El adepto es un creador en materia mental, un promotor de impulsos en el plano mental, produciendo resultados en la manifestación astral o física. Estos resultados son poderosos y efectivos, de ahí la necesidad de que su originador tenga una mentalidad pura, exactitud al hablar y habilidad en la acción. Cuando el solicitante comprenda esto, se operarán inmediatamente importantes cambios en su vida diaria, los cuales podrían ser enumerados de acuerdo a su utilidad práctica:
El solicitante a la iniciación debe abocarse al estudio de los sonidos y las palabras, sagradas o no, y sobre todo deberán hacerlo intensamente los grupos esotéricos a formarse.
Regla Ocho
Cuando el discípulo se acerca al Portal, los siete mayores deben despertar y evocar, sobre el doble círculo, respuesta de los siete menores.
Esta regla es muy difícil y entraña un peligro para el hombre que trata de seguir prematuramente el sendero final. Textualmente, puede interpretarse así: que el iniciado en ciernes debe desarrollar en cierto modo la vibración de los siete centros de la cabeza, y poner así en acrecentada actividad vibratoria los siete centros del cuerpo en el plano etérico, afectando, por medio de la recíproca vibración los siete centros físicos, que inevitablemente quedarán estimulados cuando los centros etéricos lleguen a su máxima vibración. No es necesario extendernos sobre este punto, pues basta señalar que a medida que los siete centros de la cabeza responden al Ego (Yo Superior), los siete centros siguientes:
son también afectados, dentro de las líneas de purificación y control. Esto producirá resultados en los órganos estrictamente físicos, a través de los cuales funciona el hombre en el plano físico. Por ejemplo, el hombre puede transferir conscientemente el fuego creador y la energía desde los órganos genitales a la garganta, o mediante el control consciente del corazón, que produce la suspensión de la acción del cuerpo físico. Esto no se logra por las prácticas del Hatha Yoga o el enfoque de la atención en los órganos físicos, sino cuando se ha desarrollado el control, por el Dios interno, que actúa a través del control coronario, dominando así todo lo que debe conocerse referente a la energía y sus puntos.
Por lo tanto, el solicitante aplicará todas sus energías al desarrollo de la vida espiritual, y éste será el resultado del recto pensamiento, la meditación y el servicio. Por el estudio profundo de todo lo que debe conocerse referente a la energía y sus puntos focales, coordinará su vida de modo que la vida del espíritu podrá fluir a través de ella. Este estudio sólo puede emprenderse actualmente sin peligro en forma grupal y bajo la guía de un instructor. Los estudiantes se comprometerán a no permitir experimentar con sus vidas ni a jugar con los fuegos del cuerpo. Sólo se dedicarán a la comprensión teórica y a una vida de servicio.
Los centros se desarrollarán entonces normalmente, mientras el solicitante procura amar a sus semejantes en verdad y de hecho, a servir de todo corazón, a pensar inteligentemente y a vigilarse a sí mismo. También observará y anotará todo lo que en su vida interna le parezca relacionarse con la evolución de los centros. El instructor revisará estas notas, hará el comentario, buscará las deducciones, y los informes así obtenidos se archivarán para servir de referencias al grupo. De este modo se puede acumular mucho conocimiento útil.
El solicitante que abuse del conocimiento, que se dedique a "las prácticas respiratorias para el desarrollo mediumnímico" o a concentrarse en los centros, fracasará inevitablemente en su empeño de llegar al portal, y pagará el precio con su cuerpo, con perturbaciones mentales, condiciones neurasténicas y diversas dolencias físicas.
Regla Nueve
Que el discípulo se fusione dentro del círculo de los demás yoes. Que se fusione en un solo color y aparezca su unidad. Sólo cuando el grupo es conocido y presentido, la energía puede emanar sabiamente.
Todos los discípulos y aspirantes a la iniciación deben encontrar ese grupo particular de servidores al que pertenecen en el plano interno, reconocerlos en el plano físico y unirse a ellos en bien de la humanidad. Este reconocimiento se basará en:
A primera vista esta regla parece ser una de las más sencillas, aunque no lo sea en la práctica. Errores se cometen fácilmente, y trabajar armoniosamente en el alineamiento de un grupo no es tan simple como parece. Aunque haya vibración y relación egoicas, no obstante, quizás las personalidades no armonicen. Por lo tanto, el trabajo del solicitante consiste en esforzar el aferramiento de su Ego (Yo Superior) sobre su personalidad (yo inferior), para posibilitar la relación esotérica del grupo en el plano físico, lo cual se conseguirá por la disciplina de su propia personalidad, y no corrigiendo a sus hermanos.
Regla Diez
La Hueste de la Voz, los Devas, en sus graduadas filas, trabajan incesantemente. Que el discípulo se dedique a considerar sus métodos; que aprenda las reglas por las cuales la Hueste trabaja dentro de los velos de maya.
Esta regla se refiere al trabajo de investigación esotérica, lo cual deben realizar en un momento u otro, quienes buscan la iniciación. Aunque no es prudente para el que no está iniciado, inmiscuirse en la evolución paralela de los Devas, sin embargo, es necesario y seguro investigar el procedimiento seguido por los constructores, y los métodos que emplean al reproducir a través del cuerpo etérico, el arquetipo de lo que denominamos manifestación física: sus grupos deben ser conocidos teóricamente v también considerarse los sonidos que los ponen en actividad. Por lo tanto, se requiere que todos los solicitantes hagan un estudio organizado de:
Regla Once
Que el discípulo transfiera el fuego del triángulo inferior al superior y preserve aquello que es creado por el fuego en el punto medio.
Esto literalmente significa que el iniciado controle lo que se entiende generalmente por impulso sexual y la transferencia del fuego que ahora vitaliza normalmente los órganos genitales, al centro laríngeo, llegando a la creación en el plano mental, por medio de la mente. Aquello que se ha de crear, debe ser nutrido y mantenido por la energía amor de la naturaleza, emanada del centro cardíaco.
El triángulo inferior mencionado es:
Mientras que el superior, como se ha señalado es:
Esto puede ser interpretado por el lector superficial como el mandato de ser célibe, y la promesa, por el solicitante, de que se abstendrá de toda manifestación física del impulso sexual. Pero no es así. Muchos iniciados han logrado su objetivo cuando correcta e inteligentemente, participaron en la relación matrimonial. El iniciado cultiva una peculiar actitud mental, donde reconoce que todas las formas de manifestación son divinas, y que el plano físico es una forma de expresión divina como cualquiera de los planos superiores. Se da cuenta que la manifestación más íntima de la divinidad debe estar bajo el control consciente de la divinidad interna, y que todo acto debe ser regido por el esfuerzo de cumplir todos los deberes y obligaciones, supervisar toda acción y actuación y utilizar el vehículo físico, de modo que el grupo pueda ser beneficiado por ello y ayudado en su progreso espiritual, en la ley perfectamente cumplida.
No se puede negar que en ciertas etapas es aconsejable que el hombre logre perfecto control, en determinado sentido, por medio de una temporaria abstención, pero esto es un medio para un fin, que será seguido por etapas, cuando —obtenido el control— el hombre demuestre los atributos de la divinidad a través del cuerpo físico, y cada centro se use normal e inteligentemente para desarrollar los propósitos de la raza.
Los Iniciados y Maestros contraen matrimonio en muchos casos, y normalmente cumplen con sus deberes conyugales y domésticos como esposos y esposas, pero se controlan y regulan por el propósito y por la intención, y ninguno se deja llevar por la pasión ni el deseo. En el hombre perfecto, en el plano físico, todos los centros están completamente controlados, siendo su energía utilizada legítimamente. La voluntad espiritual del divino Dios interno es el factor principal; así habrá manifiesta unidad de esfuerzo en cada plano, por medio de todos los centros, para el mayor bien de un mayor número.
He tratado estos temas porque muchos estudiantes se confunden y adoptan una actitud mental que atrofia completamente la naturaleza física normal, o bien se entregan al libertinaje bajo el pretexto de "estimular los centros" y acrecentar el desenvolvimiento astral. El verdadero iniciado debe ser conocido por su prudente y santificada normalidad, por su constante conformidad con lo que es para bien del grupo, según las leyes del respectivo país, por el control y abstención de todo tipo de excesos y por el ejemplo de vida espiritual y rectitud moral que da a sus asociados, juntamente con la disciplina de su vida.
Regla Doce
Que el discípulo aprenda a utilizar su mano para servir; que busque en sus pies la marca del mensajero; que aprenda a ver con el ojo que observa, situado entre los dos ojos.
Esta regla parece fácil de interpretar a simple vista, como si se le ordenara al aspirante utilizar las manos para servir, los pies en los mandatos jerárquicos y desarrollar la clarividencia. Pero el verdadero significado es mucho más esotérico. Comprendiendo ocultamente, el "empleo de las manos" es la utilización de los chakras o centros de las palmas de las manos para:
Estos tres puntos requieren cuidadosa consideración, y los estudiantes occidentales pueden aprender mucho si estudian la vida de Cristo y consideran bus métodos al emplear Sus manos. Nada más se puede agregar, pues el tema es demasiado vasto, para que nos extendamos en este breve comentario.
La "señal del mensajero" en los pies, se refiere a ese bien conocido símbolo de las alas en los pies de Mercurio. Mucho se le revelará al estudiante sobre este tema en las escuelas esotéricas, que sintetiza todo cuanto se sabe acerca del Mensajero de los Dioses, y también se estudiará cuidadosamente la informacion que los estudiantes de astrología han adquirido sobre el planeta Mercurio y la que los estudiantes de esoterismo han reunido acerca de la ronda interna.
Superficialmente, la expresión "el ojo que observa, situado entre los dos", parece significar el tercer ojo que utilizan los clarividentes, pero su significado es mucho más profundo y se oculta en los siguientes hechos:
Por consiguiente, en su sentido más amplio, esta regla incita al aspirante a desarrollar la autoconciencia y a aprender a actuar, en cuerpo causal, en los niveles superiores del plano mental, controlando desde allí los vehículos inferiores y viendo claramente todo cuanto puede verse en el pasado y en el futuro en los tres mundos.
Regla Trece
El discípulo debe aprender y comprender cuatro cosas antes de serle revelado el misterio más recóndito: