El jugador (21 page)

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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El jugador
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La
Factor limitativo
le despertó cuando llevaba un rato durmiendo. La nave activó la pantalla de su camarote.

–¿Qué ocurre? –preguntó Gurgeh con voz adormilada empezando a sentir las primeras punzadas de preocupación.

La pantalla que ocupaba toda una pared del camarote tenía incorporado un sistema holográfico, por lo que de hecho actuaba como una ventana. Antes de apagarla y acostarse la pantalla mostraba la parte posterior del Supercarguero recortándose contra el telón de fondo de las estrellas.

Ahora mostraba un paisaje; un panorama de lagos, colinas, arroyos y bosques vistos a ojo de pájaro que se movía lentamente.

–Pensé que quizá te gustaría verlo –dijo la nave.

–¿Dónde queda eso? –preguntó Gurgeh frotándose los ojos.

No entendía nada. Había creído que el objetivo de la cita con el Supercarguero era evitar que el VGS con el que debían encontrarse dentro de poco tuviera que reducir la velocidad. Se suponía que el Supercarguero debía remolcarles a una velocidad superior a la que eran capaces de alcanzar por sus propios medios para que pudieran alcanzar a la nave gigante, pero a juzgar por lo que estaba viendo debían haberse detenido encima de un Orbital, un planeta o algo todavía mayor.

–Hemos llegado al punto de cita con el VGS
Bribonzuelo
–dijo la nave.

–¿De veras? ¿Dónde está? –preguntó Gurgeh sacando los pies de la cama.

–Estás contemplando su parque posterior.

La imagen debía haber estado levemente aumentada porque Gurgeh vio como todo se hacía un poco más pequeño, y comprendió que estaba contemplando una estructura colosal sobre la que el
Factor limitativo
iba desplazándose lentamente. El parque parecía tener una forma más o menos cuadrada y la falta de referencias impedía que Gurgeh pudiera hacerse una idea de cuántos kilómetros medía su arista. El inmenso espacio lleno de neblinas que tenía delante de los ojos contenía un atisbo casi imperceptible de inmensos cañones de formas regulares. Los cañones hacían pensar en costillas curvadas sobre aquella enorme superficie que descendían hacia los niveles inferiores. Toda aquella masa de aire, agua y suelo estaba iluminada desde arriba, y Gurgeh se dio cuenta de que ni tan siquiera podía ver la sombra proyectada por la
Factor limitativo
.

Hizo unas cuantas preguntas sin apartar los ojos de la pantalla.

El Vehículo General de Sistemas clase Placa
Bribonzuelo
sólo medía cuatro kilómetros de altura, pero su longitud superaba los cincuenta y tres y su anchura era de unos veintidós. El parque trasero ocupaba una extensión de cuatrocientos kilómetros cuadrados, y la longitud total de la estructura de un extremo a otro de su campo más superficial era de algo más de noventa kilómetros. El VGS había sido concebido más para la construcción de naves que como habitáculo, por lo que sólo transportaba unos doscientos cincuenta millones de personas.

 

Durante los quinientos días que el
Bribonzuelo
necesitó para ir desde la galaxia principal hasta la región de las Nubes, Gurgeh fue aprendiendo poco a poco el juego del Azad, e incluso encontró el tiempo libre suficiente para conocer a unas cuantas personas y establecer algunas relaciones de amistad.

Los humanos del VGS eran gente de Contacto. La mitad de ellos formaban la tripulación del VGS y estaban allí no tanto para encargarse de la estructura –cualquiera del triunvirato de Mentes con que contaba era perfectamente capaz de ello–, como para dirigir la sociedad humana de a bordo y para estudiar el interminable torrente de datos que acompañaba a los nuevos descubrimientos hechos por otros VGS y las unidades más alejadas de Contacto; para aprender y para actuar como representantes humanos de la Cultura en los sistemas estelares y los sistemas de sociedades conscientes que Contacto estaba allí para descubrir, investigar y –en ciertas ocasiones– alterar.

La otra mitad estaba compuesta por las tripulaciones de naves más pequeñas. Algunas estaban allí para descansar o porque habían hecho una parada en el VGS para reaprovisionarse, otras acortaban su viaje al igual que lo estaban haciendo Gurgeh y la
Factor limitativo
. algunas partían para examinar los macizos y grupos estelares existentes entre la galaxia y las Nubes y otras personas esperaban a que sus medios de transporte estuvieran construidos, pues por el momento las naves y los Vehículos de Sistemas de menor tamaño en los que viajarían sólo existían como un número más en la lista de naves y estructuras que serían construidas a bordo del
Bribonzuelo
en algún momento del futuro.

El
Bribonzuelo
era lo que Contacto llamaba un VGS de vertido. Actuaba como una especie de punto focal que atraía a los seres humanos y al material, escogiendo a las personas y convirtiéndolas en tripulaciones para las unidades, LVS, MVS y clases más pequeñas de VGS que construía. Otros tipos de VGS de gran tamaño estaban concebidos para servir como habitáculos, y se abastecían a sí mismos de tripulaciones humanas para las naves y estructuras que construían.

Gurgeh pasó unos cuantos días en el parque que había en la parte superior de la estructura dando paseos o sobrevolándolo en una de la aeronaves con alas y hélices que hacían furor en el VGS por aquella época. Adquirió la destreza suficiente en su manejo para inscribirse en una carrera durante la que varios miles de aquellos frágiles aparatos trazaron ochos sobre la parte superior del Vehículo, metiéndose por uno de los accesos grandes como cavernas que recorrían toda la longitud de la estructura, saliendo por el otro extremo y deslizándose por debajo del
Bribonzuelo
.

La
Factor limitativo
había quedado alojada en una Bodega Principal pegada a un Acceso y le animó a participar en la carrera diciendo que eso le proporcionaría la distracción de la que estaba tan necesitado, y le aseguró que serviría para relajarle. Gurgeh rechazó todas las ofertas de jugar que le hicieron, pero sí aceptó algunas de las invitaciones a fiestas, acontecimientos sociales y reuniones varias. Pasó unos cuantos días y noches fuera de la
Factor limitativo
. y a su vez la vieja nave de guerra se convirtió en anfitriona de un no muy numeroso pero sí muy selecto desfile de invitadas femeninas.

Pero Gurgeh siguió pasando la mayor parte del tiempo a solas dentro de la nave repasando tablas de cifras y registros de partidas, frotando las piezas biotecnológicas entre sus dedos y recorriendo a grandes zancadas los tres tableros principales mientras sus ojos se deslizaban velozmente sobre ellos captando la disposición de las zonas y las piezas y su mente intentaba encontrar pautas, oportunidades, puntos débiles y buenas combinaciones.

Invirtió veinte días en un cursillo acelerado de eáquico, el lenguaje imperial. Al principio había tenido la intención de hablar marain y utilizar los servicios de un intérprete, pero sospechaba que existían conexiones muy sutiles entre el juego y el lenguaje y lo aprendió sólo por esa razón. Después la nave le dijo que de todas formas habría sido deseable que lo aprendiera, pues el afán de secreto de la Cultura era tan exagerado que el Imperio de Azad no debía conocer ni tan siquiera las complejidades de su lenguaje secreto.

Poco después de su llegada al VGS recibió la visita de una unidad aún más diminuta que Mawhrin-Skel. La máquina tenía una estructura circular y estaba compuesta de partes independientes que giraban lentamente: parecía un conjunto de anillos en rotación alrededor de un núcleo estacionario. La máquina le informó de que era una unidad bibliotecaria con entrenamiento diplomático y que se llamaba Trebel Flere-Imsaho Ep-Handra Lorgin Estral. Gurgeh la saludó y se aseguró de que su terminal estaba activada. En cuanto la máquina se hubo marchado envió un mensaje a Chamlis Amalk-Ney acompañado por una grabación de su encuentro con la diminuta unidad. Chamlis no tardó en informarle de que la máquina parecía ser justamente lo que afirmaba, un ejemplar de un modelo de unidad bibliotecaria bastante reciente. No se trataba de la antigualla que habían esperado, pero lo más probable era que fuese inofensiva. Chamlis nunca había oído hablar de que existiera una versión ofensiva de aquel modelo.

La vieja unidad también le transmitió algunos cotilleos de Gevant. Yay Meristinoux estaba hablando de abandonar Chiark para proseguir su carrera de paisajista en otro sitio. Últimamente había empezado a interesarse por algo llamado volcanes, y Chamlis le preguntó si Gurgeh tenía alguna idea de qué eran. Hafflis había decidido volver a cambiar de sexo. La profesora Boruelal le mandaba sus saludos y añadía que no le enviaría ningún mensaje más hasta que Gurgeh respondiera a sus comunicaciones anteriores. Mawhrin-Skel seguía sin aparecer, cosa de la que Chamlis se alegraba mucho. Su incapacidad de seguir el rastro de aquella horrenda máquina parecía haber irritado considerablemente al Cubo. Técnicamente hablando el pequeño engendro seguía dentro de la jurisdicción de la Mente Orbital, y cuando llegara el momento del próximo censo e inventario ésta tendría que dar alguna clase de explicación que justificara su ausencia.

Después de su primer encuentro con Flere-Imsaho Gurgeh pasó unos cuantos días preguntándose qué había encontrado de inquietante en la diminuta unidad bibliotecaria. Flere-Imsaho resultaba casi patéticamente pequeña –podría haberse ocultado en el hueco de dos manos juntas–, pero había algo en ella que hacía que Gurgeh se sintiera inexplicablemente incómodo en su presencia.

Gurgeh resolvió el enigma o, mejor dicho, despertó una mañana con la solución grabada en su mente después de haber tenido una pesadilla en la que estaba atrapado dentro de una esfera metálica a la que se hacía rodar locamente en un juego tan extraño como cruel... Las secciones exteriores que no paraban de girar y el color blanco de sus componentes hacían que Flere-Imsaho resultara muy parecida a una de las tarjetas de cerámica que se empleaban para registrar la posición de las piezas ocultas en las partidas de Posesión.

Gurgeh estaba instalado en una silla que le envolvía cómodamente colocada debajo de algunos árboles de exuberante follaje y observaba a las personas que patinaban en la pista que había más abajo. Sólo llevaba puesta una chaqueta delgada y unos pantalones cortos, pero el campo de filtraje que se interponía entre la zona de observación y la pista de hielo se encargaba de mantener caliente el aire de la zona en que se encontraba. Gurgeh repartía su tiempo entre el aprenderse de memoria las ecuaciones de probabilidad que le mostraba la pantalla de su terminal y la pista de patinaje, donde unas cuantas personas a las que conocía se deslizaban velozmente alrededor de las superficies de colores claros.

–Buenos días, Jernau Gurgeh –dijo la unidad Flere-Imsaho con su vocecita chillona.

La unidad se posó delicadamente sobre uno de los brazos acolchados de la silla. Los campos de su aura brillaban con el verde y amarillo habituales que indicaban una apacible mezcla de afabilidad y disposición a entablar relaciones con los demás.

–Hola –dijo Gurgeh mirándola de soslayo–. Bueno, ¿qué has estado haciendo?

Puso un dedo junto a la pantalla de la terminal para inspeccionar otra serie de tablas y ecuaciones.

–Oh, bueno... Confieso que he estado estudiando algunas de las especies de pájaros que viven en el interior del Vehículo. Los pájaros siempre me han parecido muy interesantes. ¿No piensas lo mismo?

–Hmmm. –Gurgeh asintió vagamente mientras veía cambiar las tablas–. Lo que no he conseguido entender –siguió diciendo– es que cuando vas a dar un paseo por el parque de arriba encuentras cagadas de pájaros, cosa que ya esperabas, pero aquí dentro todo está impecable. ¿Tienen robots que se encargan de ir siguiendo a los pájaros para limpiar sus cagadas o utilizan algún otro sistema? Ya sé que podría preguntarlo, pero quería resolver el enigma sin ayuda. Tiene que haber alguna respuesta, ¿no?

–Oh, es muy sencillo –dijo la pequeña máquina–. Basta con utilizar árboles y pájaros que mantengan una relación simbiótica. Los pájaros sólo cagan alrededor de ciertos árboles porque si no lo hicieran los frutos de los que dependen no crecerían.

Gurgeh bajó los ojos hacia la unidad.

–Comprendo –dijo en un tono de voz bastante frío–. Bueno, la verdad es que ya estaba empezando a hartarme del enigma...

Volvió a concentrar su atención en las ecuaciones y colocó la terminal flotante de tal forma que su pantalla le impidiera ver a Flere-Imsaho. La unidad cayó en un silencio algo avergonzado, se envolvió en una veloz sucesión de destellos púrpura contrito y plata se-ruega-no-molestar y se alzó por los aires.

Flere-Imsaho procuraba mantenerse alejado de Gurgeh. Le visitaba aproximadamente una vez al día, y no se alojaba a bordo de la
Factor limitativo
. Gurgeh se alegraba de ello. Había momentos en que la joven máquina –decía tener sólo trece años– podía ser realmente insoportable. La nave intentó tranquilizarle asegurándole que la pequeña unidad estaría a la altura de la misión que se le había encomendado, y que en cuanto llegaran al Imperio le impediría cometer errores sociales y le asesoraría en los problemas lingüísticos que se le pudieran presentar. Aparte de eso la
Factor limitativo
acabó confesando a Gurgeh que también había intentado dar ánimos a Flere-Imsaho asegurándole que el humano sentía un gran respeto hacia ella y la apreciaba mucho.

Hubo más noticias de Gevant. Gurgeh tenía la sensación de que por fin estaba empezando a dominar el Azad y de que podía perder algunas horas en algo que no fuera el juego, por lo que escribió unas cuantas cartas y grabó varios mensajes. Él y Chamlis se comunicaban con intervalos de cincuenta días, aunque Gurgeh descubrió que tenía muy poco que contar y la mayoría de noticias llegaban del otro extremo de la línea. Hafflis ya había completado su cambio de sexo y estaba de bastante mal humor, pero aún no había quedado embarazada. Chamlis estaba compilando una historia definitiva de un planeta primitivo que había visitado hacía mucho tiempo. La profesora Boruelal había decidido tomarse medio año sabático y se había ido a vivir a un albergue de montaña en la Placa Osmolon sin llevarse consigo una terminal. Olz Hap la niña prodigio había salido de su cascarón. Ya estaba dando conferencias sobre juegos en la universidad y se había convertido en una brillante presencia habitual de los mejores circuitos de juegos. Había pasado unos cuantos días en Ikroh con el único objetivo de poder compartir las emociones y pensamientos de Gurgeh, y había afirmado en público que era el mejor jugador de toda la Cultura. El análisis hecho por Hap de la famosa partida de Acabado que habían jugado en casa de Hafflis aquella noche había gozado de la mejor recepción a una primera obra que se recordaba.

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