, pero el Jedi de diecisiete años no había quedado satisfecho con su rendimiento.

—Sí, Maestro —respondió Obi-Wan a Qui-Gon por el intercomunicador.

—El Consejo nos ha convocado. Nos vemos allí.

—Por supuesto —respondió Obi-Wan. La esperanza nació en su interior. Quizás el Consejo les iba a ofrecer una misión por fin. Obi-Wan y Qui-Gon se habían pasado los dos últimos meses en el Templo. Siempre era un alivio volver a casa cuando terminaba una misión, pero a Obi-Wan no le gustaba quedarse demasiado tiempo.

Ser un Jedi era un trabajo constante y, de alguna forma, la dedicación, la energía y la paciencia que requería parecían intensificarse cuando estaban en el Templo, cuando no se concentraban en el objetivo específico de una misión.

Los Jedi jamás dejaban de aprender. Pero después de los interminables ejercicios de entrenamiento, Obi-Wan sentía que le fallaba la concentración. No debería haberse mostrado tan torpe con las sondas de entrenamiento. Tendría que haber estado preparado para cualquier cosa. Estaba aburriéndose, y eso era peligroso.

Antes de entrar en la Cámara del Consejo, Obi-Wan vislumbró la enorme figura de su Maestro. Incluso de espaldas. Obi-Wan se dio cuenta de que Qui-Gon no compartía su nerviosa expectación, su ansiedad. Como siempre, su Maestro emanaba calma. Qui-Gon casi siempre se mostraba satisfecho con sólo entrenar y meditar. Entonces, ¿por qué necesitaba Obi-Wan entrar en acción?

Qui-Gon sonrió y saludó con la cabeza a su padawan antes de activar la puerta y entrar en la Cámara. Obi-Wan siguió a su Maestro a un paso por detrás de él. Qui-Gon se colocó en el centro de la estancia y saludó a los Maestros presentes.

A Obi-Wan se le aceleró ligeramente el pulso, pero no era nada comparado con los nervios que solía sentir cuando le convocaba el Consejo.

Mace Windu se apoyó en el respaldo de su asiento con el brazo colgando hacia atrás.

—Hemos recibido un mensaje de Vorzyd 4 —dijo llanamente—. Dicen estar siendo saboteados por Vorzyd 5 y han solicitado mediación. Los planetas del sistema Vorzyd nunca han sufrido ningún tipo de conflicto, pero el cuarto y el quinto han estado acumulando tensiones. Todos los planetas del sistema dependen unos de otros, y una disputa entre dos de ellos podría desencadenar un efecto dominó que afectaría a todo el conjunto. Obviamente, eso es algo que queremos evitar.

—Entonces, la situación es delicada —comentó Obi-Wan, resumiendo el argumento de Mace Windu. Y al momento se arrepintió. No le serviría de nada dejar que el Consejo viera su impaciencia.

—Así es —continuó Mace sin dar importancia aparente a la ansiedad de Obi-Wan o a su interrupción—. Y para complicarlo todo aún más. Vorzyd 5 niega los cargos de los que se le acusa.

—Antes de poder reunir a estos planetas para entablar conversaciones, tendréis que investigar a fondo el problema —añadió el Maestro Yarael Poof—. Puede que haya más en juego de lo que parece.

Obi-Wan y Qui-Gon asintieron lentamente, y supieron que su trabajo comenzaría incluso antes de salir del Templo. Ya habían oído hablar del sistema Vorzyd, pero sólo de pasada. El siguiente paso era visitar los archivos del Templo. Mediar en el conflicto requería una gran cantidad de investigación previa y conocimientos de base. Los Jedi tendrían que estar preparados para cualquier conflicto posible.

Jocasta Nu ya estaba preparada cuando llegaron. Se pasaba la mayor parte del tiempo investigando para las misiones Jedi. Aunque recibía instrucciones periódicas de algún miembro del Consejo sobre los planetas o sistemas que iban a necesitar ayuda Jedi. Su capacidad para acceder a la información adecuada en el momento preciso era incomparable. Casi podía percibir el momento en el que un problema latente iba a estallar.

El monitor de los archivos estaba reproduciendo una grabación del presidente Port, el líder de Vorzyd 4, cuando Obi-Wan y Qui-Gon entraron en la sala. Jocasta lo apagó deprisa.

—Os mandan a Vorzyd 4, ¿no? —preguntó con una risilla—. Estoy segura de que será un viaje productivo —Obi-Wan no cogió la broma, pero al escuchar lo que Jocasta les fue contando de Vorzyd 4 lo fue entendiendo.

El pequeño planeta era conocido, sobre todo, por su impresionante producción y venta de bienes. Vorzyd 4 producía por sí solo todos los alimentos y los bienes duraderos empleados en los cinco planetas de su sistema.

—Todos los habitantes de Vorzyd 4 trabajan —explicó Jocasta—. Los niños empiezan a trabajar a los diez años, cuando el ciclo escolar comienza a menguar. En lugar de ir a la escuela siete días, van seis y trabajan uno. Cada año van añadiendo un día más de trabajo a la semana, hasta que tienen diecisiete, momento en el cual empiezan a trabajar la mayor parte del tiempo. A partir de ahí, trabajan los siete días de la semana —Jocasta entrecerró los ojos. A Obi-Wan le dio la impresión de que ella desaprobaba el sistema. Hasta los Jedi descansaban de vez en cuando.

—Cuando los trabajadores cumplen setenta son obligados a jubilarse —prosiguió Jocasta—. Los vorzydianos temen que sus mayores no sean capaces de seguir con el ritmo de trabajo. Por desgracia, casi todos los jubilados mueren a las pocas semanas de abandonar su trabajo, y se desconoce la causa de las muertes. Casi todos los jubilados gozan de buena salud hasta que les obligan a retirarse.

Obi-Wan miró a su Maestro para averiguar lo que pensaba él de aquella práctica. Qui-Gon tenía más de cincuenta años, y a Obi-Wan le parecía imposible que alguien pudiera pensar de él que era improductivo. Y el Maestro Yoda tenía más de ochocientos. Y a nadie se le ocurriría obligarle a jubilarse. Su sabiduría era uno de los bienes más preciados del Consejo.

La idea de alguien pidiendo a esos Jedi que se retiraran le hizo sonreír, pero Qui-Gon le clavó una mirada severa, y Obi-Wan se recompuso de inmediato.

Evidentemente, los vorzydianos de Vorzyd 4 eran seres únicos, con sus propios ciclos vitales y prácticas culturales. Aunque pasaban por humanos debido a la apariencia humanoide de sus cuerpos, tenían dos largas antenas y los ojos un poco más grandes. Obi-Wan sabía que no debía juzgarles utilizando el listón de otros seres.

—¿Y qué pasa con Vorzyd 5? —preguntó Qui-Gon—. ¿Y las tensiones entre estos dos planetas?

—Vorzyd 5 produce menos de la mitad de lo que necesita, y depende en gran medida del comercio con Vorzyd 4 para su subsistencia. En el pasado, ambos mundos se enfrentaron, y, aunque las relaciones entre ambos planetas hayan sido pacíficas y amistosas. Vorzyd 5 quedó a menudo endeudado con Vorzyd 4. La deuda no preocupaba a Vorzyd 4 porque siempre gozaban de superávit. Y a Vorzyd 5 tampoco le preocupaba deber tantos créditos a sus vecinos, pero las cosas han cambiado.

—¿Por qué? —preguntó Obi-Wan.

—Vorzyd 5 ha comenzado a construir casinos. Con los beneficios obtenidos han conseguido devolver gran parte de la deuda interplanetaria.

—Y ya no dependen de Vorzyd 4 —dijo Qui-Gon en voz baja.

—Exactamente. Vorzyd 4 afirma que ahora Vorzyd 5 quiere hacerse con el poder y que están saboteando su producción para parecer más fuertes ante el resto del sistema y de la galaxia. Vorzyd 5, por su parte, declara que eso no tiene sentido. Y las acusaciones constantes están empezando a crear tensión.

Jocasta alcanzó a Qui-Gon una pila de discos y volvió a poner el mensaje del presidente Port. El hombre corpulento que apareció en la pantalla parecía incómodo, pero su ruego fue directo.

—Me pongo en contacto con ustedes para solicitar mediación. Nos están atacando. Vorzyd 5 es el culpable. Todos los diplomáticos y sospechosos de espionaje han sido expulsados, pero el sabotaje continúa. Por favor, pónganse en contacto con nosotros cuanto antes —mientras hablaba, los extremos de sus antenas se movían corno pájaros buscando un sitio en el que aterrizar.

—No es normal que el presidente haya contactado con nosotros —dijo Jocasta cuando la imagen desapareció de la pantalla—. En el pasado, los vorzydianos apenas han tenido contacto con la galaxia, más allá de su sistema. Incluso se mostraron reacios a tener representación en el Senado. El hecho de que hayan pedido ayuda exterior sólo puede significar una cosa: la situación es desesperada.

Qui-Gon y Obi-Wan dieron las gracias a la jefa del archivo y se marcharon con gran cantidad de información adicional para revisar por su cuenta. A Obi-Wan no le gustaba esa tarea, y se dio cuenta de que aquella misión no le iba a proporcionar la acción que tanto deseaba. El sistema Vorzyd sonaba aburrido, y la diplomacia solía ser un proceso largo y tedioso. Obi-Wan suspiró y se reprendió a sí mismo en silencio. Sabía que debía dar las gracias por cada misión. Al menos, significaban un cambio.

Capítulo 2

Qui-Gon activó la rampa antes de que el trasbordador tocara el suelo en el hangar de Vorzyd 4. Se había pasado todo el viaje repasando la información de los planetas y su historia, y estaba ansioso por moverse libremente y tomar el aire. Todos los discos contenían datos sobre la historia corporativa del planeta, y aunque el éxito de Vorzyd 4 como corporación pacífica era admirable, había sido una investigación muy aburrida. Qui-Gon apenas pudo hacerse una idea de cómo eran los vorzydianos como individuos.

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