El encantador de gatos (8 page)

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Authors: Carlos Rodríguez

Tags: #Ensayo

BOOK: El encantador de gatos
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El Catnip contiene aceites, esteroles, ácidos y taninos volátiles. Los componentes químicos específicos incluyen la nepetalactona, el ácido nepetálico, el limoneno, el geraniol, la citronela y el ácido valeriánico, entre otros.

En la actualidad se desconoce cuál es el efecto exacto de este producto en el cerebro del gato, pero sí se sabe que la nepetalactona es la responsable de conductas estereotípicas en los gatos sensibles a dicho compuesto químico; podemos afirmar que la reacción al Catnip es heredad y se produce en el caso de estar presente en el animal un gen determinado; es por ello que no todos los gatos son sensibles a su acción (sólo dos tercios de los gatos reaccionan).

Los animales de menos de tres meses, los temerosos y los que sufren estrés, tampoco experimentan los efectos del Catnip o tienen efectos leves.

El Catnip puede causar una reacción asombrosa, ya que prácticamente «inunda» todos los sentidos del animal. El gato hace una primera aproximación, investiga… Con posterioridad comenzará con un contacto mediante la boca, las patas… Frotará su cara y su barbilla, rodará sobre sí mismo, pataleará encima, saltará alrededor, su piel se moverá compulsivamente y estará «como loco» durante varios minutos (entre cinco y quince, con mayor intensidad durante dos o tres minutos). Luego el gato perderá interés, ya que existe un periodo de «saciedad» que dura aproximadamente una hora… a continuación se alejará. Dos horas después del contacto, el gato puede volver y obtener la misma respuesta.

Se han descrito casos de animales que tras un uso prolongado pueden experimentar estados crónicos de inconsciencia parcial.

Presentaciones del Catnip

En la actualidad existen en el mercado multitud de presentaciones que llevan Catnip, pero podemos decir que cuanto más fresco es el producto, mayor es su acción:

  • Fresco: durante los meses de verano es relativamente sencillo conseguir que el Catnip plantado crezca. Si lo plantamos en el jardín, nuestro gato podrá disfrutar directamente de su «especial juguete». Es también posible conseguir el crecimiento en el interior de la casa, lo que facilita que nuestro felino preste menos atención hacia otras plantas.
  • Seco: si el secado se ha realizado de forma correcta, mantendrá todos los componentes necesarios para provocar el efecto buscado.
  • Juguetes: el Catnip se incorpora de forma habitual a cientos de juguetes felinos.
  • Premios: existen pastillas, galletas, con un contenido cien por cien Catnip.
  • Spray
    : los
    spray
    con Catnip pueden utilizarse para modificar determinados comportamientos indeseados de los gatos; si lo administramos, por ejemplo, en un rascador, el animal prestará interés por él y dejará tranquilo nuestro sillón favorito.

El Catnip no es necesario para el gato, pero es agradable, seguro y divertido.

Juegos de riesgo, los gatos «paracaidistas»

No estamos hablando de felinos que participen en arriesgadas maniobras militares, de animales que se alanzan al vacío con el firme propósito de defecder una colina o de rescatar a los soldados apresados por los
Charlies

Los gatos paracaidistas son aquellos que, bien por curiosidad, por falta de cálculo o por despiste, acaban con sus huesos sobre el suelo tras una caída de varios metros de altura.

Imaginemos a
Raspi
, un macho común europeo, que vive plácidamente en un apartamento de una populosa ciudad; su hogar está en una quinta planta.

Raspi
, como la mayoría de los felinos, siente un interés casi hipnótico por todo aquello que sucede al otro lado de los cristales de las ventanas.

Una clara mañana de primavera la dueña de
Raspi
, como todos los días, airea la habitación y abre de par en par su enorme ventanal; la única diferencia con otras jornadas es que hoy no se ha asegurado de que su amigo felino se encontrara seguro en otra estancia.

En un descuido de la propietaria
Raspi
, de un ágil salto, se sube al poyete de la ventana… la falta de costumbre impide que el cálculo sea correcto y su cuerpo siente el efecto de la gravedad, que lo atrae a alta velocidad contra la acera del edificio.

Esta historia ilustra una de las actitudes por las que un felino adquiere el sobrenombre de «paracaidista», pero existen otras supuestas variantes que permiten que un gato adquiera tan poco deseado calificativo.

Muchos gatos, con el consentimiento de sus propietarios, «disfrutan» del aire exterior que les proporciona la apertura de ventanas, balcones… Ciertos felinos, a pesar de tener controlado el deambular por estas zonas de riesgo tienen «despistes» y pierden el equilibrio; su interés por algún objeto (lo más habitual es la ropa tendida) o algún animal en movimiento (generalmente pájaros) puede acabar provocando un mal paso, un fallo en el cálculo y la caída al vacío.

Lo que parece seguro es que ningún animal «se lanza» voluntariamente, que ninguno pretende experimentar fuertes sensaciones tras una concienzuda reflexión de los pros y los contras del
puenting
sin sistemas de seguridad.

Las posibles lesiones a las que se enfrenta un gato paracaidista son, como podremos comprobar, muy dispares. Hemos visto animales que han caído desde alturas imposibles y que no presentan lesiones… Hemos visto animales con caídas «leves» que han fallecido…

¿De qué depende el resultado de las lesiones?

Si intentamos dejar el factor suerte a un lado (aunque sea uno de los más importantes), podríamos enumerar los siguientes puntos como primordiales en la consecución de unos u otros resultados «poscaída»:

  • Peso del animal: a mayor peso, mayor velocidad de caída y mayor impacto… ¡¡pura física!!
  • Altura de caída: más física… a mayor altura, mayor impacto.
  • Zona de caída: no es lo mismo caer sobre un rígido, frió e «impenetrable» suelo de cemento que sobre el «mullido» césped de un parquecillo.
  • Arquitectura y elementos exteriores del edificio: en la caída el animal puede encontrarse con tendederos, toldos… que ayudan a amortiguar de alguna manera el desastre.

Entre las lesiones más frecuentes están:

  • Fracturas: las más habituales son las de fémur, las de los huesecillos de las extremidades anteriores y las de la mandíbula.
  • Lesiones internas: roturas de la vejiga de la orina, traumatismos diversos en bazo, lesiones en pulmón…

Aunque nuestro animal no presente lesión alguna tras la caída, la revisión por el veterinario es fundamenteal; muchas de las lesiones no dan la cara en los momentos siguientes a la caída, y por ello no se debe descargar un problema ante la inexistencia de síntomas.

Para evitar las caídas al vacío de nuestros felinos, para impedir que reciban el sobrenombre de «paracaidistas», debemos intentar prevenir su contacto con las alturas; existen cerramientos para ventanas y balcones, en forma de mallas de todo tipo de materiales, con variados sistemas, de fabricación profesional o casera… cualquiera de ellos, si evita la caída, es bueno.

La otra forma de evitar la caída es utilizando el sentido común: mantener alejado al animal de las zonas de riesgo.

Y, por último, es fundamental que nuestros gatos estén identificados…

Si el animal cae y sus lesiones no son de gravedad puede quedarse quieto, o cerca de la zona de caída, pero también puede correr despavorido y desorientado, siendo su localización difícil, o casi imposible, sin el adecuado medio de identificación.

La cola y el equilibrio

Este apéndice del felino es vital para el equilibrio, actúa como un giroscopio, equilibrando fuerzas y pesos cuando el animal tiene que variar su dirección, por ejemplo en la persecución de una presa o tras la caída desde una altura.

Tiene otras funciones de comunicación, entre las que destacaremos el efecto «bandera» de los machos, mientras marcan con orina. Su cola estará erguida y extendida.

Pero… volviendo al equilibrio… el gato cae al suelo sobre sus patas por su capacidad de rotar el cuerpo en el aire; es un acto reflejo que aparece en el gatito a partir de la tercera semana de vida, al tiempo que aumenta su movilidad; primero gira la cabeza y la mitad delantera del cuerpo, con lo que la cabeza se orienta correctamente; después rota la parte posterior, consiguiendo el aterrizaje sobre manos y pies.

Todo ello se ve favorecido por un excelente sentido del equilibrio, gracias a la perfecta combinación de la visión y del sistema del equilibrio, residente en los canales semicirculares del oído interno… Sin olvidarnos, por supuesto, de la imprescindible participación de su «giroscópica cola».

Salir de casa

La mayoría de los gatos que viven en nuestros hogares no salen casi nunca de casa; a pesar de ello se puede conseguir que el felino acepte de buen grado las salidas, aunque sean escasas y para circunstancias «no del todo agradables».

Si lo pensamos un momento, veremos que para todos aquellos gatos que no tienen la oportunidad de disfrutar de parte o la totalidad de su vida en el exterior del hogar, las salidas del domicilio familiar son contadas: en la mayoría de los casos se reducen a las visitas al veterinario y a los viajes de vacaciones.

Tanto una como otra circunstancia no suele ser del agrado del animal; en el caso de acudir al veterinario, el gato relaciona el trasportín, los movimientos del desplazamiento, con un final «poco apetecible»: un recinto con olores de todo tipo de animales, la mayoría indicativos de estrés, una habitación con un señor desconocido o conocido y de pocos agradables recuerdos, enfundado en una bata blanca o un pijama de intensos colores y, generalmente, algún manejo físico coronado por algún que otro pinchazo en su organismo.

Es evidente que el felino no relacionará estas salidas del hogar con algo gratificante, aunque podemos conseguirlo. El otro caso es el de los viajes.

Por regla general al gato no se le consulta el lugar de destino vacacional, ni se le comenta el día de salida, el plan de viaje, las paradas a realizar; el animal solo viaja dentro de su trasportín un número de horas variable.

En el mejor de los casos, el minino pasará todo el recorrido callado, alucinando con la situación; en el peor de los casos, incluso con la ayuda de fármacos, maullará todo el camino, salivará, vomitará y emitirá por su organismo todo aquello que debe ser evacuado de forma exclusiva en la bandeja de arena.

Y ¿cómo podemos evitar el mal rato de los desplazamientos de nuestro gato?

Sencillo, pero debemos actuar desde el momento en que el felino llega al hogar.

Es evidente que lo que vamos a comentar requiere un esfuerzo, pero pensemos en el gato, o seamos egoístas y pensemos en todo lo comentado anteriormente.

Es tan sencillo como acostumbrar al gato al trasportín como algo positivo; para ello lo dejaremos abierto en casa, lo rociaremos de feromonas, permitiremos que ese artilugio pueda ser considerado como un lugar cómodo y seguro para él.

Es necesario hacer esto antes de plantear el viaje o la primera visita al veterinario, al menos durante unos días, una semana…

Posteriormente le acostumbraremos al coche, para ello el primer recorrido será corto, muy corto: por ejemplo desaparcar y volver a aparcar el coche; está claro que aceptará de mejor grado esa corta maniobra que no un viaje directo desde Cádiz a La Coruña.

Y finalmente pasar pro el veterinario. Sería ideal realizar un par de visitas en las que no tuviera que ser vacunado ni manoseado en exceso; unas visitas de exclusivo reconocimiento y aceptación del territorio hostil.

Es un poco pesado, pero resulta efectivo para toda la vida del gato al que hemos adoptado.

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No te entiendo

Como ya hemos comentado, la mayoría de problemas que surgen en la convivencia con el felino es por no comprender o no conocer su real forma de ser; el humano suele tener «la manía» de comparar todo: «A fulano le pasó lo mismo… pues eso es lo que me pasa a mí», si los humanos actuamos de tal forma, el gato también.

El antropomorfismo, intenta atribuir a todo lo que nos rodea características humanas, es un gran error; un perro es un perro con sus propias características; una vaca, tres cuartos de lo mismo… y por supuesto igual ocurre con el gato.

Para no llevarnos sorpresas, disgustos, desilusiones, lo mejor es saber cómo es un gato, qué necesita, por qué se comporta de esa manera. Si conseguiremos entenderlos, los problemas desaparecerán de nuestras vidas.

Territorios y conductas

La vida de un gato se desarrolla en diferentes ámbitos o zonas; entre ellas debemos tener presentes las siguientes:

  • Zona de alimentación: deberá estar suficientemente alejada de la zona de eliminación.
  • Zona de eliminación: situada en un lugar tranquilo, de poco tránsito y alejada del resto de zonas.
  • Zona de descanso: son muchas las zonas de descanso que el gato puede elegir dentro del hogar dependiendo de la temperatura, de su estado de ánimo… En general podemos decir que al gato le gusta descansar en zonas cálidas y tranquilas.
  • Zona de juego: es la zona más amplia; en estas partes de la casa el animal despliega sus persecuciones de objetos imaginarios, sus carreras «sin sentido», sus locas actividades nocturnas.
  • Zona de caza: esto solamente se da en animales que viven en libertad o semilibertad o en animales de vida en interior formando parte de sus zonas de juego.
  • Zona de reproducción: solamente se «buscan» estos sitios en épocas de celo.

Si respetamos estas zonas, si tenemos presente que el gato necesita tener claros sus territorios, la convivencia será positiva y permitirá, con casi total seguridad, evitar la aparición de problemas de comportamiento.

Entre las conductas que el gato desarrolla en su vida normal relacionadas con las zonas o territorios por los que se mueve, tenemos:

  • Conducta alimentaria: viene marcada por la conducta alimentaria de sus antecesores; tanto el
    Felis silvestris lybica
    como el vivían en el desierto; esta realidad hacía muy difícil el consumo habitual de agua y en lo referente al alimento, nuestros protagonistas debían conformarse con la caza de pequeños roedores a lo largo del día.

    Debido a estas situaciones, el gato actual ingiere poco agua y preferiblemente le gusta el agua fresca y corriente (no es por ello extraño, como ya hemos comentado, ver a nuestro gato bebiendo de las gotas de un grifo mal cerrado). En el consumo de su alimento, y a pesar de tenerlo expuesto frente a sus selectivas narices todo el día, prefiere comerlo poco a poco, en múltiples tomas (de quince a veinte) y durante todo el día.

    Y también queremos aprovechar para romper una lanza en contra de la imagen de animal exquisito y sibarita que tiene el gato: si presenta un comportamiento alimentario selectivo es por una sola razón, porque su propietario así se lo ha inducido. La mayoría, por no decir la totalidad de los gatos, suelen ser fieles a un único alimento de alta calidad; el animal prefiere comer siempre el alimento que presenta una textura y un sabor constante… Pero… si le volvemos loco con continuas ofertas de «exquisiteces», acabará cayendo en la tentación.

  • Conducta de eliminación: cuando los gatitos son muy pequeños, la madre será la responsable de estimular la zona anogenital mediante el lamido para provocar la micción y la defecación. Pero en un corto plazo (dos a cuatro semanas) el animal tiene pleno control sobre sus deyecciones. Al cumplir el primer mes será capaz no sólo de interesarse por el lecho absorbente, sino que será plenamente capaz de utilizarlo correctamente.
  • Conducta higiénica o de aseo: teniendo muy presente que la mayor dedicación del gato a lo largo del día consiste en su descanso, podríamos asegurar que en segunda posición, en su agenda diaria, se encuentra el aseo o acicalamiento. Esta conducta no sólo se realiza con la finalidad de estar limpio… ¡ni mucho menos!; mediante el acicalado el gato se relaja, se tranquiliza, combate el posible estrés e incluso llega a utilizar este método como un tratamiento contra sus dolores o molestias. En el caso de que el lamido se produzca hacia otro animal, lo que nos estará indicando es que nuestro amigo gato está estableciendo profundas relaciones sociales.

    Pero si nos centramos en la parte «higiénica» del atusado, podemos decir que mediante este procedimiento consiguen principalmente eliminar el pelo muerto y estimular la salida del pelo nuevo.

  • Conducta reproductiva: dentro de los instintos de cualquier especie animal está el de su conservación como especie; para conseguir la perdurabilidad genética los animales deben reproducirse… Esta afirmación seguramente choque de forma frontal con lo que viene a continuación: el ser humano debe controlar, responsabilizarse de los instintos reproductivos de sus animales de compañía; si dejamos que una gata, cada vez que sale en celo, se cruce con un apuesto gato, la explosión demográfica que ello genera sólo favorecerá el aumento de abandonos.

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