El juego de los abalorios

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Authors: Hermann Hesse

Tags: #Clásico, Drama

BOOK: El juego de los abalorios
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El juego de los abalorios
es una novela escrita por Herman Hesse en 1943, tres años antes de recibir el Premio Nobel de Literatura, escrita a modo de crónica de un narrador anónimo de la mítica Castalia, hacia el año 2400. Gira en torno al extraño juego del que toma título, abarcador de todos los contenidos y valores de la cultura, y que permite el desarrollo del espíritu mediante portentosas composiciones; todo ello vinculado al advenimiento del Tercer Reino del espíritu, unificación de todos los tiempos del hombre.

La vida del protagonista, el
magister ludi
Josef Knecht, maestro de una orden del futuro basada en la vida contemplativa, la meditación y en la sublimación del juego, es narrada desde su más tierna infancia; conocemos todos sus pasos por los diferentes escalafones de la orden, sus dudas, sus angustias, sus relaciones, sus escritos, toda su vida en contraposición con el mundo externo a la orden, donde vive uno de sus amigos de la infancia.

El juego de los abalorios
es el testimonio de toda una vida, crítica constructiva de nuestra época, utópico esbozo de un mundo por venir y, sobre todo, síntesis y armonización de saber y de fe; obra maestra que, pese a revestir cierta complejidad, consigue entretener, asombrar y seducir por la magia narrativa de un escritor que, a fuerza de talento y creatividad, constituye uno de los máximos referentes de la literatura alemana.

Hermann Hesse

El juego de los abalorios

ePUB v1.0

Zorindart
07.07.12

Título original:
Das Glasperlenspiel

Hermann Hesse, 1943.

Traducción: Arístides Gregori

Diseño de portada: zorindart

Editor original: zorindart (v1.0)

ePub base v2.0

A los peregrinos de Oriente

…non entia enim licet quodammodo levibusque hominibus facilius atque incuriosius verbis reddere quam entia, verumtamen pio diligentique rerum scriptori plane aliter res se habet: nihil tantum adeo necesse est ante hominum oculos proponere ut certas quasdam res, quas esse neque demonstrari neque probari potest, quae contra eo ipso, quod pio dilegintesque viri illas quasi ut entia tractant, enti nascendique facultati, paululum appropinquant.

ALBERTUS SECUNDUS

(
Tract. de cristall. spirit
. ed. Clangoret Collof, lib. I, cap. 28.)

En la traducción de puño y letra de Josef Knecht:

…pues, aunque en cierto aspecto y para hombres frívolos las cosas no existentes son más fáciles y menos riesgosas para ser representadas con palabras, en cambio, para el historiador fiel y escrupuloso son todo lo contrario: nada escapa tanto a la descripción verbal y nada es, sin embargo, tan necesario colocar ante los ojos humanos, como determinadas cosas cuya existencia ni puede demostrarse ni es verosímil, pero que justamente por el hecho de ser consideradas existentes en cierta medida por hombres devotos y conscientes, pueden ser aproximadas un paso más a la existencia y a la posibilidad de nacer.

ESTE LIBRO…

PARA explicar con una sola palabra el clima de la presente novela de Hermann Hesse, su obra cumbre, basta decir lo que de pocas o acaso de ninguna obra de ficción de nuestro siglo puede decirse: es una novela sabia. Dése a este término un acento de respeto y admiración, pronuncíesele con esa unción que era el aura de los sabios de otros tiempos, en que el saber era más universal y el sabio no era conocedor acabado de una ciencia o de la rama de una ciencia sola. Porque la novela
El juego de abalorios
es por su tono y su contenido el resumen de la experiencia de una vida patriarcalmente llevada, es crítica constructiva de nuestra época, utópico esbozo de un mundo por venir y, sobre todo, síntesis y armonización de saber y de fe.

El juego de abalorios
es, por lo tanto, un juego con todos los contenidos y valores de nuestra cultura; juega con ellos como tal vez, en las épocas florecientes de las artes, un pintor pudo haber jugado con los colores de su paleta… Lo que la humanidad produjo en conocimientos elevados, conceptos y obras de arte en sus períodos creadores, lo que los períodos siguientes de sabia contemplación agregaron en ideas y convirtieron en patrimonio intelectual, todo este enorme material de valores espirituales es usado por el jugador de abalorios como un órgano es ejecutado por el organista; este órgano es de una perfección apenas imaginable, sus teclas y pedales tocan todo el cosmos espiritual, sus registros son casi infinitos; teóricamente, con este instrumento se podría reproducir en el juego lodo el contenido espiritual del mundo.

El protagonista de la novela de Hermann Hesse, el
magister ludi
Josef Knecht, es el antagonista del hombre típico y triunfante de nuestro tiempo. Renuncia a su personalidad, a la ambición y a los bienes materiales, para convertirse en función jerárquica. Su libertad individual disminuye en la medida en que se agranda su autoridad, puesto que ésta, más que licencias y derechos, involucra responsabilidades y deberes. El concepto de poder no forma parte del orden jerárquico que rige la «provincia pedagógica» en que se desenvuelve la vida de Josef Knecht. Y ello no obsta para que esa provincia sea un modelo de disciplina, de una disciplina severa, inclusive, lograda a fuer de ejemplos y con exclusión de cuanto pueda parecerse siquiera a un castigo. En esa «provincia pedagógica» que Hesse llama Castalia y que habitan los integrantes de una Orden dedicados a toda suerte de estudios, no existen lazos de familia, ni honores, ni bienes materiales. Se busca la perfección del espíritu y del alma en el estudio y la meditación, no tanto en beneficio propio como por vocación y en beneficio del mundo exterior que, en su afán de «vivir la vida», de progreso y de comodidades, ha dejado de dedicar su atención a los problemas fundamentales de la existencia a tal punto que si el pensamiento carece de pureza y ya no se venera al espíritu, todo el mecanismo de la vida material se tambalea y la autoridad, como la matemática del banquero, marchan hacia el caos.

La novela de Hermann Hesse habla de nuestra actualidad como de un tiempo pretérito, su acción transcurre en un futuro asaz lejano, pero lo que le imprime mayor interés es lo que podría llamarse «lo medido de su ilusión», o sea el que concibe una provincia y una Orden de nuevo cuño, sostenido por un mundo no muy distinto del nuestro. Quiere ello decir que Hesse cree en la posibilidad de una reacción espiritual a la actualidad materialista, pero la asigna a una «élite», y no se mece en la ilusión de un mundo perfecto y totalmente diferente de cualquier tiempo pasado. Cree en cambios fundamentales, pero no en cambios totales, y esta circunstancia es la que permite afirmar que su novela es una obra sabia. No la eclosión de un espíritu poético romántico, sino la previsión de un hombre que ha penetrado la realidad circundante y extrae conclusiones acertadas de fenómenos diversos y extremadamente sutiles, como son el de la música y sus relaciones con el hombre y hasta las de éste con el Estado. Páginas éstas maravillosas que podrán leerse en la introducción que el mismo Hesse pone a esta obra.

El estudio y la meditación no son, por supuesto, privilegios exclusivos de Castalia, y uno de los capítulos más atrayentes de la novela —el más bello es aquel que narra la transfiguración del
magister musicae
, convertido en personificación de la música—, relata la temporal convivencia de Josef Knecht con un sabio benedictino, historiador y político, estableciendo un paralelo entre una Orden religiosa y la Orden de Castalia y su respectiva posición frente al mundo. En ese capitulo se descubrirá la última consecuencia de otra síntesis, tanto del libro como de la vida y sabiduría de Hermann Hesse: la síntesis de Oriente y Occidente, de la que son preámbulos sus libros
Siddharta
y
Peregrinación al Oriente
, obras de singular devoción y de una dulzura que llamaríase romántica si no estuviese tan plenamente impresa de intención espiritualmente redentora. Ni en esos dos libros, ni en
El juego de abalorios
zahiere Hermann Hesse nuestra época, pero si la caracteriza de un modo que no deja lugar a dudas respecto a la opinión que le merece. La llama la «época folletinesca», la encuentra superficial, y entre sus rasgos prominentes enumera: la falta de fe de los pueblos, la buena mecanización de la vida, la decadencia de la moral, la falta de sinceridad de su arte. Dedica suaves palabras de condenación al afán de distracción que ocupa el lugar del afán de saber, aun cuando se trata de disimularlo mediante dos entretenimientos típicos: las conferencias y las palabras cruzadas. Habla de las personas que creen propender a mayor cultura dedicando diariamente una hora a la solución de tales problemas o escuchando conferencias sobre temas de la más variada índole y en que la sonoridad de las palabras y el lucimiento del orador tiene infinitamente más importancia que el propósito instructivo y constructivo, si es que tal propósito anima la perorata. Suelen ser expresiones de un saber superficial lo mismo que de una ambición mundana, y como tales, incluso pervierten las nociones serias y fundamentales que, en un principio, puede haber aportado el oyente. Son signos de desconcentración intelectual, pero de ningún modo de un serio anhelo enciclopédico y menos aún sintético. Y carecen, sobre todo, de la participación del alma, que es la que tan perentoriamente reclama en todas las cosas, y a través de su libro sin par, el autor, como panacea única que puede devolver al mundo su salud moral, espiritual, y la paz verdadera.

ALFREDO CAHN

INTRODUCCIÓN

ES nuestro propósito consignar en este libro el escaso material biográfico que pudimos hallar acerca de Josef Knecht, el
magister ludi
Josephus III
[1]
, como se le llama en los archivos del «Juego de Abalorios». No nos ciega el hecho de que este intento está de algún modo en contradicción con las leyes y los usos vigentes en la vida espiritual, o por lo menos parece estarlo. Porque precisamente la eliminación de lo individual, la inserción más acabada posible de la persona en la jerarquía de las autoridades educativas y de las ciencias, es uno de los supremos principios de nuestra vida del espíritu. Y este principio ha sido realizado también por larga tradición tan ampliamente que hoy es difícil en extremo, y en muchos casos aun del todo imposible, encontrar pormenores biográficos y psicológicos de individuos que han servido en forma sobresaliente a esta jerarquía; en muchísimos casos no se pueden establecer siquiera los nombres propios. En realidad, es una de las características de la vida espiritual de nuestra «provincia», el que su organización jerárquica posea el ideal de lo anónimo y llegue muy cerca de la realización de este ideal.

Si, a pesar de ello, insistimos en nuestro intento por establecer algo acerca de la existencia del
magister ludi
Josephus III y de esbozar claramente la imagen de su personalidad, no lo hicimos por culto personal o por desobedecer a las costumbres, como creemos, sino por el contrario sólo en el sentido de prestar un servicio a la verdad y a la ciencia. El concepto es antiguo: cuanto más aguda e inexorablemente formulamos una tesis, tanto más irresistiblemente ella reclama la antítesis. Aceptamos y respetamos la idea que constituye la base de lo anónimo de nuestras autoridades y nuestra existencia espiritual. Pero justamente una mirada a la prehistoria de esta vida espiritual, es decir, a la evolución del juego de abalorios, nos muestra necesariamente que toda fase de desarrollo, toda construcción, todo cambio, toda incidencia esencial, ya se interprete en sentido progresista, ya en sentido conservador, señala irrecusablemente a la persona que introdujo el cambio y se convirtió en instrumento de la transformación y el perfeccionamiento, no como a su único verdadero autor, pero si como a su rostro más ostensible.

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