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Authors: Mira Grant

Tags: #Intriga, Terror

BOOK: Feed
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—Ahí está todo —dijo el ex colaborador de Wagman—. Vídeos, documentos en papel y archivos de datos. Seis meses de seguimiento de la congresista más otros pormenores, y los tratos que ha hecho antes de abandonar. Esta noche vuestro muchacho será confirmado como candidato gracias, en parte, a la cantidad de votos que Wagman le ha prometido.

—Dudo que ella pueda desequilibrar las votaciones —repuse. Entregué el sobre a Buffy—. Échale un vistazo a ver si encuentras algo que podamos utilizar.

—Entendido. —Se levantó y permaneció unos instantes inmóvil y en silencio. Dirigió una sonrisa estudiada y pícara al recién llegado—. Oye, Rick, pareces agobiado y desesperado.

El recién llegado, Rick, le respondió con una sonrisa que parecía considerablemente más sincera y que, pensé yo, expresaba cierto alivio.

—Ya, Buffy. Por tu parte, parece que sigues con la costumbre de ponerte la ropa de tus novios. Espero que esta vez estés con un católico.

—Eso queda entre mis oraciones y yo —replicó, lanzándole un beso.

Me volví a Rick y me bajé las gafas hasta la punta de la nariz para evitar las dudas sobre la ambigüedad de mi expresión.

—Intuyo que ya os conocéis.

—No, simplemente es que llamo Buffy a todas las rubias desconocidas. Te sorprendería saber la de veces que acierto. —Me tendió la mano. Buffy refunfuñó, claramente divertida, y se retiró a su armario.

Ya tendría tiempo luego para seguir indagando en ese tema.

—En fin, conoces a nuestra Accionista y sé que sabes quién soy yo. ¿Te importa si igualamos las cosas? —Acepté su mano y se la estreché.

Me la apretó con firmeza, aunque sin excesiva presión.

—Richard Cousins… Rick para los amigos. Reportero, actualmente sin afiliar, aunque espero que arreglemos pronto esa situación. Pueden consultarse mis inclinaciones en Temas de Conversación y La Pura Verdad.

—¡Vaya! —exclamé, soltándole la mano. Temas de Conversación y La Pura Verdad son dos de las mayores bases de datos de la comunidad bloguera. Cualquiera puede registrar sus preferencias en ellas y conseguir un certificado. Aun así su relación señal/ruido es sorprendentemente buena, en gran medida debido a la regularidad con la que realizan sus propios controles en busca de personas que por un lado afirman poseer ciertas preferencias mientras que por el otro defienden las contrarias—. ¿Clase de la licencia?

—A—15. Fue una exigencia de Wagman cuando le dio por imitar a vuestro muchacho. —Sacó una unidad de memoria extraíble de debajo de la chaqueta—. Aquí tenéis mi currículum con los enlaces, junto con mi historial médico actualizado y los resultados de los análisis de sangre.

—Fantástico. —Introduje el dispositivo en la ranura de mi ordenador y enseguida mi pantalla se llenó de archivos. Los miré un poco por encima mientras extraía la unidad de memoria y se la devolvía a Rick.

—Tus artículos más antiguos son sólo de hace dos años, y ¿ya trabajas con una licencia de clase A—15? No sé si decirte que me parece impresionante o simplemente un suicidio.

—Voto por «soborno al comité de licencias» —apuntó Shaun.

—De hecho… —empezó a decir Rick.

—Abre el archivo de las publicaciones de prensa escrita —dijo Buffy, emergiendo del armario—. Eso lo explicará todo, ¿verdad, Ricky?

—¿Prensa escrita? —Las cejas de Shaun se levantaron súbitamente—. ¿Te refieres a revistas y cosas de ésas?

—Más bien a periódicos —respondió Buffy con los ojos clavados en Rick. No tuve más remedio que reconocer que el chico estaba aguantando el acoso con elegancia y sin amilanarse—. Por eso es el chico de oro de la vieja escuela.

—Periódicos —repetí, sin poder creerlo, y pasé a la siguiente página de su informe. El resto de sus referencias llenaron la pantalla. Me ceñí de nuevo las gafas para ocultar mi mirada de sorpresa—. Aquí está… Buffy tiene razón. Redactor en el
Saint Paul Herald
durante cinco años. Periodista de campo del
Minnesota News
durante tres años. Pero ¿cuántos años tienes?

—Mi licencia para los medios virtuales se procesó completamente hace año y medio. Entré en el equipo de Wagman con todo en regla —dijo Rick, y añadió—: Y tengo treinta y cuatro años.

—¿Qué significa con todo en regla? ¿Que estuviste esperando a que la congresista se diera cuenta de que Ryman había tenido una idea brillante para subirte al carro? —preguntó Buffy en un tono afable.

—Está bien, basta ya. —Me quité las gafas y miré alternativamente a Buffy y a Rick—. ¿Qué pasa entre vosotros?

—Richard
Rick
Cousins, reportero, declaró sus preferencias por el ala izquierdista del Partido Demócrata sin cruzar la barrera de la psicosis; es un escritor serio, buen creador de titulares, aunque no demasiado inclinado a utilizar imágenes, y el cabrón me derrotó en un concurso de redacción de ensayos hace seis años —dijo Buffy.

No puedes echarme eso en cara —protestó Rick—. No era una competición para adolescentes, y tú tenías dieciséis años.

—Puedo echarte en cara lo que me dé la gana —replicó Buffy, fulminándolo con la mirada, aunque rápidamente se dibujó una amplia sonrisa en su rostro—. No me dijiste que eran de Rick los documentos que querías que examinara, Georgia. Por fin buscando una historia real, ¿eh, pervertido oportunista?

—No te des aires, Buffy. Nada de lo que tú tengas entre manos será nunca una historia real —espetó Rick.

Shaun y yo nos miramos.

—¿Crees que se conocen? —me preguntó mi hermano.

—Presiento que sí. ¿Buffy?

Buffy me lanzó una mirada fugaz, como si no le apeteciera dar explicaciones. Se encogió de hombros.

—Después de que Rick me ganara en ese concurso empezamos a escribir juntos. Es un tío bastante guay cuando te olvidas de que es más viejo que el amanecer de los tiempos.

—Me tomaré ese comentario con la consideración que se merece —dijo Rick—. Sobre todo proviniendo de alguien que sostiene que Edgar Allan Poe es una figura relevante para la sociedad.

Buffy resopló.

—De acuerdo. Entonces os conocéis —concluí—. ¿Qué tal lo que nos ofrece? ¿Lo contratamos?

—Tiene buenos vídeos de Wagman de los últimos seis meses —respondió Buffy—, un par de entrevistas exclusivas y un montón de grabaciones de las llamadas de renuncia que ha realizado su director de candidatura.

Me volví perpleja a Rick.

Él me miró sonriente.

—No me dijo que dejara de grabar.

—Si me interesaran los tíos te plantaría un beso ahora mismo —soltó Shaun—. George, en el idioma de los reporteros, ¿cómo se traduce eso en índices de audiencia?

—Para empezar subirían un tres por ciento, más aún si sabe escribir y es capaz de conservar a sus lectores. Rick, podemos ofrecerte un puesto como redactor beta. Podrás firmar los artículos con tu nombre, pero todo lo que escribas pasará por mis manos o por las de mi segundo, Mahir Gowda. No tendrás acceso directo al senador. Si Ryman no sale nominado candidato, tu contrato tendrá una vigencia de seis meses. Te mandaré por correo electrónico todo el papeleo.

—¿Y si sale nominado?

—¿Cómo?

—Si sale nominado, que lo hará, ¿qué saco yo? Sonreí.

—Sacas que te quedarás con nosotros hasta el final o hasta que te eche a la calle de una patada en el culo. Lo primero que ocurra.

—Me parece aceptable.

Me tendió una mano y yo se la estreché.

—Bienvenido a Tras el Final de los Tiempos.

Shaun le soltó una palmadita en la espalda antes de que Rick tuviera tiempo de esquivarla.

—¡Más testosterona en el equipo de la campaña! ¡Hombres! ¿Qué opinas de apalear muertos?

—Que es una buena manera de conseguir audiencia y suicidarse al mismo tiempo —respondió Rick.

Resoplé.

—Está bien. Puedes quedarte —le dije.

Llamaron a la puerta, que se abrió antes de que ninguno de nosotros tuviera tiempo de reaccionar, y Steve entró en la habitación con las gafas de sol ocultándole buena parte de la expresión del rostro. Me puse en pie.

—¿Es la hora? —pregunté.

Steve hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

—El senador me ha pedido que me asegure de que estáis preparados.

—Muy bien. Gracias, Steve. —Agarré mi mochila y me dirigí a nuestra reciente adquisición haciéndole un gesto con el dedo para que me acompañara—. Rick, vente conmigo. Nosotros haremos el trabajo de campo. Buffy, te necesito aquí para que te encargues de los ordenadores. Ponte en contacto con mis betas e indícales que empezaremos las emisiones en directo dentro de diez minutos y que tienen que estar listos para realizar la criba y demás tonterías de todo lo que les llegue del salón de actos.

—¿Enfoque editorial?

—Sólo los hechos, nada de opiniones hasta que yo me conecte y empiece a marcar la línea. —Mientras hablaba iba comprobando mi equipo moviendo las manos como una autómata. La batería de la grabadora estaba completamente cargada y el indicador de mi reloj informaba de que todas las cámaras estaban operando a un mínimo del setenta por ciento—. Despierta a Mahir, y sí, sé la hora que es en Londres, pero necesito a alguien realmente en su sano juicio para que elimine los comentarios molestos. Shaun…

—En el exterior del centro de convenciones con mi monopatín y mi bastón de hockey, ojo avizor por si los manifestantes y los piquetes intentan algo de lo que valga la pena informar —se me adelantó mi hermano, haciendo un afable saludo militar—. Conozco mis puntos fuertes.

—Diviértete, pero no hagas que te maten —respondí, dando media vuelta para ir hacia la puerta. Steve se apartó para dejarme pasar y me lanzó una mirada de soslayo cuando Rick salió detrás de mí—. No pasa nada, Steve. Está en el equipo.

—Les ha gustado mi voltereta hacia atrás —dijo Rick, levantando la cabeza para mirar a Steve a los ojos; realmente tuvo que levantarla mucho—. Eres altísimo.

—Sin duda sólo puedes ser periodista —dijo Steve. Cerró la puerta a nuestra espalda, y dejó a Shaun y Buffy en el interior de la habitación.

El centro de convenciones ya estaba lleno hacía un rato, pero comparado con la casa de locos que nos recibió en ese momento mientras nos dirigíamos al salón de actos principal, lo de antes había sido un mausoleo. Había gente por todas partes, desde miembros de los equipos de las distintas candidaturas hasta guardias de seguridad de empresas privadas, pasando por familiares de los políticos y periodistas, que de alguna manera se las habían arreglado para salir de la zona de prensa e internarse en la selva del salón. Estos no tardarían en mostrar los colmillos y empezar a inventar escándalos en busca de audiencia.

Rick se incorporó al bullicio con la calma de un profesional, y no se separó de mí mientras yo seguía el camino despejado que Steve iba dejando a su paso. Rick tampoco parecía tener ningún problema en recibir órdenes de una mujer diez años más joven que él; eso puede ser un problema para algunos de los tipos que intentan dar el salto de los medios de comunicación tradicionales al mundo bloguero. No es que quieran arrastrar sus prejuicios cuando hacen la transición, pero hay cosas de las que cuesta más desprenderse que de la adicción que crea ver tus artículos impresos en papel. Si Rick seguía obedeciéndome como había hecho hasta el momento, las cosas funcionarían.

Steve torció y se metió por los pasillos del fondo; luego nos condujo a través de la estridente algarabía del auditorio, donde políticos y espectadores de todas las edades, razas y credos se habían reunido para el solemne ejercicio de gritar a pleno pulmón siempre que les parecía que alguno de los futuros candidatos posaba fugazmente la mirada en ellos. Un porcentaje satisfactorio de la muchedumbre lucía chapas en las que podía leerse «Ryman presidente». Un grupo de jovencitas, sin lugar a dudas pertenecientes a alguna hermandad universitaria y vestidas con camisetas ceñidas, se habían encaramado a una barandilla, y sus gritos se elevaban por encima del barullo del proceso político.

Le di un codazo a Rick y le señalé las chicas.

—¿Te has fijado en las camisetas?

Rick se volvió hacia ellas y entrecerró los ojos.

—¿«Ryman a mandar»? ¿A quién se le ocurren estas cosas?

—De hecho, a Shaun. Tiene un oído increíble para las frases pegadizas. —Me di unos golpecitos en la anilla de la oreja auricular—. Buffy, estamos dentro. ¿Qué tal te llega mi señal?

—Alta y clara. Oh, gloriosa grabadora de imágenes confusas, intenta buscar un sitio despejado. Sólo recibo señal del cincuenta por ciento de las cámaras fijas.

—¿Te refieres a las cámaras fijas del propio centro de convenciones que se instalaron como medida de seguridad? ¿Las que se supone que son infalibles?

—Esas mismas; sólo podré utilizarlas para imágenes panorámicas. Las cadenas de televisión han situado en las paredes cámaras protegidas con un código que no consigo descifrar, ¡así que consigue buen material!

—Sí, señora —respondí.

—Buffy corta.

La conexión finalizó y me volví a Steve.

—¿Dónde nos ponemos?

—La señora Ryman ha dicho que puedes sentarte con ella detrás del estrado o quedarte aquí fuera grabando a la multitud —respondió Steve—. De todas formas tengo que volver allí. Van a empezar.

—Entendido. —Me quedé mirando a Rick mientras me desabrochaba el artefacto de grabación de la muñeca izquierda—. Llévate esto. Tiene tres cámaras que envían imágenes directamente a Buffy en el armario… sólo tienes que levantarla, las lentes tienen autofoco.

Cogió la muñequera con los dispositivos de grabación y se ajustó la cinta de velero alrededor de la muñeca.

—¿Estarás detrás?

—Sí. Nos reuniremos en la oficina cuando la multitud se disperse, y ya veremos que hacemos a partir de ahí. —Las imágenes que obtendría desde detrás del estrado no serían tan sensacionalistas, pero reflejarían una realidad más íntima, y ese tipo de cosas tienen una perdurabilidad de la que carecen las imágenes de muchedumbres. Atraparíamos lectores con las estridencias y los mantendríamos con el silencio. Además, se me presentaba una buena oportunidad para comprobar el comportamiento de Rick en una situación real. El término «periodo de prueba» no significa demasiado en el mundo de los medios de comunicación. O valía o no valía, y esa noche se vería.

—De acuerdo. —Dio media vuelta y fue hacia el escenario con el brazo levantado para proporcionar una mejor perspectiva a las cámaras. Contenta porque no parecía que Rick fuera a hacer el tonto, seguí a Steve por el borde de la sala en dirección a la zona oculta tras unas cortinas en el fondo del escenario.

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