Lo que os enseño a continuación lo he practicado con éxito cientos de veces en el campo del sargeo.
MAG: Hola, chicas. ¿Cómo estáis?
MDLS: Oye. (Levantas las manos como si te dieras por vencido.) Te doy cien dólares si me libras de estas chicas.
(Las chicas dirán: «No, no. No te vayas. Te queremos». Se reirán y se abrazarán a ti, lo cual desmoralizará notablemente al macho alfa del grupo.)
MAG (parece estar dispuesto a luchar).
MDLS: Ja, ja. Dime, ¿estás buscando pelea o qué? Ja, ja. Vale, vale.
Espera un momento. Te diré lo que vamos a hacer. Primero echaremos un pulso y después haremos una competición de flexiones con una sola mano.
Entonces flexionas el brazo, sacando bola, mientras dices: «¿Chicas?». Ellas te aplaudirán y alabarán tu fuerza. El MAG quedará como un idiota, porque estás haciendo que parezca que intenta impresionar a las chicas con su fuerza.)
MAG: Tú sigue hablando, tío. A ver si tienes algo inteligente que decir.
MDLS: La verdad es que es difícil impresionaros, a los londinenses. Resultáis tan masculinos con vuestras camisas de rugby y vuestros zapatos brillantes. Tengo que reconocerlo; sois los mejores.
(El
objetivo
es ridiculizarlo con cualquier cosa que sepas de él, por irrelevante que sea. Así conseguirás que se sienta incómodo, y eso se reflejará en su lenguaje corporal.)
MAG: ¿Eso que llevas dibujado en la camisa no es un culo? Vas a necesitar mucha ayuda si no quieres que te lo rompan.
MDLS: Tienes razón, tío. Por eso me he fijado en ti. Te necesito, tío. Por favor, ayúdame. En cuanto te he visto, me he dado cuenta de que eres el elegido para proteger mi esfínter.
(De hecho, alguien me dijo exactamente esas palabras. Cuando te enfrentas a un MAG que sabe expresarse, tienes que superarte a ti mismo. Haz que parezca que se está esforzando por hacerse amigo tuyo o bromea sobre la posibilidad de contratarlo para hacer trabajos propios de un macho beta. Di cosas como: «Eres un gran actor cómico». O: «Tío, eso es fantástico. Podrías diseñarme una página web o algo así».)
MAG (empieza a darte pequeños empujones para demostrar su superioridad).
MDLS: Tío, me siento halagado, pero no me gustan los tíos. Te has equivocado de local. El bar gay está en la calle de al lado. Aquí se mira, pero no se toca.
(Las chicas se ríen de él. Él insiste en que no es gay.)
MAG (acerca su cara a la tuya con gesto amenazante).
MDLS (no haces nada. Permaneces tranquilamente donde estás sin decirle nada. Si él insiste en hacerse el alfa y tú lo ignoras, acabará pareciendo un beta que se esfuerza demasiado por atraer tu atención. Otro truco posible consiste en hacerles gestos a las chicas, como diciéndoles: «Vamonos de aquí» [míralas como se miran entre sí cuando tú tienes una aproximación fallida y se irán contigo]).
Más pistas:
Si hay un MAG dentro de un set, el
objetivo
siempre es neutralizarlo. Pero si el MAG acaba de incorporarse al set, el
objetivo
es deshacerse de él. Para conseguirlo, hay que utilizar el lenguaje corporal adecuado. Al hablar debes tener siempre una gran sonrisa en los labios, y si puedes, dale una palmada suficientemente fuerte en la espalda como para que escupa lo que está bebiendo. Tienes que hacerlo todo como si estuvieras siendo amistoso. Y, entonces (y esto es algo que me pasó a mí), dile: «Juego limpio, tío». Y tiéndele la mano. Cuando él extienda la suya para estrechártela, retírala en el último momento. Tienes que jugar constantemente con él.
También puedes aprovecharte de lo que haga el MAG; deja que él coloque los bolos y tú encárgate de tirarlos después. Es algo que yo hago a menudo. Dejo que otro tío se trabaje a la chica y, en el último momento, cuando ella parece dispuesta a llegar a más, me aproximo al
set
y se la robo. Basta con decirle que está asustando a la chica y alejarte con ella. A esas alturas, la chica ya ha pensado en la posibilidad de enrollarse con un tío, con lo cual mi parte resulta mucho más fácil. Esta
técnica
me ha funcionado en al menos el 90 por ciento de los
sets
con los que la he usado.
Que os divirtáis.
T. D.
Mystery recibió con indignación los partes de los talleres londinenses de Tyler Durden y Papa que aparecieron en Cliff’s List. Lo que le molestaba no era el MAGeo, pues había que reconocer el mérito que tenían con respecto a eso. No, lo que lo indignaba era que Tyler Durden y Papa hubieran creado su propio foro de seducción y que estuvieran haciéndole la competencia abiertamente; Mystery llamaba a los seminarios que impartía en las aulas Dinámicas Sociales y ellos llamaban a sus talleres Verdaderas Dinámicas Sociales.
Papa era tan autómata en los negocios como lo era sargeando; de ahí que copiara el modelo de Mystery hasta en el más mínimo detalle. Mystery cobraba seiscientos dólares; igual que Tyler y Papa. Los talleres de Mystery duraban tres noches; igual que los de Tyler y Papa. Los talleres de Mystery empezaban a las 20.30 y acababan a las 2.30; igual que los de Tyler y Papa.
Aunque Tyler Durden y Papa sostenían que Mystery les había dado permiso para dirigir sus propios talleres, Mystery decía que habían usado su lista de clientes sin pedirle permiso. Al agotar ese recurso, se habían dirigido a las guaridas de Seducción Acelerada, haciendo negocio con los discípulos de Ross Jeffries. Y, cuando Jeffries empezó a olerse que había algo podrido, Tyler y Papa habían abierto sus propias guaridas a lo largo y ancho del país, empezando por PLAY
[1]
(que era como se conocía al grupo de Los Ángeles que celebraba sus foros en Yahoo).
Mientras que Mystery admitía como máximo a seis personas por taller, Papa y Tyler Durden hacían sitio hasta para veinte alumnos. Era una locura, pero el dinero no dejaba de entrar.
En cada taller, Papa elegía a un alumno para que hiciese de
ala
invitado en el siguiente taller. Así, Papa no tardó en tener su propio grupo de alas —Jlaix, un campeón de karaoke de San Francisco; Sickboy
[2]
, un diseñador de moda neoyorquino de mandíbula prominente; Dreamweaver
[3]
, un ex alumno de Mystery, e incluso Extramask— que lo acompañaban en todos sus talleres.
Y, a pesar de todo, Mystery siguió dejando que Tyler y Papa durmieran en su casa y le sorbieran el cerebro en busca de nuevas
técnicas
cada vez que pasaban por Toronto. Cuando le pregunté por qué lo hacía, él se limitó a decir:
—Mantente cerca de tus amigos y más cerca aún de tus enemigos.
Yo supuse que sabría lo que estaba haciendo.
Mientras tanto, al ver el éxito de Tyler y de Papa, el resto de los miembros de la Comunidad no tardaron en darse cuenta de dos cosas.
La primera era que cualquiera podía realizar su propio taller; no hacía falta ningún don especial para señalarle dos chicas a un tío y decirle: «Abórdalas».
La segunda era que el país estaba lleno de chicos dispuestos a pagar cualquier suma de dinero para resolver su problema.
Mystery había cometido una grave equivocación: no les había hecho firmar a sus alumnos ningún documento comprometiéndose a no copiar ni divulgar sus métodos y, ahora, el genio se había escapado de la lámpara mágica. Uno a uno, cada MDLS llegó a la conclusión de que todas esas horas que había pasado estudiando y practicando sargeos —mucho más tiempo del que habían pasado con su familia, estudiando, trabajando o con sus amigos del mundo real— tenían más aplicaciones que mantener boyante la industria de los preservativos. En la Comunidad, habíamos creado un compendio de conocimientos que estaba a años luz de cualquier otra teoría de la seducción. Habíamos desarrollado un paradigma enteramente nuevo de las relaciones sexuales, un paradigma que les daba el control a los hombres, o al menos la ilusión del control. Y había un gigantesco mercado para nuestro producto.
Orion, el MDLS que había filmado sus sargeos en los vídeos de
Conexiones Mágicas
, empezó a ofrecer talleres de un día en centros comerciales y en universidades.
Para sorpresa de todos, Harmless
[4]
y Schematic
[5]
, que no hacía ni un mes que habían perdido la virginidad, empezaron a anunciar sus propios talleres.
Badboy, uno de los croatas a los que había conocido en Europa, un MDLS con carisma que cojeaba de una pierna y sólo tenía un uso parcial del brazo izquierdo tras ser herido por un francotirador durante la guerra, creó una empresa a la que llamó Playboy Lifestyle. Alumnos de todo el mundo viajaban a Zagreb para aprender a comportarse como verdaderos machos alfa. Los ejercicios incluían darle puñetazos a Badboy en el estómago mientras gritabas «¡Jódete!» con todas tus fuerzas. El salario medio mensual en Croacia ascendía a cuatrocientos dólares; los talleres de Badboy costaban ochocientos cincuenta dólares por alumno.
Wilder y Sensei, ambos convertidos en MDLS gracias al Método de Mystery, ofrecían cursos de introducción al sargeo en San Francisco.
Thundercat colgó un post solicitando colaboraciones económicas para promocionar un cortometraje sobre seducción que acababa de producir.
Uno de los empleados de Sweater lanzó al mercado una línea propia de productos.
Tres estudiantes universitarios de Londres, Angel, Ryobi y Lockstock, empezaron su propia escuela de seducción, a la que llamaron Interacción Impactante.
Prizer, el chico de las putas de Ciudad Juárez, sacó a la venta un
Curso Avanzado de Estudio de Atracción Sexual
en seis CD que, además, era un magnífico ejercicio involuntario de humor.
Incluso un día, en una misteriosa página web apareció a la venta un libro titulado
Todo lo que necesitas saber sobre los nenas
.
Y finalmente Grimble y Twotimer se incorporaron al mercado, cada uno con su propio método y su propio libro en formato electrónico. Grimble ganó quince mil dólares la primera semana y Twotimer seis mil.
La Comunidad vibraba con iniciativas empresariales.
Y yo me di cuenta de que había llegado el momento de hacer algo; aquello podía estallar en cualquier momento.
Hacía un año y medio que había participado en mi primer taller con Mystery. Había llegado el momento de reclamar mis derechos sobre la subcultura de la seducción, antes de que otro escritor se me adelantara. Había llegado el momento de revelar mi identidad. Yo no era sólo un MDLS; también era un escritor. Tenía una profesión. Así que llamé a un editor que conocía en la sección de «Moda» del
New York Times
.
Nadie usaba nunca su nombre verdadero en la Comunidad; siempre nos llamábamos por nuestros alias. Incluso Ross Jeffries y David DeAngelo eran seudónimos. Nuestras verdaderas identidades no tenían importancia en la Comunidad. De ahí que pocos —si es que había alguno— supieran mi verdadero nombre o que yo escribía para el
New York Times
.
No resultó fácil conseguir que publicaran la historia en el periódico. Pasé dos meses yendo de un redactor a otro, escribiendo una versión tras otra. En el periódico querían una mirada más escéptica, querían pruebas de los poderes de los distintos gurús, querían que se reconociera la extrañeza inherente a las
técnicas
de sargeo… Parecía que les costaba creer que ese mundo, y esa gente, existían realmente.
La noche anterior a la publicación de la historia sobre mi doble vida como MDLS casi no conseguí dormir. Había creado a Style y, ahora, iba a destruirlo con dos mil palabras impresas en un periódico. Estaba seguro de que en la Comunidad me verían como a un traidor. Soñé que un grupo de sargeadores se reunían alrededor de mi casa con antorchas para quemarme vivo.
Pero toda mi inquietud y mis preocupaciones fueron en vano; no ocurrió nada.
Sí, hubo alguna queja a media voz sobre los posibles efectos negativos del artículo para la Comunidad. Algunos MDLS criticaron el tono del artículo, y Mystery se lamentó de ser descrito como un maestro de la seducción en vez de como un maestro venusiano, que era como le gustaba llamarse a sí mismo últimamente. Pero la credibilidad de Style no se vio amenazada. Lo cierto era que había calado tan hondo en la Comunidad que, a ojos de sus compañeros de sargeo, yo siempre sería un maestro de la seducción primero y un periodista después. Así que, en vez de enojarse con Neil Strauss por infiltrarse en la Comunidad, se sentían orgullosos de Style por haber conseguido publicar un artículo en el
New York Times
.
Yo no podía creerlo. No sólo no había acabado con Style, sino que lo había hecho más popular. Sargeadores de todo el mundo buscaban mi nombre en Google, compraban mis libros en Amazon y colgaban posts describiendo los detalles de mi carrera. Cuando pedí que no mezclaran mis dos identidades, sobre todo porque no quería que las mujeres con las que sargeaba buscaran los partes que había escrito sobre ellas, todos me hicieron caso. Style seguía al mando.
Pero lo que resultaba todavía más sorprendente era que no quería abandonar la Comunidad. Yo era un gurú para esos chicos y tenía una misión que cumplir. Y amistades que conservar. Aunque ya hacía mucho que había cumplido mis
objetivos
como MDLS, durante el proceso había encontrado un sentido de la camaradería y de pertenencia al grupo que me había eludido a lo largo de mi vida anterior. Me gustara o no, yo era parte integral de la Comunidad. Los chicos tenían razón al no sentirse traicionados; yo era uno de ellos.
En lo que a las mujeres se refiere, el artículo tampoco tuvo grandes consecuencias. A la mayoría ya les había hablado de la Comunidad y, al hacerlo, había descubierto un interesante fenómeno: si antes de acostarme con una mujer le decía que era un MDLS, ella me hacía esperar un par de semanas, para asegurarse de que era distinta de las demás, antes de acostarse conmigo. Si les decía que era un MDLS después de haberme acostado con ellas, reaccionaban divertidas y se sentían intrigadas por la idea, convencidas de que, en su caso, yo no había utilizado ninguna de mis
técnicas
de seducción. No obstante, esa tolerancia sólo duraba hasta que rompíamos o dejábamos de vernos, momento a partir del cual mi condición de MDLS jugaba en mi contra. El problema de ser un MDLS es que para las mujeres los conceptos de sinceridad y confianza tienen una grandísima importancia. Y las mismas
técnicas
, que tan eficaces se revelan a la hora de empezar una relación, violan principios que son necesarios para prolongarla.