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Authors: Bruno Cardeñosa Juan Antonio Cebrián
Tags: #Divulgación
La madrugada se viste de misterio. Se está emitiendo la tertulia de «La Zona Cero» de
La Rosa de los Vientos
, el popular programa que dirige Juan Antonio Cebrián en Onda Cero. Este prolífico escritor y periodista capitanea un estupendo equipo de expertos en descifrar enigmas: Bruno Cardeñosa, Jesús Callejo y Carlos Canales. Todos juntos forman la «tertulia de las 4C» que lleva siete años trasnochando en busca de respuestas a las grandes incógnitas que la Historia esconde todavía entre sus páginas.
Enigma
es fruto de esas inagotables y apasionantes charlas nocturnas. Por él desfilan pueblos y culturas míticas, iconos del cristianismo, inventos antiguos, herejes, caballeros legendarios, sociedades secretas, tumbas perdidas de personajes célebres, grandes hallazgos científicos que resultaron fraudes… Una narración amena y erudita que da lugar a un catálogo imprescindible de los enigmas más inquietantes de la Historia, en donde Cebrián y su equipo diferencian entre mito y realidad, entre especulación y hecho históricamente probado, sin miedo a contradecir, llegado el caso, las teorías más firmemente asentadas.
Juan Antonio Cebrián, Bruno Cardeñosa, Carlos Canales, Jesús Callejo
Enigma
De las pirámides de Egipto al asesinato de Kennedy
ePUB v1.5
Perseo17.06.12
Título original:
Enigma. De las pirámides de Egipto al asesinato de Kennedy
Juan Antonio Cebrián, Bruno Cardeñosa, Carlos Canales, Jesús Callejo, 2005
Diseño/retoque portada: Perseo, basada en la original
Editor original: Perseo (v1.0 a v1.5)
ePub base v2.0
Este libro está dedicado a nuestras musas inspiradoras; Silvia, Begoña, Julia y Beatriz. Gracias a su complicidad, comprensión y cariño hemos conseguido, seguramente, llegar hasta aquí. Por tanto, a los Dioses debemos que nos concedieran semejantes compañeras, que, a modo de hadas benefactoras, han esclarecido nuestros caminos en este planeta cuajado de peligros.
Las 4C entran en acción literaria. Buenas noches, mi nombre es Alfredo y escribo desde Barcelona. Mi pregunta es: ¿llegó realmente el hombre a la Luna? Me llamo Blanca y mi duda consiste en saber si los nazis consiguieron fabricar armas milagrosas. Queridas 4C, os escribo desde Valencia, mi nombre es José Luis y la pregunta es: ¿es auténtica la Sábana Santa? Y así durante años hasta completar un inmenso archivo preñado de cuestiones formuladas a los contertulios reunidos en torno al misterio generado por la antena de Onda Cero Radio en sus madrugadas. Jesús Callejo, Carlos Canales, Bruno Cardeñosa y yo mismo llevamos varios años acompañando las inquietudes de miles de oyentes ávidos de saber cada noche un poco más. La verdad es que me siento muy seguro al lado de mis compañeros; ellos, cual mentes renacentistas de nuestro tiempo, siempre han sabido estar a la altura de nuestra exigente audiencia. Y sé que se puede confiar en estos ilustrados viajeros de lo ignoto porque a lo largo del tiempo en el que me honran con su amistad, nunca han desatendido ninguna obligación por difícil que ésta fuera. Cientos de monográficos, tertulias, programas especiales, debates…, en todo momento estuvieron al máximo nivel y no es de extrañar que sus apariciones radiofónicas se esperen con cariño, complicidad y pasión. Cuentan con una legión de seguidores que serían el orgullo de cualquier comunicador en este maremágnum de informaciones equívocas, desestabilizadoras y banales.
Ahora iniciamos juntos el trasiego por el complicado mundo literario. Es, de alguna manera, la consecuencia lógica de tantos años de buen trabajo. Recuerdo con emoción nostálgica la primera vez que me situé ante un micrófono dispuesto a divulgar los mayores misterios de nuestra humanidad. Fue el 16 de septiembre de 1991 cuando inaugurábamos las emisiones de madrugada en Onda Cero con mi programa
Turno de Noche
. Ese día un jovencísimo Cebrián daba paso a una suerte de contenidos tan distintos como originales para las noches radiofónicas. Entre la oferta se encontraba una sección a la que titulé «La Zona Cero», cuyo principal colaborador era un excelso profesor de filosofía llamado Germán de Argumosa y conocido popularmente por sus investigaciones durante los años setenta sobre el fenómeno parapsicobiofísico. Junto al mítico profesor aprendí lo que se debía saber en torno al raciocinio y su difícil relación con la heterodoxia de lo enigmático. Fueron tres temporadas absolutamente brillantes en las que investigamos, analizamos y difundimos casos paranormales del más amplio espectro. Más tarde, llegarían capítulos renovadores en los que los mejores estudiosos y difusores del misterio se pasearon por el programa sorprendiendo a propios y ajenos. En ese sentido cabe destacar a Fernando Jiménez del Oso, Juan José Benítez y Javier Sierra… ellos y otros muchos nos entregaron la virtud de su sabiduría y en el terreno personal, el orgullo de una amistad que se ha mantenido hasta nuestros días. Aunque también hubo terribles pérdidas como la del anteriormente citado Jiménez del Oso, un druida de lo insólito, el cual más que un colaborador fue un amigo entrañable que me ayudó a comprender las inquietudes fundamentales de nuestra humanidad.
En 1997
La Rosa de los Vientos
tomó el relevo de
Turno de Noche
y, mientras las secciones cambiaban de título, escenarios y colaboradores, «La Zona Cero» permaneció inmutable dado el seguimiento entusiasta de sus ya innumerables leales. El 5 de julio de ese año celebramos la Alerta Ovni más multitudinaria de la historia gracias al emergente poder de internet y, al poco, concreté el sueño de ver reunidos a mis especialistas favoritos, de cuya amistad gozaba desde varios años atrás. Por fin, con Jesús, Carlos y Bruno pude hacer realidad el viejo proyecto de crear una tertulia dedicada en exclusiva a divulgar la temática que tanto nos apasionaba a los miembros de las 4C. Desde entonces han transcurrido siete años y por la mesa de trabajo de nuestro estudio de locución han pasado cientos de cuestiones a las que hemos podido responder con mayor o menor acierto. Pero, en todo caso, nuestra ilusión y ganas de hacer bien las cosas, creo, sinceramente, que han trascendido más allá de los micrófonos impregnando los corazones, así como estimulando las mentes de personas tan curiosas como nosotros.
En este libro el lector encontrará la esencia de «La Zona Cero», sus enigmas y misterios más frecuentes, las cuestiones más sugerentes por las que nos hemos interesado en los últimos tiempos: desde las fundamentales y perdidas civilizaciones antiguas hasta las conspiraciones más sonoras. En estas páginas viajaremos a la Atlántida, soñaremos con Egipto, nos llenaremos de emoción ante la figura de Jesucristo, nos preguntaremos por el verdadero carisma de los templarios, emularemos al rey Arturo, sabremos qué hay de cierto en el hermetismo de algunas sociedades secretas, resucitaremos a herejes de la historia, buscaremos las tumbas más importantes de la crónica humana, temblaremos ante los planes nazis e intentaremos resolver mediante el ADN algunos capítulos ocultos de nuestro acontecer humano. En definitiva, cien preguntas que han aparecido con insistencia ante nosotros formuladas por oyentes que no se conforman con la supuesta realidad ofrecida tradicionalmente, y que son, sin duda, portavoces de otros miles que ansían conocer todas las hipótesis disponibles sobre los mayores enigmas de nuestra civilización. Les invito a dejarse llevar por las sensaciones emanadas desde esta obra. Pero ahora discúlpenme, pues debo atender nuevas preguntas formuladas por los amigos de
La Rosa de los Vientos
. Queridas 4C, os sigo desde hace años y mi pregunta es: ¿murió asesinado Tutankamon? Hola, mi nombre es Manuel y quisiera saber si hubo una conspiración del gobierno en el asesinato de Kennedy. Mi nombre es Isabel y me gustaría conocer todo lo que pudierais contarme sobre las modernas técnicas de investigación de ADN y su importancia en la resolución de enigmas históricos. Hola, soy Francisco y tengo dieciocho años; sólo quería saber cuándo nació exactamente Jesús de Nazaret y, por supuesto, muchas felicidades por vuestro programa que sigo a escondidas de mis padres desde hace cinco años…
J
UAN
A
NTONIO
C
EBRIÁN
Las Rozas, abril de 2005
La eterna evocación de un pasado mejor sigue moviendo a las diferentes generaciones de humanos en su lento transitar por el planeta Tierra. Esa búsqueda incesante de una magnífica edad de oro en la que todo era bienestar y progreso ha suscitado pasiones encontradas, anhelos y que muchos investigadores dedicaran sus vidas a la confirmación más o menos rigurosa de ese tiempo feliz. Sobre la Atlántida se han escrito hasta la fecha más de dos mil obras literarias e incontables reportajes periodísticos. Sin embargo, tanta elucubración apenas se sostiene en una única fuente documental: los celebrados
Diálogos
de Platón. Y, así es, por asombroso que parezca, uno de los mitos legendarios de nuestra civilización partió de un pequeño texto elaborado por el filósofo griego a mediados del siglo IV a.C. En el documento, el discípulo aventajado del inmenso Sócrates nos revela una conversación en la que se narra la existencia de un remoto paraje en el que floreció una cultura descendiente directa del dios Poseidón. Son en realidad los diálogos
Timeo
y
Critias
por los cuales sabemos que en 590 a.C., el sabio Solón visitó Egipto, donde un anciano sacerdote le narró la fascinante historia de la Atlántida. De vuelta a Atenas, Solón le transmitió la historia a Critias y éste, a su vez, a su hijo de idéntico nombre. Platón se enteró del relato y nos legó el supuesto conocimiento de este reino ejemplar. En el texto se nos expone que antiguamente existió frente a las columnas de Hércules una gigantesca isla mayor que Turquía y el norte de África en su conjunto. Tras ella se podía atisbar un continente, supuestamente el americano, aunque los griegos, en la época de Platón, desconocían su existencia. Siguiendo con el relato platónico, el origen de la Atlántida cabe atribuírselo a Poseidón, dios del mar, quien levantó semejante tierra para albergar a su amada Cleito y a las cinco parejas de gemelos fruto de su relación. Estos vástagos fueron fundadores de diversas dinastías —siempre bajo la supervisión del primogénito Atlas— con las que se pobló este auténtico paraíso virginal. Poseidón dotó a la Atlántida de una climatología propicia para que pudieran florecer todo tipo de cultivos y bosques. Los atlantes disfrutaron de majestuosos paisajes en los que moraban animales salvajes y domésticos. Asimismo, trazaron ciudades de urbanización impecable con una capital esplendorosa en la que destacaban sólidas murallas reforzadas con oricalco, bronce y estaño. En la plaza principal de dicha ciudad se levantaba una majestuosa fuente por cuyos caños manaba agua templada y fría. Como vemos, la situación de la Atlántida era muy semejante al ideal de una civilización perfecta, incluso sus leyes políticas y judiciales impedían cualquier conflicto entre los pueblos atlantes. Por desgracia, los habitantes de la isla se dejaron cegar por el materialismo y, poco a poco, se fueron desvinculando de sus dioses protectores. La fortaleza del imperio hizo pensar a sus dirigentes en la posibilidad de conquistar el mundo conocido. Y, tras reunir a los ejércitos, emprendieron diferentes guerras que les condujeron a las puertas de la mismísima Atenas, donde fueron rechazados. No obstante, tanta osadía hizo recapitular a Poseidón, quien, en castigo por la rebeldía de sus descendientes, destruyó, en un solo día, la obra de tantos siglos. Hasta ahí, la versión platónica sobre este asunto. Pero lo que no dejaba de ser una simple narración de la Grecia clásica, de la que Aristóteles —discípulo de Platón— llegó a decir que no era más que una invención fabulada de su maestro, se convirtió en un suceso de alta magnitud y, a lo largo de los siglos, fueron cientos los investigadores que trataron de ubicar, exactamente, la Atlántida. Como es lógico, surgieron tantas versiones como exegetas, apareciendo Atlántidas en todas las latitudes del globo terráqueo: Escandinavia, donde los vikingos en sus sagas habían hablado de un tal Atland; Reino Unido; Estrecho de Bering; Cáucaso; océanos Indico y Pacífico, en los que surgieron los supuestos continentes de Lemuria y Mu, equiparables a la Atlántida… En definitiva, nos encontramos ante una de las historias más sugerentes de nuestro acervo mitológico. Nunca sabremos si la Atlántida existió realmente, si se hundió por un cataclismo natural o por el impacto de un meteorito destructor, si fue anegada por las aguas provenientes del deshielo polar o si fue desintegrada por causa de una explosión atómica. Sea como fuere, su presunta datación histórica abarcaría una horquilla desde el 8000 a.C. hasta el 550 a.C. Y el lugar más fiable por el que se inclinan la mayoría de los investigadores estaría en el centro del océano Atlántico, con algunas muestras supervivientes tales como las islas Canarias, Azores, Madeira, Bermudas o Cabo Verde. Una hipótesis relativamente reciente sitúa la Atlántida frente a las costas de Cádiz y considera a Tartessos el último vestigio atlante. En cambio, otras líneas de trabajo nos indican que los últimos atlantes podrían ser egipcios, beréberes, mayas o algunas poblaciones africanas de Bering. Que cada uno se apunte a la teoría que le parezca más atractiva. Yo me abono a que todos somos descendientes de la Atlántida y que nuestros corazones pertenecen a ella, y de ahí nuestros latidos evocadores de un mundo que sin duda fue mejor.