Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos (31 page)

BOOK: Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos
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E
l 16 de marzo de 1956, la policía japonesa detuvo a Hideo Minegishi acusado de robar un gran número de botas, fundas de cámaras fotográficas, cubiertas de bicicleta y otros objetos de caucho. Lo sorprendente del asunto es que el ciudadano nipón los robaba para comérselos. Al parecer, según su propia confesión, comenzó a comer este tipo de artículos en su infancia, pero su afición se vio acrecentada tras sufrir una crisis emocional. Entre sus
hazañas
más comentadas estuvo la de que, en cierta ocasión, provocó un accidente ferroviario al comerse las fundas de goma del freno de aire comprimido del tren en que viajaba.

E
l atleta griego del siglo VI a. de C. Milón de Cretona venció en seis pruebas distintas de los Juegos Olímpicos y en siete de los Juegos Píticos. Según cuenta la leyenda, tras la última de sus victorias olímpicas, dio una vuelta al estadio cargado con un buey (o, según otras fuentes, más moderadas, un novillo de tres años), lo mató de un puñetazo en la cabeza, lo hizo asar y luego se lo comió entero. De este forzudo se asegura también que era capaz de romper una fuerte cuerda anudada a su cabeza con el simple esfuerzo muscular sin ayuda de sus manos. Ninguna de estas hazañas sería inverosímil de hacer caso a la leyenda según la cual comía al día siete kilos y medio de carne y ocho de pan, trasegándolos con unos quince litros de vino.

E
l mayor mérito histórico por el que es recordado el nombre del general romano Lucio Lucinio Lúculo (109-56 a. de C.) es el de haber hecho popular la costumbre de vomitar en los banquetes a fin de prolongar la duración de sus extravagantes festines.

S
imón o Simeón
El Estilita
(h. 521-597) pasó los últimos 45 años de vida encaramado sobre una columna de diez metros de altura, enclavada en el Alto de las Maravillas, cerca de la ciudad de Antioquía, en Siria. Aunque existe cierta confusión con los verdaderos datos biográficos de este personaje, puesto que hay hasta tres distintos anacoretas que son conocidos por el nombre de Simón
El Estilita
, al parecer, la vida de mortificación del que nos ocupa comenzó una Pascua en que decidió ayunar durante los cuarenta días. Para no flaquear en su voto, se hizo atar a una roca a la que permaneció ligado durante todo ese tiempo. Al finalizar el ayuno voluntario, y viendo que ninguna de las órdenes religiosas y monacales existentes le ofrecía el austero y ascético modo de vida que él buscaba, decidió marchar al desierto y hacer su hogar sobre una columna para aislarse totalmente del mundo. En ella, cubierto con la piel de un animal por todo abrigo, comía exclusivamente lo que tenían a bien ofrecerle los pocos que pasaban por allí. Para facilitar esa muestra de caridad, se hizo construir un rudimentario ascensor del que se servía para recibir los donativos. Fue tal su fama de santo varón que acudieron a verle muchos grandes personajes de la época, entre ellos el Papa León I y el emperador Teodosio. Siglos después, el ateo Luis Buñuel (ateo «gracias a Dios», como él mismo solía decir) dedicó una famosa película a narrar su ascética y, cuanto menos, curiosa vida.

U
na tal Ida Maitland (1898-1932) es considerada como una de las mujeres más obesas de quien se tenga constancia. Según los datos de que se dispone, que nunca pudieron ser verificados médicamente, llegó a pesar 413 kilos 200 gramos, midiendo su contorno pectoral 3,86 metros. Y aunque resulte muy difícil de creer, se cuenta además que murió cuando trataba de recoger un trébol de cuatro hojas.

S
egún el Libro Guinness de los Récords, Henrietta Howland Green podría ser la candidata más calificada que recuerda la historia a ostentar el récord de tacañería y avaricia. Por ejemplo, provocó que a su hijo tuvieran que amputarle una pierna porque se entretuvo en exceso buscando un hospital gratuito donde le atendieran. Otro ejemplo: su desayuno habitual consistía en copos de avena fríos, para no tener que gastar gas calentándolos. Todo ello sería curioso, pero no excesivamente, si no se tuviera en cuenta que se ha calculado que poseía una fortuna de al menos 95 millones de dólares.

E
l guardabosques estadounidense Roy C. Sullivan fue alcanzado siete veces en su vida por un rayo. La primera vez (1942) sólo sufrió la pérdida de la uña del dedo gordo de un pie; en la segunda (1969) se le quemaron las cejas; en la tercera (1970) sufrió quemaduras en el hombro izquierdo; en la cuarta (1972) se le quemó el pelo; en la quinta (1973) de nuevo se le quemó el pelo y también las piernas; en la sexta (1976) resultó herido en un tobillo, y en la séptima y última (1977) sufrió quemaduras en el pecho y en el estómago. Tras sobrevivir a tantos y tan peligrosos accidentes, Sullivan, se dice que desilusionado por un desengaño tras una
tormentosa
relación amorosa, se suicidó finalmente en 1 983 disparándose un tiro.

E
l estadounidense Charles Osborne (1894-1991) comenzó a padecer un ataque de hipo en 1922, mientras sacrificaba un cerdo. Desde entonces y hasta el 1 de mayo de 1991, fecha en que falleció por otras causas, el ataque no le remitió. Es decir, estuvo hipando continuamente (a un ritmo que oscilaba entre 20 y 40 hipos por minuto) durante más de 71 años de los 97 que vivió. A pesar de este
inconveniente
, Osborne contrajo dos matrimonios, de los que nacieron en total ocho hijos.

E
l faquir hindú Mastram Bapu («Padre Contento») permaneció sin moverse en el mismo punto de una cuneta en la aldea india de Chitra durante 22 años, entre 1960 y 1982.

S
egún las crónicas de la época, el espía francés Richebourg, que prestó importantes servicios en tiempos de la Revolución Francesa, medía sólo 58 centímetros. Por ello, solía infiltrarse entre las líneas enemigas en brazos de una colaboradora, disfrazado de bebé.

E
l gladiador liberto Publio Ostorio sobrevivió a 51 combates en la arena de Pompeya, marcando un verdadero hito de supervivencia en su arriesgada profesión.

L
a vacuna antirrábica, sobre la que comenzó a experimentar Louis Pasteur (1822-1895) a mediados del siglo XIX, fue administrada con éxito por primera vez en 1885 en la persona de un niño alsaciano, Joseph Meister, mordido en catorce lugares distintos por un perro rabioso. Este niño, al cabo del tiempo, llegaría a ser conserje del propio Instituto Pasteur. Cincuenta y cinco años después, en 1940, durante la ocupación alemana de París, un oficial del ejército invasor ordenó a este mismo Meister que abriera la cripta de Pasteur. Se asegura que, en vez de hacerlo, se suicidó.

E
ddie Gaedel pasa por ser el único enano que ha participado en una de las Ligas Mayores de béisbol americano. Este bateador de sólo 99 centímetros de altura (que vestía un uniforme con el dorsal 1/8) fue contratado por los
Saint Louis Browns
con la esperanza de aumentar la asistencia de público a los partidos de su equipo y bateó una sola vez, ganando una base tras lanzamientos fallidos del
pitcher
, en el partido que enfrentó a su equipo contra los
Detroit Tigers
el 19 de agosto de 1951. Ese mismo equipo fue también el primero en contratar los servicios, ese mismo año de 1951, de un psicólogo.

Claro que aun más raro es el caso de Hugh L. Daly que, entre 1882 y 1887, fue jugador profesional de béisbol, estando enrolado en diversos equipos de las Ligas Mayores como segunda base y
short stop
. Lo asombroso es que Daly sólo tenía un brazo.

L
a cocinera suizo-norteamericana Mary Mallon (1885-1938), portadora del virus de la fiebre tifoidea, causó directamente 53 brotes de tifus en su periplo laboral por las cocinas de restaurantes y hospitales de diversas ciudades de los Estados Unidos entre 1875 a 1915, año en que fue internada definitivamente en un hospital. En 1907 fue puesta en custodia por primera vez, pero fue liberada tres años más tarde con la condición de que cambiase de profesión para siempre. En 1915, fue nuevamente encarcelada tras desatarse una fatal epidemia en el hospital en que trabajaba incumpliendo la prohibición. Fue mantenida en cuarentena por las autoridades sanitarias estadounidenses durante 23 años, hasta su muerte. Sin embargo, ella misma nunca llegó a desarrollar la enfermedad. Con trágica justicia fue conocida como
María Tifoidea
.

E
l ciudadano austriaco Adam Rainer (1899-1950) medía solamente 118 centímetros a los 21 años. Pero a partir de ese momento comenzó a crecer a un ritmo inusitado. En 1931 ya medía 218 cm y al morir, en 1950, su altura llegó a ser de 234 cm.

S
egún el Libro Guinness, el ciudadano francés Michel Lotito, nacido en 1950, es conocido en todo el mundo como
El Cometodo
, por ser capaz de ingerir y digerir vidrio y metal sin mayores problemas. Los médicos que le han examinado creen que es capaz de digerir 900 gramos de metal diarios. Desde 1966 se ha comido, con testigos, cosas tan variadas como 10 bicicletas, un carrito de supermercado (en 4 días y medio), 7 televisores, 6 lámparas de techo y un avión ultraligero.

E
l
swami
hindú Manjgiri Maharaj permaneció 17 años seguidos, desde 1955 hasta noviembre de 1973, de pie durante una penitencia, en Shahjahanpur, en el estado indio de Uttar Pradesh. Se cuenta que su único descanso, que aprovechaba para dormir, era apoyarse en una tabla.

E
l síndrome de Munchausen es el nombre científico que los psicopatólogos dan al irrefrenable deseo de recibir asistencia médica. El caso más famoso de un enfermo acuciado por este síndrome tuvo por protagonista al inglés William McIlroy (1906-1983) que se sometió a lo largo de su vida a 400 intervenciones de todo tipo y estuvo internado en 100 hospitales distintos, bajo 22 nombres falsos. El mayor periodo de tiempo que permaneció sin hospitalizar fue de seis meses. En 1979, superó súbitamente su síndrome, afirmando públicamente que «estaba harto de tanto hospital»… tras lo cual se recluyó en un asilo geriátrico.

Perversidad, corrupción y libertinaje

S
in duda, el más enorme (y atroz) genocidio perpetrado en la historia moderna, en términos de porcentaje de población desaparecida, es el llevado a cabo por los Jemeres Rojos en Camboya. Según estimaciones realizadas por personajes pertenecientes a aquel gobierno, entre el 17 de abril de 1975 y enero de 1979 fueron asesinados más de un tercio de los 8 millones de habitantes de aquella nación del sudeste asiático. Bajo el mandato supremo de Pol Pot, los jemeres abolieron las ciudades, el dinero y las propiedades privadas, y se ejecutó sumariamente a bayonetazos o a palos a miles de personas por crímenes tan
nefandos
como dormirse de día, hacer demasiadas preguntas, tocar música no comunista, ser viejo, débil o enfermo, ser hijo de un
indeseable
o estar demasiado bien educado (síntoma de ser un burgués capitalista).

A
juzgar por el testimonio de sus biógrafos (no siempre objetivos ni totalmente fiables), la emperatriz romana Valeria Mesalina (25-48) es, sin duda, uno de los mejores ejemplos, en el mundo clásico, de la perversión y la ninfomanía más desatadas. Mesalina se convirtió a los quince años en la cuarta esposa de Claudio I (10 a. de C.-54), que a la sazón tenía ya cincuenta. Un año después de la boda, Claudio, a su pesar, fue nombrado emperador en sustitución de su sobrino asesinado, Calígula. Entretenido en las labores de emperador, a las que se dedicó con verdadero esfuerzo y notable éxito para lo que venía siendo habitual, y aunque muy enamorado de su nueva mujer, lo cierto es que ésta, Mesalina, campó a sus anchas, dando rienda suelta a su lubricidad y lujuria. Insatisfecha con sus amoríos constantes con los más jóvenes cortesanos (muchos de los cuales murieron por haber accedido a sus deseos; mientras otros tantos lo hacían por haberse negado), acudía todos los días a uno de los más zafios burdeles de Roma, situado en el barrio de peor fama, Suburra, donde, bajo el nombre
artístico
de Lycisca, y adornada con la peluca de color azafrán distintiva de las prostitutas romanas, vendía sus favores a quien quisiera comprarlos, generalmente gladiadores y obreros de los muelles del Tíber. En una ocasión, tras cruzar una apuesta con una famosa cortesana de la época, Mesalina tuvo relaciones sexuales consecutivas en público con 25 hombres. En palabras del historiador Suetonio, esta actividad incesante dejaba a la emperatriz
lassata, sed non satiata
(es decir, «cansada, pero no saciada»). Con la edad, Mesalina fue, lógicamente perdiendo su lozanía, contra lo que ella luchó denodadamente, sirviéndose de cuantos cosméticos y remedios estaban a su alcance. A ese respecto, Marco Valerio llegó a decir: «las tres cuartas partes de sus encantos se hallan en las cajas de su tocador. Cada noche se quita los dientes, así como la ropa. Sus atractivos están en cien potes diversos. Su cara no se acuesta con ella». Finalmente, Mesalina fue asesinada a instancias del emperador por Narciso, el principal favorito imperial, cuando, en su ausencia, y tras haberle engañado para conseguir el divorcio (con el falso propósito de escapar de un augurio sobre la próxima muerte de su marido), se casó con Cayo Silio, un cónsul que la había iniciado en el arte de amar a los catorce años.

G
eneralmente, se suelen poner como ejemplo de excentricidad, crueldad y locura las respectivas vidas de los emperadores romanos Calígula, Claudio y Nerón; pero relacionada con todos ellos está la figura histórica cie Agripina
La Joven
(15-59), que no se queda ciertamente atrás en esas características. Agripina fue educada por su abuela y ya en su adolescencia fue sospechosa de mantener relaciones incestuosas con su hermano, Calígula, y adúlteras con su cuñado, Lépido. Tras ello, contrajo un primer matrimonio, del que tuvo a Lucio Domicio Enobarbo (más tarde llamado, al llegar al trono imperial,
Nerón
). Se supone que Agripina envenenó a su segundo marido (Crispo Papierco) para poder casarse con su tío, el emperador Claudio I, quien a su vez había asesinado a su cuarta esposa, la ninfómana y libertina Valeria Mesalina. Agripina llegó a ejercer tal influjo sobre Claudio que consiguió que éste nombrase heredero al trono imperial a Nerón, en detrimento del legítimo sucesor, Británico. Cuando Nerón contaba dieciséis años de edad, Agripina envenenó a Claudio e hizo que su hijo fuera proclamado emperador. Durante algún tiempo continuó dominando los asuntos imperiales a su antojo hasta que Nerón, harto de los manejos de su madre, intentó envenenarla en tres distintas ocasiones y, finalmente, hizo que fuera asesinada.

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