El Triangulo de las Bermudas (4 page)

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Authors: Charles Berlitz

Tags: #Ensayo, #Ciencia Ficción

BOOK: El Triangulo de las Bermudas
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Sin embargo, durante sus investigaciones posteriores, Ford halló una prueba desusada de lo transmitido, en una transcripción de los mensajes enviados por el avión a la torre y que fue incluida en un informe elaborado más tarde debido a la presión de los padres de los aviadores perdidos. El documento, de carácter oficial y secreto —el cual, según Ford, sólo pudo examinar en parte—, contenía al menos una frase «No vengan por mí…» en común con el texto que le había proporcionado el radioaficionado civil y que, de manera muy significativa, no había sido revelado con anterioridad. Este misterio adicional, que sugiere posibles interferencias de otros mundos, encuentra eco en más que unas pocas de las otras desapariciones.

Así como ha habido numerosos barcos y embarcaciones de placer desaparecidos en la zona del Triángulo de las Bermudas antes y después de este incidente, cabe hacer notar que los desastres ocurridos simultáneamente a los Avengers y al Martin Mariner constituyeron la primera ocasión en que se vieron afectados aviones y en que hubo tantas y tan eficientes unidades de aire, mar y tierra realizando una búsqueda tan extensa y acuciosa, aunque infructuosa. Este incidente hizo que se intensificasen los esfuerzos de rescate en el caso de las desapariciones de aviones que habrían de producirse con posterioridad, no sólo con el propósito de salvar a los sobrevivientes, sino también de averiguar, una vez transcurrido el tiempo probable de supervivencia, qué les había ocurrido.

Después de lo sucedido al Vuelo 19, parece que las desapariciones de aviones comerciales, privados y militares se siguen produciendo con inquietante regularidad, agregándose al desvanecimiento «normal» de barcos grandes y pequeños, que se ha estado produciendo durante años. Ahora, sin embargo, gracias a los equipos de rescate aeromarítimo, a las comunicaciones radiales con la base, a los instrumentos más sofisticados y a los métodos de rastreo más desarrollados, cada desaparición es investigada con mucha mayor minuciosidad.

El 3 de julio de 1947, un C-54 del Ejército de los Estados Unidos con una tripulación de seis hombres, que volaba en una misión de rutina, desde las Bermudas a la base aérea Morrison del Ejército, desapareció en algún lugar entre las Bermudas y Palm Beach. Su última posición conocida fue a unos 160 kilómetros de las Bermudas. Se inició de inmediato una búsqueda aeromarítima intensiva, con participación del Ejército, la Marina y la Guardia Costera y con unidades que cubrieron 260.000 kilómetros cuadrados de mar.

Sin embargo, salvo algunos cojines y una botella de oxígeno que no fueron identificados como parte del equipo del avión perdido, no se hallaron restos de naufragio ni manchas de aceite.

Al producirse nuevas desapariciones, pareció notarse una característica coincidente y alarmante en la mayoría de los casos ocurridos dentro de la zona del Triángulo: solían ocurrir dentro del período turístico y de mayor afluencia a los hoteles, desde noviembre hasta febrero. Y lo que resultó aún más asombroso fue la comprobación de que muchas de las pérdidas se produjeron algunas semanas antes o después de Navidad. Un cuadrimotor de pasajeros del tipo Tudor IV, perteneciente a la British South American y que era un bombardero Lancaster, transformado, llamado
Star Tiger
, desapareció en vuelo entre las Azores y las Bermudas el 29 de enero de 1948. Llevaba seis tripulantes y veintiséis pasajeros, entre ellos Sir Arthur Gunningham, un Mariscal del Aire de la Segunda Guerra Mundial y excomandante de la Segunda Fuerza Aérea Táctica de la Real Fuerza Aérea. El
Star Tiger
debía aterrizar en Kingley Field, islas Bermudas; a las 10.30 de la noche, poco antes de su ETA
(Estimated Time of Arrival
, hora estimada de arribo), el piloto se comunicó por radio con la torre de control y su mensaje incluyó las siguientes palabras:

«Tiempo y rendimiento excelentes" y "Arribo supuesto dentro de itinerario».

Según su informe, la posición del avión era de 600 kilómetros al nordeste de las Bermudas.

No hubo nuevos mensajes, pero el
Star Tiger
no llegó. No se recibió ningún mensaje de emergencia, ni tampoco alguna señal de que el avión no estuviese funcionando perfectamente y en condiciones óptimas. Alrededor de la medianoche, el
Star Tiger
fue puesto en lista de atraso y, al día siguiente, 13 de enero, se inició una operación masiva de rescate y rastreo. Treinta aviones y diez barcos registraron minuciosamente la zona durante varios días, sin éxito. El 31 de enero fueron avistadas algunas cajas y tambores de aceite vacíos, al noroeste de las Bermudas. No obstante, si hubiesen pertenecido al
Star Tiger
, querría decir que estaba volando cientos de kilómetros fuera de su rumbo en el momento en que fue atacado por algo y, además, debe recordarse que en su último contacto con la torre, el piloto había anunciado que no ocurría nada irregular con respecto a su rumbo o al comportamiento del avión.

Mientras se desarrollaba la infructuosa búsqueda, hubo gran número de radioaficionados a lo largo de la costa Atlántica y del interior, que recogieron un mensaje mutilado, cuyas palabras eran deletreadas como puntos numerados, como si alguien estuviese operando el transmisor pero sin saber Morse. Los puntos querían decir «Tiger».

Hubo un informe de una base de la Guardia Costera de Newfoundland que resultó aún más misterioso. Cuando los breves toques del morse se interrumpieron, alguien pareció enviar un mensaje verbal, pronunciando solamente las siguientes letras: G-A-H-N-P.

Estas eran las siglas del
Star Tiger
.

Se presumió que estos mensajes eran falsos, especialmente porque había que tomar en cuenta la conocida conducta desvariada y lunática de ciertos individuos que siguen con deleite los desastres. Sin embargo, cuando uno recuerda el débil mensaje recibido en Miami, horas después del desaparecimiento del Vuelo 19, surge una inquietante similitud.

Aquel mensaje contenía las letras de la sigla del vuelo, casi como si se hubiese enviado o retransmitido un mensaje final desde una distancia mucho mayor, en el espacio o el tiempo, que la que podía indicar la ubicación en que los aviones habían desaparecido.

Fue designado un Tribunal Investigador, bajo la dirección de Lord Macmillan, para que pesquisara la pérdida del
Star Tiger
. El nombramiento lo hizo el ministro británico de Aviación Civil y su informe fue publicado ocho meses después de la desaparición del avión. Sus conclusiones fueron que no parecía haber fundamentos para suponer que el
Star Tiger
hubiese caído al mar, a causa de un fallo mecánico o de la radio, falta de combustible, perturbaciones meteorológicas, errores de altimetría o incapacidad para seguir su curso, por nombrar sólo algunas posibilidades. En cuanto al diseño y fabricación del Tudor IV, no había tampoco base, según el informe, «para suponer que al diseñar el avión Tudor IV, o al fabricar aquel Tudor IV en particular, el
Star Tiger
, se hubiesen cometido errores u omisiones técnicas o que pudieran considerarse contrarias a la buena práctica convenida…».

El dictamen final del tribunal puede considerarse igualmente aplicable a otras desapariciones de aviones ocurridas en el Triángulo, antes y después de la del
Star Tiger
: Realmente, podría decirse que hasta ahora no se había presentado para su investigación un caso tan desconcertante. Ante la completa ausencia de pruebas dignas de fe en relación con la naturaleza o la causa del desastre del Star Tiger, el tribunal no ha podido hacer más que sugerir posibilidades, ninguna de las cuales llega siquiera al nivel de probabilidad. En todas las actividades que suponen la cooperación de hombre y máquina, hay dos elementos que influyen y que tienen muy distinto carácter. Uno es el factor, imposible de calcular, relativo a la actuación humana y que depende de circunstancias cuyo conocimiento es imperfecto. El otro es el elemento mecánico, sujeto a leyes muy diferentes. Podría ocurrir un accidente en cualquier de los dos, o en ambos a la vez. O bien, alguna causa externa podría hacer perder el control, tanto al hombre como a la máquina. Nunca se sabrá lo que sucedió en este caso.

Por una coincidencia extraordinaria, y bastante inquietante, que se produjo doce días antes del primer aniversario de la desaparición del
Star Tiger
, el avión gemelo, el
Star Ariel
, desapareció en un vuelo entre las Bermudas y Jamaica, el 17 de enero de 1949, con siete tripulantes y trece pasajeros a bordo. Su itinerario completo era desde Londres a Santiago de Chile, y la escala en las Bermudas respondía a la necesidad de cargar combustible suficiente para otras diez horas de vuelo. Cuando el Star
Ariel
salió de las Bermudas a las 7.45 de la mañana, el mar estaba en calma y las condiciones meteorológicas eran buenas. El capitán envió el siguiente informe rutinario de vuelo a las Bermudas alrededor de 55 minutos después del despegue:

Este es el capitán McPhee, a bordo del «Ariel», rumbo a Kingston, Jamaica, desde las Bermudas. Hemos alcanzado altura de crucero. Buen tiempo. Hora estimada de arribo a Kingston dentro de itinerario… Voy a cambiar de frecuencia radial para ponerme en contacto con Kingston…

Pero no hubo nuevos mensajes del Star
Ariel
, ni entonces ni nunca.

Cuando se inició la búsqueda de este avión, había una flota de la Marina de los Estados Unidos operando en la misma zona. Dos portaviones enviaron sus aparatos para unirse a los de la Fuerza Aérea y la Guardia Costera que habían salido desde numerosos puntos a lo largo de la costa Atlántica y a los aviones británicos enviados desde las Bermudas y Jamaica.

Cruceros, destructores y el acorazado norteamericano
Missouri
se unieron también a la búsqueda en la superficie, lo mismo que los barcos británicos y los mercantes que se hallaban en aquel momento en la región. Se envió un radiograma a todos los buques que navegasen por la zona:

EL AVIÓN CUADRIMOTOR STAR ARIEL/GAGRE, DE LA BRITISH SOUTH AMERICAN

AIRWAYS, QUE PARTIÓ DE LAS BERMUDAS 1242 GMT 17 ENERO RUMBO JAMAICA RUTA GRADOS DOS UNO SEIS FUE SITUADO POR ÚLTIMA VEZ CUANDO ESTABA APROXIMADAMENTE A 15 MILLAS AL SUR DE BERMUDAS Y A LAS 1337 GMT 17 ENERO.

SOLICÍTASE TODOS LOS NAVÍOS INFORMAR ESTA BASE HALLAZGO CUALQUIER RESTO

FLOTANTE TIPO TAPICERÍA CABINA Y COJINES COLOR AZUL, BOTES SALVAMENTO AVIÓN

COLOR AMARILLO, CHALECOS SALVAVIDAS COLOR MARRÓN OSCURO, TODO MARCADO

BSAA, O CUALQUIER VESTIMENTA FLOTANTE.

72 aviones de reconocimiento, en estrecha formación y algunas veces tocando «ala con ala" cubrieron 390.000 km2 de océano, en un área que comenzaba en las proximidades del último informe radial y seguía por el Sudoeste, rumbo a Jamaica. No pudieron descubrir ni una sola evidencia que pudiera ser identificada con el avión perdido. Un avión británico y otro norteamericano informaron acerca de "una extraña luz» en el mar, el 18 de enero, pero las unidades de búsqueda y rescate enviadas a los alrededores no hallaron nada y la Fuerza Aérea suspendió sus operaciones de rastreo el 22 de enero.

El hecho de que estos dos aviones británicos de pasajeros (ambos pertenecientes a la misma compañía, la British South American Airways) se perdieran, con una diferencia de casi un año, en la misma área, dio lugar a sospechas de sabotaje. Más tarde se habría pensado inmediatamente en un caso de piratería aérea. Esta posibilidad, al igual que el entrenamiento del piloto y la tripulación, el funcionamiento de los instrumentos y las condiciones meteorológicas, fueron pesquisadas por una Junta Investigadora, o Comité Brabazon, que no encontró nada desfavorable ni tampoco, halló indicio alguno: «…Falta absoluta de pruebas. No se encontró rastro alguno del desastre. Se ignora la causa del accidente del
Star Ariel
».

Una de las teorías que se discutieron entonces consistía en que el bromuro metílico de los extinguidores había penetrado accidentalmente en el sistema de presión y, tras circular por él, causó una explosión. Esta podría haber sido la causa de un accidente muy raro en un avión, tal vez, pero no en los muchos otros que han desaparecido en la misma zona.

El hecho de que la búsqueda del
Star Ariel
haya sido tan masiva se explica, entre otras razones, porque en la mañana del 28 de diciembre de 1948 había desaparecido otro avión de pasajeros, un DC3 alquilado que cubría la ruta San Juan-Miami y llevaba 36 personas a bordo, entre pasajeros y tripulantes. La infructuosa búsqueda de este avión fue realizada por más de cuarenta aviones militares y numerosos barcos, que recorrieron más de 480 mil kilómetros de costa y océano, y había sido suspendida sólo una semana antes del desaparecimiento del
Star Ariel
. Las circunstancias que rodearon el incidente del DC3 resultaron aún más sorprendentes que las de los otros aviones perdidos. Como en los demás casos, el tiempo era excelente y la noche estaba clara. El avión despegó a las 10.30 de la noche del 27 de diciembre. En un momento del vuelo nocturno, el capitán del avión, Robert Linquist, transmitió el siguiente comentario por radio: «¿Qué les parece? ¡Todos estamos cantando villancicos navideños!» (recuérdese la coincidencia de la época de desaparición de la mayoría de los aviones).

La torre de Miami recibió otro mensaje del DC3, a las 4.13 de la madrugada del 28.

Decía: «…Nos acercamos a la pista… Sólo 50 millas (80 km) hacia el Sur… Ahora podemos ver las luces de Miami. Todo anda bien. Esperaremos instrucciones para aterrizar…».

No volvió a oírse nada del avión, y una investigación que se llevó a cabo por tierra y mar, no consiguió encontrar ni un rastro de accidente. Por cierto, no hubo sobrevivientes ni indicios de lo que pudo ocurrir a la tripulación y los pasajeros. Puesto que el capitán comunicó que el avión se hallaba a sólo 80 kilómetros al sur de Miami, resulta todavía más notable que no se produjese una explosión, ni una llamarada, ni se escucharan las señales de SOS o MAYDAY. Por otra parte, el lugar en que el avión desapareció está situado sobre los Cayos de Florida, donde las aguas cristalinas y de una profundidad de sólo siete metros habrían contribuido a la localización e identificación del avión. Este habría de ser uno de los diversos casos en que avión y pasajeros se «desmaterializarían», estando casi al alcance de un aeropuerto, o en que un barco, como veremos en el próximo capítulo, se desvanecería estando a la vista de su puerto de arribo.

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