El padre capitán De Soya se presenta veinte minutos antes de su cita de las siete y recibe una placa que lo guiará por las sudorosas y oscuras bóvedas del castillo. Los frescos, los bellos muebles y las aireadas logias que legaron los papas medievales están desleídos y estropeados. El Castel Sant'Angelo ha recobrado su aspecto de tumba y fortaleza. De Soya sabe que se trajo desde Vieja Tierra un pasaje fortificado que iba del Vaticano al castillo, y que uno de los propósitos del Santo Oficio en los dos últimos siglos ha consistido en dotar al Castel Sant'Angelo con armas y defensas modernas para que ofrezca un rápido refugio para el Papa en caso de que la guerra interestelar llegue a Pacem.
La caminata dura veinte minutos, y De Soya debe atravesar muchos puestos de guardia y puertas de seguridad. No los custodia la policía de la Guardia Suiza, con sus atuendos brillantes, sino las fuerzas de seguridad del Santo Oficio, con sus uniformes negros y plateados.
La celda de interrogación es mucho menos sórdida que los antiguos corredores y escaleras que conducen allí: dos de las tres paredes interiores de piedra están iluminadas por paneles de cristal que irradian un fulgor amarillo; dos faroles proyectan luz solar desde su colector del techo, que está treinta metros más arriba; hay una mesa moderna en la austera habitación. La silla de De Soya se encuentra frente a los cinco inquisidores, pero es idéntica a las de ellos en diseño y confort, y contra una pared hay un centro oficinesco estándar, con teclados, pantallas, placa lectora de discos y entradas virtuales, y un aparador con una cafetera y panecillos.
De Soya sólo debe esperar un minuto. Los cardenales inquisidores —un jesuita, un dominicano y tres legionarios de Cristo— llegan, se presentan y se dan la mano. De Soya lleva el negro uniforme de gala de Pax con el cuello romano, el cual contrasta con las túnicas carmesí del Santo Oficio y sus cuellos negros. Intercambian cortesías: una breve conversación sobre la salud y resurrección de De Soya, ofrecimientos de comida y café. De Soya acepta el café. Se sientan.
En la tradición de los viejos días del Santo Oficio, y según la costumbre de la Iglesia Renovada cuando somete a sus sacerdotes a interrogatorio, la conversación se entabla en latín. Sólo habla uno de los cinco cardenales. Las corteses y formales preguntas se formulan invariablemente en tercera persona. Al final de la entrevista, el sujeto de la entrevista recibe transcripciones en latín y en inglés de la Red.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán De Soya ha logrado encontrar y detener a la niña llamada Aenea?
F. C. DE SOYA:
He tenido contacto con la niña. No he logrado detenerla.
INQUISIDOR:
Que el padre capitán explique qué significa «contacto» en este contexto.
F. C. DE SOYA:
Intercepté dos veces la nave que se llevó a la niña de Hyperion. Una vez en el sistema de Parvati, y otra en Vector Renacimiento.
INQUISIDOR:
Estos frustrados intentos de capturar a la niña están registrados y constan debidamente en actas. ¿Alega el padre capitán que la niña habría muerto por su propia mano en el sistema de Parvati, antes de que los efectivos especiales de la Guardia Suiza que lo acompañaban pudieran abordar la nave y capturar a la niña?
F. C. DE SOYA:
Eso creí en el momento. Pensé que el riesgo era demasiado grande.
INQUISIDOR:
Y, según su conocimiento, el comandante de los guardias suizos a cargo de la operación de abordaje, un tal sargento Gregorius, concuerda con el padre capitán en que era conveniente anular la operación.
F. C. DE SOYA:
Desconozco cuál fue la opinión del sargento Gregorius una vez que se canceló la operación. En su momento, él deseaba continuarla.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán conoce la opinión de los otros dos guardias que participaron en la operación de abordaje?
F. C. DE SOYA:
En el momento deseaban ir. Se habían entrenado con tenacidad y estaban preparados. Empero, según mi parecer del momento, el riesgo de dañar a la niña era demasiado grande.
INQUISIDOR:
¿Y fue por esta razón que el padre capitán no interceptó la nave fugitiva antes de que entrara en la atmósfera del mundo llamado Vector Renacimiento?
F. C. DE SOYA:
No. En ese caso la niña dijo que aterrizaría en el planeta. Parecía más seguro para todos los afectados permitirle descender antes de aprehenderla.
INQUISIDOR:
No obstante, cuando la antedicha nave se aproximó al portal teleyector de Vector Renacimiento, el padre capitán ordenó que varias naves de la flota y la fuerza aérea disparasen contra la nave de la niña. ¿Es correcto?
F. C. DE SOYA:
Sí.
INQUISIDOR:
¿Alega el padre capitán, pues, que esta orden no implicaba el riesgo de dañar a la niña?
F. C. DE SOYA:
No. Yo sabía que existía ese riesgo. No obstante, cuando advertí que la nave de la niña se dirigía hacia el portal teleyector, tuve la convicción de que la perderíamos si no intentábamos averiar su nave.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán sabía que el portal teleyector del río se activaría después de casi tres siglos de inactividad?
F. C. DE SOYA:
No, no lo sabía. Fue una intuición, una corazonada.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán está acostumbrado a apostar el éxito o fracaso de una misión, una misión que el Santo Padre ha considerado de máxima prioridad, a una corazonada?
F. C. DE SOYA:
No estoy acostumbrado a que el Santo Padre me envíe en misiones de máxima prioridad. En ciertos casos en que mis naves estaban en combate, tomé decisiones de mando basándome en intuiciones que no habrían parecido del todo lógicas fuera del contexto de mi experiencia y entrenamiento.
INQUISIDOR:
¿Alega el padre capitán que el conocimiento de que un teleyector reanudaría su actividad doscientos setenta y cuatro años después de la Caída de la Red está dentro del contexto de su experiencia y entrenamiento?
F. C. DE SOYA:
No. Fue... una corazonada.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán está al corriente del coste de la operación combinada de la flota en el sistema de Renacimiento?
F. C. DE SOYA:
Sé que fue elevado.
INQUISIDOR:
¿Sabe el padre capitán que varias naves de línea demoraron el cumplimiento de órdenes del Mando de la Flota de Pax, órdenes que las enviaban a zonas problemáticas y vitales de la Gran Muralla de nuestro perímetro defensivo contra los invasores éxters?
F. C. DE SOYA:
Sé que algunas naves se demoraron en el sistema de Renacimiento por orden mía. Sí.
INQUISIDOR:
En el mundo de Mare Infinitus, el padre capitán consideró pertinente arrestar a varios oficiales de Pax.
F. C. DE SOYA:
Sí.
INQUISIDOR:
Y administrar droga de la verdad y otros fármacos psicotrópicos restringidos a estos oficiales, al margen de las normas procesales y el consejo de las autoridades de Pax y la Iglesia en Mare Infinitus.
F. C. DE SOYA:
Sí.
INQUISIDOR:
¿Alega el padre capitán que el disco papal que se le entregó para llevar a cabo la misión de encontrar a la niña también lo autorizaba a arrestar a oficiales de Pax y realizar semejante interrogatorio sin recurrir a los tribunales militares ni proveer de defensor a los acusados?
F. C. DE SOYA:
Sí. Era y es mi entendimiento que el disco papal me otorga... me otorgaba... plena autorización en cualesquiera decisiones de mando que yo considerase necesarias para el cumplimiento de esta misión.
INQUISIDOR:
¿Alega el padre capitán, pues, que el arresto de estos oficiales de Pax conduciría a la aprehensión de la niña llamada Aenea?
F. C. DE SOYA:
Mi investigación era necesaria para determinar la verdad de los acontecimientos que rodean el probable tránsito de la niña por Mare Infinitus. Durante el curso de la investigación, fue evidente que el director de la plataforma donde sucedieron los hechos había mentido a sus superiores, encubriendo elementos del episodio relacionados con un compañero de viaje de la niña, y también había participado en tratos ilícitos con los cazadores furtivos de esas aguas. Al final de nuestra investigación, arresté a los oficiales y soldados de la guarnición de Pax para que fueran debidamente juzgados dentro del código de justicia militar de la flota.
INQUISIDOR:
¿Y entiende el padre capitán que su tratamiento del obispo Melandriano también se justifica bajo los requerimientos de la investigación?
F. C. DE SOYA:
Aunque le expliqué que era necesaria una acción rápida, el obispo Melandriano objetó nuestra investigación de la plataforma Tres-veinte-seis. Trató de obstaculizar la investigación a pesar de que su superiora, la arzobispo Jane Kelley, le había impartido órdenes directas de colaborar.
INQUISIDOR:
¿Alega el padre capitán que la arzobispo Kelley ofreció su ayuda al solicitar la colaboración del obispo Melandriano?
F. C. DE SOYA:
No. Yo busqué su ayuda.
INQUISIDOR:
¿Acaso el padre capitán no invocó la autoridad del disco papal al obligar a la arzobispo Kelley a interceder a favor de la investigación?
F. C. DE SOYA:
Sí.
INQUISIDOR:
¿Puede el padre capitán exponer los sucesos que ocurrieron cuando el obispo Melandriano fue en persona a la plataforma Tres-veinte-seis?
F. C. DE SOYA:
El obispo Melandriano estaba furioso. Ordenó a los efectivos de Pax que yo había llamado que liberasen al capitán Powl y los demás. Yo anulé esa orden. El obispo Melandriano rehusó reconocer la autoridad en mí delegada por el disco papal. Tuve que arrestar temporalmente al obispo y enviarlo al monasterio jesuita que se encuentra en una plataforma que está a seiscientos kilómetros del polo sur del planeta. Las tormentas y otras contingencias impidieron que el obispo se marchara en varios días. Cuando se marchó, la investigación había concluido.
INQUISIDOR:
¿Y qué resultados arrojó la investigación?
F. C. DE SOYA:
Entre otras cosas, demostró que el obispo Melandriano había recibido grandes pagos en efectivo de los cazadores furtivos de la jurisdicción de la plataforma Tres-veinte-seis. También demostró que Powl, director de la plataforma, había seguido instrucciones del obispo Melandriano al realizar actividades ilegales con los cazadores y al extorsionar a los pescadores visitantes.
INQUISIDOR:
¿El padre capitán presentó estas acusaciones al obispo Melandriano?
F. C. DE SOYA:
No.
INQUISIDOR:
¿Las presentó ante la arzobispo Kelley?
F. C. DE SOYA:
No.
INQUISIDOR:
¿Las presentó ante el comandante de la guarnición de Pax?
F. C. DE SOYA:
No.
INQUISIDOR:
¿Puede el padre capitán explicar estas omisiones a los requerimientos del código de conducta de la Flota de Pax y las reglas de la Iglesia y la Sociedad de Jesús?
F. C. DE SOYA:
La participación del obispo en estos delitos no era el eje de mi investigación. Entregué al capitán Powl y los demás al comandante de la guarnición porque sabía que sus causas se tratarían con celeridad e imparcialidad bajo el código de justicia militar de la flota. También sabía que mis denuncias contra el obispo Melandriano, ya estuvieran encuadradas dentro del código civil de Pax o de los procedimientos judiciales de la Iglesia, requerirían mi presencia en Mare Infinitus durante semanas o meses. La misión no podía esperar tanto. Juzgué que la corrupción del obispo era menos importante que perseguir a la niña.
INQUISIDOR:
¿Comprende el padre capitán la gravedad de estas acusaciones no sustanciadas ni documentadas contra un obispo de la Iglesia Católica Romana?
F. C. DE SOYA:
Sí.
INQUISIDOR:
¿Y qué lo indujo a abandonar su anterior itinerario de búsqueda y llevar el correo
Rafael
al sistema de Hebrón, controlado por los éxters?
F. C. DE SOYA:
De nuevo, una corazonada.
INQUISIDOR:
Que el padre capitán se explaye.
F. C. DE SOYA:
No sabía adónde se había teleyectado la niña después de Vector Renacimiento. La lógica indicaba que la nave había quedado atrás y ellos habían continuado por el río Tetis con otros medios, tal vez la alfombra voladora, más probablemente un barco o balsa. Ciertas pruebas recogidas en la investigación del vuelo de la niña antes y después del cruce de Mare Infinitus sugerían una conexión con los éxters.
INQUISIDOR:
Que el padre capitán se explaye.
F. C. DE SOYA:
Primero, la nave espacial. Era de diseño de la Hegemonía, una nave interestelar particular, aunque semejante cosa resulte increíble. Sólo se entregaron algunas durante la historia de la Hegemonía. La más parecida a esta nave fue obsequiada a un cónsul de la Hegemonía décadas antes de la Caída. Este cónsul fue inmortalizado en aquel poema épico, los
Cantos
, compuesto por el ex peregrino de Hyperion Martin Silenus. En los
Cantos
el cónsul cuenta una historia donde traiciona a la Hegemonía haciéndose espía de los éxters.
INQUISIDOR:
Que el padre capitán continúe.
F. C. DE SOYA:
Había otras conexiones. El sargento Gregorius fue enviado al mundo de Hyperion con pruebas forenses que identificaban al hombre que presuntamente viajaba con la niña. Se trata de un tal Raul Endymion, nativo de Hyperion y ex integrante de la Guardia Interna de Hyperion. Hay ciertos contactos entre el nombre Endymion y obras del padre de la niña, el abominable cíbrido Keats. Una vez más llegamos a los
Cantos
.
INQUISIDOR:
Que el padre capitán continúe.
F. C. DE SOYA:
Bien, había otra conexión. El dispositivo volante capturado después de la fuga y presunta muerte de Raul Endymion en Mare Infinitus...
INQUISIDOR:
¿Por qué el padre capitán habla de «presunta muerte»? Los informes de todos los testigos oculares de la plataforma dicen que el sospechoso recibió disparos y cayó al mar.
F. C. DE SOYA:
El teniente Belius había caído antes al mar, pero hallaron sangre y fragmentos de tejido del teniente en la alfombra voladora. Sólo una pequeña cantidad de sangre cuyo ADN se corresponde con el de Raul Endymion se encontró en la alfombra voladora. Mi teoría es que Endymion intentó rescatar al teniente Belius, o bien que éste lo sorprendió de alguna manera, que ambos lucharon en la alfombra, que el sospechoso Raul Endymion fue herido y cayó de la alfombra antes de que disparasen los guardias. Creo que fue el teniente Belius quien fue abatido por el fuego de los dardos.